Nosotros y Ellos: El peronismo frente al embate tecnofeudal anarcocapitalista

“Trabajadores precarizados que han comprado el discurso de la cultura emprendedora cuando, en realidad, son menos que siervos de la gleba de las plataformas tecnológicas.” Por Juan Carlos Romero López

Primera parte

Mientras escribo esta nota, el gobierno anarcocapitalista de Milei anuncia nuevos aumentos de tarifas. Luz, gas y transporte golpearán aún más la ya maltrecha economía popular de los argentinos. Después de ocho meses de creciente perplejidad, las preguntas que surgen son: ¿cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué extraño sortilegio mantiene al pueblo argentino en un estado de inmovilidad pasmosa, en una conmoción y angustia pocas veces vividas, sin que asomen atisbos de reacción?

El experimento anarcocapitalista, prácticamente inédito en el mundo, supera día a día sus cotas de cinismo y crueldad. La oposición apenas existe, y hasta las voces más lúcidas se deslucen ante la impotencia de entender el fenómeno.

En este artículo que desarrollaremos en varias entregas semanales, intentaremos ofrecer algunas claves para entender lo que nos pasa y cómo salir de esta encrucijada democrática.

Breve repaso del mundo contemporáneo

La virtualidad ha ganado espacios crecientes, incluso en lugares impensados. Los libros físicos, que han tenido por siglos un carácter reverencial, cuando no sagrado, están siendo reemplazados por textos, imágenes y videos en otros sustratos, con diferentes medios de distribución y acceso, y por supuesto, con una forma de relacionarnos diferente.

Las noticias ya no provienen únicamente de las grandes agencias noticiosas, diarios o canales de televisión y radio. Ahora se complementan, potencian o compiten con individuos capaces de desarrollar audiencias y comunidades, a veces desde una falsa identidad o el anonimato. Los influencers, reales o ficticios, gozan de la impunidad que otorgan las redes, y las redes a su vez gozan de la impunidad que imponen a través de sus arbitrarios Términos y Condiciones. Este cóctel siniestro es propicio para el desarrollo de discursos de odio contra todo aquello o aquellos que no estén en sintonía con los intereses de los dueños, socios o aliados de esas redes.

Los ciudadanos viven en una pecera configurada por algoritmos que indican por dónde ir, qué comprar y hacia dónde dirigir la atención, sin oportunidad de ver más allá de su diminuto entorno y sin apreciar el vidrio que los separa de otras realidades, otros entornos u hábitats posibles.

Trabajadores precarizados que han comprado el discurso de la cultura emprendedora cuando, en realidad, son menos que siervos de la gleba de las plataformas tecnológicas. La oferta del tecnofeudalismo es menos generosa que la de los señores feudales del medioevo e incluso que la de los esclavistas de siglos pasados, que al menos alimentaban, bien o mal, a sus esclavos. Les han hecho creer a los expulsados del trabajo formal que, manejando un auto o una moto en una plataforma de entrega de comida a domicilio, son algo así como Elon Musk en potencia, en condiciones de establecer un imperio simplemente por disponer de la “libertad”.

Los Estados, generalmente comandados por gerentes corporativos o burócratas incapaces de ofrecer alternativas superadoras a las trampas y cantos de sirena de la nueva cultura virtual impuesta por los monopolios, no saben, no pueden o no quieren regular estas dinámicas, como sí han regulado siempre los medios de comunicación tradicionales.

Hay excepciones, por supuesto, y la creciente guerra cognitiva que se viene llevando a cabo entre los estados profundos de algunos países y las plataformas y redes ajenas a esos países lo demuestra. Lo que Facebook y Twitter (hoy X) han hecho en algunos países, direccionando elecciones, candidatos y tendencias, hoy es combatido, censurado, prohibido o perseguido, como en el caso de la prohibición de TikTok en algunos estados de los Estados Unidos, o la captura en Francia del titular y fundador de Telegram, Pavel Durov, por no aceptar regular los contenidos de su red social tal como ahora lo imponen las últimas disposiciones europeas. Y aunque Durov es ruso, no es un ferviente admirador de Putin ni mucho menos.

