El pasado 19 de junio ganó, por primera vez en la historia de Colombia, un gobierno de izquierda. Gustavo Petro, electo como futuro presidente, fue el único candidato opositor en llegar vivo a las elecciones y ganarlas. El historial de opositores era muy poco alentador:
- Jorge Eliécer Gaitán: asesinado el 9 de abril de 1948. Jefe del Partido Liberal Colombiano.
- Luis Carlos Galán: asesinado el 18 de agosto de 1989. Candidato a presidente por el Partido Liberal.
- Bernardo Jaramillo Ossa: asesinado el 22 de marzo de 1990. Candidato a presidente por la Unión Patriótica.
- Carlos Pizarro Leongómez: asesinado el 26 de abril de 1990. Candidato a presidente por la Alianza Democrática.
Junto a Petro, ex guerrillero del M-19, se pudo ver en esta campaña a la figura de la segunda vicepresidenta mujer afrodescendiente electa de Latinoamérica: Francia Márquez. Negra, feminista, ambientalista, abogada, oriunda de la Colombia profunda, hija y nieta de agricultores y mineros, defensora y representante de “los nadies”.
Escucho en la radio una entrevista que le hicieron desde la BBC. La periodista le pregunta quiénes son esos nadies que ella nombra y repite y vuelve a nombrar, esos sujetos que no tienen identidad para la élite de Colombia, esos que fueron eje central en su campaña. Francia contesta:
“Los y las nadies son los que viven siempre con impotencia, en medio del olvido, con necesidades básicas insatisfechas y sumergidos en el conflicto armado. Son los que tienen miedo, los que están todo el tiempo prevenidos porque en cualquier momento se dispara la violencia. Son los que sufren el olvido histórico. Son los que no tienen agua potable, los que no tienen servicio de electricidad ni conectividad. Los que tienen que caminar kilómetros para llegar a las escuelas, los que se mueren en el camino porque los centros de salud les quedan demasiado lejos. Esos son los y las nadies”.
Ella viene de ahí. Nació en La Toma, Cuaca, tierra llena de ríos, de agua. Fue madre soltera a los 16 años. Trabajó como minera, vendedora de hortalizas y empleada doméstica. Estudió Derecho en la Universidad Santiago de Cali. Para ir a cursar, algunas mañanas tenía que elegir en qué usar el dinero: si para desayunar o para pagar el pasaje de bondi. En el 2018 ganó el premio medioambiental Goldman, algo así como el Premio Nobel “verde”, por su lucha contra la minería ilegal y contra las multinacionales mineras que contaminaron todos los ríos de su tierra (que ejerce desde sus quince años). En el 2020 se recibió de abogada.
El eslogan de Francia Márquez Mina siempre fue “Soy porque somos”. Su apuesta política viene con una gran carga de filosofía africana detrás. Ubuntu es una palabra de origen africano, proveniente de las lenguas zulú y xhosa. En nuestro idioma, tiene múltiples traducciones, tales como “Humanidad hacia los otros”, “El bien común es el bien propio” o, la que eligió Francia, “Soy porque somos”. Es una filosofía de vida, una ética moral basada en la comunidad, en las relaciones, en el concepto de totalidad entre humanxs y la naturaleza. Alguien con Ubuntu crece cuando otra persona es capaz, y decrece cuando otra persona es humillada, sufre si un río es contaminado, y se potencia si un árbol es plantado: se concibe como parte de un todo.
Pienso en la ruptura de paradigma que eso supone para un país cargado históricamente de extrema violencia, conflictos armados, desaparecidos, asesinatos, masacres como hechos cotidianos. De hecho, hasta el año 2010 aproximadamente, el Ministerio de Defensa incentivaba con plata, nombramientos y honores a los militares a que mataran la mayor cantidad posible de integrantes de las guerrillas. Estos militares, alentados por el gobierno, asesinaron miles de civiles: los hacían pasar por guerrilleros y los declaraban como “bajas”. Esta masacre es conocida en Colombia como el caso de los “falsos positivos”. Hasta febrero de 2021, se calcula que son 7.000 desaparecidos. Aún no se sabe dónde están.
En más de doscientos años de independencia, sólo cuarenta y siete familias gobernaron en el país. Todas conservadoras. Todas blancas. Siempre estuvo instalado el relato de que no valía la pena luchar, que era imposible ganarle a la derecha, que el resto era una minoría. Francia Márquez lo creyó mucho tiempo: “Nos sometieron. Yo no era una política hasta hace poco, era una líder social. Pero me cansé de no ver cambios”.
En marzo de este año, se realizaron las interconsultas partidarias en Colombia. Francia Márquez Mina fue la gran sorpresa en la consulta interna de la izquierda, al sacar más de 783.000 votos. La lideresa negra obtuvo la segunda votación más alta de ese sector, y superó en votos al candidato que ganó la consulta de Centro, Sergio Fajardo. La abogada resultó ser la tercera candidata con más cantidad de votos. En las interconsultas, se presentó como una fuerza que podía hacer que el candidato Gustavo Petro la tenga en cuenta a la hora de elegir su fórmula a la vicepresidencia. Así lo hizo. Y así ganaron.
Hasta ese momento, Francia Márquez era una política “marginal”. En otra entrevista, relata que fue ignorada en diversos espacios, países, programas de televisión. No la invitaban a los debates, no formaba parte del radar de los medios. Descreían de su figura a pesar de que ya desde el año pasado era candidata a presidenta. Cuenta: “En el 2021, le pedí a una de las mujeres más destacadas del feminismo en Colombia que me ayudara a realizar una propuesta de mandato nacional feminista, para presentar como programa en el gobierno. Me dijo que lo iba a pensar: la esperé en vano, nunca más se comunicó. Recién apareció cuando yo llegué a la primera vuelta en la interconsulta y saqué esa cantidad de votos. Recién ahí me llamó para decir que quería participar del mandato feminista. Mi conclusión es que ella no creyó en mí. Básicamente, por ser una mujer negra. No sólo alcanza con ese tipo de feminismo, lo importante es la interseccionalidad. No todas las mujeres, por ser feministas, apoyan a las mujeres que están más abajo en la olla”.
El domingo de las elecciones vi algunas imágenes en la tele. Vi gente yendo a votar en lanchas. Vi gente yendo a caballo. A burro. A botes. A pie. Gente de la Colombia profunda que, por primera vez en mucho tiempo (para ser específica, 214 años), se vio representada en una candidata. Comunidades afrodescendientes, pueblos originarios, personas por las que nunca nadie dio un peso en aquel país. Los nadies reconocieron a una de los suyos queriendo llegar al poder. Los nadies cambiaron masivamente los resultados de las elecciones. Los nadies demostraron no sólo tener caras: ese domingo, tuvieron el poder.
El camino no va a ser fácil. La fórmula Petro-Márquez tendrá tres ejes estructurales: el Acuerdo de Paz, aquel por el cual votó todo el país y el resultado fue positivo (lograr un tratado de paz entre las guerrillas y el gobierno), la justicia social (Colombia es uno de los países con más desigualdad e inequidad del planeta) y la crisis ambiental. Seguramente la gestión tenga muchísimas trabas, dificultades y falencias. Romper con una estructura de más de 200 años no alcanza con 4 años. Pero no por eso hay que evitar arrojar luz al hecho histórico de que, por primera vez, ganó la izquierda. Me quedo con lo que dijo una periodista colombiana el otro día en la radio: “Este tipo de felicidad es una sensación que nunca sentí. No sé cómo describirla. Hoy, sólo puedo sonreír”.