Por la boca muere el pez

Por Juan Salinas, especial para Causa Popular.- Christian Sanz y Fernando Paolella -dos freaks que editan el sitio «Tribuna de periodistas», bastión del «periodismo hoolligan» o barrabrava- presentaron en el Patio de las Luces hace ya un mes (1), un librito en gran medida «inspirado» en libros y artículos míos (2) sobre el ataque a la AMIA, obra cuya aparición provocó encendidos comentarios laudatorios de los nazis locales. (3)

Como anexo, Sanz incluyó una carta que en septiembre de 2003 le enviara al presidente Néstor Kirchner, misiva en la que a la hora de advertirle que la supuesta Trafic-bomba no existió, me citó, calificándome de «prestigioso periodista».
En la actualidad, en cambio, Sanz sugiere que, por orden de Kirchner y por espurios motivos publicitarios, Julio Jorge López se autosecuestró con la complicidad de sus familiares y el concurso de la Secretaria de Inteligencia con tan mala pata que falleció en el curso de la maniobra poniendo al gobierno en un brete sin salida; pone en duda que Cristina Fernández de Kirchner se haya recibido de abogada y, del mismo modo (y tal como hace años acusó a el mendocino Mario Cobos, más conocido como “Silo”, de promover abusos sexuales sistemáticos entre sus discípulos humanistas), sostiene que el otrora “prestigioso periodista” que escribe estas líneas fue en los años ’70 detenido-desaparecido en la ESMA y luego delator al servicio de la Armada masserista en Europa y -paradójicamente- a comienzos de los ’80 uno de los más letales enemigos del masserismo. Y que ya en los ’90, fue narcotraficante, pederasta y violador estuproso de púberes. Nada menos.

Este cambio de opinión se produjo luego de que, por segunda vez, le advirtiera ante decenas de testigos que dejara de utilizar compulsivamente el método de “copy & paste” para plagiar mis archivos (incluyendo chistes, retruécanos y hasta errores) gracias a que su socio Paolella se quedó con una copia de dichos archivos cuando era mi secretario, durante los años en que me desempeñé como corresponsal del diario La Capital y director del diario El Ciudadano, ambos de Rosario.

De todas aquellas furibundas acusaciones, Sanz (cuyos antecedentes como plagiador circulan profusamente por la red) carece, no ya de la menor prueba, sino siquiera de algún indicio inteligible. Como dicen en España, Sanz es un fantasma y tiene unos morros que se los pisa. Dicho en criollo y siendo benévolo: es un chantapufi, Cris Chan Tan.
Al terminar la presentación del librito, un periodista de Crónica entrevistó a Sanz. Primero le pregunto qué aportaba el libro de nuevo al tema AMIA. Y seguidamente También le dio oportunidad de rectificarse de las descabelladas acusaciones que lanzó contra mi, oportunidad que Sanz desperdició para hundirse en la ciénaga de las incoherencias. A continuación, el diálogo textual (el audio está a vuestra disposición), al que le agregué notas al pie y comentarios en cursiva.

Christian Sanz – Lo primero que contamos que no se contó antes es que el atentado a la AMIA no es un hecho aislado sino que está relacionado con la muerte de Carlitos Menem y con el atentado a la Embajada de Israel. Eh… el tema de que no hay Trafic. La relación del ataque a la AMIA con el previo a la Embajada de Israel es obvia y vox populi. Y la supuesta relación de ambos ataques con el supuesto asesinato de Carlos Menem Jr. fue postulada hace mucho por Jorge Lanata.

P- ¿Eso (la inexistencia de una Trafic-bomba) es nuevo?

CS – No, (pero) El único que comentó eso antes fue Lanata en el libro Cortinas de humo. Sin muchos detalles. Contamos el papel de los medios, cómo los medios trataron el tema. Gabriel Levinas escribió todo un libro, La justicia bajo los escombros, para demostrar que no había la menor prueba de la existencia de una camioneta-bomba.

P- ¿Tenés pruebas contundentes de que periodistas cobraron de la SIDE para encubrir este tema?

