Marcelo, agachate y conocelo

De la Redacción de ZOOM. El blog Los Muchachos Futbolistas nació para hablar del fútbol como juego, como hecho cultural, como deporte, como pasión, pero sobre todas las cosas como hecho político. Su estreno, que acompañamos desde ZOOM, está dedicado al que denominan «un grano en el ojete del Fútbol para Todos».

Un advenimiento debe ser un motivo de alegría. Por eso, he pasado algunas horas pensando si es justo que el primer post (digo, para familiarizarme con el lenguaje bloggero) debe hacer mención a un tipo que está ligado a los más profundo de nuestras tristezas futboleras. Y políticas, porque ya dijimos que el fútbol es un hecho político.

El tipo en cuestión es Lázaro Jaime Zilberman, alias “Marcelo Araujo”. Yo lo recuerdo muy bien a este bilardista de la vida. Es el que cuando nos cagábamos de hambre y el país se vendía a los peores postores, durante el menemismo, se nos burlaba en la cara jetoneando en las transmisiones “…hoy brindamos con champagne, Chiche”, para congraciarse con la mujer del responsable de las muertes de Kosteky y Santillán.

Es –vaya paradoja del fútbol para todos- el que representó durante 15 años el monopolio del gol, como cara visible del programa que no permitía que viéramos los goles hasta las 12 de la noche del domingo y que al interior le ofrecía –siempre de modo burlón- un compacto de 15 segundos por fecha.

Es el que denostaba a los jugadores extranjeros. “Negros”, “paraguas”, “bolitas”, “camisinhas” gustaba de llamar a los hinchas y futbolistas de países vecinos. Es el que verdugueaba a sus compañeros de trabajo de un modo humillante. Es el que iba a la cancha con custodia y con vidrios polarizados por eso que había aprendido de su amigo Menem: no mirarle jamás la cara a la gente de a pie.

Es el que reivindica al menemismo como modernizador del pensamiento peronista y el que tarareó con Macri en un inglés de mierda un festejo bien Pro el día que Mauricio hizo llorar muerto a Fredy Mercury. Es el que escribió después del Mundial 78 que el triunfo “fue el milagro argentino. Su organización lograda contra los presagios, sorprendió al mundo. Se disolvía el prejuicio que traían los colegas extranjeros merced a la insidiosa propaganda de las organizaciones subversivas”.

Ahora a Lázaro, como su homónimo de Betania, le ha llegado el momento de resucitar. Esta gagá y se equivoca sistemáticamente con los nombres de los jugadores. Desconoce a los players (así los llamaba él) como perro que se está quedando ciego. La edad, como al padre de Piero, se le vino encima sin carnaval ni comparsa.

Alguien debería hacer justicia. No digo impedirle que trabaje, como hacía él cuando era amo y señor del fútbol televisado, pero al menos que lo empiecen a llamar por su nombre; o por su apodo. Que le digan Lázaro. Jaime. Zilberman. Marcelo. Araujo. Que lo llamen con apelativos que hagan mención a la pérdida de su gola o a su decadencia inevitable, para que sienta en carne propia el trato que supo prodigar. (esto sí que no es nada cristiano).

Que lo llamen como quieran, pero relator del pueblo no. El pueblo es algo que la señora que encendió la llama de la reelección hoy, para calentar el frío invierno, ha revalorizado de modo tal que no lo podrán mancillar nunca más los que se colaron en la foto, los que (gracias Marziali) se comieron todo con las manos sucias de la indignidad. El pueblo somos nosotros, esperando un Nestornauta futbolero que mande bajar el cuadro del tirano del gol. El pueblo futbolero está esperando que le digan “proceda”.

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