Gustavo López es Presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos. Es abogado y uno de los hombres más competentes en materia de gestión pública aplicada a medios de comunicación. Fue Ministro de Cultura del Gobierno de la Ciudad. Antes que eso, cumplió un rol fundamental en el desarrollo del área de Industrias Culturales. También estuvo al frente del COMFER.
Gustavo Postiglione es realizador cinematográfico (El asadito, El cumple, La peli) y docente. Fue el responsable del área de ficción del canal Ciudad Abierta. En esa pantalla, estrenó la miniserie El remisero que, como sus películas, grabó en Rosario. En 2006, junto a Norman Briski, dirigió “Stanley”, un episodio del ciclo 200 años que produce y emite Canal 7.
Consultados por ZOOM, ambos aportan su punto de vista sobre la televisión informativa.
-La puesta en escena, el tiempo de las exposiciones, el ritmo del aire, ¿son irrelevantes o aportan sentido ideológico a un segmento de noticias? ¿Por qué?
Gustavo López: En determinadas ocasiones la estética va de la mano con la ética. La noticia se emparienta a la noción de veracidad, de búsqueda de la verdad. Y si bien sabemos que la “objetividad” de las noticias depende de la subjetividad del redactor, el marco estético para la presentación de las mismas debe tener visos de seriedad. La misma que se requiere en un conductor cuando informa.
El tiempo de las exposiciones es lo que más se relaciona con lo ideológico, ya que el que se le dedique a cada noticia va a ser una decisión de política editorial. Lo mismo ocurre con el tipo de noticias que se trate. La banalización, la equiparación de lo importante con lo intrascendente, le da sentido ideológico a las formas.
En cambio, el ritmo de las noticias tiene más que ver con la estética en el sentido más tradicional, ya que de él dependerá la atención del espectador.
Gustavo Postiglione: Creo que, en principio, aportan un sentido estético. Y, desde ya, ese sentido estético está vinculado con una filosofía o línea editorial. Creo que la gente también se va acostumbrando a vincular cierta estética con determinado planteo político, lo que hace que cuando hacemos zapping y nos encontramos con la imagen de un determinado canal de noticias con solo leer los anuncios de los titulares ya sabemos de qué manera será abordado el tema.
– ¿Cuál sería el formato adecuado para la comunicación/reflexión de noticias?
G.L.: Lo ideal para la presentación de una noticia, es dar la mayor información posible y en caso de controversia, dar a conocer las diferentes opiniones o puntos de vista sobre la cuestión a informar. Para la reflexión, es necesario agregarle a ello el tiempo necesario para que el debate sea tal. Que se eviten las simplificaciones o la búsqueda de un título. Es común en los periodistas de televisión evitar la larga reflexión y tratar de provocar un título que resuma “algo”, sin que ello signifique un resumen de las posiciones en disputa.
G.P.: Creo que la comunicación de noticias nunca debe tender a la objetividad. Cuanto más carga de subjetividad le coloca un periodista a una determinada información, me permite sacar mejores conclusiones, ya que me siento un espectador con un pensamiento independiente y creo que a eso deberíamos apuntar.
– ¿Puede Canal 7 preservar un espacio crítico independiente del gobierno, que sirva a la formación de la conciencia histórica en el espectador?
G.L.: El canal público debe preservar su independencia del gobierno. Lo canales “oficialistas” son una concepción que terminó en los 80, con la TV satelital y la masividad del cable. Ahora bien, en las sociedades con democracias aún débiles o con poca calidad institucional, es muy común la tentación del funcionario a cargo, de influir sobre el contenido informativo. Es un problema de la mayoría de los países de América Latina, ya que no existe una gran tradición de lo público. Muchas veces se lo ha confundido con lo privado y otras tantas más, con lo gubernamental. En los países europeos, con larga tradición de sistemas públicos, el medio es considerado de todos y, por lo tanto, debe reflejar lo que ocurre sin saltear actores.
De hecho, la primera preocupación de los sistemas públicos europeos está en garantizar la mayor ecuanimidad política, con control parlamentario pero también con un gran nivel de conciencia en la dirigencia.
G.P.: En un sistema como el que existe en Argentina, donde el 90% de los medios está en manos de privados —que, a su vez, no son más de tres o cuatro empresas—,siendo el canal estatal, Canal 7 debe —sin caer en la obsecuencia— acompañar las políticas de estado, informarlas y ser la cara opuesta a los canales privados. Por supuesto, debe ser también el medio que canalice todas aquellas experiencias innovadoras que aporten a la formación, no sólo de la conciencia histórica del espectador, sino de un pensamiento crítico e independiente.
– ¿En qué medida se pueden producir transformaciones en el medio que sean así percibidas por un espectador disciplinado al modelo dominante?
G.L.: Si el medio público reproduce el mismo modelo informativo que el canal privado, no hay transformación posible en el espectador. En cambio, si el canal público atiende a su rol, que no es el de satisfacer la demanda de los anunciantes sino la necesidad del ciudadano, entonces es posible producir cambios de hábito en el espectador aunque éste aparezca disciplinado al modelo dominante.
Para ello el canal público debe plantearse su “deber ser”. Ese deber ser se relaciona con la pluralidad, la calidad informativa, la diversidad y la construcción de ciudadanía. En ese caso, como los cambios son lentos y paulatinos, se irá formando un espectador diferente, permeable a otros contenidos que sean alternativos a los que el modelo le ofrece, pero lo suficientemente atractivos como para generar una nueva demanda.
G.P.: Volvemos a lo anterior: en Argentina se puede entender la TV desde dos espacios distintos: lo público y lo privado. Lo público: Canal 7, Encuentro y fugazmente Ciudad Abierta, desde hace poco tiempo nos están proponiendo un cambio en lo estético, lo narrativo y lo temático. Pero todavía se entiende a la TV como lo que se produce, solamente, en los canales privados. Esto nos lleva a que, si se generan transformaciones en el medio estarán ligadas a causas estrictamente mercantiles o relacionadas con el rating y el consumo y, en segundo término, a cuestiones de índole política. ¿Por qué Telefé, a fin de 2007, puso en el aire Televisión por la Identidad (con un alto rating) luego de apostar todo el año a las distintas versiones de Gran Hermano que fueron un fracaso? El espectador percibe esas transformaciones y cuando le dan opciones elige. La cuestión es darle la posibilidad de elegir y que sepa que hay alternativas.