Martelli: «Se pueden cometer errores, pero éste es el camino»

Entrevista a Federico Martelli, secretario general del MUP, miembro del Grupo Callao y efímero jefe de gabinete de la secretaría de Energía. Vaca Muerta, albertismo y tensiones internas: “Tolosa Paz y Albistur presionaron para mi salida del gobierno”.
¿Cómo ves al gobierno nacional hasta ahora?

Creo, como decía Perón -estoy convencido que tiene más actualidad que nunca- que la política es en realidad la política internacional, que la posibilidad de un país como el nuestro de subirse al tren de los países que están alcanzando grados superiores de desarrollo es muy difícil, que hay muy pocos caminos que te llevan al desarrollo económico y social que permita construir la dignidad que nosotros buscamos para nuestro pueblo. Y que hoy las condiciones internacionales hacen que eso sea aún más difícil. Vos tenés un conflicto muy complejo entre China y Estados Unidos, la guerra de monedas, la guerra por los mercados. Tenés una economía mundial que hace muchos años no se recupera de la caída de Lehman Brothers y de la crisis internacional. No tenés, a diferencia de hace veinte años después de la caída del muro y de la apertura de China, a los cientos de millones de habitantes que se sumaban al mercado con la posibilidad de expansión del capitalismo que eso implicaba detrás la Cortina de Hierro y en el gigante asiático, que eran enormes. Hoy esas condiciones no están. Hoy el mundo, prácticamente, está estancado. Durante un período interesante de años, los países del tercer mundo apalancaban el crecimiento. Explicaban las dos terceras partes del crecimiento del mundo. Hoy no es así. Hoy las materias primas no valen lo que valían. Hoy China no es la locomotora del mundo. Hoy Estados Unidos cierra su economía para defender sus empresas. Entonces, vos tenés un perfil exportador complicado, no tenemos cómo desarrollar una política veloz de exportación que te permita salir por ese lado. Después, lo que tenés es el problema de la deuda, que naturalmente nosotros no podemos cumplir con el cronograma de pagos. Tenemos dos opciones: lo renegociamos o caemos en default. Si caemos en una cesación de pagos, no vamos a tener créditos que nos permitan el crecimiento económico porque Argentina no es un país que se caracteriza por tener ahorro nacional. Necesita la inversión extranjera directa y el crédito para crecer.

¿No hay otra chance de crecer? ¿Entrar en default es necesariamente condenarse?

El problema que vos tenés es que necesitás, para sostener un crecimiento, una inversión de entre 20% y el 25% del PBI, y esa inversión es ahorro nacional o inversión extranjera directa y créditos. ¿Por qué no podemos nosotros apalancarnos en el ahorro nacional? Porque prácticamente el ahorro nacional no existe; porque vos tenés 250.000/300.000 millones de dólares de argentinos en el exterior. Ese ahorro nacional, esa rentabilidad acumulada a lo largo de los años producto del esfuerzo de los trabajadores y de la productividad no está en el sistema económico, está afuera. Entonces, vos podés caer en default circunstancialmente porque no tenés la posibilidad de pagar y porque no podés y no alcanzaste un acuerdo para refinanciar. Pero en el mediano plazo tenés que salir de esa situación porque necesitás la inversión directa y el crédito. Parece que esas son las condiciones básicas que tenemos para salir adelante. Creo que las ha fijado bien el presidente, y todo el equipo, vinculado a renegociar la deuda, tratar de no caer en cesación de pagos, y una vez que nosotros tengamos un calendario de pago más accesible lograr que caiga el riesgo país, una vez que logremos que eso suceda estabilizar los números macro. Y cuando estabilizás los números macro, tomar las medidas necesarias para desarrollar el mercado, la producción nacional a partir de la salida exportadora, a partir del mercado interno, que es esencialmente acceso al crédito, que es esencialmente incorporación de tecnología, que es esencialmente rediscutir también las condiciones de trabajo en la Argentina. Es decir, sector por sector, ir ajustando la legislación laboral para volvernos más productivos. Lo que no significa de ninguna manera flexibilización laboral, pero sí rediscusión integral de las condiciones.