Durov ha sido un defensor de la libertad de expresión y la privacidad en línea, lo que le ha llevado a tener conflictos con varios gobiernos, incluido el ruso. A lo largo de los años, se ha mantenido como una figura enigmática y ha sido apodado «El Zuck ruso», en referencia a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook. Pavel Durov actualmente reside fuera de Rusia y es considerado uno de los jóvenes más influyentes en el mundo de la tecnología. Fue detenido el sábado 24 de agosto en el aeropuerto de Le Bourget, en el marco de una investigación judicial abierta el mes pasado en relación con 12 presuntas infracciones penales. Roma no paga traidores, Francia tampoco.

Milei, un presidente de la quinta ola

Si algo hay que reconocerle a Milei es haber interpretado como nadie el espíritu de la época que reina en el mundo desde hace al menos un lustro. Durante la pandemia, y una vez superada la misma, muchas cosas cambiaron en la forma en que los seres humanos nos relacionamos entre pares y con las instituciones y los medios de producción. La pandemia, en definitiva, aceleró el ingreso de gran parte de la humanidad en la quinta ola tecnológica. Veremos por qué el presidente argentino se convirtió en el más preclaro exponente de un liderazgo malsano, a nuestro juicio, montado sobre lo peor de la quinta ola.

¿Qué es la Quinta Ola Tecnológica?

La Quinta Ola Tecnológica se refiere a la convergencia de varias tecnologías avanzadas que están emergiendo simultáneamente, creando un ecosistema de innovación sin precedentes. Esta ola se caracteriza por el desarrollo y la integración de la inteligencia artificial (IA), la robótica avanzada, la biotecnología, la computación cuántica, el internet de las cosas (IoT), la realidad virtual y aumentada (VR/AR), y la energía renovable, entre otras. A diferencia de olas anteriores, que estuvieron dominadas por una o dos tecnologías clave, la quinta ola está marcada por la interacción y sinergia entre múltiples tecnologías.

Milei, cuyo interés personal pasa más por convertirse en un político influencer global, un rock star del anarcocapitalismo de la quinta ola que, en un estadista al servicio de su patria y de su pueblo, ha sabido interpretar algunos de los entramados culturales que subyacen en la quinta ola, como lo es el individualismo extremo. Hoy, gracias a la IA y al big data, la personalización de productos y servicios alcanza nuevas cotas. Desde la medicina personalizada hasta el marketing dirigido, las empresas podrán ofrecer soluciones hechas a medida para individuos y grupos específicos. El individualismo como paradigma deseable para todos. Lejos queda la frase «la patria es el otro» en este esquema falso de supuestos beneficios para todos, dado que lo que ofrecen las empresas de esta quinta ola son los beneficios “maravillosos” de la personalización solo para aquellos que puedan pagarlos, aunque esta es la letra chica del contrato que muchos se niegan a ver.

Otro de los sustentos filosóficos de la quinta ola es el transhumanismo, la supuesta maravilla que la conjunción hombre-máquina nos llevará a estados hasta ahora impensados de longevidad, juventud eterna y calidad de vida, y por qué no, a la inmortalidad, dado que la IA no solo está mejorando la eficiencia de los dispositivos computacionales, sino que también está potenciando avances en biotecnología, como en la edición genética. Resulta claro entonces por qué Milei no ha tenido pudor en clonar a sus perros.

El humanismo en la doctrina peronista

El humanismo es un pilar central en la doctrina peronista, reflejando su compromiso con la dignidad y los derechos de todos los seres humanos. Juan Domingo Perón, fundador del movimiento, concibió el peronismo como una ideología profundamente arraigada en los valores de la justicia social, la igualdad y la solidaridad.

En el marco del peronismo, el humanismo se manifiesta en la idea de que el Estado debe servir al ser humano, protegiendo y promoviendo su bienestar integral. Esto se traduce en políticas que priorizan el acceso universal a la salud, la educación y el trabajo digno, pilares fundamentales del «Justicialismo», que busca equilibrar las necesidades individuales con el bien común.

Además, el humanismo peronista promueve la integración social y establece un paradigma de cohesión social virtuosa a través de las organizaciones libres del pueblo.

Continuará.

Portada: imagen de «Tiempo Líquido», de Salvador Dalí

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