No, no hablaremos de esa producción ítalo-hispano-alemana que inauguró el spaghetti-western, fruta noble si las hay, dirigida en 1964 por Sergio Leone y protagonizada por Clint Eastwood y Gian Maria Volonté con música de Ennio Morricone. Si, en cambio, hablaremos de dólares. De muchos. Aunque no tanto como los del presupuesto militar de Estados Unidos, que asciende a 895.200 millones para 2025, pero sí de los 40 mil millones que maneja la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), de los cuales parece que destina 270 millones para financiar medios y periodistas afines en el mundo. ¿Tan poco? Apenas un puñado de dólares. Veamos quiénes pagan, por qué y cómo lo hacen.
Pocas cosas tan tediosas como leer un presupuesto. Créame, confieso que he leído. Pero si nos detenemos en https://www.state.gov/fy-2025-international-affairs-budget/ veremos que tal ejercicio presupuestario no es más que la cuantificación de un proyecto político, como son todos los presupuestos (a menos que su país carezca de presupuesto, con lo cual podremos decir que su país no existe, fíjese). Así, en lo que corresponde a la USAID, leemos que el objetivo es “promover la estabilidad, y contribuir a los objetivos de política exterior de los Estados Unidos o de las metas de seguridad nacional”. Por ejemplo, vemos que “The Democracy Fund (DF)” solicita 290 millones de dólares para el año fiscal 2025, que utilizará en “apoyar la democracia, los derechos humanos y la gobernanza (DRG) como un componente crítico en la defensa de la seguridad de los Estados Unidos, avance de las oportunidades para los Americanos y asegurar el liderazgo y la influencia de los Estados Unidos en el extranjero”. El USAID, tan coleto, también tiene un centro de prevención y de estabilización (CPS), para atender las situaciones críticas que puedan amenazar la política exterior y los intereses de seguridad nacional en el corto plazo e impedir que se desarrollan en el largo plazo (de los Estados Unidos, claro). Son modestos, eficientes o muy seguros de sí mismos, apenas solicitan 60 millones de dólares. Son apenas ejemplos.
Lo importante es “fortalecer los esfuerzos de la administración para mantener la capacidad de nuestros aliados en sostener la propia autonomía, seguridad y prosperidad, en especial para los países que están en la línea de frente de la República Popular China, acorde con los lineamientos articulados en la Estrategia de Seguridad Nacional”. “El fondeo ayudará la capacidad de la administración para aumentar la capacidad de resiliencia de los socios y aliados de Estados Unidos a través del mundo para desalentar la agresión, coacción e influencia del gobierno de la República Popular China y actores asociados”. “Esto permitirá distinguir a los Estados Unidos de los competidores”. “A través del mundo, países y comunidades están inundadas con mala información o desinformación, mentiras, medias-verdades y teorías conspirativas que explotan la debilidad perceptiva y traen división dentro y entre las naciones libres, erosionan las reglas internacionales existentes y promueven modelos alternativos de gobernanza autoritaria. Revertir ese curso es esencial para la seguridad nacional”. Me disculpo por la pésima traducción, pero ya estaba mal redactado en el original en inglés. Al menos queda claro que la República Popular China es el enemigo principal.
Para ello, la demanda de fondos presupuestarios de los diferentes programas previstos evocan la necesidad de contar en el extranjero con “medios libres y abiertos y medios independientes” que permitan “contradecir la desinformación pro-gubernamental, la manipulación de medios y las influencias malignas; apoyar medios libres e independientes; potenciar reformas democráticas; empoderar miembros de la sociedad civil (…); sostener libertades vitales como la libertad de expresión; promover los medios que operan a favor del interés público; ayudar los medios independientes y sostener la libertad en Internet; contrarrestar la desinformación; fortalecer los medios independientes”… y así. Llegaríamos a la paradoja de que periodistas o publicaciones puedan gritar “¡¡¡Soy libre e independiente porque me financian los Estados Unidos!!!”, ¿O porque reciben fondos de la USAID o la NED es que son libres e independientes? ¿La libertad de prensa es lo que mi financiamiento dice? Era cierto: el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones. O de excusas de cuarta, es según el inframundo que elija.
