“Si la oposición piensa gobernar alguna vez, debiera avanzar con esta ley”

Denuncia que De Narváez debe apartarse de la discusión de la ley de medios audiovisuales, reivindica el proyecto oficial y alerta: «Es una oportunidad histórica. Si se pierde, el debate no se vuelve a dar el año que viene o el otro, porque el efecto disciplinador sobre la política va a ser devastador.”

En línea con lo expresado por el jefe del bloque del FpV en la cámara baja, el diputado nacional Ariel Pasini dejó en evidencia algo que parecía obvio: el diputado empresario Francisco De Narváez debe excusarse de debatir la ley de Servicios Audiovisuales por ser dueño de un multimedio, por lo que es parte interesada en este asunto. Pasini conversó con ZOOM acerca del debate sobre la Ley de medios audiovisuales, subrayó la importancia de aumentar los márgenes de maniobra de la política sobre los poderes concentrados y puntualizó cuáles son los pasos que seguirá para que el legislador de Unión-PRO no sea juez y parte en esta discusión.

—De Narváez debe excusarse y pedir licencia, puesto que en su condición de empresario periodístico, dueño de uno de los multimedios más importantes de la Argentina, no puede legislar. Acá hay una incompatibilidad manifiesta entre su propio interés, no solo de tipo económico sino un interés que va más allá de lo económico y su rol de legislador. Un legislador debe legislar atendiendo al bienestar general y no para satisfacer un interés propio. Primero hacemos un llamamiento a la reflexión del diputado-empresario para que él mismo se aparte. Si no fuese así, vamos a estudiar llevar adelante alguna iniciativa de tipo legal para no permitir esta anomalía.

—¿Qué tipo de iniciativa?

—El Código Penal tiene una figura que tipifica y sanciona este tipo de conductas, cuando un funcionario interviene en un asunto en el cual tiene un fundado interés propio. Es una regla jurídica que tiene largo tiempo de vigencia y que se aplica, por ejemplo, en el Poder Judicial cuando se ve afectado el principio de imparcialidad y un juez tiene un interés concreto en la causa. Justamente lo que tiene que hacer es apartarse de la misma para no romper este equilibrio y el principio de imparcialidad. Esto también hay que aplicarlo en la política y en el ámbito legislativo.

—Él mismo reconoció que con una nueva ley no podría ser diputado y a la vez tener un medio.

—Lo que no podría es legislar en temas vinculados a los asuntos en los que tiene un interés económico propio. Yo creo que podría ser diputado, sino sería consagrar prohibiciones y exclusiones de carácter proscriptivo.

El debate

—¿Por dónde crees que está pasando el eje del debate público de la ley?

—La oposición está desvirtuando el eje del debate cuando hace referencia al sentido de la oportunidad y lo que están eludiendo es la discusión sobre el fondo de la cuestión. Como decía Walsh “discutir el cómo es una de las maneras de eludir el por qué”. Esto no es producto de un impulso, ni de un arrebato: este debate lleva más de 25 años en Argentina. Con el comienzo de la apertura democrática se presentaron decenas y decenas de proyectos de reforma en el Congreso de la Nación y lo que sucedió es que no pudieron avanzar por los lobby, que actuaron con absoluta crudeza como lo están haciendo ahora.

Otros de los latiguillos que se repiten incansablemente y desvirtúan el sentido del debate es que la Argentina copia a Venezuela, país del que somos hermanos, pero la verdad es que esta legislación abreva en antecedentes de la Unión Europea, de los Estados Unidos, de Canadá, donde no se verifican estas situaciones de concentración que se dan en la Argentina. ¿Por dónde debería pasar el debate? Nosotros debemos discutir qué democracia queremos en sentido amplio, y hablar de democracia significa también darle voz a los que no tienen voz, y hoy en la Argentina eso no pasa.

—Libertad de palabra.

—Libertad de palabra para todos y no solo para quienes tienen en sus manos más de 200 canales de cable o para quienes pueden producir contenidos y a su vez distribuirlos. Esto permitió que con el negocio del fútbol se compraran cables en el interior a precio vil destruyendo el federalismo, la pluralidad y a los actores económicos regionales que emergían en el negocio de los medios y que sucumbieron ante la voracidad del más fuerte. Esto no pasa en otros lugares del mundo. Si tanto nos gusta mirar hacia afuera, en esto miremos bien qué pasa afuera.

—La oposición y algunos medios dicen que este debate debería realizarse después del 10 de diciembre con la composición de la nueva cámara porque esta va a reflejar mejor el mapa político actual.

