Muchos caciques y pocos indios

Que la derecha argentina está fragmentada no es ninguna novedad, pero que los llamados de unidad provengan del derruido menemismo, es señal más que evidente de que no está pasando por su mejor momento. Basta con escuchar al diputado justicialista Adrián Menem llamando a conformar una oposición «compacta» integrada por dirigentes de centroderecha y peronistas para «complicar» el panorama del oficialismo en las próximas elecciones presidenciales. Antes y después de la última marcha convocada por Juan Carlos Blumberg, el panorama pre-electoral de la derecha no logra evitar la palabra más temida desde sus comienzos: Alianza.

Faltan catorce meses para los próximos comicios nacionales, y en la medida que los tiempos de campaña se acercan, el establishment argentino busca por todos los medios encontrar una fórmula genuina que le permita enfrentar al gobierno de Néstor Kirchner.

Aún no está confirmado si el ex ministro de Economía Roberto Lavagna se presentará como candidato a presidente de un arco opositor, con la Unión Cívica Radical como “columna vertebral”, pero lo cierto es que el binomio compuesto por el empresario Mauricio Macri y el economista Ricardo López Murphy se esfuerza por sostener un bastión genuino de derecha frente al atractivo que la figura de Lavagna despierta sobre una gran porción del electorado que antes los prefería como mejor opción.

La emergencia de Lavagna como candidato opositor no ha logrado aún concentrar al arco de derecha y por el contrario, Macri y López Murphy intentan mantenerse independientes de los entusiasmos que concita la sugerente actitud electoral que hasta ahora ostenta el ex ministro de Kirchner.

Ya es tiempo de sondeos en todos los distritos. Gobierno y oposición miden a sus eventuales candidatos y arriesgan posibilidades. Los diarios se pueblan de especulaciones y en las trincheras de cada fuerza se van definiendo las correlaciones internas, pero aunque la derecha argentina se encamina a dirimir algo parecido a una alianza opositora que enfrente a Kirchner, sus posibles candidatos aun no pueden esbozar un programa de gobierno frente a la población.

Esta ausencia no sólo es un obstáculo para lograr una fuerza de oposición que construya un partido que articule esas propuestas a la hora de gobernar, sino que demuestra que aún no está claro a qué sectores del establishment representan y qué medidas de ajuste y qué tipo de Estado llevarían adelante si ganaran. Es natural que muchos de los aliados políticos y económicos que los acompañarían estén esperando el pronunciamiento de Lavagna.

Esa ausencia de definiciones de Macri y López Murphy quizás sea una salida decorosa para no quedar pegados a los recuerdos aún recientes del menemismo. Revelar lo que verdaderamente harían si derrotaran a Néstor Kirchner en las próximas elecciones, podría resultar piantavotos, así es que por ahora los hombres de Propuesta Republicana, la alianza que López Murphy comparte con Mauricio Macri, hacen eje en la inseguridad y en repetir las principales demandas de la clase media, aunque tengan que cruzar los dedos debajo de la mesa para simular coincidencias que en otro momento jamás aceptarían.

Por lo pronto, aún queda pendiente saber si pueden resolver con éxito la relación futura con la estructura nacional de la UCR, que aun desarticulada y habiendo perdido sus votantes cautivos en los distritos electorales más importantes, sigue siendo necesaria para cualquier fuerza que aspire a confrontar con el PJ y en especial si la necesidad los obliga a aliarse con Roberto Lavagna.

La necesidad se torna más patente si las especulaciones recorren las posibilidades de segunda vuelta. El día anterior al acto de Blumberg, cerca de Lavagna intentaron explicar la estrategia para conformar una amplia «coalición de partidos» de la oposición con el objetivo de generar una «polarización» con la «concertación» que intenta armar Kirchner.

