Por Causa Popular.-
Una de las doce mujeres fundadoras de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Leontina Puebla de Pérez, recuperó a su nieta que nació en cautiverio en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la última dictadura militar. Victoria Donda Pérez ocupa el número 78, en la tenaz lista de nietos restituidos que llevan las Abuelas. «Quiero abrazar a mi abuela porque todavía estoy a tiempo. Los quiero a ustedes, porque son mi familia y mi sangre», les dijo Victoria a su familia que actualmente reside en Canadá, el mismo día que se confirmó genéticamente su identidad. Victoria fue apropiada por su propio tío que hoy se encuentra preso por la Causa Esma que se reabrió luego de la derogación de las leyes de obediencia de vida y punto final.
El pasado lunes las Abuelas de Plaza de Mayo le entregaron a Victoria un archivo biográfico familiar que reconstruye la historia de sus padres, que incluye grabaciones, fotos y transcripciones de todos aquellos que los conocieron y que fueron entrevistados para la investigación. «Se llevó ese tesoro en cajas con mucha emoción y estos días seguramente estará escuchando voces y viendo fotos que le hablan de sus padres», dijo Estela Carlotto, presidenta de Abuelas. La mujer relató que la joven «está reconstruyendo con mucho dolor su historia; está muy conmocionada y por eso estamos ayudándola y respetándola en este proceso traumático y muy fuerte».
Las Abuelas promoverán el viaje de Victoria a Canadá para conocer a su abuela, quien por razones de salud no se encuentra en condiciones para visitar Buenos Aires.
La historia reconstruida por las Abuelas comienza el 28 de marzo de 1977 cuando María Hilda Pérez de Donda -embarazada de cinco meses- fue secuestrada entre las localidades de Morón y Castelar por integrantes de la Fuerza Aérea Argentina. En agosto de 1977, la mujer fue llevada a la ESMA, donde días después dio a luz a una niña que llamó Victoria y a quien, con la ilusión de que pueda ser identificada algún día, le pasó un hilo azul por una de sus orejas.
La madre y su bebé permanecieron juntas 15 días y luego la mujer fue trasladada a la comisaría 3ra. de Castelar, donde funcionó un centro clandestino de detención bajo control de la Fuerza Aérea. Victoria se quedó en la ESMA durante tres días más y después se la llevaron los represores.
El padre de la beba es José María Laureano Donda, que fue secuestrado a principios de mayo de 1977 y también permaneció detenido en la comisaría de Castelar. El matrimonio tenía otra hija de un año, que quedó en la casa de la abuela materna. Luego de la desaparición de ambos, la abuela Leontina comenzó una incansable búsqueda y así se convirtió en una de las doce mujeres fundadoras de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo.
Nada supo de su hija ni de su nieta hasta el 25 de julio de 2003, cuando en la sede de Abuelas se recibió una denuncia que coincidía con el caso de Victoria. Ella misma, dudando de su identidad, se comunicó con la organización para dar inicio a la investigación.
Según la denuncia, un miembro de las fuerzas de seguridad que había actuado en la ESMA se había apropiado de una niña nacida allí en julio o agosto de 1977, que habría llegado a su casa con las orejas ya perforadas y con cintitas a modo de pasadores. El caso ya estaba siendo investigado por la Comisión Hermanos de H.I.J.O.S. regional Capital Federal, en coordinación con las Abuelas.
La joven -hoy de 27 años- había sido inscripta como hija propia del apropiador y su esposa, con una fecha de nacimiento adulterada y el médico firmante de la constancia era Horacio Pessino.
Finalmente, después de varios meses, Victoria se decidió a realizar el examen inmunogenético y el pasado 8 de octubre fue informada del resultado en el juzgado federal en lo correccional y criminal número 1.
El Banco Nacional de Datos Genéticos informó que incluye con el grupo familiar Donda-Pérez en un porcentaje de 99,9999 por ciento. Es decir, que se trata efectivamente de Victoria Donda Pérez.
Ese mismo día, Victoria habló telefónicamente con su abuela y sus tíos maternos, quienes residen en Canadá mientras que días después conoció a sus tíos abuelos y a su hermana.
«Ha comenzado a reconstruir su historia familiar. A los apropiadores les espera la condena de la justicia. A Victoria el camino de la libertad», remarcó Abuelas en un comunicado en el que se reseña la cronología de una nueva historia de restitución.
“Una historia muy linda y dura”
La presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, explicó en declaraciones radiales que la historia de la nieta número 78, Victoria Donda Pérez es «muy linda y muy dura», por las circunstancias que rodean su vida. Victoria fue apropiada por un militar actualmente detenido. La historia de vida de Victoria no se parece a la de otros nietos restituidos, es una realidad «muy dura» en la que la propia historia de sus padres secuestrados se entrecruza con lazos de sangre con la de su secuestrador, su tío, Adolfo Donda Tiguel, alias «Palito» o «Jerónimo».
