«Muchas veces la tecnología es como un espejito de colores»

Entrevista al especialista en telecomunicaciones Emmanuel Jaffrot
Foto: Georgina García
Foto: Georgina García

El pasado 17 de mayo, el gobierno anunció el Plan Federal de Internet, una iniciativa que busca conectar a 1200 localidades y que se apoya sobre la infraestructura del plan Argentina Conectada, lanzado en 2010. En el anuncio, el presidente Mauricio Macri afirmó que «No existe igualdad de oportunidades sino puede haber acceso a Internet para todos». La frase, transparente como una verdad universal, encierra también la modulación de un relato que supo expandirse entre ciertos sectores de la clase política y que el frente Cambiemos asumió casi como una prédica fundamental: una fetichización de la tecnología como promesa redentora, y que puede abarcar tanto desde el intento de un diálogo “directo” a través de Snapchat, el uso bondadoso de datos privados para fines de comunicación política o la fe panglossiana y tozuda en el voto electrónico. Emmanuel Jaffrot es doctor en telecomunicaciones por la Ecole Nacional Supérieure des Telecommunications de Paris. En 2008, poco después de llegar a la Argentina, se puso al frente del diseño técnico del sistema de Televisión Digital Abierta y del plan Argentina Conectada y observó, en primera persona, las posibilidades y los límites del cruce entre Estado y tecnología. En esta entrevista habla de la necesidad de definir políticas públicas en materia digital, indaga sobre la continuidad de planes como la Red Federal de Fibra Óptica o la infraestructura de Arsat y alerta sobre los riesgos ligados al manejo de los datos privados. «La tecnología nunca es neutral».

 

¿Cómo llegaste a involucrarte en el desarrollo de la Televisión Digital Abierta y el programa Argentina Conectada?

Yo llego a la Argentina en 2006. Además de ser investigador en telecomunicaciones, trabajaba en una escuela de ingeniería, una de las diez mejores de Francia. Cuando llego, empiezo a trabajar en la Universidad de San Martín. En 2008 me llama el rector, Carlos Ruta, porque el Ministerio de Planificación les había pedido a las universidades meterse en el tema de la televisión digital para dar apoyo técnico a un proyecto que entonces no existía. Enseguida empiezo a trabajar sobre un informe técnico para la elección de la norma, y en agosto de 2009 se firma el acuerdo con Japón y Brasil y se crea el Consejo Asesor de Televisión Digital. De inmediato me encuentro a cargo de la parte técnica del proyecto, no del despliegue, sino de la planificación territorial. Desde un principio se le dio una impronta pública muy fuerte, lo cual me parece totalmente adecuado porque es el discurso con el que me crié. En Francia la televisión de aire es un servicio público, es el Estado el que garantiza el derecho de acceso. Después, cuando empezamos a mirar el sector de las telecomunicaciones, vimos que el Estado no era un actor del mercado, y claramente había una desigualdad muy importante en el acceso a internet a nivel territorial. La disparidad de precios era increíble. Entonces decidimos armar una red estatal para garantizar el mismo precio en todos lados, porque sino decimos que el acceso a internet es un derecho y económicamente no lo es. De esa constatación nació la idea de crear una Red Federal de Fibra Óptica, una infraestructura que sea la columna vertebral de una política pública de acceso a la información. Obviamente en la columna vertebral no están los brazos, ahí no llego a la casa de cada uno, lo cual es todo un trabajo posterior y en paralelo, que también lo hicimos, y que no se terminó de trabajar a nivel local, para incentivar y ayudar a pymes y cooperativas a armar una red de última milla.

«Cuando empezamos a mirar el sector de las telecomunicaciones, vimos que el Estado no era un actor del mercado, salvo ARSAT a nivel satelital, y claramente había una desigualdad muy importante en el acceso a internet a nivel territorial»

¿En qué estado se encuentra hoy la TDA?

Hoy estamos en un momento complejo porque no tenemos mucha información de lo que va a pasar. Hay mucha incertidumbre, incluso en las decisiones que se toman, respecto también al uso del espectro, que como todos sabemos es un bien escaso cuya administración la tiene el Estado en representación de todos nosotros.

 

Algo que no siempre fue así

En todos los países es así, salvo en la Argentina cuando Thales Spectrum lo estaba manejando. Eso fue una aberración histórica y política. El Estado es el que está a cargo de administrar y otorgar los usos, de definir para qué se va a usar y quién lo puede usar y para qué fin. La tecnología nunca es neutral. Toda tecnología está concebida con un fin político. La político puede ser con vista a lo comercial o con vista a otras cosas.

 

¿Te referís a una mirada pública?