Como resta tiempo para el comienzo de la etapa caliente previa a la campaña, los allegados a Lavagna niegan que existan conversaciones con el macrismo y sectores del frente de centroderecha PRO, pero a la vez reconocen que la posibilidad de una alianza «no es imposible» si, llegado el momento, las encuestas muestran que para llegar al menos a una segunda vuelta, es necesario sumar a sectores que hoy (ellos mismos) se ubican en polos ideológicos casi opuestos. Es indudable que los principales obstáculos que tiene Lavagna para cerrar un virtual acuerdo con Macri es el posicionamiento de los candidatos. Él y Macri son «eventuales» candidatos a presidente por sus respectivas coaliciones, pero la inocultable y casi irrevocable postura de la UCR a compartir un espacio político con el empresario y diputado de PRO marca la cancha y se las complica.

Los lavagnistas no están tan lejos de Macri y junto a ellos también están los diputados del grupo El General de origen duhaldista, que nunca dejaron de tener contactos e incluso compartieron proyectos y posturas en la Cámara Baja-. Los voceros del ex ministro, repiten a quien quiera creerles que «hoy no hay posibilidad» de un acuerdo electoral con la «derecha», pero sería bueno dudar de esas aseveraciones luego de escuchar de los mismas fuentes que no descartan una alianza a futuro «si la sociedad lo define».

El peso de las encuestas y la necesidad de consolidar una convocatoria que les dé peso, puede hacer que, con el pretexto de «coincidir en una propuesta programática», trate de impostar un frente de centro progresista que los allegados a Lavagna no descartan en privado, aunque públicamente hablen primero de conformar su «concertación alternativa» junto a los partidos que decidan unirse detrás del ex ministro, como es el caso de peronistas ex duhaldistas, la estructura formal de la UCR y del MID.

Cuando hayan dado este paso, las cercanías con Macri podrían ocurrir antes de las elecciones… o en segunda vuelta.

Los tiempos han cambiado y la historia reciente demuestra que se pueden ganar elecciones sin partidos políticos, pero después no se puede gobernar sin ellos y éste es el desafío central que enfrentan, y al que están tratando de responder para no generar una experiencia similar a la Alianza, pero de distinto signo ideológico.

Sin embargo, el esquema que comparten el diputado nacional por el PRO Mauricio Macri y el titular de RECREAR Ricardo López Murphy cuenta con un tercer socio: el gobernador de Neuquén Jorge Sobish, representante de una derecha más desembozada que mantiene acuerdos tácticos con Macri y que no coincide mucho con el ex ministro de Fernando De la Rúa. Quizás por eso el macrismo y el “sobischismo” están haciendo los «máximos esfuerzos» para que la sociedad entre ellos no se rompa, aun cuando el gobernador neuquino tiene por delante dos desafíos: el ordenamiento de su
partido en la provincia y su aspiración presidencial para el 2007.

Buenos Aires – Neuquén sin escalas

Las tensiones por la fragmentación, obligan a los operadores a reincidir en la palabra menos deseada: Alianza. «Tengo mandato para hacer que la alianza se mantenga vigente ahora y en el futuro», aseguró Néstor Grindetti, designado por Mauricio Macri para sostener conversaciones con el Movimiento Popular Neuquino (MPN) -liderado por el gobernador Jorge Sobisch- y avanzar hacia un acuerdo electoral.

No obstante, y aun cuando Compromiso para el Cambio (CPC) defiende categóricamente el «activo» trabajo en común de las segundas líneas de Macri y Sobisch, el gobernador neuquino carga con definiciones clave en el seno del MPN y un todavía incierto destino electoral en el 2007.

El macrismo repite que, sea cual fuere el destino político de Sobisch, está «intacto» el interés por mantenerlo como socio del espacio, pese a los históricos reparos del otro líder de PRO, Ricardo López Murphy. «Es un animal político joven, al que no podemos ver yéndose a su casa», dicen de Sobisch los macristas más entusiasmados con la
idea de sellar formalmente una alianza con el mandatario neuquino.

Pero las ambiciones de Sobish no se contentan con una alianza común de toda la derecha. Al contrario: él quiere liderarla y sino, dice que aún piensa ser candidato a presidente. Quizás por eso ya arregló que su sobrino y ex funcionario de su gobierno, Rodrigo Salvado, se mude en estos meses a Buenos Aires para afianzar la estrategia de su campaña presidencial. Mientras tanto, el macrismo estructura una junta promotora en Neuquén «supeditada a un posible acuerdo estratégico» a futuro con Sobisch.
«No vamos a hacer nada que no sea de común acuerdo», se atajó un dirigente cercano a Macri, quien no descartó que Sobisch le deje un lugar en su lista legislativa a algún postulante de CPC.