«Sus papás fueron militantes populares y fueron secuestrados por eso», relató Carlotto. Adolfo Donda fue uno de los más terribles represores de la ESMA, que durante la democracia tuvo relación con Alfredo Yabrán, y fue el responsable de la detención de su propio hermano, de su cuñada y la apropiación de sus dos hijas. «Jerónimo» o «Palito», el hombre que formó parte de los grupos de tareas de la ESMA, además fue el padrino de la boda de José y María Hilda, aunque los lazos familiares no impidieron que el represor entregara a su hermano, a su cuñada y apropiara a sus sobrinas.
Esta circunstancia familiar es la razón por la que Carlotto señaló durante una entrevista radial que Victoria debe asumir esta historia «tan linda de libertad, pero tan dura, con respeto nuestro y de la sociedad, porque además tiene una hermana (Eva), que se crió con este hombre».
Durante su relato, Carlotto aclaró que al momento de ser secuestrado, el matrimonio tenía una hija de un año que fue apropiada por su tío, quien la crió después de amenazar a la abuela, Leontina Puebla de Pérez, una de las fundadoras de la Asociación que pretendía la tutela de la pequeña.
«Hay una relación que nosotros tratamos de entender, porque estos chicos suelen tener un sentimiento de cariño por el apropiador, a pesar de ser un salvaje», dijo en referencia a Donda Tiguel. «Tenemos que respetar sus tiempos para relacionarse hasta que se produzca ese corte definitivo que seguramente van a tener ambas con esta historia lamentable», afirmó.
Para Carlotto, lo importante es que Leontina Pérez, la abuela de Eva y Victoria «se reencontrará con sus nietas y Donda; ojalá siga en la cárcel de por vida».
Adolfo Miguel Donda, tío biológico de Victoria está preso por orden del juez federal Sergio Torres, en el marco de la investigación por los crímenes ocurridos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
«El la entregó. Y desde el 77 hasta el 83 nos estuvo mintiendo», dijo desde Canadá la hermana de María Hilda Pérez, cuñada de Donda. Bajo el alias de «Palito» y «Jerónimo», Adolfo Miguel Donda, con el cargo de teniente de navío, fue jefe de operaciones y de inteligencia de la ESMA y estuvo al frente del secuestro de Víctor Bazterra y su familia, y de Elena Holmberg.
Las agrupaciones de derechos humanos le adjudican también haber participado en la tortura a Enrique Mario Fukman, en el asesinato de Daniel Echeverría, en el secuestro y tortura de Osvaldo Barros y el asesinato de Ricardo Sáenz.
Donda fue beneficiado por la ley de Obediencia Debida que dejó impunes los crímenes que cometió mientras encabezó el grupo de tareas GT 3.3.2. Esa libertad le permitió ser agregado naval en la embajada argentina en Brasil durante el gobierno de Raúl Alfonsín y estar al frente de agencias de seguridad que se le atribuyeron al fallecido empresario Alfredo Yabrán, quien se suicidó en mayo de 1998, cuando estaban a punto de detenerlo por el crimen del fotógrafo José Luis Cabezas. Lo sindicaron incluso como el «jefe de inteligencia del Cartero» (Yabrán).
Según investigó el diputado Miguel Bonasso para su libro «Don Alfredo», Donda fue uno de los directores de Zapram, la empresa de seguridad del Grupo Yabrán que controlaba los depósitos fiscales de Ezeiza y que se disolvió cuando el entonces ministro Domingo Cavallo «les tiró encima a la DGI». Luego integró otras empresas del ramo, como Quality Control y Tecnipol, editora de un «Manual de Instrucciones para el interrogador» destinada a esa conocida policía científica que es la Bonaerense.
Un programa de televisión que lo investigó lo retrató en una cámara oculta jactándose de atender el 90 por ciento de las líneas aéreas de Ezeiza, incluyendo desde las norteamericanas hasta Cubana de Aviación. En 1997, el juez español Baltasar Garzón comenzó a investigarlo en el marco de la denuncia presentada por familiares de ciudadanos españoles desaparecidos, y se solicitó en vano su extradición, junto a un grupo de otros represores.
El año pasado, el Parlamento anuló las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y se reabrieron las investigaciones contra los responsables de los crímenes de lesa humanidad que nunca fueron sancionados.
En ese marco, el juez Torres, a cargo de la investigación por lo que ocurrió en la ESMA, lo mantiene detenido desde el 16 de septiembre del 2003, junto a Alfredo Astiz y otros quince oficiales, entre ellos Jorge «Tigre» Acosta, Carlos Capdevilla, Antonio Pernías y Héctor Febres.