Poné la fecha

"Este triste papel de una dirigencia huyendo del repudio de sus bases también puede cumplirlo la dirigencia política si no asume otro rol más activo y combativo"

Hubo dos hechos en esta semana que movieron el tablero político. El primero, la masiva marcha de docentes que colmaron la Ciudad de Buenos Aires pidiendo convocatorias a paritarias nacionales. Y el segundo, la movilización y acto de los gremios nucleados en la CGT en contra de las políticas económicas de Mauricio Macri

 

Este último hecho convocó a más de 200 mil personas. Una convocatoria mayúscula, para la que hay que remontarse a mucho tiempo atrás si se quiere encontrar otra que la iguale. Además, no solo llama la atención la cantidad de participantes, sino también el amplio espectro de agrupaciones convocantes.

 

Los medios hegemónicos van a tratar de tapar el éxito de la convocatoria con los disturbios que se produjeron al final del evento. Pero la importancia del acto opositor no puede ser soslayado por el gobierno y por el resto de las fuerzas políticas. Fue una movilización masiva contra las políticas del gobierno macrista. La magnitud de la protesta debería ser un llamado de atención para el gobierno de Mauricio Macri. Los sucesos posteriores no lo opacan, pero también deben ser medidos y considerados por toda la dirigencia política y gremial.

 

La consigna “Paro General YA” fue una demanda que estaba instalada en el inconsciente de los miles de manifestantes. No fue producto de un grupito K, como quiso minimizar Héctor Daer y algunos medios. Fue una consigna de toda la multitud. Los cientos de miles de participantes fueron a pedir una fecha para un paro general contra las políticas macristas. La ceguera política del triunvirato cegetista y la falta de cintura resulta curiosa. La multitud les pedía una fecha y ellos tozudamente se negaban a darla. Fue patética toda la escena y, vuelvo a repetir, no provino de ningún grupito K, sino de grupos sindicales, como Utedyc, Camioneros, UTA, UPCN y militantes sueltos.

 

Como conclusión o algunas apostillas para entender el proceso que estamos viviendo:

 

Los pueblos en lucha dan sus batallas en la calle. No hay burocracia política ni sindical que pare la lucha del pueblo. Estos procesos van a generar una nueva dirigencia, nuevos liderazgos y nuevos métodos de participación y de lucha. En ese sentido el acto de la CGT es un hecho histórico. Es un quiebre.

 

La salida de los dirigentes de la CGT, abucheados y repudiados por los trabajadores, marca el fracaso de esta dirigencia sindical, que parece haber concluido un ciclo. Hijos del menemato, se enriquecieron con la destrucción del país y hoy son empresarios en lugar de dirigentes gremiales. Lamentablemente sobrevivieron al kirchnerismo y, es más, continuaron haciendo negocios y enriqueciéndose. Hoy se han convertido en furgón de cola del massismo y peor aún del macrismo, acompañando gustosos las políticas neoliberales.

 

Este triste papel de una dirigencia huyendo del repudio de sus bases también puede cumplirlo la dirigencia política si no asume otro rol más activo y combativo. El otro canto que se oyó ayer en las cercanías del palco fue “Que se vayan todos”.

 

La agachada de los dirigentes políticos y gremiales no puede sorprendernos. No están a la altura de las necesidades de esta etapa histórica. No hay camino del medio, no hay que sostener ninguna gobernabilidad con un gobierno que está destruyendo el trabajo, el salario y el futuro de los argentinos.

 

Macri no va a cambiar el rumbo. Esta es la política económica de la derecha argentina. Vinieron a hacer esto. No van a modificar nada. No van a cambiar el rumbo. Por lo tanto es necesario que el campo popular enfrente y ponga límites a este modelo. No es una etapa para tibios ni para cobardes. El conflicto político y social va a escalar en los próximos meses. El gobierno va a continuar sus políticas y el pueblo va a resistir. Hay que pelear en la calle con unidad, organización e inteligencia. Hay que saber que estos muchachos no tienen barreras morales. Van a reprimir y van a dejar muertos en las calles.

 

Tampoco podemos caer en la ingenuidad trosca de destruir la CGT o cuestionar la lógica de unidad de los trabajadores. Un movimiento obrero organizado es la base de cualquier proceso de liberación nacional. Pero es necesaria una dirigencia comprometida con el pueblo. Basta de burócratas millonarios que se perpetúan en la conducción de las organizaciones obreras.

 

Las nuevas conducciones van a salir de esas experiencias como la CTA o la Corriente Federal. Además en todas las organizaciones hay dirigentes más jóvenes, representativos, solo que las burocracias se perpetúan en el poder, taponando cualquier renovación dirigencial.

 

Este quiebre es el comienzo del fin del macrismo pero también es el comienzo de una nueva lógica de construcción política. Esperemos que la dirigencia entienda el mensaje de las bases y actúe con grandeza e inteligencia.

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