Otra vez, el odio xenófobo

Solo podremos vivir en paz cuando empecemos por reconocer el etnocidio para ofrecer la reparación histórica.

Por Pablo R. García*

Una vez más, los medios hegemónicos dan lugar a proclamas de odio contra el pueblo Mapuche. Claro ejemplo de esto es la columna de opinión titulada La nación mapuche por el presbítero Guillermo Marco (https://www.infobae.com/opinion/2020/09/11/la-nacion-mapuche/).

Un recorrido histórico por nuestra historia podría ayudar a contextualizar estos espasmos del sentido. El estado argentino, mediante la ley 215 -sancionada en 1867 por el Congreso Nacional-, estableció de modo unilateral la expanción de la frontera sur a la ribera de los ríos Negro y Neuquén, donde hasta entonces no ejercía ningún tipo de soberanía.

El cumplimento de esa ley se materializó en 1879, con la tristemente célebre “Conquista del Desierto” liderada por Julio Argentino Roca. No hace falta aclarar que se realizó mediante el uso indiscriminado de la fuerza contra guerreros y la población civil, esclavizada al finalizar la matanza.

Así, el naciente Estado argentino avanzó a sangre y fuego contra el pueblo-nación Mapuche que, según admitía la citada ley, vivía de manera independiente tras una frontera de límites difusos. Un otro que vivía del otro lado.

El pueblo Mapuche -y su territorio- ya habían sido reconocidos como un otro hace siglos por la colonia española. El tratado de Quillín (1641) reconocía la frontera (el río BioBío) entre los dominios de la Corona española y los de los mapuche.

A pesar de estos reconocimientos, todavía permanecen la estigmatización xenófoba y el simplismo falaz, y se niega el reclamo al Estado por la represión violenta y la impunidad de quienes asesinaron ciudadanos argentinos pertenecientes al pueblo mapuche.

En los hechos acontecidos durante las últimas semanas en Villa Mascardi puede observarse una violación del principio básico del estado de derecho, al negar la presunción de inocencia. Hasta hoy no hay identificados ni procesados por los incendios, solo sospechas basadas en opiniones de personas de la zona, difundidas a través de medios de comunicación como verdades indiscutibles. El correcto desarrollo de las investigaciones judiciales parecería no importar.

En estos análisis se evita mencionar, por ejemplo, antecedentes de varios hechos confusos en Chile. En 2019, el Tribunal Oral en lo Penal de Angol resolvió la absolución de 9 detenidos a partir de la confesión en el tribunal de Raúl Castro Antipán de haber realizado incendios mientras se desempeñaba como agente encubierto de Carabineros, con el objetivo de incriminar a dirigentes mapuche (https://radio.uchile.cl/2014/02/12/agente-infiltrado-de-carabineros-confiesa-autoria-de-atentados-incendiarios-en-la-araucania/).

Estas campañas de estigmatización, en las que las raíces del conflicto jamás son explicadas, no hacen más que reproducir escenarios simbólicos como los que sirvieron para justificar el etnocidio indígena entre los siglos 15 y 19, cuando resultó imperioso el exterminio bajo el falso slogan de civilización o barbarie.

La Constitución Argentina establece claramente la preexistencia de los pueblos originarios, y actualmente se desarrolla un proceso deliberativo que, con sus limitaciones, permite la participación de estos pueblos en la conformación de instrumentos legislativos que avancen en el respeto y aceptación de sus derechos.

Cada vez somos más las personas que, sin pertenecer a ningún pueblo preexistente, sentimos la convicción de que el ejercicio real de la plurinacionalidad es el único camino hacia la eliminación del otro diferente para poder ser.

Esta desgracia original, nacida junto al estado moderno de la mano de la llamada generación del 80, debe ser eliminada. De otra manera volverá y será repetida trágicamente, como fue en los años 20 contra los obreros y sindicatos, en el 55 contra el movimiento obrero organizado en el gobierno, en el 76 contra las organizaciones políticas y sociales y, transversalmente, durante todo ese tiempo contra las mujeres que reclamaron su derecho a la igualdad.

Solo podremos vivir en paz cuando empecemos por reconocer el etnocidio para ofrecer la reparación histórica. Sólo así, aprendiendo de este trágico siglo y medio, con la palabra, la escucha, el diálogo y el amor al prójimo podremos convivir todos los pueblos, naciones y colectivos diversos que vivimos bajo las leyes de este Estado.




*Director del documental ¨Mapuche Nación que vuelve¨
Autor de: Es la diversidad, idiota Ed Ocubre
Realizador audiovisual de AukinNiyeu
Radio Nacional Bariloche, WallkintunTv, Entv (viedma)

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