Por dos fuentes distintas se nos ha pedido hacernos eco de un caso que clama al cielo; una medida arbitraria de una empresa que, por medio de testaferros, ha “comprado” una gran extensión de tierra en la Provincia de Chubut. Como parte de sus proyectos de “explotación”, han decidido los terratenientes la modificación de la geografía del lugar. Si, la toponimia se ha cambiado y ni siquiera se saben los nombres que tendrán en el futuro. Muy probablemente no se escribirán en tehuelche ni en español.
Un grupo numeroso (poco frecuente en pueblitos alejados de la justicia de la civilización globalizada) vecinos todos del bello LAGO PUELO no puede consolarse por la sorpresa de quedarse sin el imprescindible CANAL DE RIEGO COSTA y nada más ni nada menos que un cauce de agua que en Europa llamarían río, cuyo nombre es ARROYO LAS GOLONDRINAS.
Desde el martes 13 de este mes de febrero, sin que haya merecido un título de primera página en la prensa, tanto el canal como el arroyo han quedado abandonados y comienzan a agrietarse como dolorosa herida en el suelo antes fertilizado por sus aguas.
Lo cierto es que ambos cursos son vitales para la subsistencia de habitantes radicados en la desamparada Argentina del Sur, cuyo futuro venturoso siempre se declama pero nunca se concreta. Peor aún: se enajenan tierras que alambran lagos y cortan caminos y senderos, sin ninguna legislación que los defienda, mientras duerme en el Congreso de la Nación una ley sobre tierras ante el avance incontrolable de las compras de foráneos millonarios, “benefactores de la ecología”, “filántropos” y otras especies de prepotentes colonizadores.
Nadie sabe explicar cómo desapareció una vieja ley que impedía adquirir propiedades a extranjeros a menos de 100 kilómetros de las fronteras. Así hay acaparadores de dudosas intenciones que han comprado franjas de tierra que van desde bien adentrada la Patagonia hasta el Océano Pacífico.
Los vecinos le han pedido explicaciones al señor Esteban Parra, director de Obras Hídricas de la Provincia del Chubut, pero éste personaje “no sabe, no contesta”, según los damnificados. Y se preguntan ¿se puede dejar sin agua a un pueblo y no atender el reclamo de sus habitantes perjudicados? ¿No justifica ese problema que el señor Parra suspenda sus vacaciones? Ellos piensan que “puede estar descansando fuera de Chubut y sería la razón de su silencio que imaginan, irónicamente, genera su indiferencia o desconocimiento de la grave situación”.
También se interrogan “si está o no en Chubut la ministra de ¿cómo era? (sic) Medio Ambiente o algo así”, Mónica del Carmen Raimundo, porque “tampoco parece interesarse por el tema”.
“El Arroyo Las Golondrinas ha desaparecido unos 3.000 metros antes de su original desembocadura”, le dicen los pobladores al señor Parra en una carta protesta que dejaron en su despacho. En la misma le recuerdan que en octubre del pasado año 2006 “se le había anticipado que se preparaba una acción de ese tipo, una preocupación que el gobierno pasó olímpicamente por alto”.
Altos intereses nacionales descuidados
El caso de Lago Puelo no es algo aislado. Los ejemplos son muchos y ocurren en todo el territorio nacional significando ya un serio problema de soberanía y por ende deben las autoridades dedicarles más atención, o por lo menos una mínima atención, para evitar males mayores. ¿Se seguirá despoblando la Patagonia y desalojados los indígenas ocupantes originarios, por miles de años, cuando no existían escribanos ni tinterillos burócratas deshonestos?
Aunque parezca exagerado, pero nada es exagerado para los norteamericanos cuando desean apropiarse por la fuerza de algo, cabe recordar cómo en el siglo XIX, Estados Unidos despojó a México de la mitad de su territorio, aprovechando el caos provocado “casualmente” por luchas internas. ¿Cómo comenzó esa ocupación definitiva, por ahora, de casi 2 millones de kilómetros cuadrados, un espacio donde caben más que holgadamente, varias potencias europeas incluyendo a Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia, o sea la mitad de los ocho países más industrializados del mundo?
Pues bien, empezó con las compras de tierras en especial en Texas, enorme territorio que los grandes propietarios declararon república independiente junto a otros espacios vecinos. Y en 1845 se sumó como estado a la Unión yanqui.
Luego, un año después, en 1846, con falsos pretextos de diferencias fronterizas, los norteamericanos invadieron el convulsionado y pobre México, llegando a ocupar la capital de ese país en 1947. Bajo el poder de las armas ocupantes, los aztecas son obligados a firmar una capitulación incondicional, que la historia del país del Gran Hermano califica hipócritamente de “tratado”, llamado Guadalupe-Hidalgo, por el cual México “cede” la Alta California y Nuevo México, fijando la frontera actual en el Río Bravo. Y ni una palabra más.
Ese antecedente, como infinidad de otros utilizados en todo el globo, antes y en estoa momentos, no sería temerario suponer que sirva de justificación para una invasión de la Patagonia, dada la cantidad de territorio comprado a precio vil con la indiferencia o venalidad de los gobernantes. ¿O no?
Escalofriante información
El galardonado poeta Juan Gelman, el pasado domingo 22 escribe en Página 12 una nota basada en fuentes de información publicadas de documentos norteamericanos, Allí afirma que “uno de los terratenientes más grandes del mundo es el Pentágono…sus 737 bases militares en todo el mundo, más las que posee en territorio propio, ocupan una superficie de 2.202.735 hectáreas”. Estas estadísticas son del 2005 y no figuran las conquistadas últimamente en Afganistán e Iraq.
Otra cifras que da Juan Gelman, también de fuentes seguras, dicen que “el Pentágono posee 32.327 cuarteles, hangares, hospitales y otros edificios en sus bases del extranjero y que alquila además 16.527 instalaciones. Durante el año fiscal 2005-2006, casi 200.000 uniformados y un número igual de empleados y funcionarios civiles del Pentágono fueron desplegados en esos verdaderos enclaves en territorios ajenos y se contrató a más de 80.000 nacionales de diferentes países,..”
Tenemos bien entendido y probado que cuanto alto ejecutivo de empresas yanquis que salen al exterior, como ocurre en las grandes potencias europeas, antes de partir, deben pasar por alguna dependencia oficial para recibir “informaciones útiles” y directivas de cómo deben reportar cualquier dato de interés para su país a las respectivas embajadas, donde establecerán contactos con agentes secretos. Y hay también muchísimos encubiertos como evangelizadores de distintas religiones, profesores universitarios, científicos, artistas y periodistas, que cumplen con gusto y orgullo idénticas obligaciones “patrióticas”. Esta gente son verdaderas bases de información y reclutamiento de cipayos.
Casualmente en estos momentos de altas temperaturas, el anciano ex presidente, Jimmy Carter, tan defensor de los derechos humanos, se encuentra en los esteros del Iberá. Según un vocero está “pescando”, pero la nutrida comitiva que lo acompaña, nos impregna de dudas. ¿Somos mal pensados?