—Son los que quieren que nada cambie y que pongamos el piloto automático en Argentina. Con ese criterio no tendríamos que tener ley de presupuesto, ni ley de Educación Superior, ni impulsar políticas contra la crisis mundial. Cuando la Argentina puso piloto automático así terminamos. Lo que pasa es que hay sectores que no están acostumbrados a terminar su mandato y nosotros lo ejercemos hasta el último día porque los legisladores fueron elegidos para cumplir su función durante 4 años. Entre decir esto y pedir cerrar el Congreso hasta diciembre, hay un paso.

—Después se quejan porque el Congreso no trabaja…

—En tiempos preelectorales nos dicen que no hay que cambiar nada. En tiempos electorales, tampoco. Y pasadas las elecciones, tampoco. Además, en la ciudad de Buenos Aires no aplicaron el mismo criterio: la han endeudado con la composición de una Legislatura que tampoco refleja el resultado del 28 de junio. Me parece llamativo: durante las elecciones no se puede y después tampoco, ¿entonces cuándo? Cuando inauguramos obras antes de las elecciones es porque buscamos votos y cuando lo hacemos después, tampoco sirve.

—¿Cómo imaginás el debate en las comisiones?

—Van a funcionar de manera plenaria, y esperemos que la oposición concurra, no que se ausente como está impulsando el senador Gerardo Morales. Que vayan, que discutan, que hagan propuestas. A nosotros nos gustaría que antes de discutir generalizaciones se debatan cosas concretas. Si un operador puede tener una cantidad infinita de canales de cable, o si el que produce contenidos después pueda distribuir. O si es necesario que el 70% de los contenidos sean de producción nacional como en Francia o España. A nosotros nos gustaría discutir eso porque si no son abstracciones que parece que no le interesan a nadie. En cambio me gustaría discutir el articulado para entender cuál es la naturaleza de lo que está en juego.

—Se contrapone lo que está opinando Stolbizer a lo que pide Morales.

—Totalmente, y nos parece bueno que haya legisladores de la oposición que durante años hayan enarbolado esta bandera que, llegado el momento, participen del debate. Porque esto no es una bandera del gobierno sino que debería ser una política de Estado. Además, si la oposición se piensa a sí misma como una fuerza política para gobernar este país en algún momento, debiera avanzar en esta ley porque no puede ser que la dirigencia política esté rehén de ningún poder fáctico, de ninguno, y en este caso de los medios de comunicación.

Cuando asume Kirchner y le editorializan que su gobierno iba a durar 100 días sino asumía la agenda que le imponía algún medio de comunicación, lo que estaban poniendo de manifiesto es que la política debía subordinarse a la agenda pública construida por los sectores corporativos. Eso es lo que está en juego en la contienda. Cuando tratamos la ley de emergencia agropecuaria, se suspende la sesión y los jefes de algunas bancadas fueron a pedir letra a la Mesa de Enlace. Fue una foto triste de la democracia porque ya la dirigencia política no va a buscar línea a su convención partidaria o a su asamblea de delegados sino a las cámaras patronales.

—¿Qué se ve por fuera del bloque del Frente para la Victoria? Lozano y Bonasso dicen tener proyectos propios. ¿Se percibe ánimo de consenso?

—Nosotros creemos que sí. Hay sectores del campo del progresismo que pueden plantear diferencias, que puedan llegar a tener disidencias en algún aspecto en particular, y nosotros debemos contemplar la posibilidad de meter alguna corrección. Pero esta es una oportunidad histórica ya que, si se pierde, no se vuelve a dar el año que viene o el otro, porque el efecto disciplinador sobre la política va a ser devastador. Si a su vez la política le puede construir reglas de juego a las corporaciones, va abrir cabezas y va a crear un cambio cultural importante. Y a veces está la sensación del “no se puede”, “comparto pero no se puede”. En el caso del fútbol nos dijeron durante años que no podíamos meter el dedo ahí, ya que había intereses muy concentrados y que la política no tenía la posibilidad de construir reglas. Ahora vemos que sí y no se murió nadie, el país sigue andando y los clubes van a recibir mayor porcentaje por la televisación. Y la familia argentina se reúne alrededor del televisor para ver fútbol. Me parece que con esto va a pasar lo mismo y a mí lo que más me interesa es esto: lo cultural en la cabeza de la dirigencia política argentina. Cuando se recupera la democracia creía que se podía todo, que la democracia todo lo podía. En algún momento, algo pasó que llegamos a la conclusión inversa: que en la democracia se puede poco y nada porque hay poderes consolidados que desde la política no se pueden cambiar o moldear, ni transformar. El gobierno de Kirchner lo que nos permitió fue entender que los márgenes de maniobra de la política no eran tan estrechos como el discurso que nos habían inoculado, no a un partido político, sino al conjunto de las fuerzas políticas. Creo que esto es lo más importante. Si yo tuviera que resumir cuál ha sido el logro de estos 6 años de gobierno fue ese. Potenciar la autonomía de la política y recuperar centralidad.

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