Preguntas

Por Voltaire Spinoza, gentileza de criticaresfacil.com para Causa Popular.- El mayor conflicto internacional al que se vio enfrentado este país en muchos años, y nada menos que con un vecino de la importancia de Argentina, empieza a empantanarse. El asunto es preocupante y suscita unas cuantas interrogantes, que el gobierno debería responder a los ciudadanos. Hasta hace aproximadamente dos meses la versión oficial sobre el conflicto de las plantas de celulosa era, en resumen, la siguiente: en ejercicio de su soberanía, Uruguay autorizó la instalación de dos fábricas tras realizarse los correspondientes estudios de impacto ambiental, que garantizan que las mismas contaminarán menos que una parrillada. El problema lo creó Argentina al tolerar, por razones de política doméstica, que un grupo de piqueteros cortara los puentes internacionales sobre el río Uruguay. No había, pues, nada que negociar, sino simplemente resistir la arrogancia del patotero del barrio y eventualmente recurrir a los tribunales internacionales.

En marzo el gobierno cambia súbitamente de posición y reconoce, aunque no lo admita explícitamente (cuidado que hay blancos y colorados escuchando), que había que negociar con Argentina. No se sabe muy bien qué, pero parece que había algo que negociar.

Pero en abril, y tras dos cumbres presidenciales fallidas, volvemos a lo mismo, o casi: se suspenden las negociaciones -primero porque los gobiernos no se pusieron de acuerdo en algunos detalles sobre la comisión encargada de realizar un nuevo estudio de impacto ambiental y luego porque la empresa Botnia no está dispuesta a paralizar las obras por 90 días, como exige Argentina- y se encomienda al canciller Gargano que estudie una posible demanda ante los tribunales del MERCOSUR o la Corte Internacional de La Haya por el bloqueo de rutas internacionales.

Las idas y venidas suscitan algunas preguntas que están lejos de haberse respondido.

– 1. Las más elementales: ¿por qué tantos vaivenes si Uruguay supuestamente tenía toda la razón de su lado?, ¿qué cambió en los tres últimos meses para explicar las idas y venidas de nuestros gobernantes? ¿No se está reconociendo, por fin, que emprendimientos de esta envergadura en un río fronterizo debieron haberse consensuado con el vecino? Y si es así, ¿por qué no se lo hizo de entrada en lugar de aplicar la doctrina de los hechos consumados y perder tanto tiempo? ¿Se respetó o no en su momento el Tratado del Río Uruguay que obliga a consultar a la otra parte antes de realizar este tipo de obras?

– 2. Si los estudios de impacto ambiental realizados durante el gobierno de Batlle eran adecuados, como siempre sostuvo este gobierno, ¿por qué antes de la frustrada cumbre presidencial se negoció, y se aceptó, realizar uno nuevo de carácter independiente?

– 3. Si el gobierno está tan convencido de que los estudios presentados por Botnia y Ence eran tan rigurosos y que las actividades de las plantas de celulosa no van a contaminar, ¿por qué no aceptó que las conclusiones del nuevo estudio independiente fueran vinculantes, como indica el sentido común? ¿O los nuevos estudios se iban a hacer simplemente para llenar el ojo y para que el gobierno argentino pudiera “mostrar algo a cambio” a la población de Entre Ríos y ambos gobiernos pudieran salir de la telaraña en la que ellos mismos se enredaron?

– 4. ¿El gobierno uruguayo no puede satisfacer la condición argentina de paralizar por 90 días la construcción, ¡en territorio uruguayo!, de una fábrica mientras se hace el estudio? ¿No estábamos hablando de soberanía nacional? ¿Qué piensa del Tratado de Inversiones con Finlandia que rechazó cuando estaba en la oposición y que hoy tiene agarrado al gobierno de los artículos?

– 5. Si el gobierno uruguayo no estuvo dispuesto a aceptar que las conclusiones de ese estudio fueran vinculantes ni que eventualmente se cambiara el emplazamiento de las plantas ni que se modificara la tecnología que van a usar, ¿qué es lo que estaba dispuesto a negociar?, ¿estaba dispuesto a hacer alguna concesión?

– 6. ¿En qué medida los vaivenes del gobierno en este conflicto obedecen a que no está dispuesto a perder puntos en la estúpida competencia con la oposición por demostrar quién es más nacionalista? ¿O se trata simplemente de la convicción de que hacer concesiones en este conflicto absurdo perjudica el “clima de inversión”? ¿O las dos cosas a la vez? ¿Sigue pensando que estamos frente a un problema de “soberanía” o acepta que las preocupaciones acerca del posible impacto ambiental y social de las plantas son razonables?

– 7. ¿Sigue pensando el gobierno uruguayo que la asamblea de Gualeguaychú es un peón del gobernador de Entre Ríos o que, como posibles afectados, tienen derecho a tener voz en la solución de un conflicto ambiental que no puede plantearse, como muchos de los que ya existen y existirán en plena era global, en términos exclusivamente nacionales? Por ejemplo, la contaminación de la central de Candiota, ¿era un problema transfronterizo o un asunto interno de Brasil?

A la oposición uruguaya:

– 1. Además de tratar de hacerle pagar algún costo político a Tabaré Vázquez por su supuesta inconsecuencia a la hora de defender los intereses patrios, ¿qué nos proponen? ¿que nos echemos una bandera uruguaya a la espalda, cantemos la patrio o la tumba y pongamos un cartel que diga ‘¡no pasarán!’. ¿Y luego? ¿Rompemos relaciones diplomáticas con Argentina? ¿Y luego?

Al gobierno argentino:

– 1. ¿Toda su preocupación consiste en obtener alguna concesión simbólica de Uruguay para salvar la cara ante su propia opinión pública y no aparecer como el que hace las concesiones? ¿El pedido de detener por 90 días la construcción de una planta que nadie duda que tarde o temprano va a entrar en funcionamiento no es acaso una mera operación de maquillaje para salvar la cara?

– 2. Si lo que lo anima, en cambio, es una auténtica preocupación ambiental ¿por qué no tomó alguna iniciativa para terminar con las numerosas y contaminantes plantas de celulosa que ya existen en su territorio?

– 3. ¿Por qué reaccionó tan tardíamente ante estos proyectos si los mismos estaban a la vista desde hacía más de dos años?

– 4. ¿No se le ocurre que en algún momento tal vez deba cumplir con su obligación legal de garantizar la libre circulación por las rutas internacionales?

A los asambleistas de Gualeguaychú:

– 1. ¿No sería hora de hacer un alto en el camino y preguntarse si el método de cortar los puentes dará algún resultado? ¿No se dieron cuenta de que a Botnia y a Ence les tienen sin cuidado esos cortes y que al gobierno uruguayo lo ponen en su lugar preferido, el de víctima?

– 2. Dado que el corte de los puentes, en lugar de acercar una solución aceptable para la población de Gualeguaychú, la está alejando, generando más irritación de este lado, sumando más gente a la posición patriótica del gobierno y la oposición, ¿no se está sacralizando el método y convirtiéndolo, de hecho, en más importante que el objetivo, que es obtener garantías de que las fábricas no contaminarán? ¿Sabían que en Uruguay no se discute ya si las plantas de celulosa son buenas o malas, si contaminarán o no contaminarán, como sí ocurría hace cuatro meses?, ¿que ahora lo que está en el tapete es el «derecho» de «Uruguay» a hacer lo que hace?

¡Animo, rioplatenses, un esfuerzo más, que ya estamos muy cerca de que a algún tarado se le ocurra quemar un consulado del país «enemigo»!

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