Pero como el espanto sigue siendo la principal fuerza que unifica a la derecha, la “coalición de centroderecha” ya dejó abierta la posibilidad de armar «una gran coalición opositora» que incluya al lavagnismo, aunque no dejan de ratificar que «por el momento» irá a los comicios de 2007 con «candidato propio».

A esta altura de las circunstancias, frente al mutismo de Lavagna sobre su candidatura presidencial, pareciera que los mensajes de la alianza de derecha hacia el ex ministro fueran para que no se baje, más que para oficialice su postulación.

Pero las señales fraternas sólo son para Lavanga, no para el radicalismo. Los voceros de esta alianza de derecha se apresuraron en contestar al ex presidente Raúl Alfonsín, referente del radicalismo que motoriza la candidatura presidencial de Lavagna y que le recomendó al jefe de Recrear, Ricardo López Murphy, volver a radicalismo para no hacer «una pésima elección».

Fiel a su discurso ambiguo, el líder Compromiso Para el Cambio (CPC), Mauricio Macri, ratificó que «por el momento» PRO se presentará en las elecciones generales «con candidato propio» y señaló que no tiene previsto ninguna alianza con Alfonsín, quien lo dejó afuera de un acuerdo electoral por considerar que encarna un proyecto «centroderechista».

Macri dijo respetar la «opinión» de Alfonsín, pero devolvió: «El tema es quién ha definido que quiere hacer alianza con Alfonsín. Nosotros vamos avanzando en nuestro proyecto, así que lo que haga Alfonsín es problema de Alfonsín», sostuvo y recordó que «no está en los planes» hacer nuevas alianzas; «PRO ha decidido ir con candidato propio». La insistencia no es casual.

Luego de emular una conducta partidaria, Macri se apresuró en advertir que «hay que tener mucho cuidado» con otras experiencias aliancistas, en obvia alusión a la coalición UCR-Frepaso que gobernó el país entre 1999 y 2001; pero aclaró que la política de alianzas “se analizará en el congreso de PRO a realizarse el próximo 12 de agosto”.

Ni más ni menos que una argucia a fin de ganar tiempo para adaptar los consensos al dictamen de las encuestas, que por ahora ubicarían a López Murphy como candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y posiblemente a Mauricio Macri como candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, una opción surgida luego de conocer los buenas cifras que arroja en el conurbano bonaerense.

Blumberg: de Plaza de Mayo a La Plata

A eso se agrega la posibilidad de contar con un aliado sumamente favorable: Juan Carlos Blumberg, padre de Axel, un joven de 23 años secuestrado y asesinado en marzo de 2004, que luego de la muerte de su hijo se transformó en referente del arco más conservador de la provincia y cuyas principales banderas son la mano dura, la reforma de las leyes para endurecer el castigo de los delitos y la reducción de la edad de imputabilidad de menores.
Luego de la convocatoria organizada por Blumberg (con el giño y apoyo de todas las fuerzas de derecha), ya nadie niega que este hombre se ha transformado en su referente electoral para la Provincia de Buenos Aires.

De hecho, el macrismo pretende que Blumberg encabece la fórmula para gobernador de la provincia de Buenos Aires por el sector, y aunque el empresario se irrita cuando se le consulta por esa posibilidad, tampoco la rechazó de plano en sus declaraciones a la prensa.

Se avecinan meses cargados de contiendas pre-electorales y la plaza convocada por Blumberg no es ajena a esa dinámica. Quizás así se pueda comprender mejor que hasta el menemismo llame a viva voz a conformar una alianza entre (el ex presidente) Carlos Menem, (el gobernador de Neuquén) Jorge Sobisch, (el ex ministro de Economía) Roberto Lavagna, (el diputado por el PRO) Mauricio Macri, y (el titular de RECREAR) Ricardo López Murphy».

Ya sólo es cuestión de tiempo para que una derecha que dice ser de centro, incluya el apellido de Blumberg en la nómina de candidatos contra Kirchner

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