Para discutir políticas de comunicación

De la Redacción de ZOOM. Las PNC fueron el “latinoamericano atrevimiento” de un conjunto de países por los que circulaban y se mezclaban tercermundismo, teoría de la dependencia, anti-imperialismo y liberación nacional. Hoy, esta nueva publicación busca recuperar aquellos debates en el nuevo contexto latinoamericano. Aquí compartimos el Editorial de la primera edición de PNCé.

Casi 40 años han pasado desde que se empezaron a esbozar los primeros intentos latinoamericanos de Políticas Nacionales de Comunicación. En ese tiempo caben muchos tiempos: uno breve de avances que, en la mayoría de los casos, fueron utópicos. Otro extenso, de derrotas, retroceso de las autonomías nacionales, hiperconcentración de la escena mediática y neoliberalismo.

Sin embargo, hay un nervio que conecta estos 40 años. Las PNC fueron el “latinoamericano atrevimiento” de un conjunto de países por los que circulaban, y se mezclaban, tercermundismo, teoría de la dependencia, anti-imperialismo y liberación nacional. Si el diagnóstico era que los problemas del tercer mundo no eran de subdesarrollo sino de dependencia, si no había atraso sino desequilibrio en la participación de la distribución de la riqueza -y de la información-, era lógico que las soluciones se buscaran en la instalación de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) por un lado y un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC), por el otro.

No es difícil seguir el camino de ese nervio que tensa nuestras historias. A nivel regional, Latinoamérica vive hoy una integración política sin precedentes, con liderazgos que se constituyeron en la resistencia al neoliberalismo. En nuestro país, después de décadas de un Estado partícipe de su propia desarticulación,, asistimos a una revitalización de lo público como lugar de disputa de intereses y a un nuevo protagonismo del Estado como redistribuidor de bienes económicos y simbólicos.

Tenemos la oportunidad, acorde a este nuevo clima, argentino y latinoamericano, de recuperar la discusión sobre las Políticas Nacionales de Comunicación. No somos ingenuos, sabemos que los tiempos no son los mismos, la derrota fue profunda y el retroceso significativo, como lo evidencian los niveles de concentración que alcanzaron las empresas de medios -convirtiéndolas en un actor que supera, en muchos casos, el poder de intervención de los Estados- y los niveles de integración que presentan en el conjunto de la economía y no sólo en el mercado periodístico.

Parte de esta senda comenzó a recorrerse con la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley Nro. 26.522). Entendemos que la lucha en su defensa como conquista de los sectores que históricamente impulsaron la democratización de la comunicación y la lucha por su plena aplicación son puntos ineludibles en cualquier plan de acción de aquellos que nos proponemos colocar en el centro del debate las polítcas de comunicación.

Sin embargo, las leyes nos son más que los márgenes de lo posible, las líneas que delimitan los campos de acción. La política no puede estar reducida al articulado de una ley, como bien lo dice Margarita Graziano en un texto del que proponemos una relectura en este número de la revista.

Formular PNC´s implica pensar las instancias responsables de planificarlas, implementarlas y articularlas. Y en Argentina eso significa pensar en el Estado. En la mayoría de los casos el Estado es el único capaz de llevar adelante políticas que sean capaces de transformar las relaciones de poder dentro de nuestras sociedades. Hoy en la Argentina hay múltiples instancias que llevan adelante fragmentos de políticas (fragmentos que en muchos casos tienen impactos importantes en la sociedad) no necesariamente articuladas en base a objetivos comunes. En este contexto, resulta estratégico crear una instancia estatal encargada de pensar los problemas de la comunicación y la cultura de forma integral y articulada con otras áreas de gobierno. Generar políticas de comunicación y cultura es pensar a la comunicación y a la cultura impulsando la salud, la educación, la inclusión social y el desarrollo económico.

La tendencia mundial a la convergencia de servicios y el proyecto de sociedad de la información presentan desafíos que van más allá del desarrollo técnico de las redes o la infraestructura. Excepción cultural, desequilibrios informativos, defensa de identidades culturales locales son temas que requieren un abordaje estructural, donde los temas de desarrollo técnico no son más importantes ni urgentes que un abordaje desde la economía política de los medios y el derecho a la comunicación.

En el plano local, entre otras cosas, es necesario:

– Avanzar en la plena implementación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

– Ampliar los espacios de discusión sobre las problemáticas de comunicación y cultura a cada vez más sectores sociales

– Fomentar los vínculos de la educación y la comunicación para formar audiencias capaces de participar en igualdad de condiciones en la recepción de mensajes

– Resolver la situación de las telefónicas, que quedaron por fuera de la Ley, situación que no impide que muestren cada vez más interés en el mercado de producción y distribución de contenidos audiovisuales

– Continuar y profundizar programas que garanticen un avance significativo en términos de acceso de los sectores populares a las nuevas tecnologías y discutir la posibilidad de que el acceso a Internet se convierta en un verdadero servicio universal.

– Asumir que el servicio que las clases populares utilizan, y al que derivan va la mayor parte de su gasto, para comunicarse es la telefonía celular, un servicio desregulado, sin obligaciones de prestación y sin abonos sociales.

– Generar planes de sustentabilidad para las emisoras no comerciales de radio y televisión que les permitan competir en igualdad de condiciones el día que los vientos cambien y no encuentren en el Estado un promotor de sus intereses.

Nuestra inteción es que PNCe sea un espacio que aporte a esos debates, que son muchos, y en algunos casos, urgentes. Nuestras sociedades tienen una nueva oportunidad para poner a la comunicación y la cultura al servicio de la diversidad, el pluralismo, el fortalecimiento de la democracia y la inclusión social. Después de todo, ese nervio que sigue conectando estos 40 años de historia se tensa cada tanto para recordarnos que el desafío sigue siendo el de construir “un mundo, múltiples voces”.

Colectivo Editorial, PNCe, Septiembre de 2011

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