La ajustada reelección de Benjamin Netanyahu marca el pulso de un país que se mantiene en tensión política en medio de un antiguo pero activo polvorín. Equilibrio extremo, la vía ortodoxa y el factor corrupción.
La imagen partida entre los festejos en Jerusalén por la inauguración de la nueva embajada de EE.UU. y la represión en la Franja de Gaza cristalizó el nuevo escenario de un viejo conflicto.
Argentina se abstuvo de condenar a EEUU en la ONU por reconocer a Jerusalén como capital de Israel y cambió una posición que mantenía desde hace medio siglo en la región.