¿Podrías poner un ejemplo de esto? ¿Lo que vino pasando con el sector petrolera sería?

Te iba a hablar justo de eso. Las renegociaciones que permitieron sostener el nivel de actividad en Vaca Muerta sin ir en contra de los derechos de los trabajadores. Me parece que además el mundo del trabajo se está modificando de manera muy veloz y que los gremios están trabajando muchísimo para ver por dónde va a pasar el futuro del trabajo; cómo nosotros vamos a enfrentar el problema de la automatización, cómo vamos a enfrentar el problema de la robotización y cómo vamos a enfrentar el problema de la desaparición de los empleos actuales y la aparición de nuevos empleos. Ahí vos tenés un problema que es el desfasaje de tiempo, que la fuerza laboral actual no está formada ni capacitada para ser protagonista de los nuevos empleos que se generan. Entonces, vos corrés el riesgo -no sólo en la Argentina sino en todo el mundo- de tener un problema de desfasajes de tiempos, en el cual un montón de trabajadores no encuentren un empleo porque no están calificados para adaptarse a los nuevos empleos que se van a generar. Entonces, me parece que ahí hay un trabajo interesante que están haciendo muchos gremios, por ejemplo el caso de SMATA, pensando cuál es el mundo del trabajo en el siglo XXI, en los años que vienen. Vos tenés que articularlo con la formación técnico profesional, que tenés que articularlo con el complejo científico tecnológico, con las universidades, con los organismos de ciencia y tecnología, y que tenés que articularlo con el sector privado. Si nosotros logramos articular formación técnico profesional, formación científico tecnológica, sistema universitario, gremios y sector productivo, vamos a poder formar a los trabajadores que se necesitan para empalmar con los cambios tecnológicos que se vienen. Por qué los tenés que hacer necesariamente: porque si no lo hacés perdés competitividad, y si perdés competitividad no podés disputar la colocación de tus productos en el mundo. En un mundo, que arranqué diciéndote, que se vuelve más complejo porque hay una disputa comercial enorme, donde la productividad en Estados Unidos en los últimos años pegó un salto enorme, la productividad en China pegó un salto enorme, en todo el sudeste asiático, y vos tenés que necesariamente acompañar ese salto de productividad. Hay países que lo hacen, dejando en el camino a trabajadores y permitiendo que los saltos tecnológicos se transformen en una crisis que pagan los trabajadores. Nosotros tenemos un país que puede dar ese salto tecnológico, que pueda elevar su productividad sin que la crisis la paguen los trabajadores. Esos son los desafíos estratégicos de la Argentina, comprender el mundo tal cual está, ordenar la macro y preparar el entramado productivo para el siglo XXI.

¿Qué intereses en disputa creés o sabés que existen entre esta discusión que se da entre el shale y el convencional?

Esto viene a cuenta de la pregunta que le hace el periodista Horacio Verbitsky al presidente sobre si había que priorizar Vaca Muerta o no.

Si.

Te lo voy a explicar de manera muy sencilla. El petróleo convencional en Argentina implica el 80% de nuestra producción. Es decir, en número redondos implica 400.000 barriles diarios. El petróleo no convencional, el shale, explica el 20% de la producción, cien mil barriles diarios. El petróleo convencional, que se descubrió en Comodoro Rivadavia hace más de cien años, tiene una declinación en sus volúmenes, que actualmente está en 14% anual. Cada año producimos menos petróleo convencional, pero a la vez cada año producimos más petróleo no convencional. O sea el convencional cae, el no convencional crece. Si nosotros sostuviéramos este esquema, finalmente la producción va a hacer siempre la misma porque lo que se incrementa en Vaca Muerta sólo sirve para compensar lo que decae en los pozos convencionales. Lo que muy bien planteó el presidente -y creo que el conjunto del sector energético lo entiende de esta manera-, es que hay que ralentizar la caída del convencional mediante extracción secundaria y terciaria para que, entonces, se note en el saldo global el incremento que genera Vaca Muerta. Tratar de sostener la producción convencional o que la disminución sea porcentualmente menor para que entonces Vaca Muerte genere el saldo exportable que la Argentina necesita para tener divisas. Si nosotros logramos mantener en torno a 400.000 barriles diarios el convencional y logramos elevar de 100.000 a 300.000 barriles diarios el no convencional estaríamos generando un excedente exportable de 200.000 barriles. Lo cual para la captación de divisas para la Argentina sería extraordinario.

