¿Se acaba el verso del periodismo independiente?

Clarín no se cansa de poner tapas con títulos catástrofe contra el gobierno nacional y sin embargo nada hace presumir que Cristina Fernández termine antes su mandato. Algunos sectores entendieron que las empresas periodísticas defienden sus intereses políticos y económicos y supeditan la información y su opinión a los negocios. La censura de los privados y el desafío de los nuevos medios.

“No hay gobierno, empresa o persona que aguante tres tapas seguidas de Clarín en contra…”

Esta máxima que huele a extorsión estaba internalizada desde hace muchos años en los ambientes políticos y económicos. Cuando Pablo Llonto escribió La Noble Ernestina, El misterio de la mujer más rica del país, la mayoría de sus entrevistados pusieron una condición calcada: “No me nombres, ya sabés como es Clarín, cuando puede te mata…” Y el empresario periodístico Jorge Fontevechia escribió que “…Clarín podía darse el lujo de pedir el 30% de cualquier negocio sin poner un peso a cambio, porque la contraprestación implícita era de protección, de aportar la tranquilidad de que se sería intocable si se es socio de Clarín”. Sin utilizar la palabra mafia, el dueño de Perfil pintaba de cuerpo entero a su competidor.

En Lanús, de la mano del histórico Manuel Quindimil, se veía Multicanal. Tenía que ver con un acuerdo con “el grupo”. Cuando asumió, el nuevo intendente Darío Díaz Pérez quiso abrir el juego a otros cables lo que le valió la amenaza directa de la empresa periodística más poderosa del país. Palabras más, palabras menos, le dijeron “atenete a las consecuencias”. Esto implicaba que ante “la desobediencia” del intendente, los diferentes medios del oligopolio tenían preparados sus fusiles para castigarlo.

Quien escribe estas líneas tenía sus dudas de que el gobierno pudiera sancionar la ley de medios en un contexto de debilidad política; sin embargo el kirchnerismo, al que le gusta jugar en algunos casos al borde del precipicio, se puso al hombro una movida política que terminó por revolucionar los ambientes mediáticos.

La realidad es que hoy Clarín no se cansa de poner tapas con títulos catástrofe contra el gobierno nacional y sin embargo nada hace presumir que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner termine antes su mandato constitucional. El capital real y simbólico del mayor multimedios del país ha menguado. Se sobrevive a tres tapas en contra de Clarín. En determinados sectores de la población se entendió que las empresas periodísticas hacen su juego propio, defienden sus intereses políticos y económicos y la información y opinión que emiten están supeditadas a su ideología y negocios. El verso del “periodismo independiente” de Joaquín Morales Solá, por citar un ejemplo emblemático, no va más. La discusión que se dio antes y después de haber sido sancionada la ley de Medios hizo crecer en conciencia a una parte de la sociedad. Hay vida al margen de la postura de Clarín.

Los intocables

Unos de los blogs que pone la lupa sobre el entramado mediático es Mundo Perverso que dirige Diego Faur. Consultado por ZOOM, afirmó: “finalmente, luego de décadas de vigencia y retoques que lograron la atroz concentración de los medios masivos, se derogó la ley de radiodifusión, impuesta por la última dictadura militar. Esta ley, por su contenido y por cómo fue elaborada, marca un punto de inflexión en la historia de los medios de nuestro país. Aquellos enormes conglomerados mediáticos que otrora parecían intocables y eran temidos por dirigentes de todo el arco político sufrirían la primera derrota política y simbólica en muchísimos años.

El debate, los apoyos que llegaron hasta desde las Naciones Unidas y los contundentes argumentos obligaron a los medios a corporizarse, a desnudarse como lo que son: actores políticos. Y he ahí el hito más importante de esta historia: la imagen de Néstor Kirchner en actos sosteniendo carteles como el de ‘Todo Negativo’, el ‘¿Qué te pasa Clarín, estás nervioso?’ o la mención explícita de los nombres de los dueños de los medios fueron a las corporaciones mediáticas lo que Cabezas fue a Yabrán. Quedaron expuestos y al perder su anillo de Giges tuvieron que mostrarse como lo que son para defender sus intereses, con una virulencia y parcialidad inéditas, y esto fue percibido por ‘la opinión pública’ que más allá de las pertenencias partidarias o ideológicas ahora sabe que los medios son empresas que representan intereses particulares e informan o desinforman de acuerdo a los mismos y no a criterios de calidad periodística”.

Censura en La Nación

Los intereses fundamentales que se estaban discutiendo tenían que ver con la empresa Papel Prensa, el monopolio del fútbol, la fusión de Cablevisión-Multicanal, la propiedad de decenas de señales televisivas y radiales. En el mismo momento de mayor fragor por un negocio de cientos de millones de dólares, la gente de Clarín se ocupaba de perseguir blogs como el de Faur o Qué te pasa Clarín por cuestiones de supuestos copyright o uso de marca. Insólito: el gobierno le estaba dando un mazazo político y económico limitándole negocios y poder mientras que las huestes de Magnetto se preocupaban del “chiquitaje”.

