Si los editorialistas de los grandes medios hicieran caso omiso a los papers que reciben de sus CEOS y los encuestadores dejaran de ser “soldados de fortuna”, llegaríamos a la conclusión de que la gestión de la gobernadora María Eugenia Vidal no resiste el menor análisis.
Años atrás hubiésemos dicho que “perdió la brújula”. Hoy, atendiendo a los avances tecnológicos, tenemos que afirmar que “se le tildó el GPS”. De otro modo, no se explica el carácter errático en que devino su administración.
Recién asumida, su buen criterio la llevó a prescindir de un jefe de gabinete, razón por la cual envió a la legislatura la correspondiente modificación a la Ley de Ministerios. Nada para objetar. Si algo fue notable en aquél momento (en un contexto bastante enrarecido por la fuga de presos de General Alvear), es el poco ahínco que puso a la hora de repartir cargos con sus socios de la centenaria UCR. Dando ya un indicio de hacia adónde NO apuntaría su gestión, ubicó al ingeniero Jorge Elustondo al frente de un desfinanciado y paupérrimo Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología. A regañadientes, los radicales se conformaron con lo que era, a todas luces, un humildísimo premio consuelo.
Sin presupuesto propio -más allá de lo necesario para afrontar el pago de sueldos- y sin herramientas de fomento accesibles de parte de la banca pública, Elustondo gareteó unos meses, con la inestimable ayuda de varios funcionarios que heredó de la gestión Scioli. Eso habla a las claras de dos cuestiones: carencia de equipos propios y, por supuesto, falta absoluta de directriz política.
Circula en las redes un dicho (entre muchos otros) que se le atribuye a Perón: “Yo tenía un perro que se llamaba León. Y lo llamaba: “León!!!” y él venía corriendo. Pero no era un león, era sólo un perro”. No sé si la gobernadora conoce esta anécdota, pero lo cierto es que, jugando a la política, decidió sumar a su tropa a alguien apodado “peronista”, pero que sólo era un intendente del conurbano que llegó a ese cargo de la mano del kirchnerismo, abrevó en el massismo cuando lo consideró conveniente, para terminar encallando en la alianza Cambiemos que ganó en las últimas elecciones. Así entonces, convocó a Joaquín De La Torre para integrarlo a su gabinete, con la única función de cooptar intendentes de origen peronista. ¿Qué lugar darle a De La Torre? Muy fácil: le dio el Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología. “¿Y nosotros?”, preguntaron los radicales. Vidal dudó un poco y, por fin, sacó un conejo de la galera: envió a la legislatura una nueva Ley de Ministerios (la segunda) y creó para Elustondo (léase para la UCR) el insignificante Ministerio de Ciencia y Tecnología. De ese modo, el “peronista” Joaquín De La Torre juró por fin, como Ministro de Producción de Vidal.
Inmediatamente, el ex intendente de San Miguel se ocupó de visitar a quienes fueron sus pares, comenzando por San Nicolás, donde Ismael Passaglia lo esperó con los brazos abiertos para formalizar lo que ya era un secreto a voces: su garrochazo hacia Cambiemos. Lamentablemente para Vidal, la cosecha de voluntades no fue más allá. Los intendentes recibían a De La Torre, escuchaban su oferta de futuro e invariablemente le respondían: “futuro vendemos nosotros y estamos sobrestockeados”. Recordemos que el ministerio a cargo de De La Torre estaba tan desfinanciado y sin herramientas crediticias como cuando lo manejaba el radicalismo.
“Así es imposible”, dicen que susurró De La Torre al oído de Vidal. “¿Qué hacer?”, se preguntó la gobernadora. Como nunca se le cruzó por la cabeza recurrir a la casi biblia del leninismo, ese “¿qué hacer?” la llevó al único recurso que conoce: modificar (por tercera vez en un puñado de meses) la Ley de Ministerios. Así entonces, le está pidiendo a la legislatura volver a la figura de “jefe de gabinete”, para ubicar allí a su amigo Federico Salvai y darle el Ministerio de Gobierno (con los “fierros” correspondientes) a Joaquín De La Torre, a quien muchos llaman “peronista”, pero todos sabemos que es sólo un ex intendente del conurbano, cuyo derrotero político ya fue descripto.
Mientras tanto, el Ministerio de Producción sigue a la deriva, sin rumbo y sin timón. En ese contexto, la gobernadora le pide a los empresarios por la creación de trabajo formal, como si el Estado pudiese desentenderse de la generación de condiciones que posibiliten ese objetivo. Eso es la gestión de Vidal. Nada que ver con lo que aparece en los medios y lo que indican los encuestadores.