Veamos un ejemplo. Actualmente Jeanne Burgault es la presidenta y CEO de Internews, una organización sin fines de lucro. Burgault aboga por la democracia y la transparencia en el mundo, con la promoción de medios independientes que mejoren la calidad de la información disponible para todos. A tal efecto trabaja en más de cien países gobiernos, ONG’s y comunidades para asegurar la distribución de noticias seguras y confiables. “El periodismo independiente es esencial para el funcionamiento democrático”, dice. Al menos tiene experiencia, ya que trabajó en MSI, una consultora privada que trabajó en Irak en 2006, luego fue comprada por una minera australiana en 2008, después pasó a ser propiedad de TetraTech en 2016, una empresa de ingeniería especialista en manejo del agua. Desde entonces, los negocios se han expandido a Medio Oriente, África, Asia y América Latina. Allí se desempeñó como especialista en gobierno, medios y programas para la sociedad civil. Parece que después entró en USAID, y así llegó a Moscú, donde manejó un presupuesto de 250 millones de dólares, al menos si le creemos al diario La Jornada de México. Fue ahí, en 2016, que Burgault asumió la dirección de Internews. La declaración de principios no deja lugar a duda: “empoderamiento de periodistas locales, promoción de la libertad de los medios de comunicación, fortalecimiento los ecosistemas de información en varios países, en particular en regiones que enfrentan desafíos como la censura, la desinformación y la falta de libertad de prensa”.
A tal efecto –según La Jornada— recibió “472.6 millones de dólares para las acciones que desarrolló con 291 medios de comunicación. Produjo en 2023, casi cinco mil horas de emisiones con una audiencia de alrededor de ochocientas millones de personas. Asimismo, utilizó esos recursos para la formación de, al menos, nueve mil periodistas”. Según las mismas fuentes, Internews tiene seis sociedades opacas, una de ellas en las Islas Caimán. Digamos también que Jeanne Burgault –que gana 450.000 dólares por año— propuso en Davos una lista de medios para que los auspiciantes globales paguen “las buenas publicaciones” en vez de “las malas”. Una lista negra, o sea digamos. Por cierto, las referencias a Burgault han desaparecido de Internet, al menos si le creemos a La Jornada: “desde 2008, cuando se inician los registros electrónicos, más de 95 por ciento de su presupuesto fue suministrado por el gobierno de Estados Unidos”.
Por caso, el gobierno de Estados Unidos será representado por Samatha Power. Ejerció como corresponsal de guerra en Bosnia, Ruanda y Sudan. No es poco ni es menor. Egresada de Yale y de Harvard, escribió el libro A problem from hell: america and the age of genocide (Un problema infernal: América en la edad del genocidio), en 2002, que refleja la propia experiencia de Power, más reflexiones sobre el Holocausto y el genocidio armenio. Ganó el Premio Pulitzer en 2003 y eso la lanzó a la política norteamericana en las grandes ligas. Samantha es re-Power, como diría Machito Ponce: “Ella bien sabe todo lo que quiere / cómo conseguirlo y quiénes lo tienen”.
Fue miembro del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de 2009 a 2013, donde pudo desplegarse en los ámbitos de derechos humanos y asuntos multilaterales, además de ser una de las promotoras de la “primavera árabe”. También fue de las más fervientes partidarias de la intervención militar en Libia en 2011 en nombre de la fortaleza moral y el liderazgo de los Estados Unidos para prevenir genocidios. Estuvo entre las 100 mujeres más influyentes de la revista Time. Samantha fue embajadora de los Estados Unidos desde 2013 hasta 2017, donde defendió los derechos de las mujeres y minorías, de los refugiados y participó en los Acuerdos de París sobre calentamiento global y promoción de objetivos sustentables. En 2019 escribió una memorias llamadasThe education of an idealist (La educación de una idealista), lo que confirma nuestras peores sospechas. Porque los idealistas ven al mundo como desean que sea, mientras los realistas tratamos de ver el mundo tal como es. Una idealista que decide una intervención militar, sólo puede concluir en la destrucción de un país. Que es lo que sucedió con Libia: resurgimiento de ISIS, tráfico de personas, de armas, de drogas, guerra civil. Pero bueno, luego del primer Trump, Samatha dirigió USAID desde 2021 a 2025. Uno de las metas de la gestión fue “fortaleciendo las instituciones democráticas y contrarrestando el autoritarismo”. Jamás le crea a quienes ponen gerundios como objetivos. Y es allí donde entra el financiamiento a Infonews, entre muchos otros y otras. Según Wikileaks, fue en 2010 cuando Hillary Clinton -una gran amiga de Samatha Power— afirmó que la USAID era “el financiamiento fangoso del Departamento de Estado”. No parece ser un elogio. Es que toca hablar de los mecanismos, que por simples no son menos operativos.