¿Esos 200.000 barriles de diferencia como objetivo para dentro de cuatro años de mandato?

Y, es un objetivo deseable. Es un objetivo que se puede alcanzar. El shale norteamericano muestra el camino, con otras condiciones económicas, otro nivel de inversión, otra productividad, otra realidad, pero sí muestra que el potencial del shale es enorme. De hecho, hoy Estados Unidos se transformó en el principal productor de petróleo del mundo, cuando hace pocos años era dependiente del petróleo venezolano y del saudí. Y ese salto Estados Unidos lo dio a partir del no convencional. Empezó teniendo costos muy elevados de extracción, pero a medida que fue avanzando la tecnología esos costos fueron bajando y cada vez se acercan más a los costos de extracción del petróleo convencional. Si bien aun están a una distancia, finalmente si uno puede ver la evolución del salto tecnológico en los últimos veinte años en la industria hidrocarburífera, lo que ve es que seguramente los costos de extracción del shale sigan bajando, con lo cual se vuelve una industria aún más competitiva.

¿Qué pasa con el gobierno de Alberto si no arranca la economía, si este primer período de inyectar plata, de intentar activar el consumo interno, de controlar la inflación, de manejar determinadas variables que todavía están abiertas, no se consolida?

No existe una ley universal que a nosotros nos garantice el éxito de nuestro programa económico. Partimos de la convicción de un programa que protege la industria, que eleva el poder de compra de sus trabajadores, que tiende una mano solidaria a los más humildes, es un programa que redistribuye. Si redistribuye potencia el consumo, si potencia el consumo pone a la industria a producir, si pone a la industria a producir genera empleo, paga salarios, fortalece el perfil fiscal, si se fortalece el perfil fiscal, reducimos el déficit, si reducimos el déficit, reducimos la necesidad de imprimir, con lo cual estaríamos colaborando a la vez en moderar la inflación. Ahora todo esto se encuentra con dificultades enormes, que son márgenes de rentabilidad muy escasos en un montón de rubros, con lo cual hace que cuando vos inyectás plata en la base inmediatamente se reapropie no por volumen sino por precio. Es decir, ¿cuál es una de las dificultades que nosotros tenemos? Que nosotros cada peso que ponemos abajo, inmediatamente se vuelva al consumo. Como hay muchos rubros que tienen rentabilidades escasas, casi negativas, naturalmente ese peso que nosotros inyectamos en la economía, se traduce en un margen de rentabilidad mayor de algunos sectores empresarios. Cuando yo hablo de margen de rentabilidad mayor me refiero a precio, precio-producto. Con lo cual nosotros no podemos recalentar la máquina llenando de billetes la base, tenemos que hacerlo de manera prudente y en la medida que se reactiva la producción; para que se compense la mayor disponibilidad de dinero de los trabajadores con mayor disponibilidad de productos para esos trabajadores. Si nosotros ponemos más plata, pero no ponemos más producto en las góndolas, finalmente la cuenta se disgrega y lo único que logramos es que los productos suban de precio. ¿Qué ventajas tenemos? Que la capacidad ociosa en la industria es enorme. Entonces no requiere de grandes inversiones para que la industria se pueda poner a funcionar. Sí requiere medidas, como las que está tomando Alberto. Por ejemplo, la moratoria fiscal. Cuando vos tenés a la AFIP que te pone la bota en el cuello y no te deja levantar la cabeza es muy difícil que vos puedas pensar en cómo invertir para producir. Por eso una medida con la que los