Milei y el genocidio de la Agricultura Familiar

Milei cierra el Instituto de Agricultura familiar, Campesina e Indígena. 900 trabajadores y trabajadoras en la calle. Miles de campesinos y campesinas librados a su suerte. Por Eduardo Silveyra.

El cierre del Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena (INAFCI) por parte de Milei, anunciado ayer al mediodía por televisión, es una muestra más del genocidio alimentario que se propone llevar adelante el gobierno, y un ataque más para desmantelar el aparato estatal, al dejar a 900 trabajadores en la calle. Sesenta de ellos en quedan más que en precaria situación, debido a que hace tres meses que no cobran sus haberes. A ellos se les había asegurado el trabajo desde enero a marzo de 2024, y después estudiar una por una sus contrataciones; pero ahora todo quedó sin esa contemplación y ni siquiera saben si cobrarán los meses adeudados.

¿Qué es la agricultura familiar? La Agricultura Familiar es la proveedora de más del 60% de los alimentos que se consumen diariamente en la mesa de todos los hogares argentinos y contribuye al sostén de más de 200.000 familias campesinas, que son quienes los producen y que hoy, con el cierre promocionado entre el cinismo y la soberbia, por Adorni, son la otra parte de los perjudicados, ya que no tendrán más el apoyo del Estado para continuar produciendo, puesto que al ser pequeños productores, dependen muchas veces de subsidios o entrega de materiales, para sostener sus chacras a lo largo y ancho de todo el país. Y que, entre otras cosas, deben agruparse en cooperativas, ya que, por las dimensiones pequeñas de las chacras, no producen individualmente en gran escala. Este cierre es perverso por donde se lo mire. Con la destrucción de asociaciones y cooperativas, también se rompe el tejido social que producen y también los lazos de contención humana. Algo que ni Adorni, ni Milei, pueden siquiera imaginar porque carecen en absoluto de valores solidarios.

El desconocimiento de lo que sucede en el sector agrario, por parte del gobierno, es no sólo alarmante. Sin autoridades desde diciembre, en los últimos días fue nombrada al frente del INAFCI –y con la sola intención de liquidarlo—, la psicóloga de la Policía de la Ciudad, Clara Sanz, la cual no tiene ninguna experiencia laboral en el sector, salvo un curso realizado a través de Zoom. Un indicador no solo de desconocimiento, sino de profundo desprecio a un sector más que importante en la economía. El INAFCI, por otra parte, tiene 23 delegaciones y 106 unidades territoriales en todo el territorio nacional, de esas oficinas, solo dos (Santiago del Estero y Catamarca) tienen gastos de alquiler, las demás funcionan en distintos organismos del Estado Nacional y desde allí sus técnicos asisten a los más de 200.000 agricultores familiares en sus territorios. Tal como denuncia en su comunicado la Junta Interna de ATE Agricultura. Cosa que el vocero Adorni desconoce también y argumenta de modo siniestro que se trata de 900 puestos de “no trabajo”, la perversión llevada a su límite.

Ya viene sucediendo en provincias como Misiones, que muchos productores abandonan sus campos, al no poder sostener el costo de los insumos, como semillas, electricidad y combustible, a lo cual se suma, la baja del consumo de alimentos por amplios sectores de la población. En la mencionada provincia, hubo carnicerías que debieron tirar carne podrida a la basura por no poder venderla, la baja del consumo provocó que se dejara de vender carbón, producido también por agricultores familiares. A lo cual se agrega el consumo casi inexistente de lechugas y tomates, para las ensaladas que acompañaban los asados. La carne fue sustituida por pollo en el mejor de los casos y salchichas en el peor. Todo un síntoma de la crisis alimentaria por la que atraviesa gran parte de la población. También hay que agregar, el bajo precio que se paga por las producciones en los mercados concentradores. Esta suma de perjuicios, hace que muchos productores abandonen sus chacras, para ir a trabajar a Brasil, otros por la cercanía con el Paraná, contrabandean lechugas, perejil y cebolla a Paraguay, como remedio a sus economías castigadas. En otros lugares donde no existe la posibilidad del contrabando, la migración se da a las villas de los grandes centros urbanos, CABA, Salta, Rosario, Córdoba y Mar del Plata. Se puede decir que las medidas políticas de Milei, son una gran fábrica de pobres y miseria.

Las mentiras y falacias con respecto al INAFCI, están implícitas en el goce que provoca hacer el mal y como todo perverso, Adorni, miente con descaro. En su mensaje, mencionó un número de vehículos que no son reales, de los 200 mencionados, en la realidad 30 fueron dados de baja por desuso, 60 están en reparación y solo el resto está disponible. La flota de móviles, estuvo durante los cuatro años de gestión macrista, totalmente abandonada y en desuso, hecho que provocó un gran deterioro de las unidades. De todos modos, hablamos de vehículos con 12 años de tránsito por caminos de lugares apartados, en medio de la selva o El Impenetrable, es decir tierra o piedra y, sumamente baqueteados, que comenzaron a recuperarse durante la gestión de Alberto Fernández.

En cuanto a los gastos, la mayor parte del presupuesto se gasta en los sueldos de empleados y técnicos, otros fondos que mayormente se adjudican a programas y proyectos, provienen de la FAO (Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación) y de la misma ONU. Es decir que, los organismos internacionales con renombre, ven la importancia de la Agricultura Familiar, para el desarrollo de las economías regionales, el arraigo, la soberanía alimentaria y el Buen Vivir. Cosa que Milei con su locura, Adorni con su soberbia digital y una ignota funcionaria nombrada para el caso, parecen no ver. En el decenio de la Agricultura Familiar, cerrar un organismo dedicado especialmente para trabajar con el sector, es una muestra de provocación y desprecio hacia quienes hoy se ven perjudicados con esta política genocida. Otro ejemplo de la canallada –es que citando otra vez a Misiones— ya comenzaron a vender yerba brasilera a menor precio en los comercios. La pregunta es, adónde irá a parar la tierra abandonada por los campesinos. Seguramente a manos de los monopolios de la agroindustria y el negociado inmobiliario. Triste, muy triste, ver como venden y rematan la patria a ojos vistas.

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