Llegar a Santa Cruz en un día donde todos esperan un estallido de violencia no es de lo más agradable. Desde el avión se pueden observar gigantescas humaredas y uno imagina que las llantas quemadas impedirán el acceso a la ciudad. Ya nos pasó hace unos meses, en noviembre de 2007, durante el Paro Cívico convocado por las mismas autoridades que este domingo 4 de mayo llamaron a aprobar los estatutos autonómicos. Ambas fechas están relacionadas. El año pasado, el paro se realizaba para repudiar la constitución aprobada por la Asamblea Constituyente. El 28 de noviembre las barricadas y las llantas quemadas impedían el paso, la gente andaba con palos en las manos y casi no logramos salir de la ciudad. Esta vez la misión es entrar.
Ahora el panorama es muy diferente. No hay paro. El Comité Cívico de Santa Cruz, que lidera la protesta autonómica, dice que no quiere violencia y que su mayor triunfo será en las urnas, con el objetivo de arrinconar al gobierno de Evo Morales.
El centro de la ciudad es una fiesta. Por todos lados flamean banderas verdes y blancas de Santa Cruz y mucha gente tiene puestas remeras que dicen “Sí a la autonomía”. El 85% de los cruceños que fue a votar lo hizo por el SI aunque muchos reconocen que ni siquiera han leído el texto del estatuto, que —de ahora en más, como si fuera una verdadera constitución— regirá el destino de los cruceños.
Es este uno de los ejes centrales del enfrentamiento con el gobierno de Evo Morales, que insiste en que la Constitución Nacional está por sobre cualquier estatuto regional. Aquí en Santa Cruz poco importa lo que diga “el indio”. Pocos días antes del referéndum el director del diario El Mundo, en un tono virulentamente racista, se dirigió a los del Altiplano diciéndoles que eran “amargados y resentidos” y sus monedas “las de esquilmar y traicionar. Desprecian la lealtad, la libertad”. En un juego ambivalente que siempre existe aquí con la posibilidad de separarse de Bolivia, les decía de manera despectiva “quédense con su Illimani, su hoja milenaria y su lago sagrado.”
Este es el clima que se vive en una ciudad que se presenta a sí misma como si fuera parte de un cantón suizo. Sin embargo, la realidad es muy diferente, es parte de Bolivia; y aunque unos cuantos hagan ostentación de sus 4 x 4 y los restaurantes en algunas avenidas quieren recrear el Caribe con su música a todo volumen y sus tragos, la pobreza se percibe en las calles. Ni qué hablar de los barrios periféricos, donde moran muchos de los que llegaron en busca de trabajo pero continúan viviendo como en cualquier otro departamento del país.
Esta región ha florecido como pocas, pero ha florecido para pocos. La autonomía es presentada por los dirigentes cruceños casi como una panacea que llevará al desarrollo de la región para todos y eliminará la pobreza. Incluso han comenzado a hablar de “socialismo democrático” para robarle alguna de las banderas a Evo Morales.
Por ahora han logrado una victoria política. El referéndum fue un éxito, y perciben que están consolidando una nueva dirigencia política que le seguirá disputando el poder a Evo Morales, porque su verdadero objetivo es sacarlo del sillón presidencial.
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