Otro de los grupos más afectados por la ley fue el que comanda la dupla Vila- Manzano más De Narváez. Daniel Vila, al borde de la desesperación, comparó la ley de medios con la dictadura militar y la denunció como “la violación jurídica e institucional más grave que haya sufrido nuestro país desde el 24 de marzo de 1976…”

La campaña mediática de las empresas que se vieron afectadas por la ley fue tremenda: “prensa amordazada”, se viene “la dictadura chavista”, “murió la libertad de prensa…” El diario La Nación es uno de los puntales de esta campaña. Hablando de libertades, quien escribe dialogó con el periodista británico Robert Cox, que dirigió el diario en inglés Buenos Aires Herald durante la dictadura militar. Hombre de prosapia liberal, tenía diálogo con los militares en el ‘76 y apoyaba a Martínez de Hoz. Sin embargo, en lo que respecta a los derechos humanos, les abrió el juego en forma valiente a las Madres de Plaza de Mayo y demás familiares de desaparecidos cuando la mayoría de los medios les cerraba las puertas. Paradójicamente o no tanto, Cox me confesó que en la actualidad el diario La Nación que acusa al kirchnerismo de ser una dictadura “hoy me tiene censurado”. Seguramente tendrá que ver con este tipo de declaraciones: “yo necesito leer Página/12, porque La Nación describe un país y una ciudad que yo no puedo ver ni reconocer. Y en eso, La Nación actúa como bajo la dictadura. En aquel momento, ignoraba lo que pasaba y ahora también.”

La batalla por “el sentido común”

Supongamos que la ley de servicios audiovisuales ya estuviera totalmente en vigencia con la autoridad de aplicación en pleno funcionamiento: ¿desde el campo “progre-nacional y popular” habría conductores y contenidos para, por ejemplo, contrarrestar y ofrecer una alternativa a la “santísima trinidad televisiva” (Susana, Mirtha y Marcelo) cuando entran a jugar en el terreno de la denominada “inseguridad”? ¿Es posible construir conductores televisivos que puedan competir por audiencias masivas y que generen nuevos paradigmas sociales? ¿Un Víctor Hugo Morales en Canal 7 o en otro canal a crearse podría generar un discurso popular y con contenido que haga que un sector importante de la población haga zapping ninguneando o disminuyendo a Tinelli?

Los conductores masivos no se fabrican ni los procesos de construcción de otra cartografía mental se inventan de un día para el otro pero creo que estamos frente a una gran oportunidad de generar una nueva etapa en la comunicación en Argentina.

Dificultades políticas y Medios Alternativos

Continúa Diego Faur: “Se vienen dos años muy complicados, con un Congreso sin predominancia del oficialismo ni de la oposición y, en tanto no se constituya y comience a funcionar la autoridad de aplicación establecida por la ley, con el mismo mapa mediático previo a la sanción de la ley. Esto implica que las corporaciones mediáticas afectadas por la ley seguirán utilizando todo su arsenal mediático para intentar volver atrás con las cláusulas que afectan sus negocios malhabidos y, como hemos visto a lo largo del debate sobre la norma, hay un sector importante de la oposición política mimetizado estratégicamente con los intereses de estas grandes corporaciones.

Independientemente de lo que suceda en estos próximos dos años, la nueva ley de medios generó un empuje de los medios alternativos como fuente de información. El conflicto con las patronales del campo funcionó como un disparador que aceleró el proceso de incorporación de fuentes alternativas a la hora de informarse dada la parcialidad obscena con la que los medios masivos informaron y este proceso seguirá su curso con la incorporación de nuevos actores comunicacionales a la oferta mediática. Ante la percepción de que los medios tienen intereses concretos que no necesariamente son los de las audiencias, cada día más y más personas se vuelcan a blogs, foros, redes sociales en búsqueda de perspectivas alternativas al relato de estas grandes empresas y esto seguramente se verá profundizado en la medida que nuevas voces ocupen los espacios que hoy por hoy son acaparados por estos grupos económicos que controlan el flujo de la información y la cultura en el país.”

Los pingos se ven en la cancha

Una característica interesante del kirchnerismo es que pone y abre el juego en la agenda pública en temas que serían impensables. Ahora es cuestión de ejecutar y salir a la cancha. La cuestión no sólo consiste en contrarrestar los efectos de la emisión monopólica, sino en crear muchas otras sintonías, nuevos medios y originales. Trabajar por más instancias de pluralismo y diversidad, de defensa de la producción local y nacional. Mucho de esto está previsto en la ley de medios. La tarea es pasar a los hechos. La oportunidad está lanzada. Construir comunicación con contenido y que llegue al pueblo es el gran desafío. ¿En dónde está escrito que Mirtha, Susana y Marcelo serían eternos?

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