CS – No, no hay pruebas contundentes. Lo que hay son testimonios de gente de la SIDE que nos cuentan «Este viene a cobrar», «Aquél viene a cobrar». Ante (el nombre de) cualquier periodista, me dicen «éste cobra, éste no cobra». No es una prueba contundente.

P – Lanata nunca quiso reeditar su libro. Dos años después, al cumplirse tres del ataque, salió otro libro titulado sugestivamente AMIA. El Atentado. Quienes son los autores y por qué no están presos. Un libro de Juan Salinas…

CS – Exactamente. Y ahí se habla de que hubo una Trafic y demás…

P – ¿Salinas, cobró?

CS – Sí, cobró directamente de la AMIA. Por si alguién lo ignora: estuve contratado por la AMIA como investigador del atentado durante más de tres años.

P – Me refería a la SIDE…

CS – No me consta. Pero si sostuvo la existencia de una Trafic-bomba sabiendo que no existía.

P- Leí en tu página una nota que publicaste con el título «El buche Salinas». Vos prometías (una serie) dos notas más que no salieron….

CS – Las estamos haciendo. La segunda…

P – ¿Vos ratificás lo que escribiste ahí?

CS – Sí, totalmente.

P – Pero (esa nota) es muy parecida a una de SEPRIN. Se refiere a los llamados Servicios Privados de Inteligencia, «mano de obra subocupada» que viene calumniándome desde el 2000, y que recientemente han aggiornado sus acusaciones sobre mi. (Ver http://www.seprin.com/portal2/notas/ARMADA2.htm). Sanz se limitó a copiar gran parte de esa vieja nota y a adobarla con supuestos dichos -según he podido averiguar- de fuentes tan sólidas como Jorge Daniel Boimvaser y Carlos Tórtora, cuya condición de agentes de la dictadura denuncié en los años ’80, haciéndome acreedor de su odio eterno. Que Sanz es un copión compulsivo lo puede verificar cualquiera que compare el libelo publicado por SEPRIN con el que publicó en «Tribuna…» (http://www.periodicotribuna.com.ar/articulo.asp?Articulo=2855).

CS – ¿La de “El buche…”?

P – No digo que sea igual, pero es muy parecida… La información, los datos…

CS – Yo parto de lo que dice SEPRIN (4), pero lo que nosotros hacemos, en lugar de hacer lo que hace SEPRIN que es copiar un dossier de la SIDE (sic), es tomar… de hecho mencionamos eso, ese dossier… y cómo nosotros fuimos comprobando cada cosa. Hay partes que no pudimos comprobar y pusimos «esto no es comprobable, esto sí, esto nos los confirmó tal persona». Pero se partió de un documento… que no es de SEPRIN, creo que es del Servicio de Inteligencia Naval (SIN). (5)

P -¿Un documento que decía que él había estado (detenido-desaparecido) en la ESMA?

CS – Exactamente. Exactamente…

P – ¿Vos creés que eso es verdad?

CS – Sí… de hecho, después de que publicamos eso (6), nos contactaron tres personas puntuales que estuvieron en la ESMA. (…) de las cuales dos ya comprobamos que realmente estuvieron en la ESMA, y bueno, esas tres (personas) nos dicen que sí, que Salinas realmente trabajaba de esa manera. Y este último es un testimonio muy particular porque nos da todo el tema de España y demás (7). No pudimos comprobar que el tipo haya estado en la ESMA, pero en cuanto lo comprobemos va a salir la segunda nota y seguramente la tercera.

P – «Leí en Diario sobre diarios» y en otro blog sobre medios que, creo, está armado por periodistas de Perfil. Ahí se publicó un intercambio de e-mails entre vos y Salinas. Ahí Salinas dice que en esa época (entre noviembre de 1976 y abril de 1984) no estaba en el país.

