Por Hernán López Echagüe, desde Nueva Palmira, Uruguay, especial para Causa Popular.- “…hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa, A no ser, A no ser, qué, A no ser que esos tales ríos no tengan dos orillas sino muchas, que cada persona que lee sea, ella, su propia orilla, y que sea suya y sólo suya la orilla a la que tendrá que llegar…” (José Saramago, “La caverna”). La cita viene a cuento pues todo indica que Horacio Caballero no logró leer, en el sentido más lato del término (asimilar, comprender, descifrar …) el artículo de Teodoro Boot
No consiguió ir más allá de la lectura, tan sólo pasó la vista por el escrito, tropezó con las piedras que Boot distribuyó en el río, otras directamente las sorteó, porque de lo contrario resulta incomprensible su grotesco enojo: “Aquí lo que estamos discutiendo son los eventuales beneficios y perjuicios de permitir la instalación de dos plantas de celulosa y no si las Malinches o los Pizarros eran buena o mala gente o qué pitos toca Tupac Amaru con el cloro elemental”.
Todo tiene relación y significado, Caballero. Basta aguzar los sentidos y encontrarlo. En cualquier texto. Los buenos escritores, y me consta que Boot lo es, no tienen el hábito de arrojar con displicencia las palabras sobre el papel, como si estuvieran dejando caer en el suelo granos de maíz para las gallinas. Malinche y Pizarro no han caído al azar en el texto de Boot, y no seré yo quien gaste el tiempo explicándole la pertinencia periodístico-literaria de tales menciones.
Son muchas, y esenciales, las cosas que Caballero obvia responder o comentar en su texto. Por ejemplo, cuando dice Boot:
“Por desconocimiento, distracción o mala fe, la prensa porteña y montevideana los define «ambientalistas», incurriendo en un error: no es la protección del medio ambiente lo que resulta capaz de movilizar y enfervorizar a esos miles de pacíficos, distraídos y por lo general indiferentes entrerrianos, sino la defensa de su pueblo, sus casas y su forma y medios de vida.
Más que «ambientalismo», es «humanismo». Como sea, supone una inusitada toma de conciencia sobre la relación que une al medio ambiente y los recursos disponibles con una vida humana decorosa y sustentable”.
Y en este punto reside buena parte del dilema que, sostiene Caballero erróneamente, Boot ignora: la búsqueda de un mundo mejor, sencillamente. Pero eso, al decir de Caballero, es imposible; no es más que una utopía que llevan encima los teóricos aburridos, los que continúan obstinados en la lucha por la construcción de un mundo donde quepan todos los mundos, los locos que alientan la consecución de “una vida humana decorosa y sustentable”. En suma: los que no han comprendido que la existencia es así: injusta, violenta, opresiva, indigna, servil, oprobiosa.
Un destino inoxerable, Caballero, contra el cual resulta una imbecilidad pelear. Una vida donde la muerte es ingrávida.
Las palabras de Caballero exhalan una terrible resignación: es tiempo de concesiones para evitar que los inversores busquen otras playas. ¿No cree, Caballero, que ya hemos concedido y entregado en demasía el tujes? ¿Qué tipo de mundo anhela? ¿Uno similar al que hoy soportamos, pero con gobernantes –a uno y otro lado del río– que semejan maquilladores de la realidad y diligentes sostenes de una estructura socioeconómica nefasta?
Caballero parece a punto de caer en el medio de la correntada cuando dice: “… lo que está en juego en este pseudodebate no es si vivimos en un mundo injusto o si hay traidores a determinadas causas sacralizadas de antemano, sino si las plantas traerán beneficios o perjuicios a los ciudadanos y cuáles son éstos”.
Sí, estimado Caballero: lo que está en juego es ponerse de acuerdo para acabar de cuajo con este mundo injusto. A menos, desde luego, que considere que la destrucción del medio ambiente, la entrega alegre de tierras y aguas, la precarización del empleo, los monocultivos y otros pequeños detalles no guardan relación alguna con el lamentable estado de las cosas que padece latinoamérica. Trescientos puestos de trabajo no justifican una conducta de naturaleza tan negligente y, por sobre todas las cosas, cargada de sumisión.
Me trae a la memoria el argumento que Menem solía emplear a comienzos de los noventa para defender la graciosa cesión de los recursos naturales argentinos a manos extranjeras: “El país necesita inversiones, hemos recibido una herencia terrible, que vengan los capitales, no importa el origen, tampoco el color”.
Y valgan estas palabras para los gobernantes argentinos que han permitido la instalación de plantas de celulosa o empresas mineras en sus provincias.
En otro pasaje, Caballero tropieza definitivamente y comienza a llevárselo la corriente: “Mi opinión es que vienen a instalarse aquí, porque aquí está la materia prima de esa industria”.