empresarios están contentos es con la moratoria. Naturalmente tenemos que ir a un sistema de créditos subsidiados para las pymes porque gran parte de las pymes en la Argentina son familiares y son familias que no disponen del capital necesario para invertir y acompañar el crecimiento de la industria, y a las tasas actuales no pueden endeudarse ¿Qué pyme puede ir hoy a buscar un crédito a estas tasas? Con la posibilidad de repago, es prácticamente nula. Entonces, moratoria fiscal, más acceso al crédito, más mercado interno, es una fórmula que por lo menos en el corto plazo va a funcionar. Después, requiere todas las otras cuestiones que hablamos: las estratégicas. Pero en el corto plazo yo creo que puede funcionar. Y a eso sumale la protección de algunas industrias que generan mucho empleo, por ejemplo, la industria del calzado, la industria textil, la industria maderera, la industria del mueble. Industrias que se habían visto muy afectadas a partir de la apertura indiscriminada de importaciones durante el macrismo. Hoy no solamente tenés restricción de importaciones por el valor del dólar. El macrismo agarró un dólar a 10 y termina con un dólar a 60. Y eso naturalmente frena la importación, pero además tenés a un gobierno que tiene la convicción política de cuidar algunas áreas estratégicas. Me parece que esa serie de medidas generan las condiciones para que detengamos la caída y para que pensemos en el crecimiento de la economía. Siempre tenés riesgo, ningún plan económico está predestinado al éxito. Pero por lo menos los que venimos del campo nacional y popular entendemos que es por acá, que se pueden cometer errores pero que el camino es éste. Defender la industria, defender el salario, generar mercado interno, exportar a partir de tener un tipo de cambio competitivo. Cuando vos tenés eso, lo demás lo podés ir ajustando.

Creo que existe una sensación, más o menos generalizada, de que el gobierno todavía no termina de arrancar; por los nombramientos y designaciones en las segundas y terceras líneas, porque la cuestión económica también como decís vos todavía está abierta, porque se está en medio de una negociación y de una búsqueda de apoyo político en el exterior por el tema deuda, etc. ¿Cómo ves eso; está como en control de la situación el gobierno o todavía está carreteando?

Yo creo que, a partir del 10 de diciembre, el presidente y su gabinete empezaron a marcar claramente que arrancaba un gobierno que había girado ciento ochenta grados en la dirección política. Pasamos de un gobierno que tomaba decisiones en contra de los que producen y trabajan, a un gobierno que toma decisiones a favor de los que producen y los que trabajan. Nos toca la dificultad de asumir en este caos económico, en el cual vos fíjate que ni siquiera tenemos presupuesto porque no conocíamos las variables económicas en las cuales estábamos asumiendo. Entonces, asumís con una crisis económica profunda, un salto, una devaluación enorme, sin presupuesto. Y creo que todas esas condiciones hacen que te cueste encaminar todas las áreas del estado. Ahora, lo que yo veo es que las primeras medidas que se van tomando en el Ministerio de Desarrollo Social, en el Ministerio de Trabajo, en el Ministerio de Desarrollo Productivo, son todas medidas en este sentido. Veo que el gobierno va en el sentido de defender a los que producen y a los que trabajan, y que lo demás son melones que se acomodan en el andar.

Arrancaste hablando de la política internacional, y me gustaría retomar: ¿cómo ves la política exterior del gobierno hasta ahora? ¿Hay oscilaciones o huevos en distintas canastas?