CS – El estaba en el país y se fue a España. No se entiende cómo. Una persona que estaba detenida en la ESMA de pronto le permiten el salvoconducto de España y allá llegó con trabajo periodístico… (en realidad, publiqué mi primera nota en 1978 y recién comencé a trabajar como periodista profesional en 1982 y en el Diario de Barcelona) Yo igual te digo, más allá de esto, que es real, le destacó a Salinas algunas cosas que ha hecho para la causa AMIA y de hecho lo destacamos en el libro, nosotros lo mencionamos, mencionamos parte de su libro inclusive. No le quito todo el mérito. Es decir; ese es un período oscuro de su vida…

P – El le mete al tema de la camioneta, igual…

CS – El le da al tema de la camioneta sabiendo que no existía. Porque ya en esa época nosotros ya sabíamos, y (Carlos) De Nápoli es esa persona… ya nos conocíamos todos (8) y sabíamos que no existía la camioneta, y los charlábamos entre nosotros. E inesperamente, como cuenta Fernando –porque Fernando trabajó con Salinas–, él lo publica igual…

P – ¿Fernando Paolella?

CS – Fernando Paolella. Laburaron juntos en un diario de Rosario… no me acuerdo. Creo que La Prensa. No te quiero mentir, pero él laburó y le hizo muchos mandados y uno era llevarle el libro a (Luis) Dobniewski (el abogado de la AMIA en la causa por el atentado) lo que contó, y Dobniewski fijándose si estaba la camioneta que era lo único que importaba. Y Salinas puso (en su libro) lo la camioneta. Sabiendo que no la hubo. Después se arrepintió. A los años él dijo «No, no hubo camioneta y estuvo mal en (sic) que lo pusiera». Pero lo puso.

Dislates

Esta serie de disparates amerita una respuesta detallada. La editorial Planeta publicó “AMIA. El Atentado…” en julio de 1997, y en esa época ni Paolella trabajaba para mi, ni yo conocía a De Nápoli, al que conocí muy poco después de la aparición del libro. Tiempo después, ya convencido por mis charlas con De Nápoli y Gabriel Levinas (que estaba bocetando su libro) de la inexistencia de una camioneta-bomba en el ataque a la AMIA, presenté a De Nápoli y Paolella, quien a su vez presentó a De Nápolia a Sanz.

Para cuando Paolella comenzó a trabajar para mi, yo ya estaba distanciado del abogado de la AMIA, Luis Dobniewski, quien si bien había conseguido evitar que conociera a De Nápoli antes de la aparición de mi libro (y con ello que éste no proclamara la inexistencia de la falsa Trafic-bomba), no había conseguido evitar que el libro dejara blanco sobre negro que el volquete depositado frente a la puerta de la AMIA unos minutos antes de la voladura había tenido un papel protagónico en la operación terrorista.
En la entrevista que Paolella le concedió a la prensa nazi, dice que yo le ordené que le llevara un ejemplar a De Nápoli, y que una semana después le ordené que le llevara otro ejemplar a “Luis Dobniewsky, procesado por lavado de dinero, y el hombre me preguntó: ‘¿Pero acá está lo de la Trafic?’”.

Resulta evidente que Paolella se equivoca, ya que Dobniewski tuvo un ejemplar del libro (él había sido, en representación de la AMIA, quien había financiado mi investigación) tan pronto salió de la imprenta, a mediados de 1997, cuando todavía no conocía a De Nápoli (9). Prueba palpable de esa equivocación es que el procesamiento de Dobniewski por lavado de dinero es muy posterior, de 1999, cuando ya hacia dos años que conocía el contenido de mi libro al dedillo, por lo que no tiene sentido alguno hubiera preguntado a Paolella si en el libro aparecía “lo de la Trafic”. Cuando saltaron a la luz las trapisondas del dúo contranatura conformado por el abogado de la AMIA con Víctor Stinfale, abogado del de único detenido (Carlos Telleldín) y al mismo tiempo del principal sospechoso de instigar el ataque (Monzer al Kassar), escribí una larga serie de furibundos artículos (la mayoría, publicados por Nueva Sión) en los que denuncié el obseceno contubernio. Dobniewski y Stinfale aparecían asociados en la exacción de los dinerillos de viuda del extinto narcotraficante Pablo Escobar, quien residía clandestinamente en country de las afueras de Buenos Aires gracias a un acuerdo secreto entre los presidentes de Argentina y Colombia (10).

