Daniel Filmus recibe a Zoom en una de las oficinas del Centro de Investigación de los Trabajadores (CITRA), un centro creado en conjunto por la UMET y el CONICET. Con un pequeño aposito blanco en la frente -casi un cosplay en miniatura de aquel Néstor Kirchner que terminó herido en su asunción como presidente (dando inicio así a la mitología kirchnerista)-, el ex ministro de Educación de Kirchner, ex senador y actual parlamentario del Mercosur habla de las próximas elecciones legislativas en la ciudad, una competencia que, a esta altura, parece hegemonizada por esa suerte de preinterna cambiemita entre Elisa Carrió y Martín Lousteau. Filmus -que algunos sectores del peronismo porteño impulsan como candidato en octubre- considera que en estas elecciones legislativas se juega la legitimidad que pueda sentir el macrismo para avanzar con sus transformaciones económicas en 2018, por lo que, en su opinión, el resultado de este 2017 influirá también el escenario político de 2019. Aunque considera que estas elecciones se verán «nacionalizadas», el ex candidato a jefe de gobierno habla de los desafíos del peronismo local, y si bien sostiene que la mitad de la población porteña “está en contra de las políticas neoliberales”, admite que al kirchnerismo le cuesta mostrarse como una opción en medio del fuego amigo que se lanzan Carrió y Lousteau. “Nadie piensa si hoy el kirchnerismo es una alternativa en la ciudad. Hay que romper con esto”, confiesa y asegura que el kirchnerismo solo va a estar en condiciones de dar la disputa si “renuncia a la omnipotencia” y sale a “buscar nuevos actores”. “Hay un activo que está mirando más en quienes no tienen que formar parte de un frente pero hay que tener racionalidad y saber que necesitamos sumar la mayor cantidad de votos posibles en una elección donde no es lo mismo salir segundo que tercero”.
¿Hay lugar para una alternativa política en una ciudad hegemonizada por la tensión entre Elisa Carrió y Martín Lousteau?
Sí, y estamos convencidos. Lo muestran las encuestas e incluso lo mostró la última elección, cuando Lousteau fue al ballotage y quedó claro que hay una mitad o un poco más de la mitad de la ciudad que está en contra de las políticas neoliberales. ¿Qué es lo que querrían los porteños y las porteñas? Que nos unamos y que tengamos la capacidad de convocar más votos que el macrismo. Esa es la cuestión. Si efectivamente en 2015, aún llamando el Frente para la Victoria a votar en blanco, Lousteau casi logra el 50% de los votos, está claro que hay una mitad, como la que en su momento se expresó con [Aníbal] Ibarra, que está en contra de las políticas neoliberales. La opción es que nosotros sepamos estar a la altura de las circunstancias y lograr con nuestros dirigentes unir a las fuerzas que se oponen al macrismo. Ahí ya depende, en buena medida, de que haya una disposición de parte de la dirigencia política de conformar un frente que claramente sea una alternativa. Creo que esa es la gran diferencia hoy: los que quieren un frente para la alternancia y que se siga más o menos con la misma mirada, lo que representaría Lousteau, por ejemplo, y nosotros, que queremos un frente que sea una alternativa.
¿Cuáles serían los límites de ese frente?
Los límites del frente están dados por el programa que propongas, partiendo de actores que hayan mostrado ser consecuentes con las demandas populares. Cuando vos proponés un frente amplio, plural, generoso, lo que tenés que definir, si es que querés lograr la mitad de la población, es cuáles son tus sí y cuáles son tus no. Cuáles son tus sí, qué programa vas a querer impulsar, y los no, qué cosas no vas a dejar que pasen. Por lo menos para esta elección, que es una legislativa, tenés que tener claro cómo vas a avanzar para profundizar el proceso del 2003 al 2015 y también tenés que tener claro qué cosas no vas a permitir que ellos avasallen con respecto de los avances que logramos durante estos años. Vamos a votar los fondos buitres o no, vas a bajar la edad de imputabiildad o no, vas a permitir la flexibilización laboral o no.