La “materia prima” que esas empresas buscan aquí no son los árboles –que plantan ellos mismos, que no “están” aquí–, sino algo mucho más delicado e inestimable que en Europa no consiguen con tanta sencillez y amabilidad: agua y tierra. Superficies colosales de tierra que compran por contados pesos, sufriendo nosotros una extranjerización de nuestros recursos, acaso irreparable, y ríos que muy alegremente, en mayor o menor medida, habrán de contaminar. Creo que todavía no se ha inventado el árbol hidropónico.
Caballero pide, solicita o directamente exige fuentes de información, datos precisos. Pues bien, aquí van algunos que, dicho sea de paso, podría él mismo haberlos buscado antes de echarse a escribir:
– Artículo de Guillermo Waksman (“La débil defensa uruguaya”), publicado en Brecha el 22 de julio del 2005. Allí, entre otras cosas que Caballero haría bien en leer, dice Waksman:
– “Si bien es cierto que la tecnología que utilizarán ambas plantas es actualmente la misma que se aplica en Europa, la Unión Europea ya ha anunciado que su empleo se prohibirá a partir de 2007, año en que entraría a funcionar BOTNIA en Uruguay. “Vienen a Sudamérica para seguir produciendo con el mismo método que usan hoy”, afirmó el embajador Raúl Estrada Oyuela, representante especial de la cancillería argentina para Asuntos Ambientales”.
– “Hay dos tecnologías para las plantas papeleras: una es libre de cloro elemental y otra es totalmente libre de cloro. Esta última es mucho más cara que la otra, tanto en la instalación como en su funcionamiento. La tecnología que se está por aplicar en Uruguay es libre de cloro elemental y, por ser insuficiente para evitar la contaminación, es la que se prohibirá en Europa”.
– “Uruguay no tiene expertos ni medios económicos para hacer el control permanente que exige el funcionamiento de este tipo de plantas. La solución que han planteado las empresas es que ellas mismas financien los controles y formen a los especialistas, un mecanismo que claramente no ofrece garantías, aunque en principio sería aceptado por el gobierno”.
– 2.Boletín nº 95 del WRM (Movimiento Mundial por los Bosques), junio de 2005.
– 3.Artículo de Raúl Zibechi, “Celulosa y forestación: dos caras de un modelo depredador”. Ver: www.ecoportal.net/content/view/full/53251
– 4.Artículo de Miguel A.Cabrera, “Trasnacionales de la forestación y la celulosa en Uruguay”, 23 de noviembre de 2005. Ver: www.ecoportal.net/content/view/full/54292
– 5.Respuesta de Ricardo Carrere –presidente del Movimiento Mundial por los Bosques y residente en Montevideo, en la calle Maldonado al 1800– al engañoso informe del Banco Mundial que, presuntamente, aprueba y alienta la instalación de Botnia y ENCE porque, aseguran, no habrá impacto ambiental acumulativo. Informe, cabe aclarar, que no es más que un borrador pues los autores prescindieron de realizar una rueda de consultas entre los más directos y probables damnificados, como habían convenido en distintas reuniones con pobladores uruguayos y argentinos. Bah, campesinos y pescadores de morondanga. ¿Para qué perder el tiempo consultándolos?
La CFI se toma el atrevimiento de tergiversar dichos e información que Carrere escribió en libros y artículos.
Ver: www.guayubira.org.uy
– 6.Otro artículo de Carrere, ahora sobre los daños ambientales que causa la empresa Alto Paraná, en Misiones. Ver: www.ecoportal.net/content/view/full/5274
– 7.Ver casos Valdivia (Chile), Pontevedra (España) y Empresa Aracruz (Porto Alegre, Brasil). Es fácil: internet.
– 8.Informe de SERPAJ-URUGUAY, enero de 2006.
– 9.Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú: www.noalapapelera.com.ar
– 10.Brecha, «Uruguay país forestal: un modelo en rojo», Claves de Brecha, 19 de noviembre de 2004, en www.brecha.com.uy
– 11.CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social): www.ambiental.net/claes/
– 12.Greenpeace Uruguay: www.greenpeace.org.uy
– 13.REDES-Amigos de la Tierra: www.redes.org.uy
– 14.UITA (Unión Internacional de Trabajadores): www.rel-uita.org
– 15.Carlos Amorin, «¿Quién necesita a Botnia?», en www.brecha.com.uy
– 16.Sergio Israel, «Visiones del desarrollo», en www.brecha.com.uy
– 17.Carlos Pérez Arrarte, «¿Cuánto valor agregado suman a la vida nacional», en www.brecha.com.uy
– 18.Albérico Lecchini, «Un futuro latinoamericano», en www.brecha.com.uy
– 19.Paula Bustamante, «Las papeleras plantean un dilema a América del Sur», AFP, 8 de setiembre de 2005.
