MILEI: LA DERECHA SALVAJE

Pequeño recorrido sobre quienes votan y quienes sustentan política y económicamente al furioso candidato de la ultra derecha, que parece afianzarse tras los resultados de las PASO.
Milei cierre de campaña

ULTRAS

Una nueva forma de fascismo recorre el mundo de la mano de la ultraderecha, sus intenciones son retrotraer a la humanidad a estadios políticos anteriores a los vividos en las décadas del 20 del siglo pasado en cuanto a derechos sociales para la clase trabajadora se refiere. Esta nueva formación no tiene las mismas características del fascismo clásico, donde al estado se lo presenta como protector y por el cual se exigen sacrificios al pueblo en aras de un nacionalismo no exento de pureza racial. A esa estructuración pertenece Biondini, con un discurso que suena anacrónico en estos tiempos, porque Dios, Patria y Familia han sido reformulados por el liberalismo a ultranza, que muestra al estado como al mayor enemigo para el progreso y la riqueza de sus ciudadanos.  Ya lo decía Bertold Brecht: No hay peor fascista que un liberal asustado.

Este rebrote por fuera de las formas clásicas se evidencia en España con la llegada de VOX al parlamento, donde el partido ultraderechista tiene 52 diputados que lo representan con un discurso violento y primitivo que es permeable a todas las capas sociales, ya que aquellos que son ricos no pueden serlo más por culpa del estado y los que son pobres no pueden dejarlo de serlo porque el estado beneficia a pobres que no quieren dejar serlo. Este discurso que apela a lógicas insustentables, se enmarca en lo que el portugués Boaventura Souza Santos define como fascismo societario, ese que hace que cuatro tipos que no se conocen entre sí, muelan a palos a un ladrón de celulares o un policía mate por la espalda a un chorro cualquiera, porque la propiedad debe ser defendida hasta la muerte de quien, por distintas causas se atreva a afrentarla. Es también el fascismo de los taxista que añoran a la dictadura porque había orden y el de aquellos que perdieron sus ahorros en los bancos por culpa de las políticas neoliberales de los años 90 y es, asimismo, el de los trabajadores precarizados que tienen miedo a perderlo todo aunque no tengan nada.

De este caldo de cultivo se nutre la nueva ultra derecha, encarnada por el economista Javier Milei, quien se presenta como libertario y anarco capitalista, con sus pelos revueltos y retorica enardecida, lo opuesto al engominado y señorial Biondini que nunca pudo masificar a su partido vecinal. Por cierto, el nazismo vernáculo, nunca recibió el apoyo financiero, ni estructural, con el que cuenta Javier Milei.

VOTANTES

Nacho entra al cuarto oscuro, las boletas de Milei están rotas, pero a él no le importa, no es la que va a elegir para meter adentro del sobre y depositarla en la urna. Solo demora unos segundos en entrar y salir, porque ha decidido su voto hace tiempo. Una vez firmado el padrón se retira como cualquier otro elector, pero apenas ha caminado 15 pasos por el pasillo de la escuela, un policía seguido por las autoridades de mesa, se abalanza sobre él y lo detiene. La presidente lo acusa de romper las boletas de Milei, por más que niega haber hecho tal cosa, el policía le dice que ha cometido un delito y debe detenerlo. Todo sucede en una escuela del barrio de Belgrano, donde el candidato tuvo un buen resultado electoral y donde Nacho está encerrado en un aula, custodiado por el policía que lo detuvo a la espera de una resolución de la fiscalía. En medio de la acusación y la negación de haber realizado aquello por lo que se lo acusa, llama por teléfono a su madre que no demora en llegar. El policía, como fiel guardián del cumplimiento de las leyes, le comenta a la madre que el hijo ha cometido un delito grave que atenta contra la democracia y la libertad, eso se lo repite varias veces. El tipo, tiene un estilo patovica y más que hablar, monologa, mirando por arriba del hombro a la madre un tanto intranquila por el discurso del cana, en el cual le dice que si él encuentra a un chorro robando, no dudaría en matarlo, porque “no se puede atacar la propiedad privada así porque sí” y continúa con opiniones sobre que “debemos cuidar a la juventud para que no se conviertan en terroristas como los de la noche de los lápices”, hasta que al final, cuando la espera se tiñe con cierto nerviosismo materno, le declara que él no está ni con los K ni con Cambiemos, porque son lo mismo, un argumento que podría sonar como el de un votante de Del Caño, pero no, el remate lo aleja de esa imposible posibilidad al decirle, justo en el momento que Nacho abre la puerta del aula para irse: “Yo voto por los que defienden la libertad que los comunistas no quieren quitar”.