Lo que yo no puedo aceptar es que se imponga como cierto el relato que inventó el macrismo sobre la política exterior del anterior gobierno peronista, que decía Cristina es igual a Venezuela, Irán y Rusia, desconociendo la construcción de prestigio internacional que llevó adelante Cristina en la política exterior. Cuando asumió Néstor encontró un país en default, un país cuya economía estaba tutelada por el Fondo Monetario Internacional y que era prácticamente una colonia de intereses foráneos. Y el 10 de diciembre del 2015 cuando se va Cristina, deja un país protagonista del G20, con un pie en los Brics, con una extraordinaria relación con Rusia y China -que se transformaron en dos de los país más dinámicos en el mundo-, con la construcción de la UNASUR, que por primera vez en la historia desde el Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, nos permitió pensar una política soberana para América del Sur, con la construcción de la CELAC y con una relación tirante pero madura con Europa. Eso dejó Cristina el 10 de diciembre del 2015.

¿Tirante por qué?

Tirante porque nosotros defendemos nuestros intereses y los europeos defienden los suyos. Ellos quieren colocarnos sus productos y nosotros queremos colocar los nuestros. Lo que hay que pensar en las relaciones internacionales es que hay una disputa por mercado y que todos quieren que sus trabajadores tengan trabajo. Y para que sus trabajadores tengan sus trabajos, te tienen que vender lo que ellos hacen. Ahora si vos para caerle bien al rey de España, para caerle bien al presidente de Francia o para caerle bien a cualquier ministro del mundo, aceptás que te llenen de sus productos… Y, por supuesto que te van a dar una palmada en la espalda, te van a contar un chiste y te van a hacer regalos, porque básicamente es lo que ellos quieren. Yo entiendo que uno no puede aislarse del mundo, que no existe la posibilidad de “vivir con lo nuestro” en el siglo XXI, pero también entiendo que cada tornillo que nosotros traemos de afuera es un tornillo menos que fabricamos acá. Y que, si bien nosotros no podemos fabricar todo lo que consumimos, si tenemos que elegir áreas estratégicas a las cuales tenemos que defender. Que pueden ser estratégicas por dos motivos. O estratégicas porque generan mucha mano de obra, por ahí no tienen un alto valor agregado, por ahí no es una industria del futuro; por ejemplo la industria textil no tiene un alto valor agregado, no es la industria del siglo XXI, es la industria del siglo XIX, pero sigue generando miles de puestos de trabajo, entonces, hay que defenderla. Y después tenés, por otro lado, industrias con alto valor agregado que tenés que defenderla porque generan el conocimiento, las patentes, el know-how que amplían tu soberanía, generan empleo de calidad, generan empleo remunerado, retienen dentro del país al complejo científico tecnológico y, además, generan oportunidades de exportación: biotecnología, tecnología satelital, tecnología nuclear, tecnología vinculada a los negocios agropecuarios, tecnología vinculada al software y una serie de clusters en los cuales la Argentina viene avanzando, pero en los que si te descuidas o si te abrís al mundo de manera ingenua podés perder lo avanzado muy rápido.

Yendo al panorama político, ¿cómo ves que está funcionando el gobierno en tanto coalición?

Mirá, veo que el peronismo logró construir en torno a la figura de Alberto un gobierno de una amplitud extraordinaria. Todos los sectores del campo nacional tienen un pie adentro. Sectores de distintas vertientes del justicialismo y del campo nacional, que en la historia reciente habían tenido historias distintas, el massismo, el randazismo, el kirchnerismo, el camporismo, los gobernadores, los gremios, los movimientos sociales, una parte de la centro-izquierda, una parte de la izquierda. Todo dentro de un mismo proyecto que aun teniendo esta fortaleza, fíjate que el presidente sigue buscando ampliar, convocando a otros dirigentes, como en el caso ahora de (Ricardo) Alfonsín. Me parece que todos entendemos que el desafío es tan grande que necesitamos un volumen político enorme. Y necesitamos construir sustentabilidad política, no solo a partir de tomar decisiones correctas en el Ejecutivo, sino a partir de desarrollar en la sociedad un cuerpo político que entienda que este es el camino. Y eso se hace ampliando la base de sustentación e incorporando a los que no necesariamente piensan en todos los aspectos como nosotros, pero sí que básicamente acuerdan estas tres cuestiones: defender la industria, defender un sistema educativo que forme los cuadros y los trabajadores que la Argentina necesita y defender un sistema institucional democrático en el cual el pueblo pueda elegir a sus representantes. Yo te diría que es tan amplio como eso, sí, esa es la base nuestra.

