Diciembre parece más un mes para detenerse a realizar un balance del año, con las copas en alto para brindar casi ritualmente, con más o menos alegría de acuerdo a cómo nos fue. Termina el año, pero también comenzó un gobierno el 10 de diciembre. Que despliega mucha actividad en estos primeros días. Hay dos formas de plantear un partido de fútbol, y la idea puede asemejarse a estas lides políticas: un planteo cauteloso, meticuloso, ordenado, jugar a ver qué pasa. La otra manera es ir a buscar el partido, tomando la iniciativa y también el riesgo. Alberto Fernández eligió el segundo modo, mostrando una gran actividad y capacidad de llevar adelante una agenda política. Si estamos en emergencia, que se note.
A la recesión, a la quietud económica se la pretende reanimar con una batería de medidas, incluida la debatida y polémica ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva. Sus primeras políticas tocaron a casi todos los sectores sociales. Bono para la AUH y para los jubilados que perciben la mínima. Suspensión de la fórmula jubilatoria por 180 días, pero asegurando en las declaraciones el Presidente el aumento de marzo 2020. Actualización del monto de retenciones. Doble indemnización por despido, buscando que la desocupación no siga aumentando. Suba del impuesto a los bienes personales. ¿Hay hambre? Hay tarjeta alimentaria para los sectores más vulnerables. ¿Hay jubilados deudores de la Anses? Se les condonan dos cuotas y se baja la tasa de interés de esos préstamos cargados de tanta impronta antiética. La Anses, en realidad, les debe a los jubilados hace añares una jubilación digna, fruto de lo cual hasta se vieron obligados a endeudarse con el organismo para cubrir necesidades básicas y de medicamentos. ¿Están ahogadas las Pymes? Se les brinda una amplia moratoria impositiva. Al revés del paradigma cartesiano, primero existí y luego contribuí con el Estado. La asistencia se completa con el congelamiento de las tarifas, que incluye también a usuarios residenciales.
¿No hay dólares? Que sea más difícil entonces comprarlos. Impuesto al dólar turista y al que lo usa como moneda de ahorro. Podría considerarse una devaluación por otros medios, el desdoblamiento del tipo de cambio apunta a la coexistencia del dólar Miami y el dólar supermercado. Se verá si las medidas son suficientes para que la espiral inflacionaria no se traslade de forma significativa a los productos de primera necesidad deteriorando el poder adquisitivo de los salarios y asignaciones.
Para cada problema, una respuesta, que las soluciones todos sabemos que son de mediano o largo plazo en desafíos de gran complejidad.
Pero intentar volver a activar el consumo y la rueda de la economía real se insinúa como meta de corto y mediano plazo, y cerrar los números del Estado cobrando más impuestos. Lograr el superávit fiscal con una mayor carga impositiva y no gastando menos, como plantea la ortodoxia económica. Cobrar más y aumentar el gasto pero en una proporción menor. Que haya superávit, que hay que pagar la deuda pero renegociándola. Existo, luego pago. Veremos si sale. Pasaron apenas un puñado de días.
Lo central, lo más importante tal vez es que volvió la política. Un gobierno que envía un proyecto de ley al Congreso, que se sienta para lograr los votos modificando artículos que implicaban delegaciones de atribuciones del Poder Legislativo al Ejecutivo. Que actualiza retenciones pero después se sienta a hablar con las entidades del campo. Que suspende la fórmula jubilatoria y luego se muestra permeable y aclara que no es un congelamiento y que no habrá modificaciones en los regímenes especiales, por ejemplo el docente, donde CTERA había reaccionado. Que propone, negocia, modifica y aprueba por mayoría parlamentaria la ley. Que llama a sesiones extraordinarias en diciembre, mientras muchos querían brindar. Una hiperactividad, si se quiere, que le viene bien a la quietud de la actividad económica y la debacle social.
Muchas cosas en poco tiempo, habrá que dejar pasar un poco el tiempo para que los resultados puedan (o no) hacerse ver. El gobierno intenta combinar cierto equilibrio macroeconómico con hacer la economía local y hogareña un poco más amigable. Los dólares son importantes, pero también que alcancen para algo los pesos. Ocuparse de la deuda de los acreedores pero también de la deuda social. Lo macro y lo micro.
Y no quiero terminar este escrito sin hablar de Mendoza. El país precisa inversiones y dólares, pero no al precio de contaminar su suelo y sus ríos. El Presidente Alberto Fernández pidió, en su discurso de asunción, que el pueblo le haga saber en la calle si se equivocaba. El pueblo mendocino se manifestó de forma contundente. Ojalá tome nota de eso el Gobernador Rodolfo Suárez.