El miércoles pasado, cuando el reloj ya marcaba las 15, la Cámara Baja del Congreso de la Nación había mantenido el veto del presidente Javier Milei contra el proyecto opositor para mejorar el financiamiento a la educación universitaria. El tablero había marcado 160 votos a favor y 84 en contra, imposibilitando el alcance de los dos tercios requeridos para torcer el brazo al oficialismo.
De los votos positivos 11 provinieron de diputados cordobeses, mientras que 6 fueron los cordobeses que escucharon el rugido del León. De esos seis, 2 fueron del bloque de La Libertad Avanza (Gabriel Bornoroni y María Celeste Ponce), 2 del PRO (Laura Rodríguez Machado y Belén Avico), 1 del partido oficialista Movimiento de Integración y Desarrollo (María Ibáñez), y 1 de la Unión Cívica Radical (Luis Picat). Solo 2 de ellos se recibieron en la universidad pública (Machado e Ibáñez). El resto estudió en la Universidad Empresarial Siglo 21 y la Blas Pascal.
Del las lágrimas a los cariños
Así como hubo un solo voto radical cordobés a favor de Milei, otros tres del mismo partido fueron positivos: Gabriela Brouwer de Koning, Soledad Carrizo y Rodrigo De Loredo.
El positivo Picat reemplaza a De Loredo, quien tenía una posición incómoda como “dialoguista” al mileísmo, donde fue tildado como rata en los “retwits” del presidente y escrachado en la vía pública de Córdoba y Buenos Aires. Y encima, tuvo su momento de llorar de hartazgo frente a las cámaras de televisión.
El ex-presidente de ARSAT, cuyos 44 años de edad lo iban a empujar como la renovación juvenil radical, tuvo frustrados intentos por alcanzar la intendencia de la capital cordobesa, con campañas new age al viejo estilo de Durán Barba, pero con dificultades para alcanzar barrios ocupados por el peronismo.
Picat, en cambio, con tal solo seis años mayor que el capitalino, fue intendente de Jesús María luego de su paso en la presidencia de la Sociedad Rural de susodicha localidad. Su territorio se caracteriza por su conservadurismo agrícola y nulo estilo cosmopolita. Su pragmatismo le permitió recibir cariños de parte del oficialismo nacional. Sin embargo, al igual que el festival nacional de sus tierras, sabe que parte de la doma está en saber cuándo calmar a la fiera. Por eso se ausentó en el famoso asado dedicado a los “héroes”, que hasta el día de hoy se está midiendo el costo político que le implicó al gobierno nacional.
Sacar la roja
Además de los 3 votos radicales para apoyar las universidades, hubo 2 de Unión por la Patria (Pablo Carro y Gabriela Estévez) y 1 del PRO, otorgado por el ex-árbitro Héctor “la Coneja” Baldassi. A pesar de su inexperiencia en el ámbito electoral había tenido chances de ser un buen candidato para la gobernación de Córdoba, bajo el sello de Juntos por el Cambio. Pero Mauricio Macri le había dado el portazo. Eso lo llevó a diluir su capital político, acumulando enojo con el padre del PRO. Hoy se convirtió en uno de los dos únicos diputados macristas de ¿paladar negro? que no se sumaron a las operativas de su dirigente, que se la pasó llamando por teléfono a distintos diputados para bancar al presidente.
Lluvia de off de record
Por último, hubo 5 votos positivos que provinieron del mega-bloque Encuentro Federal, encabezado por Miguel Ángel Pichetto. A diferencia de su ex-compañero de fórmula Macri, principal operador para evitar los dos tercios, el rionegrino no tuvo problemas en definir como “Sociedad Anónima de Destrucción Masiva” a La Libertad Avanza. Sus fichas están puestas en el “modelo Córdoba”, que mantiene diálogo con sectores productivos y siendo transversal a las expresiones partidarias, como contrapartida de las riñas del Partido Justicialista en cónclave bonaerense.
