Otro año sin Comunas

Todos sabíamos que las comunas no iban a caminar. Es decir, que la votación del año pasado en la Legislatura porteña fijando el 10 de agosto próximo para elegir representantes de las 15 comunas en que se divide Buenos Aires eran parte de una farsa. Ni siquiera se la creían los que votaban por la positiva. Fue un compromiso, un trámite para sacarse de encima a esos personajes que reclamaban por un derecho constitucional tan demorado que hasta un juez debió intimar al Ejecutivo para que cumpliera la ley.

Ahora bien. ¿Por qué sucede esto? ¿Por capricho de los funcionarios de turno? ¿Por la falta de interés que padece la oposición? No, porque el ninguneo viene de lejos y ya atravesó a todas las corrientes políticas, estuvieran tanto en el Gobierno como en el llano: primero a los progresistas –más tarde devenidos en kirchneristas- y ahora a la derecha.

La casi segura suspensión de las elecciones del 10 de agosto no es más que otra manera de manifestar la profunda crisis política que aun vive nuestra clase dirigente. Porque no hay sociología que explique cómo el vecino de a pie ni siquiera está enterado de una ley que lo beneficia. Y si lo está, la mayoría de las veces es de la peor forma, aquella que iguala la descentralización con otro curro de los políticos que genera más gastos al vecino.

La Ley de Comunas es magnifica en el plano teórico y su objetivo consiste en acercar al vecino las soluciones a sus problemas cotidianos, darle herramientas para vigilar de cerca a los funcionarios y para participar de la misma gestión, planificando y proponiendo desde los consejos consultivos.

Parece llamativo que una ley innovadora y participativa -que podría traer alivio a una buena parte de los problemas de los ciudadanos- no haya sido defendida por casi nadie a capa y espada excepto cuando los medios de comunicación ponen el tema sobre el tapete. Entonces sí aparecen los que creen que ese es el único escenario donde se dan las batallas.

¿Dónde está la oposición a esta vieja derecha reaccionaria que desde un primer momento demostró querer cargarse a las comunas? ¿Dónde están las mesas en los barrios explicando el asunto? ¿Dónde el debate académico, las marchas, las organizaciones sociales? ¿Dónde está la multipartidaria de los sectores que están a favor de las comunas? En definitiva, ¿adónde está la política?

No está.

Mientras no empecemos a afrontar y a resolver la crisis en el modo de hacer política nunca podremos oponernos siquiera a una sencilla resolución gubernamental. Ni qué hablar de un decreto o un aumento de impuestos como ocurrió con el ABL.

Hoy son las comunas. Mañana será la Línea H del Subte y la desviación de su trazado original para favorecer ya sabemos a quiénes. Después vendrá la reforma constitucional y la reelección indefinida y así seguirán las cosas si no construimos una oposición política que le dé contenido a las peleas en los diarios, la radio y la TV. Peleas que, por lo general, se dan siempre de visitante y que transcurren, como diría la Presidenta, sólo mientras “los generales mediáticos nos permiten unos segundos”.

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