VIERNES

El Club de los Viernes se presenta como una asociación apartidista, surgida de “la preocupación por la hegemonía de las ideas socialdemócratas en el ámbito intelectual y de los medios de comunicación durante las últimas 4 décadas y por el surgimiento de nuevas formas de comunismo que, bajo apariencias inofensivas y disimuladas, suponen un serio riesgo para el progreso y la libertad en nuestra nación». Este club es una de las bases de sustento de VOX y en agosto de 2019 organizó una movida en el Círculo Militar, convocada por la filial argentina, bajo el título ‘Desafíos de la batalla cultural’, donde Victoria Villaruel y Javier Ortega Smith expusieron sus ideas beligerantes, ante un auditorio colmado. Victoria Villaruel es la presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTyV), que defiende a militares condenados por delitos de lesa humanidad. Javier Ortega Smith no todos lo conocen, pero es el cofundador de Vox, el partido de ultraderecha que irrumpió recientemente en la política española y hoy tiene 52 diputados, entre los cuales se encuentra este. Hay que agregar también que, el diputado de VOX, tiene madre argentina, por lo que tiene doble nacionalidad.

Entre los desafíos de la batalla cultural ultra derechista, se encuentran el feminismo, los derechos de los pueblos originarios, ya que se habla de una reconquista de los valores de la hispanidad y también de los derechos de los excluidos por las políticas económicas del neoliberalismo. Sin embargo, la movida ultra no comenzó en la reunión mencionada, sino en el 2017 con otras movidas de las cuales participaron Milei, el abogado mediático Carlos Maslatón, el diputado de Cambiemos, Francisco Sánchez y el economista liberal Roberto Cachanosky.

La sociedad ultraderechista del Club de los Viernes, ya cuenta con sedes en 22 países entre ellos Argentina, Colombia y Venezuela y es impulsora junto con VOX de la Carta de Madrid, un manifiesto en el que se denuncia “el avance del comunismo”. Tanto Milei, como Sánchez, Villarruel, Espert y el diputado Waldo Wolff son firmantes del documento, donde en el plano internacional destacan a Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente brasileño, el pinochetista José Antonio Kast, la antichavista María Corina Machado, el boliviano Arturo Murillo, ex ministro del gobierno golpista de Añez, actualmente preso en EE.UU. por lavado de activos provenientes de sobornos, y Georgia Meloni, la nueva cara de la ultraderecha italiana. El eje de las retóricas internacionalistas del club, atacan sin contemplaciones, todos los postulados de justicia social generados por el Foro de San Pablo y el Grupo Puebla.

FUNDACIONES

La Fundación Atlas fue originalmente fundada en Londres por el miembro de la realeza británica Sir Anthony Fisher en el marco de la Guerra Fría y se encargó décadas después de construir el consenso necesario entre los conservadores para el arribo de Margaret Tatcher al poder. Con ese éxito como estandarte, en 1983 crea la fundación en los EE.UU. durante el gobierno de Ronald Reagan y el financiamiento de la misma por parte del Departamento de Estado. Así fue abriendo filiales en varios países del mundo y en particular en América Latina, donde financian las actividades de candidatos políticos que reportan o son aliados de la organización.

En la Argentina, el director de la Fundación es José Sánchez, que también es responsable de Radio Capital y Vivo TV, medios donde Patricia Bullrich y Javier Milei, al igual que Fernando Iglesias, son asiduamente reporteados. En torno a la Fundación también giran otras sociedades asociadas en la llamada Red Atlas, las mismas son la Fundación Libre, cuya visible es Agustín Laje y la Fundación Bicentenario, presidida por el abogado Juan Ernesto Curuchet, ligado parentalmente a Ricardo Curuchet, quien fuera en vida director de la revista de ultra derecha Cabildo.

En el portal de la Fundación Atlas, en el espacio dedicado a Instituciones Aliadas, la palabra libre y libertad, se repite casi indiscriminadamente en las setenta y cinco organizaciones que conforman la alianza. En este listado encontramos organismos de Ecuador, Paraguay, Panamá, Chile, Guatemala y Perú, pero, también resaltan algunos del ámbito local, como la Universidad de Belgrano y el exclusivo Jockey Club, la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), la Sociedad Rural de Rafaela y como perla del asunto, a la Network for Free Society de Inglaterra. Por lo visto, a Milei no le falta apoyo financiero tanto en el plano nacional como en el internacional.