Pero con respecto a la ciudad, a la elección local, ¿cuál sería ese programa? ¿Sobre qué temas le va a hablar el kirchnerismo a los porteños?
Yo creo que, a diferencia de otras elecciones, como las de jefe de gobierno, donde los comicios son separados, este debate electoral va a ser muy nacionalizado. Así que vamos a tener la mirada puesta principalmente en nuestro antagonismo con el modelo neoliberal. Independientemente de eso, tenemos que tener un trabajo muy fuerte en los barrios y en las comunas. Ahí tenés los problemas de la sociedad porteña y al mismo tiempo problemas estructurales que no resolvió el macrismo en todo este tiempo que le tocó gobernar. El tema de la educación en todos los aspectos, no solo en el aspecto de las vacantes, sino también en la calidad de la educación, o lo que pasa en los hospitales, o la desigualdad entre el norte y el sur. Ahora, no hay que caer en el riesgo de discutir cuestiones puntuales de la ciudad en lugar de un concepto de ciudad. Una ciudad igualitaria, como la que aspiramos, obliga a cambiar la planificación urbana. Es fundamental que cada una de las comunas tenga lo que necesita para vivir en lo cotidiano y que no esté todo concentrado en el microcentro. Hay que pensar la mirada con el conurbano. Y un tercer tema, que yo creo que es fundamental, que es la mirada al río. Deberíamos dejar el puerto solo para los bienes de consumo de la ciudad y el puerto comercial llevarlo a Quilmes. Hay estudios hechos.
Que sea una elección nacionalizada implica que se va a plebiscitar el gobierno de atiauricio Macri. Ahora, ¿se puede llegar a plebiscitar también el armado opositor de cara a 2019? ¿Cree que en esta elección se va a jugar la forma que asuma la oposición a futuro?
Por supuesto no va a ser decisivo, pero parte del 2019 también se juega acá. Si el macrismo siente que tiene legitimidad electoral para arrasar en 2018 con la economía argentina, vamos a llegar al 2019 con un país destruido. Y, como todos sabemos, cuando los sectores populares están peor, no es que tienen más conciencia. Eso de “cuanto peor, mejor” ya lo hemos visto. Hay poca memoria, pero eso lo vimos en 2003. Néstor [Kirchner] sacó 22 puntos, pero si sumabas los puntos de [Ricardo] López Murphy, los de [Carlos] Menem y los de las distintas derechas que había, aún después de que el neoliberalismo había destruido la Argentina, el voto mayoritario todavía seguía siendo para los responsables de esa destrucción. López Murphy había estado una semana como ministro de Economía y destruyó la educación…
“Estoy seguro de que si nosotros tuviéramos la amplitud, la pluralidad, el renunciamiento a la omnipotencia, y aceptamos que tenemos que actuar con otros, estamos en condiciones de dar una disputa”
Y quedó tercero.
Nosotros unos días antes estábamos asustados con la posibilidad de que el ballotage fuera entre ellos dos, era una posibilidad. Quiero decir, si el macrismo siente la legitimidad, vamos a tener un 2018 muy difícil. Frente a eso, por supuesto, todos queremos lo mismo. Pero hay matices. Yo sería de los portadores de la idea de un frente, insisto, con una base programática común, sí, pero tu primer pregunta fue por los límites y la pregunta debería ser al revés: quiénes tienen que estar incluidos ahí. Hoy estamos en una situación en donde el gobierno está decidiendo quién es el oficialismo y quién es la oposición. Si uno mira los diarios desde hace un mes que no se habla más que del enfrentamiento entre Carrió y Lousteau Y la misma Carrió es oficialismo y oposición al mismo tiempo para un sector importante de la población. Entonces, nosotros tenemos que tener la iniciativa de convocar. ¿Nosotros desde dónde? Desde el kirchnerismo. Pero convocando desde el kirchnerismo a todo el peronismo. Y aún así no alcanza. No alcanza ni con el peronismo ni con el kirchnerismo. No alcanza seguro en la ciudad, pero tampoco en el país.