¿Existe el albertismo? Digo porque Cristina, que es la otra figura fuerte, tiene el kirchnerismo o el cristinismo orgánico, como músculo político. ¿El albertismo no, la pregunta es: está en construcción? ¿Ves que el presidente quiere construir algo propio?

Yo creo que hoy el presidente está centralmente preocupado en ver cómo resuelve los aspectos centrales de las cuestiones económicas y sociales. No en la rosca política. El albertismo en tanto rosca política no creo que exista y no creo que sea sano que exista. Ahora, si vos me preguntás por un albertismo conceptual, te diría que sí, que existe, que es esta idea de que tenemos que construir una coalición política lo suficientemente amplia para sacar a la Argentina adelante, y que esta coalición política tiene que estar centrada en estos tres aspectos que te mencionaba recién. Vos decís «eso es muy amplio»… Si, eso es muy amplio y dentro de eso coexisten y conviven tendencias, historias, perfiles, memorias históricas, un montón de cosas que son contradictorias en algunos aspectos pero que te firman esas tres cuestiones. Y si alguien me pregunta “¿y bueno, dónde está sintetizado eso?”, yo le digo que lean Hablemos de ideas, el libro que prologó el presidente y que lo compilaron Cecilia Gómez Mirada, Nahuel Sosa y Santiago Cafiero, donde vas a encontrar textos de Matías Kulfas, Cecilia Todesca, y un montón de dirigentes que no en todo piensan igual pero que constituyen una cosmovisión súper interesante a la hora de pensar qué es el albertismo o el peronismo del siglo XXI, o las ideas del campo nacional en este momento.

¿Por qué dejaste de ser el jefe de gabinete de la secretaría de Energía?

Lamentablemente hay dos dirigentes, que son Victoria Tolosa Paz y Enrique Albistur, que presionaron para mi salida del gobierno. Y el secretario de Energía no sé si se dejó presionar o cuáles fueron sus motivos, pero me comunicó que no iba a contar más con mis servicios como jefe de gabinete. La verdad que para mi fue un momento bastante desagradable. En los cuarenta días de gestión y en los meses previos habíamos trabajado mucho para poder cumplir con el programa de desarrollo económico que había fijado el presidente y el ministro, y en el cual la secretaría de energía jugó un papel clave. Pero, bueno, me parece que son cuestiones de la política, en las cuales después de tantos años de militancia uno sabe que las cosas son así y que estas cuestiones ocurren. En el tiempo que estuve ahí, laburé para colaborar con los lineamientos del presidente y el ministro, para sacar a la Argentina adelante. Creo que también está en la potestad de un funcionario poder no contar con uno de sus asesores cuando lo considera.

¿Las presiones tuvieron que ver con las internas del peronismo en la ciudad de La Plata?

Creo que en parte sí. Me parece que, lamentablemente, cuando uno no está formado políticamente o tiene una ambición desmedida no comprende que los intereses nacionales están por encima de las particularidades. Y que, en definitiva, las batallas políticas se ganan y se pierden en un período electoral pero después cuando a uno le toca gobernar tiene que expresar y trabajar por otros intereses, no por los personales. Igualmente lo considero parte del pasado. Creo que el tiempo va a poner las cosas en su lugar. Y que, después de veinticinco años de militancia, no me preocupa ocupar o no un lugar en el Estado sino trabajar para que el peronismo pueda darle la solución que la Argentina necesita. No se trabaja únicamente como funcionario sino que se milita desde todos los lugar en los que uno está.