Habrá que reconocer que la financiarización de la economía marcó el rumbo. Eso de ejercer la evasión fiscal a gran escala en dirección a off-shores domiciliados en paraísos fiscales no suele ser lineal, sino que es una caja, dentro de otra caja, con derivación a otras cajas, esas mismas en cajas cajoneadas en islas exóticas o Estados norteamericanos en situación de Delaware. Y es así que los fondos públicos –el famoso “dinero de los contribuyentes”— llegan a USAID que los pasa a una fundación que financia una asociación que sostiene a una ONG que le paga a un medio o a un periodista. Así es como la British Broadcasting Company, la tan sacrosanta voz de la monarquía británica, fue acusada de recibir parte de esos subsidios. Pero supo defenderse. No es la BBC emisora la que recibe esos fondos, sino el fondo de caridad de la BBC que busca fomentar la libertad de prensa por el mundo. Indeed. De alguna manera es el mecanismo de fondeo que estructura la política norteamericana: hay fondos que financian instituciones que endosan financieramente tal o cual candidato en tanto y en cuanto se comprometa a sostener tal o cual posición. ¿No me cree? Visite opensecrets.org y sepa cuánta plata le debe cada diputado o senador norteamericano a los aportantes de campaña. Después de todo, no estaría mal que los periodistas o los medios que reciben dinero estadounidense que pongan –cual papafritas o salames en el supermercado— un aviso de quién los financia y en qué porcentaje. Al menos abandonarían esa pose de “vírgenes vestales” de la democracia. Al final, todo se sabe.
Bien lo supo Power, cuado conducía USAID durante Biden, ya convertida en una superestrella del derecho humanitario, y peor aún, en una referente: “Samantha no quiere pasar al olvido y en tanto revuelo cumplió su objetivo”. Pero después de la agresión de Hamas los soldados israelíes no dejaban pasar los camiones con ayuda humanitaria para los palestinos, en lo que las Naciones Unidas y la Corte Penal Internacional caracterizan como un genocidio. Samantha Power estaba en Jordania cuando una periodista británica le preguntó acerca de la frase: “cuando vidas inocentes son tomadas en tal escala, y los Estados Unidos tienen el poder de terminar la matanza con un riesgo razonable, tiene el deber de actuar” que había escrito en el libro que la lanzó a la fama en 2002. Pero claro, hay genocidios buenos y hay genocidios malos. El Departamento de Estado, por labios de Blinken, ya había afirmado que en Gaza no hay genocidio. ¡Ay de estos idealistas que olvidan que quien paga la orquesta ordena la música! ¿Eso creerán los medios y los periodistas a sueldo de Estados Unidos, que los eligieron por el bello estilo y la claridad de conceptos? Sólo falta la cara de Hector Alterio en la última escena de “La Patagonia Rebelde”. Algo que Sergio Leone apreciaría sin dudarlo.
Por cierto, la ofensiva de Trump y de Musk contra la USAID puede tener muchos motivos, al menos ninguno sospechado de virtud. Ataca una “caja” tradicional de los “democrátas”, con el objetivo de quedarse con los fondos y enviar el mensaje MAGA a los periodistas a sueldo dispersos por el planeta. También puede ser la oportunidad para Elon de suprimir una fuente de información que no sea la suya, pues el monopolio es el objetivo de todo empresario, lo que en un libre mercado depende de las decisiones del Estado.
Muchos medios, locales e internacionales, se han indignado de esta situación. Pero no por recibir financiamiento de una potencia extranjera, sino porque Estados Unidos les corta los fondos. ¿En serio? Al final, resultaron bastante baratos, ni siquiera cuestan un puñado de dólares, apenas treinta denarios.
To be continued…
Imagen de portada: Fotograma. Clint Eastwood, en el film «Por un puñado de dólares», de Sergio Leone.