Puede haber mirada pública para adentro y mirada de espionaje para afuera. En tecnología de televisión digital espionaje mucho no hay porque no hay canales de interacción pero tenés intereses económicos. Para alejarnos un poco de televisión digital, es muy interesante mirar cuáles son los mayores productores de tecnología a nivel internacional y cuáles son los países que tienen los mayores servicios secretos del mundo. Con alguna excepción, son los mismos. No es secreto que cuando una empresa argentina compra un equipo Cisco o un router para poner en su red eso pasa por una oficina que depende de la NSA antes de llegar a la Argentina. Y los chinos hacen lo mismo, los israelíes y los franceses también. Entonces uno tiene la sensación de que estamos en una guerra internacional a nivel económico, que no puede funcionar si no hay recolección de información por parte de la competencia o de los propios clientes. Siempre el equipo tiene alguna puertita de atrás, aunque te digan lo contrario.

 

Foto: Georgina García
Foto: Georgina García
La idea de una política soberana en relación con las tecnologías es un debate que en los últimos años intentó hacerse un lugar en la agenda pública en América Latina. Por ejemplo, el proyecto de Marco Civil en Brasil o las discusiones alrededor de la neutralidad de la red. ¿Cómo ves ese debate hoy, qué perspectivas hay en el caso argentino?

Para contestar tanto en el contexto argentino como brasileño, creo que la política define esas cosas. Y hoy estamos para atrás con respecto a eso. El concepto de neutralidad de la red a mí no me gusta porque no lo entiendo, cuando escuchás a una empresa hablar de neutralidad de la red entienden una cosa, cuando lo planteamos desde el lado de los usuarios es otra. No tiene una definición única. A mí me gusta más hablar de cómo concebimos un mercado de telecomunicaciones. La vieja ley de la época de los militares y sus modificaciones en el gobierno de De la Rúa, en particular el decreto 764, fija un marco regulatorio que coloca a las empresas privadas proveedoras de servicios en el centro del tablero. Todo el ecosistema se construye alrededor de ellas. Y el usuario final queda sin muchos derechos y como una suerte de mal necesario. Para mí en lugar de hablar de neutralidad de la red, de esa relación rara que planteaba el 764, hay que poner en el centro del tablero al usuario final, que en definitiva es el sujeto de derechos. La empresa privada también es sujeto de derechos, pero el problema es que la empresa privada no solo hace plata con lo que le paga el usuario, sino también con toda la información que maneja. “Si el servicio es gratuito, el producto sos vos”. Con lo cual, en lugar de hablar de neutralidad de la red, tenemos que hablar de derechos, de seguridad de la información, pero seguridad de la información para el usuario y para el Estado.

 

¿En ese sentido qué opinión te merece la decisión de ceder la base de datos de Anses a Jefatura de Gabinete? ¿Cómo ves, a nivel local e internacional, la cuestión sobre la protección de datos personales?

Que el Estado tenga una información o para fines de servicio de inteligencia, o para fines fiscales, o para fines de seguridad social es normal. Obviamente el Estado tiene que recaudar información porque es el que otorga derechos y esa información permite otorgarlos o no.

 

Sirve para planificar políticas públicas

Claro. Ahora, si empezamos a decir que no es el Estado el que está manejando los datos, o que empieza a utilizar datos que no fueron recaudados para el fin que se está planteando, estamos en un problema porque no podemos, como ciudadanos, confiar en una garantía de seguridad sobre nuestros propios datos personales por parte del Estado. Si empezamos a desconfiar de que el Estado me vaya a usar datos de Anses o bancarios o fiscales para investigarme por cuestiones de supuesta seguridad nacional o de otras cosas, ya estamos mezclando muchas cosas. Estamos confundiendo objetivos y estamos confundiendo marcos regulatorios incluso. Es un problema internacional, no el hecho de que el Estado esté utilizando datos así, sino el tema de seguridad de los datos, en el sentido de que hoy los que más manejan datos son empresas multinacionales. Cuando manejábamos papel, lo manejábamos con una visión muy territorial de las cosas. Ahora que todo va digitalizado, esa cuestión de derecho que tiene límites por las fronteras está yendo contra la pared porque no tiene más sentido legislar en un ámbito únicamente geográfico.

