Santa Fe: La dura ofensiva de Pullaro para quebrar los paros docentes

El gobierno santafesino descuenta a rajatabla los días de huelga e implementa un plus para los maestros que no falten a clases. Una brava pulseada con los poderosos gremios del sector cuyo desenlace aún no está escrito. Por Gustavo Castro

El gobierno de Maximiliano Pullaro ejecuta implacablemente un plan para romper con la dinámica de paros docentes que es propia de cada oportunidad en la que la administración del Estado santafesino y los gremios del sector se sientan a discutir salarios en paritarias. Este proceso, aún de final abierto, se lleva adelante al calor de la histórica elección del año pasado, en la que el (hoy) oficialista Frente Unidos arrasó al peronismo en toda la línea.

No puede decirse que las acciones oficiales sobre las huelgas docentes sean una sorpresa. De hecho, se veían venir desde lejos. Por lo menos, desde 2021, cuando el actual gobernador encabezó la migración de un segmento numeroso del radicalismo hacia Juntos por el Cambio, tras la muerte del socialista Miguel Lifschitz, entonces líder indiscutido del extinto Frente Progresista.

Con ese salto político, el discurso de Pullaro mutó hacia un virulento antikirchnerismo (que con matices siempre estuvo) y luego a un rotundo antiperonismo a secas, que incluía desde ya un reproche constante hacia la práctica sindical. Ni que hablar cuando las medidas de fuerza implicaban interrupción de clases o bloqueos a empresas.

En paralelo, sus laderos y otros voceros informales castigaban a diario a los gremios docentes por su presunta complacencia con el gobierno de Omar Perotti. En particular, los acusaban de ser concesivos durante la cuarentena, cuando los salarios fueron congelados. Un cuestionamiento poco sólido: ¿qué podían hacer en medio del encierro obligatorio y con una pandemia atroz asolando al mundo? Aún así, un discurso entrador para los (enojados) trabajadores de la educación.

En 2022, ya con la vuelta a la vida normal, y con los sindicatos recuperados en su poderío habitual, se produjo un episodio significativo: tras la vuelta de las vacaciones de invierno, con una paritaria en cumplimiento y un horizonte de reapertura de negociaciones en septiembre, los gremios docentes lanzaron una ola de paros para adelantar la discusión que ocupó todo agosto.

El objetivo de las organizaciones no fue cumplido y el gobierno de Perotti ejecutó masivamente descuentos de los días no trabajados (que luego serían devueltos tras llegar a un acuerdo salarial). Esa decisión fue criticada ácidamente por casi todos los integrantes del actual oficialismo. Pullaro hizo lo propio, pero sólo con generalidades. Eso sí: se preocupó por enfatizar su preocupación por los “abusos sindicales”.

Durante la campaña de 2023, uno de sus ejes fueron los 180 días de clases efectivas, sin precisar cómo se lograrían. Estaba a la vista cuál sería el sendero, para quien quisiera verlo. A eso le agregó la promesa de eliminar la no repitencia, o las denominadas “trayectorias únicas”, una política muy resistida por los docentes por considerar que les quitaba autoridad dentro del aula. Así fue que los maestros y maestras concurrieron a las urnas para darle al frente Unidos (JxC más el Partido Socialista) comandado por Pullaro una victoria histórica.

La realidad efectiva

Ya en el gobierno, y en un escenario nacional de ajuste descomunalmente inédito, el gobierno del joven dirigente radical comenzó a marcar con dureza las nuevas condiciones. El primer hito en ese camino fue la decisión, primero, de no pagar en tiempo y forma el acumulado de cláusula gatillo que incluía el fogonazo inflacionario de noviembre y diciembre.

Enhebrado con esa determinación llegó el segundo capítulo: pagar esa deuda en dos cuotas e incorporarlas en el cálculo de aumento salarial de inicios del ciclo lectivo. Previsiblemente, hubo rechazo de los sindicatos docentes y comienzo de clases atravesado por paros y movilizaciones masivas.

Luego de varios tironeos, se logró un acuerdo de corto plazo. Es que en un contexto de altísima inflación, las renegociaciones son casi mensuales. Tras cartón, apareció otro instrumento gubernamental disruptivo: el premio a la asistencia perfecta, caracterizado por los gremios educativos como “presentismo”. Consiste, básicamente, en un plus para quien no falte nunca, haya o no paro.

Conviene hacer rápidamente un poco de historia. El presentismo fue aplicado durante la década del ’90 inicialmente por Carlos Alberto Reutemann para quebrar los paros del sector. Tuvo vigencia hasta la última gestión de Jorge Obeid, quien al respecto actuó con vaivenes. La eliminación definitiva de esa política se produjo con el ascenso del socialista Hermes Binner a la Casa Gris.

¿Y por qué la polémica? Días atrás, la secretaria general de CTERA y ex titular del gremio provincial Amsafe, sentenció: “El denominado presentismo, implementado en los 90, nadie se acuerda cómo terminó en Santa Fe, pero fue con una docente muerta en Rosario por ir a trabajar enferma. El premio a la asistencia, cuando un maestro no llega a fin de mes, es un insulto”. Los maestros que padecieron esa época saben de qué se trata.

Ahora bien, en la gestión de Pullaro contraargumentan que si el paro es gratis, siempre será la primera opción. Más aún en un formato como el de la Asociación del Magisterio de Santa Fe (AMSAFE), en el que las negociaciones se refrendan con el voto de las bases en las escuelas. En la práctica, eso implica que la primera oferta del gobierno (del actual, de los anteriores) es sistemáticamente rechazada y la modalidad de protesta arranca con 48 horas de paro para la primera semana y otros dos días para la siguiente.

Eso trae como consecuencia que, al ya darse por descontado que habrá rechazo y huelga, la oferta inicial del gobierno siempre es pobrísima. Termina dándose un acting: la gestión provincial hace como que realiza una propuesta salarial aceptable, los docentes hacen como que la estudian y la reprueban. En ese trance, se acumulan los días sin clases, especialmente en las escuelas públicas. No por casualidad ese ruido llegó a los radares de Cristina Fernández de Kirchner, que opina insistentemente sobre el tema, y los del propio candidato presidencial del peronismo, Sergio Massa, quien hizo campaña el año pasado con el presentismo.

En ese marco social, Pullaro dio un paso más hacia adelante. No solamente no pagará el “premio a la asistencia perfecta” a quienes hayan hecho paro sino que además descontará el día no trabajado. Con una promesa: esta vez no habrá devolución de la jornada de huelga en la mesa de negociaciones, como sí venía ocurriendo en las gestiones anteriores.

Ante esta situación, y con mejora de oferta salarial mediante, la semana pasada los docentes públicos y privados (el Sindicato Argentino de Docentes Privados (SADOP) es muy fuerte en la provincia de Santa Fe y actúa en tándem con AMSAFE) resolvieron aceptar la propuesta del gobierno. No hay duda alguna de que el peso del neopresentismo y los descuentos de los días de paro se hicieron sentir de manera notable, más aún en tan dramáticas circunstancias económicas.

Si el avance del gobierno de Pullaro y el retroceso de los gremios docentes es momentáneo o estructural, es un interrogante que permanecerá abierto por un largo rato. Como se habrá podido observar, aplica en este caso la teoría del corsi e ricorsi de la historia.

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