No hay felicidad completa

El Frente Amplio logró un gran triunfo en los comicios del pasado domingo, pero no pudo evitar el balotaje. Mujica-Astori enfrentarán al «partido rosa», pero la alianza de blancos y colorados no mete el miedo de antaño: sumados sus votos de primera vuelta no alcanzan la cifra lograda por el oficialismo. La decisión popular de no revisar el terrorismo de Estado abre un interrogante sobre un electorado que, a la vez, eligió a la centroizquierda por segunda presidencial consecutiva.

Una semana atrás la ciudad de Montevideo era escenario del cierre de campaña de los principales partidos del Uruguay. Más allá de los orígenes ideológicos de cada una de las expresiones políticas, la metodología utilizada fue muy similar en todas; actos y caravanas por toda la geografía oriental.

Así el partido Nacional, “la opción segura” como se presentaban en sus spots publicitarios, realizó una caravana con un acto de cierre en el departamento de Maldonado, lindante con la capital oriental.
El partido Colorado en tanto repetía la fórmula de los blancos con una caravana que empezó en Canelones y concluyó en el centro montevideano. El candidato colorado a la presidencia, Pedro Bordaberry, peleaba por recuperar a su partido luego de las elecciones del 2004, cuando obtuvieron el peor desempeño de su historia. Con poco decoro festejaban su crecimiento durante los últimos días de campaña afirmando que mientras los blancos y frenteamplistas perdían votos, el partido encabezado por el hijo del dictador, crecía. Menos decoroso fue el slogan con el que trabajaron su postulación, promoviendo que los colorados eran el único partido que permitía votar 2 en 1; votando a Pedro Bordaberry a la presidencia también se lo votaba a senador nacional…todo un gesto político.

Por su parte, el Frente Amplio, tras una semana de actos multitudinarios, que según muchos uruguayos, solo comparables a las caravanas que se realizaban para recibir la llegada de los exiliados de la dictadura militar, también cerró la campaña tiñendo el centro montevideano de rojo, azul y blanco.

A pesar de las demostraciones de fuerza y de la masiva aprobación del saliente Tabaré Vázquez, lo que una semana atrás prometía ser una fiesta para el oficialismo oriental, no pudo concretarse, al menos por ahora. Si bien el progresismo hizo una gran elección, no le alcanzó para coronarse en la primera vuelta, postergando hasta el 29 de noviembre la posibilidad de continuar en el poder de la coalición encabezada hoy por Pepe Mujica.

Radiografía de las elecciones

Los cómputos finales de las elecciones del 25 arrojan que el Frente Amplio, con la fórmula Pepe Mujica-Danilo Astori, se impusieron en el escenario nacional con el 47.49% de los votos. El partido Nacional, que llevó a Luis Lacalle como candidato a la presidencia, resultó segundo con el 28.53% de los electores. En tercer lugar, los colorados lograron la adhesión del 16.66% del padrón habilitado para votar. En cuarto lugar se ubicó el Partido Independiente, que se alzó con el 2.44% de los sufragios.

Una mirada sobre todo el territorio permite una lectura más profunda sobre como se definieron los diferentes departamentos orientales, en la elección del próximo presidente y cuales son los escollos a sortear para imponerse en la segunda vuelta de noviembre. En lo relativo a la distribución de los triunfos, el FA se impuso en 11 distritos (en siete de los cuales acusó una ventaja mayor a los 19), mientras que los blancos hicieron lo propio en 8.

Si bien históricamente el FA tuvo dificultades para hacer mella en los distritos del interior del Uruguay, el saldo de estas elecciones demuestra mayor receptividad para con la propuesta progresista. Así la centroizquierda se impuso en toda la zona perimetral del Uruguay, compuesta por los departamentos costeros y litoraleños; a saber: Salto, Paysandú, Río Negro, Soriano, Colonia, San José, Canelones, Montevideo, Maldonado y Rocha se volcaron masivamente a apoyar al FA. La excepción fue el departamento de Artigas en el que ganaron los blancos. Entre las buenas noticias está el batacazo frenteamplista en Montevideo, donde sus electores llegaron casi al 56%.

Los blancos consiguieron nuevamente imponerse en el corazón geográfico del Uruguay, territorio históricamente hegemonizado por el Partido Nacional. Al nombrado departamento de Artigas se suma Rivera, Tacuarembó, Flores, Durazno, Florida, Lavalleja, Treinta y Tres y Cerro Largo.

Los colorados por su parte, festejaron el resultado obtenido a la vez que anunciaron su apoyo al Partido Nacional para la segunda vuelta a fines de noviembre.

Con respecto al escenario parlamentario, a pesar de los pronósticos, el actual oficialismo logró mantener la mayoría absoluta en ambas cámaras. Así la cámara baja, compuesta por 99 escaños, estará conformada por 50 diputados de centroizquierda, 30 blancos, 17 colorados y 2 del Partido Independiente. En el senado se repite proporcionalmente la misma distribución, con 16 senadores del FA, 9 blancos y 5 colorados.

De mantenerse la tendencia de la primera vuelta, la suma de los votos de blancos y colorados, no alcanza para ganarle a los votos obtenidos por el FA. A pesar de esto, sin prisa pero sin pausa, los dirigentes progresistas se aprestan a realizar alianzas necesarias para garantizar los dos puntos y medio que los separa de un segundo mandato. Lo insólito será el protagonismo del Partido Independiente, espacio que a más allá de los resultados marginales obtenidos, será clave en la resolución del balotaje.

Los plebiscitos

Si hubo algo sorpresivo el 25 fueron los resultados de los plebiscitos que se realizaron en paralelo a las presidenciales. En estos se decidía, por un lado, si se modificaba la cláusula por la cual hoy los uruguayos residentes en el exterior (algo más del 40% de los nativos orientales) están inhibidos para votar desde fuera del territorio nacional. Al mismo tiempo se volvía a votar si la “Ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado”, tal como se conoce a la ley que da impunidad a los terroristas de Estado uruguayo, seguía en vigencia o permitía el avance de los juicios contra los militares violadores de los derechos humanos.

Los dos plebiscitos fueron rechazados por la mayoría de los uruguayos.

El 63.07% de los uruguayos se mostró en contra de que sus compatriotas residentes en el exterior puedan ser participes electorales de la vida política oriental. Si bien este no era el plebiscito más esperado, el golpe vino por el resultado del otro plebiscito. Más de la mitad de los uruguayos, el 52% de los votantes, se definió contrario a reabrir las causas contra los militares golpistas. Llama la atención que, pasados 20 años desde el primer intento de anulación, gobierno progresista por medio y un segundo posible en camino, un pueblo que ha demostrado hacer uso de este tipo de herramientas para definirse en contra de la privatización de las empresas públicas se posiciones en contra de anular una ley de impunidad. Quizá este sea un llamado de atención para el FA, pero también para otros gobiernos de la región, sobre la necesidad de buscar formas novedosas de interpelar a la sociedad, intentando operar sobre las nuevas formas de interpretar los antagonismos sociales, incluso a riesgo de dar por cerrado procesos y reivindicaciones sentidamente dolorosas y constituyentes de las fuerzas políticas populares del continente.

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