Por Oscar Castelnovo.- www.memoriaviva.net
Desde el pasado 29 de noviembre de 2004 se encuentra tras las rejas este destacado luchador contra el tirano Pinochet. El gobierno del presidente chileno Lagos reclamó al Estado argentino la extradición, mientras que el campo popular exige a Kirchner que otorgue el refugio político a un compañero que ha sido un ejemplo de revolucionario en diversos campos de batalla de América Latina
«Estoy detenido por ser un luchador en contra de la dictadura de Pinochet. Hoy en Chile se pretende superar el tema de las tremendas violaciones a los derechos humanos, con una serie de procesos abiertos, en los casos más emblemáticos de algunos militares, y requieren de una contraparte, y esa contraparte lamentablemente soy yo».
Con estas palabras, el «Comandante Salvador» explicó a Propuesta las razones de su detención en la Unidad Antiterrorista de Buenos Aires desde hace casi tres meses. Como ya informáramos, Sergio Galvarino Apablaza Guerra, conocido como Comandante Salvador, fue último jefe del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que enfrentó al tirano. Por otra parte, Salvador combatió al mando de las tropas internacionalistas en el Frente Sur en la Nicaragua Sandinista, luego de culminar su formación militar en Cuba.
Su prisión en nuestro país, desde los vericuetos jurídicos, se relaciona con dos causas en las que fue declarado rebelde al no presentarse por falta de mínimas garantías. El gobierno del presidente chileno Lagos pidió su extradición mientras que Apablaza, con el apoyo de sus familiares y de una amplia franja del campo popular argentino reclaman a Néstor Kirchner el refugio político en la Argentina donde vive hace más de diez años con su esposa y tres hijos argentinos.
«Mira, hubo algo positivo en este injusto encierro», dice Salvador. Sin duda, se refiere al reencuentro con su madre Luisa Guerra de Apablaza (82), luego de 30 años de separación, a quien había visto por última vez al salir de una campo de concentración en momentos que era expulsado de Chile.
A la vez, Sergio se pudo abrazar con sus dos hijas del primer matrimonio a quienes no veía desde 1984. Precisamente, a ellas explicó las razones de ese largo desencuentro: «Yo les dije que en la época de la dictadura, era tan evidente la confrontación que no teníamos opción: o éramos nosotros o eran ellos, no nos quedaba otra cosa que resistir. Por darte un ejemplo, mi caso: a mí me expulsan de la Universidad, me llevan a un centro clandestino de detención en el cual soy torturado, sin cargo alguno, el único delito era haber sido dirigente estudiantil y dirigente de las Juventudes Comunistas, se me empieza a trasladar por un conjunto de lugares: Estadio Chile, Cárcel de Santiago, Penitenciaria de Santiago, Tres Álamos, Puchuncavi, un campo que quedaba en la costa de Santiago, y luego se me expulsa del país, con un documento que solamente es permitido para salir del país, se me expulsa con la prohibición de ingreso».
«Mas allá de todo lo que haya significado Allende- continúa Salvador-, los sueños, el lugar que ocupábamos desde el punto de vista del quehacer del gobierno popular, la defensa del gobierno popular, en el terreno de la producción, en el terreno del estudio, toda esa ilusión de la noche a la mañana se perdió, no tan solo se pierde sino que es avasallada de una forma brutal.
Entonces en ese contexto me incorporo a la lucha clandestina, primero participo de la guerra de Nicaragua, después me incorporo a la lucha en nuestro país, siendo militante del Partido Comunista y la verdad es que con esa presión diaria de los organismos de seguridad, cuando todos los días cae un compañero, desde el punto personal, desde el punto de tus afectos, no tienes prácticamente tiempo de pensar en ellos.
Es más, con el sólo hecho de pensarlo, estas comprometiendo a terceros. Por lo tanto, en esa dinámica ni siquiera uno no se pregunta qué es de mi vida en términos personales, sino cómo hago para que esto se termine lo mas pronto posible».
Construcción de impunidad
Si bien el Informe Valech, un extenso documento producido recientemente por la «Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura», encabezada por el obispo Sergio Valech, representó un determinado nivel de esclarecimiento sobre los crímenes de la dictadura, al mismo tiempo estableció una nueva trama de complicidades para la impunidad.
Al respecto, Apablaza sostiene que «hubo un esfuerzo de los gobiernos post Pinochet en dar la imagen que la violación de los derechos humanos ocurridas en la dictadura habían sido excesos por parte de ciertos funcionarios, de ciertos sectores dentro de las propias Fuerzas Armadas.
Y el informe Valech sobre torturas y prisión política, ha dejado claramente en evidencia que lo que existió ahí fue una política de estado de exterminio a los opositores».
Sin embargo, Apablaza cuestiona las profundas limitaciones del Valech: «Si bien se avanzó en una verdad que la sociedad chilena se negaba a aceptar, no se avanzó en Justicia, porque en definitiva se ha establecido que los nombres de los torturadores, los detalles de los hechos, las situaciones se van a conocer dentro de 50 años, así se ha determinado, ¿de qué justicia me están hablando entonces? Así está determinado oficialmente, así fue anunciado por el presidente Lagos».
Al mismo tiempo, Apablaza sostiene que ya comenzó una nueva etapa de resistencia en Chile, frente al intento de plasmar un nuevo tramo de construcción de impunidad: «Existe una oposición absoluta por parte de las agrupaciones, organizaciones y familiares.
Y ya se está elaborando el Contra Informe, ya se está denunciando los nombres y apellidos, que pretendieron mantener ocultos, y la movilización será permanente, como la presentación de querellas en contra de todos los responsables, en todos los planos que podamos hacerlo. No habrá resignación en el pueblo chileno».
Respecto de la solidaridad recibida durante su detención en Buenos Aires, Apablaza indica que «desde el primer minuto se presentó con mucha fuerza el apoyo, todos los organismos: la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, las Madres, las Abuelas, diputados, partidos políticos, organizaciones sociales están respaldando mi causa: para mi el hecho que todas esas organizaciones estén reclamando mi refugio y rechacen la extradición no tan solo es un elemento de alegría sino un elemento de gran confianza».
Es que si yo estoy preso aquí por mis pensamientos, por mi ideología, por mi lucha, no sería justo que me extraditen. En mi caso Justicia significa refugio político para regresar con mi familia, con mis hijos, a la plena libertad«.
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Más información sobre el caso Sergio Galvarino Apablaza, comandante «Salvador» en:
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