Y podría mencionar decenas y decenas de fuentes. Pero no es el caso. Si el gobierno uruguayo está empecinado en hacer a un lado todo tipo de información precisa, y de tal modo sumergir en la ignorancia a buena parte de la población, mal no haría Caballero en quebrar semejante oscurantismo y procurar la información que de manera ladina le niegan. Y difundirla, por qué no, pues da la impresión de ser una persona muy mortificada por el tema.
Si a Caballero el texto de Boot le ha resultado dudoso, improcedente en muchos de sus pasajes, y disparatado en otros, no sé qué reacción tendrá cuando lea el escrito que algunos dirigentes socialistas uruguayos andan haciendo circular por la red con el propósito de alentar y justificar el despropósito que comporta la instalación de Botnia y ENCE en Fray Bentos.
“No es contra el Uruguay: es contra la Argentina”, se titula el texto. Su autor: el inefable Ricardo Barrios Arrechea, radical, ex gobernador de Misiones, provincia donde funcionan tres papeleras.
Dice, entre otros disparates y falsedades, el doctor Barrios Arrechea:
– “Misiones tiene no del otro lado de sus ríos fronterizos sino dentro de su territorio, tres fábricas celulósico-papeleras, una muy próxima a Iguazú, lugar al que concurrieron más un millón de turistas en el 2005. En mi provincia no hay – ni nunca hubo – denuncia alguna por envenenamiento de la población debido a contaminación supuestamente generada por tales industrias. Los malos olores, que sí los hay, pronto serán cosas del pasado”.
-“En Misiones como en cualquier lugar del mundo, el principal enemigo del medio ambiente es la pobreza. Hacia allí hay que apuntar los cañones”.
-“A mi criterio, no pueden existir en el mundo industrias forestales sustentables, eficientes y competitivas sin el funcionamiento de plantas celulósicas que son el cimiento en el que se basa todo el desarrollo del sector. Es como pretender hacer un edificio de varios pisos sin construir los cimientos y la planta baja. Realmente imposible.
-“Sin las fábricas de celulosa y de papel, el impacto negativo se registra aguas abajo y aguas arriba, donde los bosques cultivados deben ralearse de sus peores individuos, insumo que el productor vende a las celulósicas con miras a que crezcan los mejores ejemplares arbóreos que en años posteriores entrega como madera de calidad a los aserraderos (…) Los complejos celulósico-papeleros cumplen pues el rol de basureros forestales…»
-“La Argentina tiene un bajo desarrollo forestal a pesar de disponer de 20 millones de hectáreas aptas, actualmente ociosas, las que no compiten para nada ni con la ganadería ni con la agricultura. Asimismo, tenemos una variedad de climas que permite la implantación de cualquier especie nativa o exótica”.
-“Resulta incomprensible darnos el lujo de entrar en una disputa perdida de antemano, las que solo conducen a desalentar la radicación de nuevos capitales que hoy no disponemos y constituyen la base que sustenta el desarrollo forestal: las plantas celulósicas papeleras”.
-“Si el gobernador de Entre Rios quiere cuidar «su» medio ambiente debiera prohibir vacas y frigoríficos que son grandes emisores de gases de efecto invernadero, debiera prohibir los desmontes para la agricultura y mucho menos abonar granos…”
-“En el comercio mundial el sector foresto-industrial es más importante que el de que granos y carnes juntas. Mueve 150 mil millones de dólares cada año. La Argentina tiene un gran potencial no aprovechado por desconocimiento de su clase gobernante. La actividad puede ser equiparada a la venta de granos en la Argentina a lo largo de 20 años de continuidad”.
Quizá Caballero y los dirigentes socialistas del Uruguay no lo sepan, pero es fácil inferir en qué gasta su tiempo Don Ricardo Barrios Arrechea: es un opulento empresario maderero de Misiones. De modo que emplear sus dichos a la manera de argumento válido, equivale a solicitar la opinión de, digamos, Bill Gates acerca de la conveniencia o no de informatizar la verdulería de la esquina.
Mejor harían en distribuir estas palabras de Ernesto Cardenal que Tabaré, el Pepe, el Ñato y muchos otros más, han olvidado:
Cuando recibís el nombramiento, el premio, el ascenso,
pensá en los que murieron.
Cuando estés en la recepción, en la delegación, en la
comisión,
pensá en los que murieron.
Cuando te aplauden al subir a una tribuna con los
dirigentes,
pensá en los que murieron.
Cuando te toca a vos el micrófono, te enfoca la televisión,
pensá en los que murieron.
Cuando sos el que da los certificados, las cédulas, el
permiso,
pensá en los que murieron.
Lectura, aclaro, que también recomiendo a buena parte de los presidentes y gobernantes de esta jodida comarca sureña.