Macri, el escurridizo socio de Sobisch que mira para otro lado

El asesinato del docente Carlos Fuentealba en Neuquén también golpeó a Mauricio Macri en medio de su candidatura a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. A pesar de las sobreactuaciones y la cara de “yo no fui”, el titubeante referente de la derecha no sólo demoró en dejar sentada su posición respecto al papel de su socio político, sino que salió a responder duramente a Jorge Sobisch, sin previo aviso, en una evidente violación a un código no escrito que se maneja entre socios políticos. Esa actitud dubitativa provocó que el propio Sobisch pusiera también en duda qué haría Macri, entonces, ante un problema importante, pero siendo Jefe de gobierno porteño.

Aunque fue vendida durante años como una alianza de conservadores que podían construir un proyecto de país acorde con sus orientaciones ideológicas, la orden de reprimir de Sobisch obligó a Macri a sobreactuar. A pocas horas de los incidentes y cuando Fuentealba aún agonizaba en Neuquén, el candidato dijo que «nunca» pudo constituir un frente político con Sobisch, debido a «diferencias muy grandes» entre los referentes del espectro de centroderecha.

Bordeando lo tolerable en una situación como estas y teniendo en cuenta que Macri jamás se mostró en desacuerdo con los avances represivos en el país, sus palabras no pueden ser tomadas de otro modo, que otra estrategia de marketing político para zafar del escarnio al que ve sometido a su “ex socio”, aunque por lo bajo coincida en respaldar el uso de la fuerza a cualquier precio si hay que defender el orden.

No hay dudas. Macri coincide con ese axioma siniestro y sacó los pies del plato para no quedar pegado, en un riesgoso paripé que confirma que todo lo que dice es para quedar bien y para hacer lo que hacen el resto de sus pares en América Latina: mentir deliberadamente, porque si realmente dijeran lo que piensan hacer, los votaría muy poca gente, tal como le sucederá a Sobish si aún tiene el tupé de mantener en pie sus aspiraciones presidenciales.

En medio de las maniobras en las que no mostró ninguna consternación por la muerte del maestro, Macri tomó distancia de Sobisch y negó que se haya «roto» la alianza con el neuquino, porque «nunca pudimos crear un frente. Intenté, haciéndome eco del pedido de la ciudadanía, de que convivamos en el mismo espacio aquellos que tenemos una mirada distinta del presidente (Néstor Kirchner), pero no funcionó», dijo Macri, en alusión a un posible frente opositor que integrara además de Sobisch, dirigentes como Ricardo López Murphy y Roberto Lavagna.

«Las diferencias entre todos los participantes es tan grande que nada se pudo construir», se lamentó, y apuntó que debido a eso él se concentró sobre el «tema Capital».

Otro girito más

Unos días después, como si eso no fuera poco, pidió «no hacer politiquería» con la muerte del docente e intentó poner paños fríos al malestar surgido con su aliado: «Yo dije lo que opino como argentino, lo que no hay que hacer con esto es politiquería», dijo el dirigente cuando se le mencionó el malestar que despertó en el entorno de Sobisch y, en el propio gobernador, su declaración posterior a la represión que derivó en el crimen del docente. Ya era tarde, había dicho que Sobisch «tenía que dar explicaciones sobre lo sucedido» y que el acuerdo electoral con ese sector «había fracasado».

Como golpeado por una dura amnesia, Macri no mencionó la cantidad de contactos que se desarrollaron durante todo el 2006 con los equipos de Sobisch, ni tampoco dijo que varios hombres de su partido insistían con insertar al sobischismo en la provincia de Buenos Aires para generar una mayor integración entre sus cuadros y sostener al futuro candidato para la provincia. Pero la amnesia es muy grande.

Macri también olvidó que hace unas pocas semanas, cuando Blumberg confirmaba que se metía en campaña de la mano de Mauricio, se alegraba por el apoyo del neuquino Sobisch, quien mientras promociona su candidatura presidencial en Mar del Plata, se animó a decir que el padre de Axel «es un muy buen candidato y mejor candidato que (Daniel) Scioli para ocupar el gobierno de la provincia de Buenos Aires». Esas palabras son voces de la misma fuerza que estaba tejiendo con Macri.

Pero eso ya es parte del pasado. Ahora el candidato sostiene que «no hay que hacer política ni politiquería frente a un hecho tan triste como el de Neuquén donde dos niñas se quedaron sin padre y alumnos sin maestro. Hay que dejar que las instituciones trabajen para dilucidar qué es lo que ocurrió», sostuvo y se mostró esquivo al responder sobre el enfriamiento de su relación con el gobernador neuquino. «Intenté unir posiciones en la oposición y hasta ahora no tuve éxito», señaló el presidente de Boca, aunque esta vez no dio por cerrado definitivamente el acuerdo con el Movimiento Popular Neuquino (MPN). Cómo no hacerlo, si no hay nadie más interesado en quedarse con el sobischismo sin Sobisch, que el propio Macri. Quizás, por eso, cuando le preguntaron sobre la represión en Neuquén, prefirió no opinar.

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