«En lugar de hablar de neutralidad de la red, tenemos que hablar de derechos, de seguridad de la información, pero seguridad de la información para el usuario y para el Estado»

O sea que en ese panorama una propuesta como el Marco Civil, que es una legislación muy territorial, encuentra sus límites fácilmente

Encuentra sus límites porque un servidor que tenga información sensible o ilegal ubicado en algún país, lo bloqueo, lo bajo y los muchachos se van a otro país a contratar otro servidor y empezamos de vuelta con el servicio. Y no estoy hablando únicamente de la deep web, estoy hablando de lo que vemos todos, muchas cuestiones de propiedad intelectual, musical, cinematográfica, que vemos todos los días, y todos podemos acceder a eso con una facilidad infantil. Es muy complicado plantear esto desde un marco únicamente soberano nacional. Después, con respecto a lo que el Estado está haciendo hoy, la verdad es que no tengo una visión muy clara de lo que se quiere hacer, hay anuncios por un lado, por el otro…

 

Se anunció un Plan Federal de Internet

Sí. Yo entiendo que Arsat no tiene presupuesto en estos años con lo cual no sé con qué plata van a hacer esto. A mí me gustaría entender cuál es la dimensión, qué pretenden hacer, con qué precio mayorista van a ir, porque la idea es ayudar, lo cual me parece bien. Las cooperativas y las pymes locales necesitan que haya un actor estatal que garantice un precio de internet mayorista el más bajo posible, que no haya grandes empresas acogotando a las más chicas, algo que con Argentina Conectada se empezó a cambiar. Este Plan Federal de Internet yo lo veo como una buena noticia siempre y cuando se cumpla con objetivos claros, que hoy los objetivos no los conozco, un título a mí no me alcanza para entender una política pública. Todavía estoy esperando información para poder opinar realmente sobre esto pero hay necesidad de un debate, de discutir también qué pasa con los datos privados de la gente y con la posibilidad de fijar límites a las empresas que se las pasan revendiendo nuestros datos a anunciadores.

 

Foto: Georgina García
Foto: Georgina García
¿Cuando hablás de un debate, por dónde creés que debería pasar?

Ahí creo que tenemos un problema importante porque son debates profundamente técnicos, tanto a nivel tecnológico como jurídico. La Argentina tiene pocos abogados especializados en tecnología y telecomunicaciones, y tiene pocos técnicos que logren explicar a los políticos lo que hace la tecnología o cómo impacta en la sociedad. Ahí me parece que está la dificultad que tenemos, porque realmente hay una falta de competencia notoria en todo el arco político, y no lo digo despectivamente, lo digo como un análisis de la realidad.

 

¿Con quién sería el debate si hay pocos cuadros técnicos?

Yo creo que el esfuerzo para llegar a un debate realmente productivo y que pueda ser representativo a nivel internacional no se puede dar ahora. Me parece que el primer esfuerzo es formar y difundir, porque hay cosas que no son sencillas de entender. Son procesos que no duran cinco años, sino quince o veinte años, porque son procesos culturales. El debate, me parece, se va a dar cuando la sociedad sienta esos peligros.

 

¿Y hoy no los siente?

Yo creo que todavía estamos muy cómodos utilizando herramientas así, gratuitas, donde intercambio fotos, y sin darme cuenta las fotos ya no son mías, donde mis datos ya no son míos, donde hay una empresa que sabe lo que hago, dónde voy.

«Si empezamos a utilizar desde el Estado datos que no fueron recaudados para el fin que se está planteando estamos en un problema porque no podemos, como ciudadanos, confiar en una garantía de seguridad sobre nuestra propia información personal»

¿Qué opinás del proyecto de reforma electoral que propone una variante de voto electrónico?

La experiencia internacional dice que muchos países que lo intentaron volvieron para atrás. Muchas veces la tecnología, y en particular en América Latina, que no es un polo de producción tecnológica importante a nivel internacional, es como el espejito de colores del europeo colonial. Eso es la modernidad, por ende es bueno. Y no. Lo que define el uso de la tecnología no es la propia tecnología sino que hay una política. Lo primero que hay que definir es una política pública con sus alcances, los derechos que crea o refuerza o saca, y en base a esto empezar a pensar en qué tecnología me puede llegar a servir. Adoptar una tecnología por el puro hecho de que es más nueva que otra es una mentira. La tecnología no resuelve cosas por sí sola. Adoptarla porque sí solo se explica si soy muy ingenuo o tengo un interés bárbaro. No tengo otra explicación.

 

¿Qué dejó el kirchnerismo en términos de infraestructura? ¿Sobre qué estructura se apoyan proyectos como el Plan Federal de Internet?

Lo que están barajando con el Plan Federal de Internet es algo que para mí no es nuevo, es algo que si uno lee el decreto de Argentina Conectada ya era eso. Para mí es una alegría ver que efectivamente hay un consenso sobre estos temas y no lo digo de forma cínica, lo digo bien porque se dieron cuenta de que el trabajo que se realizó desde Argentina Conectada tenía una capacidad de impacto muy importante en la sociedad. Estoy convencido de que es una de las realizaciones que se hicieron en estos doce años que se van a recordar dentro de treinta, porque realmente es una infraestructura estratégica en términos de política pública. Para mí es un reconocimiento del trabajo y la visión estratégica que tuvimos en estos años que hoy se pueda hablar de un Plan Federal de Internet por parte de este gobierno, y que entiendan que eso es una herramienta fundamental.

 

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