De esos 5 votos, 4 provinieron del partido local Hacemos Por Córdoba, conformado por Carlos Gutiérrez, el soldado de Juan Schiaretti; Ignacio García Aresca, paladín del actual gobernador Martín Llaryora; el no-peronista Juan Brügge, que viene del Partido Demócrata Cristiano; y la “salmón” Natalia de la Sota,única cordobesista que votó a contracorriente de proyectos oficialistas con avales de su propio bloque. El quinto voto fue de Oscar Agost Carreño, ex-presidente del PRO en Córdoba, pero dispuesto a convertir al “partido cordobés” como modelo nacional, como pregona Pichetto.
Finalmente, la ausencia de Alejandra Torres, de Hacemos Por Córdoba, generó un enorme disgusto interno en el oficialismo provincial. Llaryora venía fijando una posición pro-universitaria, siendo que en su provincia hay tres universidades públicas (Córdoba, Río Cuarto y Villa María).
Torres había anunciado en las redes sociales que se iba a resguardar por estar “transitando problemas de salud, entre ellos Covid”. Con los votos reñidos, varios de sus pares dudaron de sus intenciones. Tal es así que colegas cordobeses y porteños recibieron off de record varias versiones sobre su ausencia.No sería un dato menor que ella sea la pareja de Osvaldo Giordano, ex-ministro de finanzas de Schiaretti, actual director del instituto donde se realizan informes de análisis para la Fundación Mediterránea, y quien además fue el primer titular de la ANSES en la actual gestión presidencial.
El año pasado, una ex-funcionaria le dijo al presente cronista que Giordano se movía como un comodín entre los distintos candidatos presidenciales. Iba a ser el ministro de Economía de Schiaretti si llegaba a la Casa Rosada, pero a la vez asistía a las campañas de Patricia Bullrich. Finalmente, accedió al manejo de fondos jubilatorios con el ascenso de Milei. Se retiró a los pocos meses, luego de que Torres había votado en contra de la primera Ley de Bases. Eso no evitó que dejara un lindo regalo al gobierno, al destapar la existencia del decreto 823/21, firmado por Alberto Fernández, que llevó a la contratación de aseguradoras privadas desde el Estado. Entre los beneficiarios estaba la pareja de la secretaria del mismísimo presidente. Eso abrió una causa judicial, donde se peritaron los celulares de los involucrados. A partir de allí, se filtraron los audios y mensajes de Fabiola Yáñez, abriendo una segunda causa orientada a la violencia de género y desencadenando el famoso affaire contra el viejo gobierno. El actual, en deuda con los cordobesistas.
Entre las distintas versiones sin grabador, estuvo lo que publicó el cordobés Juan Manuel González para La Política Online, donde señala que “desde hace meses, por disposición de Martín Menem (presidente de la Cámara), la diputada nacional es la única del peronismo cordobés que cuenta con vehículo oficial de la Cámara y chofer”. También, Yanina Soria, en el diario local Alfil, planteó que la influencia quizás no provino ni de Schiaretti ni de Macri, sino del mismísimo Llaryora. Antes de la sesión del Congreso, tanto el gobernador como el superministro Guillermo Francos coincidieron en el 16° coloquio de la Unión Industrial de Córdoba. El funcionario nacional ratificó los acuerdos que entabló con Córdoba para reactivar distintas obras viales, ubicadas en los sectores con alta productividad sojera para facilitar el paso de camiones, a pesar de no estar estipulados en el anteproyecto del Presupuesto 2025. Sus palabras se publicaron en los medios el día previo a la votación en el Congreso.
Todas estas teorías llevaron a que el día sábado, una “cansada” Alejandra Torres manifestó en Twitter que eran unos “mentirosos” quienes estuvieron hablando de esto. Escribió que “muchos de los que hoy se rajan las vestiduras no estuvieron presentes” de cuando ella firmó el dictamen de comisión que permitió el tratamiento del proyecto. Además, ratificó que “por prescripción médica” se le indicó “reposo, no viajar, y ni siquiera conducir”. No se descarta que esta rebelión pueda llevar a una fractura en el peronismo cordobés parlamentario.
