Opinión pública, medios y centro derecha democrática.

Este artículo se transcribe del blog del autor y director de la Consultora Equis, http://www.rambletamble.blogspot.com/

Un par de ideas ligeras y en borrador para ver qué opinan. Son días de crisis política, es absolutamente así. Repasemos esto.

1- Cuando un cuarto de millón de vecinos incandecentes acompañaron a Blumberg y al Rabino chic, que con furia adolescente hasta cambió la letra del Himno en su reclamo de mano durísima frente al entonces principal problema nacional -ya no lo es más, claro- , la sensación de estar frente a un momento fundacional de la República, envolvió a la «opinión pública». Multitudes modeladas en su extensión y unidad por los medios masivos de difusión ocuparon así el espacio público haciendo las veces de oposición política, entonces también inexistente, proyectando al escenario político nacional a un emergente social que poco después reveló su inconsistencia y fue lo que Blumberg fue .

2-Cuando un sector social y productivo cuyo núcleo más dinámico (el más eficiente y productivo) propone un fuerte retroceso sino desparición lisa y llana de la intervención del estado en la economía -salvo para garantizarle rentabilidad en momentos difíciles que ya vendrán-, la misma «opinión pública», construida e impulsada por los medios de comunicación masivos y nuevamente con la ausencia absoluta de la oposición política en escena, acompaña otra vez un movimiento de masas cuyo emergente mediático más notorio es de tanta estrechez político-ideológica que asume públicamente, entre otras linduras, la existencia en los piquetes de «grupos armados» para defenderse del gobierno democrático.

Es ya evidente que resulta imprescindible para la estabilidad del sistema institucional la consolidación nacional de un partido de centro derecha democrático capaz de representar, de manera sistemática, ordenada y sujeta a reglas constitucionales, a la «opinión pública«, hoy sólo constituida en su unidad y masividad por los medios de difusión. Medios que «representan» este vacío, no en tanto su trayectoria meramente ideológica que no es lo esencial -pueden convivir ahí desde Morales Solá hasta Tenembaum, que no interesa nada al punto que intentamos desarrollar acá-, sino en este sentido teóricamente menos pretencioso que divagar sobre la ideología de los medios, desde luego más acotado, pero muy preciso: dada la ampliación indefinida de las fronteras de negocios de los grupos económicos que son propietarios del plexo informativo nacional hacia actividades diversas -productivas, finacieras, etc.- actúan genuinamente como grupos económicos diversificados que, en su modalidad de «informar», reproducen y amplían intereses materiales concretos, los propios y los de su «cadena de valor», digamos, razón por la cual son refractarios a cualquier experiencia de reforma esencial que afecte de manera concreta sus intereses y/o la de sus socios.

Se trata de reconstruir entonces un espacio político electoral competitivo que se haga cargo de la demanda de seguridad y libertad económica, desaparición de la intervención estatal en la economía y otros temas clásicos de la agenda de centro derecha que no encuentran aún su lugar en el sistema partidario.

En este sentido, la consolidación del PRO es vital y muy favorable a la estabilidad institucional y a la modernización del sistema político argentino, cuya característica central es la ausencia de oposición política con capacidad de gobierno y la aparición espasmódica en su reemplazo de «la opinión pública», un mal sucedáneo de la necesaria, vital e institucionalmente estabilizadora consolidación de un partido de centro derecha democrática.

En sentido opuesto, el polo de centro izquierda, perdida la hegemonía kirchnerista del espacio, está hoy en disputa. Se alinean ahí varios actores: desde el actual oficialismo en parte sacudido por su propia práctica, hasta la Coalición Cívica en su versión más progresista -que la tiene y hay que buscarla- , o la eventual «alternativa Binner», con el agregado de otros espacios menores como el de las izquierdas más tradicionales o la izquierda populista que encabezan Solanas y Lozano y el ARI autónomo, que parecen más bien destinados a articularse con espacios progresistas mayores o, en su defecto, construir alternativas testimoniales a las dos grandes opciones que el sistema político nacional debiera construir y, para bien de todos, probablemente lo haga a mediano plazo. Atenta Gabriela…: ¡¡en 2009 hay que jugar!!

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