No me arrepentí “años después” de haber publicado el libro sin rechazar enfáticamente la impostura de la supuesta Trafic-bomba, como dice Sanz, sino que lo hice enseguida, tan pronto conocí a De Nápoli. Y, por cierto, denuncié esa falsa existencia en el documental “9.53” realizado a propuesta mía por Cuatro Cabezas y emitido por Telefé hace ya más de dos años.

La pretensión de Sanz de que él y Paolella ya sabían a mediados de 1997 que la Trafic-bomba no había existido es, si no una mentira flagrante, un autoengaño producto de una imaginación desbordada.

Desafío a Sanz a que me muestre un solo artículo suyo o de Paolella publicado antes de mediados de 1998 (cuando apareció el libro de Levinas) que impugne la existencia de la supuesta Trafic-bomba.

Por fin, le advierto a él y a todos los lectores que le será más fácil demostrar que fue él, Cris Chan Tan, quien mató al Mar Muerto.

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Notas

1.- La tardanza en dar cuenta de este hecho está directamente relacionada con la enfermedad y fallecimiento de mi querido hermano Luis, también periodista y escritor.

2.- AMIA. La gran mentira oficial. El Cid Editor.

3.- Ver los de la Red Kalki, del “führer” Alejandro Biondini en http://redkalki.libreopinion.com/noticias/2007/09/presentacion-amia-la-mentira-oficial.htm También hay una entrevista a Paolella en http://redkalki.libreopinion.com/noticias/2007/10/reportaje-paolella.htm Muchas de las cosas que dice Paolella son ciertas, pero el hecho de que las diga en un sitio nazi le quita credibilidad.

4.- La nota de Sanz es copia literal de la de SEPRIN en más de un 90 por ciento. Sanz plagió a SEPRIN (que a su vez plagió a unos ignotos masseristas santafesinos que pusieron por primera vez en letras de imprenta los malévolos rumores que esparcían servilletas de la talla de JD Boimvaser, Carlos Tórtora, Victor Lapegna, etc) a los que quien escribe había escrachado en sus notas.

5.- Sanz no aclara acerca de cual habría sido la fuente original que se supone consultó para dar rienda suelta a su difamación. Conjetura que debió tratarse de un documento reservado del SIN. Parece claro que jamás tuvo un “paper” semejante en sus manos. Esto es: se copió de SEPRIN.

6.- Lo que deja claro que Sanz primero dispara y después pregunta.

7.- Esto es: que quien escribe habría ido en acuerdo con sus presuntos captores a fin de ir infiltrarse entre la colonia argentina de exiliados y oficiar de delator.

8.- No es verdad: Yo no conocía por entonces a Sanz, ni a De Nápoli, y a Paolella lo había visto dos o tres veces porque me había ido a ver a la agencia Télam en compañía de otra periodista del diario La Prensa, posiblemente Cynthia Ottaviano.

9.- Dobniewski estaba horrorizado de que yo hubiera explicitado esta situación en la contratapa del libro y abominaba de que hubiera destacado que el volquete había constituido una parte crucial del ataque. Hasta el punto de que reunió un grupo de destacados juristas y antes de que pasara un mes publicó un folleto por la misma editorial (Planeta) titulado “AMIA-DAIA. La denuncia”. En los hechos esto determinó que Planeta hiciera como que mi libro jamás hubiera sido editado. No sólo no tuvo ninguna publicidad más, sino que una entrevista que me había hecho Gabriela Esquivada para su house-organ jamás fue publicada, y ni siquiera el libro fue mencionado en dicho house-organ, cuya función era, precisamente, publicitar las novedades que salían a la venta.

10.- Escobar, por cierto, había sido durante largos años y hasta su muerte a balazos, socio de Al Kassar.

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