Lo que parecía una pequeña victoria del oficialismo en una de sus versiones, terminó en una crisis política que quedó planteada la semana pasada en la provincia de Córdoba, al reclamar Luis Juez un nuevo escrutinio de los recientes comicios para gobernador denunciando que hubo fraude a favor del candidato oficialista Juan Schiaretti, ganador por exiguo margen. La Docta volvió a ser escenario de mucha confusión, y así como antes de las elecciones la Casa Rosada pareció jugar dos caminos hacia la victoria, con el correr de los días los datos arrojan lo contrario: las dos opciones confluyen en un duro golpe para la estrategia oficial.
Es que Luis Juez y Juan Schiaretti se mostraban como aliados del poder de Kirchner, con respectivos apoyos de distintos miembros del gabinete. Al final el resultado que benefició al segundo, dejó al primero huérfano y gritando contra lo que cree que fue un fraude consumado. En definitiva, Juez se sintió traicionado por los hombres que dijeron respaldarlo desde la Casa Rosada.
Así fue que el conflicto se trasladó al seno del propio gobierno de Kirchner, ya que un sector respaldó a Schiaretti mientras otro apoyó la candidatura de Juez. Schiaretti, en declaraciones a una radio porteña, acusó a Alberto Fernández, jefe del gabinete de ministros de Kirchner, de «jugar con fuego», por supuestamente alentar el pedido de Juez de que haya un nuevo recuento voto por
voto de las elecciones del domingo.
Tanto Schiaretti como el gobernador saliente José Manuel de la Sota dijeron estar dispuestos a aceptar un nuevo escrutinio, pero no voto por voto, sino limitado a la revisión de los telegramas con que las autoridades de las 6.000 mesas electorales comunicaron el resultado de las votación del pasado domingo. Alegaron que un conteo voto por voto de 1.600.000 sufragios emitidos demoraría
mucho tiempo.
Juez, actual intendendte de la ciudad capital de la provincia, aseguró que «me robaron la elección» y se presentó ante la justicia electoral reclamando un nuevo escrutinio sufragio por sufragio. Acusó también al Correo oficial, que recibe los telegramas con los resultados provisorios, de estar involucrado en la supuesta maniobra en su contra.
El escrutinio de ese domingo fue sorprendentemente lento. Finalmente al día siguiente otorgó el triunfo a Schiaretti con el 37,06% de los votos, frente al 35,9% asignado a Juez. Luis Negri, de la Unión Cívica Radical (UCR), apoyado por los candidatos presidenciales opositores Roberto Lavagna y Elisa Carrió, obtuvo el 22.6% de los votos.
Los inconvenientes de Córdoba contrastaron con la celeridad con que se realizó ese mismo domingo el escrutinio en la vecina Santa Fe, donde triunfó el opositor Hermes Binner, primer socialista en ser elegido gobernador de una provincia argentina.
En el gobierno nacional pasaron cuatro días hasta que alguno de los referentes principales habló sobre el fenómeno de Córdoba: la consigna fue despegarse del conflicto, mantenerse prescindente, como si esa prescindencia hubiera existido durante la campaña en esa provincia.
Es que lo que importa ahora son las presidenciales, y el apuntalamiento de la candidatura de Cristina Kirchner. Todo lo demás parece no tener importancia, pero lo que también parece, es que la realidad podría demostrar lo contrario.
En el medio del desacierto, los obispos de la Iglesia católica de la provincia emitieron un comunicado reafirmando «la necesidad de esclarecer en el ámbito de la justicia lo que sea menester respecto a las dudas planteadas, lo que dará a la ciudadanía certezas que redundarán en la preservación de la paz social y en el fortalecimiento de las instituciones».
En Buenos Aires, Hebe de Bonafini, titular de la organización Madres de Plaza de Mayo, hizo un llamado a apoyar a los cordobeses que cuestionan las elecciones. «Todos conocemos a (Manuel) De la Sota», el actual gobernador de la provincia, de origen peronista. «Es un hijo de puta, un atorrante, un «facho» que toda la vida estuvo al lado de los milicos y ahora fabricó ese títere que hizo un fraude espantoso», dijo De Bonafini durante la tradicional caminata en la Plaza de Mayo.
Sobre la marcha en la capital provincial opinó que es «para decirle al país que Córdoba cambió, que ya no hay más quien los compre con un sándwich, que no hay más quien los compre con los punteros políticos, con una caja de comida o con un par de zapatillas».
Pero hay que esperar, a pesar del recuento, se cree que los nuevos resultados estarán en un plazo de
entre dos y tres semanas.