MILEI

Que los votantes de Milei desconozcan datos de las estructuras que sustentan la predica del discurso antisistema del hombre de cabellera enmarañada, no es algo a pasar por alto. Precisamente, su nicho electoral apunta a señalamientos básicos que lo hacen juntar un buen caudal de votos en los barrios ricos de la ciudad, como Recoleta y Belgrano, porque en cierto punto la lógica indica que el rico nunca se contenta con su riqueza, puesto que siempre quiere aumentarla; pero también, el alto índice de votantes en barriadas marginadas como la Villa 31, indica otras cosas, como que cierto sector empobrecido, cree que toda la clase política es causante de su pobreza y el único medio para salir de la misma es apostar a la pérdida de derechos, porque en el imaginario instalado se pregona que derechos tales como los planes sociales, jubilaciones e indemnizaciones son las causantes de la miseria. Cosa que lleva a que pibes de barriadas como Floresta, para dar el ejemplo de un barrio donde Milei sacó un buen porcentaje de votos, rechacen sindicalizarse en las agremiaciones que aglutinan a los repartidores de Rappi o Pedidos Ya, porque también los sindicatos son atacados con los remanidos argumentos de siempre: los sindicalistas son ladrones que viven de los trabajadores. Aunque esto, en realidad, no sea cierto y sea el sindicato el que logra ponerle cierto freno a la precarización en la cual trabajan, con logros como la indemnización por despido y el blanqueo de las actividades.

En cierto punto, el discurso de Milei, es un discurso carente de relato histórico y abocado a crear un imaginario salvaje, que lleva a sus militantes a proclamar la expulsión de los mapuches a Chile para crear riqueza argentina en la Patagonia. Esta digitación discursiva también se nutre en las iglesias como la Hillsong Buenos Aires, que todos los domingos reúne en el teatro Vórterix —propiedad de Mario Pergolini— a un público que va de los 25 a los 40 años, perteneciente a una clase media con cierto poder adquisitivo y con aspiraciones de un ascenso social que los glorifique. En esos nichos, la disputa ya no es solo con el mentado comunismo, la disputa es con la derecha encarnada en Cambiemos, a la que se juzga como blanda y cómplice del progresismo.

PIBES

Son las doce de la noche, el grupo de pibes y pibas aprovechan un parate en el reparto de pedidos y se reunieron en la puerta del kiosco para tomar una gaseosa y comer uno sándwiches, al costado de las motos y bicis con las que trabajan para Pedidos Ya!, Rappi o Glovo. El grupo es animado, ríen, conversan, hablan sobre cuanto ganaron esa noche, del sueño de pasar de la bici a la moto, de la moto a un mejor empleo. Uno de ellos habla de afiliarse al sindicato para obtener algunos beneficios y derechos laborales, las opiniones circulan por diferentes posturas y matices que van desde que solo es un trabajo ocasional a otros que opinan que no importa que sea ocasional, porque si se rompe el medio con el cual trabajan las empresas no se hacen cargo y además si los despiden no está  mal cobrar una indemnización. De los siete u ocho que debaten, tres son migrantes, es fácil distinguirlos por el acento caribeño, son los que más dudan acerca de la conveniencia de sindicalizarse, una reticencia acendra en el idea de estar en un lugar ajeno, donde lo mejor es perderse en una incierta neutralidad, aunque la empresa internacional para la cual trabajan explota pobres en todas las latitudes. Todo podría ser visto como un encuentro cotidiano y rutinario, donde se intercambian preocupaciones y naderías, hasta que uno de ellos dice que lo mejor es no afiliarse a ningún sindicato, porque los sindicalistas les roban a los trabajadores para hacerse ricos y en las empresas si se trabaja fuerte hay premios y que en el día de mañana, si uno se esfuerza también puede ser un empresario.

Es en ese punto, donde los dispositivos creados por el poder hegemónico muestran su éxito, con pobres que renuncian a sus derechos en pos de falacias pergeñadas, para que en lugar de trabajadores con derechos, entre otras cosas, todo se compagine para inaugurar el tiempo de una nueva esclavitud, con la llegada de nuevos asesinos, como augurara el maldito de Rimbaud.

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