¿Vos hablaste con el ministro Kulfas?

Sí, yo con el ministro hablé. Tengo una conversación permanente. A ver… desde que nos conocimos en el Grupo Callao hasta hoy sigo manteniendo una muy buena relación, y por supuesto una absoluta convicción de que es uno de los cuadros más lúcidos que tiene el peronismo para enfrentar este momento.

¿Y con el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero hablaste?

Sí, por supuesto. Con Santiago lo mismo, desde que formamos el Grupo Callao -en realidad a Santiago lo conozco muchísimo antes-, pero a partir de que formamos el Grupo Callao empezamos a tener un vínculo cotidiano, en el cual fuimos debatiendo todas estas cuestiones y fuimos soñando cómo íbamos a sacar a la Argentina del desastre del macrismo. Tengo que confesarte que al principio eran sólo sueños porque en el 2017 el macrismo sacó más de cuarenta puntos a nivel nacional y parecía consolidar un proyecto político en el cual los que pagaban los costos de la Argentina eran los que trabajan y los que producen. De ese momento en el cual todo eran sueños hasta el 27 de octubre en el cual ganamos las elecciones, creo que todo el Grupo Callao y en los espacios cercanos a Alberto fuimos tomando noción del tamaño de los desafíos. Y me imagino que Santiago mismo siendo Jefe de Gabinete debe tener un nivel de responsabilidad y de compromiso enorme porque en Alberto, en el Jefe de Gabinete y en los ministros hay 45 millones de argentinos esperando resultados. Yo te aseguro que la angustia que yo percibía en la calle durante la campaña era tremenda. El miedo a perderlo todo, el miedo a quedarse sin trabajo, el miedo a perder la casa, el miedo a que los hijos emigren, el miedo a no poder vivir tranquilo, el miedo a no tener una vida normal hizo que la gente, si bien estaba aterrada, por otro lado tuviera una expectativa enorme. Entonces, esa expectativa recayó en un montón de dirigentes que generacionalmente militaban conmigo. Son con los que nos hemos cruzado a lo largo de muchos años de militancia. Y otros compañeros del gabinete con más años de experiencia, que pertenecen a la generación de Alberto. Pero yo estoy convencido que los hombres y mujeres que hoy están ocupando un lugar en el gabinete están a la altura de las circunstancias, que comprenden el desafío histórico, y sobre todo que están convencidos, más que convencidos, están comprometidos con el resultado de la gestión, absolutamente. Si nos salen mal las cosas, ninguno se va ir tranquilo a la casa. Son todos militantes que comprenden el lugar histórico que ocupan. Eso, si lo comparás con el macrismo, que parecía que no entendían donde estaban, que parecía que tocaban los botones sin sentir una responsabilidad por las consecuencias, que parecía que habían encontrado una changa de medio tiempo porque eso era lo que parecía cuando gobernaban; es un contraste enorme; es una diferencia absoluta. Después, te puede ir bien, más o menos o mal, pero hay una primera diferencia que es la responsabilidad con la cual se encara la gestión. Y yo eso lo sintetizo en Santiago, que hoy es el compañero de nuestra generación con mayor responsabilidad institucional.

¿Vas a volver al gobierno?

Te voy a dar una respuesta futbolística: uno no pregunta cuando lo ponen y tampoco pregunta cuando lo sacan, y tampoco pregunta cuando lo vuelven a convocar. Tanto Alberto como Santiago me conocen y si me necesitan me convocarán. Y si consideran que tengo que aportar desde el Estado, lo haré desde el Estado; y si consideran que tengo que aportar desde la política lo haré desde la política. En mis veinticinco años de militancia yo fui funcionario cinco años, el resto de los años hice política desde el llano y laburé en el sector privado, así que no me desespera volver. Sí creo que tengo muchísimo para aportar y que, en definitiva, son los que conducen los que disponen.

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