De un tiempo a esta parte, el gobierno nacional ha decidido responder a las complicaciones que enfrenta con argumentos que se asemejan llamativa y riesgosamente a los que utilizó el cristinismo en su segundo período, durante el cual se elaboró la victoria del actual oficialismo más por yerros de sus antecesores que por méritos propios. Respecto, por caso, de la caída en las encuestas de Mauricio Macri, que ya no niegan, se consuelan con que nadie en la oposición captura, supuestamente, lo que ellos pierden. Lo mismo se aseveraba desde la vereda de enfrente cuando, a poco de reasumir, CFK comenzó a evidenciar que perdía su carácter mayoritario de 2011.
Otro tanto podría decirse de las descalificaciones con que el cambiemismo analiza la masiva convocatoria que anteayer congregó a los segmentos de trabajadores que conduce Hugo Moyano junto a otros como las dos CTA, la Corriente Federal de la CGT y la CTEP. Que desde antes que él, pero lejísimos de su potencia movilizadora, impugnan la política en curso, que condena a todos los sectores populares por igual a la exclusión. La capacidad de la CEOcracia va, en ese sentido, más allá de una cuestión de clase: también numerosos empresarios quedan afuera de la mesa de su programa. Algunos tienen más espaldas que otros para resistir, claro. Pero si esto terminara de ir a fondo, toda vez que no hay lugar en el radar amarillo para mucho más que la economía agraria de la zona núcleo, hasta a Paolo Rocca se lo vería en la calle protestando algún día.
Es difícil imaginar el momento en que ciertos hombres de negocios criollos abandonen su dogmatismo ideológico, pero la humorada sirve como disparador para pensar la situación política a partir de la aceleración anunciada por el Presidente luego de su triunfo de mitad de gestión. En efecto, hasta Joaquín Morales Solá le advirtió a Balcarce 50 que, tarde o temprano, se agotará el combustible del espanto por el pasado. Para esta columna, se sabe, ese reloj de arena ya se ha dado vuelta: un matiz apenas temporal. La pregunta es si hay condiciones de regeneración de un descontento social que pueda encontrarse con representación alternativa, si ésta se vertebra.
«También entre 2012 y 2015 se ilusionaba el cristinismo con la ausencia de proyecto que articulara la heterogeneidad rival»
El macrismo se movió con empeño para disuadir a colegas del jefe camionero de sumarse a su jugada, creyendo que si lo muestran aislado arriba, excepto por lo que denominan “impresentables que no vuelven más”, las razones que expresa abajo se evaporan. De nuevo: el kirchnerismo reaccionó idénticamente cuando se peleó con el mandamás de Independiente. Reiteraba en voz alta que los sindicatos que se mantenían bajo la órbita de la presidenta mandato cumplido agrupaban a mayor cantidad de afiliados, y que a Moyano lo impulsaban intereses personales (ahora se le reprocha temor a la –por así decirle– Justicia, antes apetito electoral; detalles). Aunque así sea, ¿por qué tantos acuden a sus llamados? ¿Sencillamente se dejan engañar, o existen reclamos genuinos que encuentran allí la oportunidad de hacerse oír, lo que demuestra que el gobierno nacional haría mejor en ocuparse de eso que de dirigentes poco combativos a los que puede manejar?
También entre 2012 y 2015 se ilusionaba el cristinismo con la ausencia de proyecto que articulara la heterogeneidad rival. Hasta que eso surgió, y, no habiendo atendido cuando hubo chance los enojos de muchos de quienes habían votado por CFK, fue demasiado tarde para evitar que se fueran con el adversario porque sí, porque simplemente se trataba de manifestar la reprobación al tercer episodio de la década ganada. A la primera nota de este año, donde se escribió que el macrismo dependía menos de sí mismo que de ajenos, alguien le retrucó en Twitter que nunca es así con los oficialismos. Eso, siempre y cuando ese oficialismo no se limite a apostar a la torpeza enemiga. Si lo hace, sólo le resta prender velas para que el otro insista en sus errores. Es el loop infinito en el que ha quedado atrapada la política argentina desde que los gobiernos han definido que es más redituable ser opositor de sus opositores que la iniciativa –que supone rendición de cuentas–.
Pues cuidado: en el Instituto Patria, una mujer que no por haber metido la pata a veces deja de ser un cuadro formidable, parece finalmente haberse convencido de que más vale una corrección que mil enunciaciones brillantes. “Corrida” ahora del centro mediático, aunque la provoquen con bajezas deplorables, hace más daño que nunca desde el advenimiento de este viejo-nuevo liberalismo. El peso de esa ausencia es insoportable para Macri. Esta semana cumplió 65 años. Ya es abuela y esa imagen ayuda: dicen que está afilando las agujas, dispuesta a probar suerte tejiendo.