¿La base para competir, entonces, sería un frente lo más amplio posible?
El peronismo tiene vocación frentista y vocación por el poder desde siempre. Entonces de lo que se trata es de generar una correlación de fuerzas que nos favorezca, no ir a una correlación de fuerzas que ya antes de empezar sabemos que no nos va a favorecer. Ahora bien, el otro extremo es: ¿perdemos la identidad? Yo escribí un artículo hace un tiempo en Página/12 que decía “Identidad y apertura”. Nosotros tenemos que ser fuertemente kirchneristas, defender las conquistas que se lograron y decir cuáles son las asignaturas pendientes para avanzar. Somos esto, somos los portadores del enorme proceso que encabezaron Néstor y Cristina. Pero es ridículo que pensemos que con eso alcanza. Todo el mundo sabe que con eso no alcanza, ni que llamando simplemente desde nuestra vereda todos van a venir. Tenemos que ir, cruzar la vereda y hablar con otros que también tienen miradas contra el neoliberalismo. No hay que ser omnipotentes y pensar que la única mirada en contra del neoliberalismo es la que tiene el kirchnerismo. Me parece que es imprescindible. Esa es la historia del peronismo. El peronismo, aún teniendo condiciones para ganar solo, siempre fue a un frente. Te estoy hablando del ’45, del ’73. Néstor fue a buscarlo a [Julio] Cobos para llegar al 45%, que era lo que hacía falta para no ir a ballotage, porque no sabemos qué hubiera pasado en el ballotage. ¿Cuántos radicales se incorporaron? Después muchos dijeron que no, pero a la hora de conformar el Frente Para la Victoria fueron imprescindibles.
En ese sentido, ¿cómo ves el regreso de ciertas figuras, por ejemplo, Alberto Fernández?
Me parece que nuestra puerta tiene que estar abierta para todos aquellos actores políticos que en la mirada hacia delante coincidan en que tiene que haber un proyecto común y hoy a Alberto lo veo en la pelea. No sé si estará después en un frente con nosotros, pero lo veo en los medios de comunicación dando una pelea difícil, a veces defendiendo cuestiones que muchos de los nuestros no se animan a salir a hablar. Y como él muchos sectores de izquierda y de centroizquierda, con los cuales naturalmente tenemos que estar. Fíjate lo que hizo Néstor: asumió con un 22%, tenía legalidad y no legitimidad. Que cuenten cuántos recibieron ofertas para ingresar al gobierno en aquel momento. Muchos no lo hicieron, [Carlos] Heller, por ejemplo, lo mismo Mempo Giardinelli. A [Hermes] Binner le ofrecieron el Ministerio de Salud. Hubo momentos en los que salimos a armar un frente porque el neoliberalismo, la derecha, tiene tanta fuerza en la Argentina que nosotros necesitamos tener una correlación de fuerzas favorable. No solo para llegar al gobierno, sino después para avanzar con los cambios. Las grandes leyes nuestras se construyeron con acuerdos mucho más amplios.
Se podría pensar, incluso, que esa identidad del kirchnerismo es mutable, dinámica, que fue adaptándose a lo largo de los doce años que estuvo en el poder.
Más claro que lo que planteó Cristina no hay. Me acuerdo que en Huracán todo el mundo se asombró cuando dijo: “no le preguntemos de dónde vienen, sino a dónde van.” Y ahora, cuando estuvo en Comodoro Py, en un momento muy difícil, planteó: “no preguntemos si es kirchnerista o no, preguntemos cómo estaba el 10 de diciembre de 2015”. Y habló del Frente Ciudadano. Vos fijate qué fuerte para el peronismo hablar de Frente Ciudadano, ni siquiera es parte de nuestra terminología, ¿no? Pero plantea eso porque tiene que ser toda la ciudadanía la que se subleve electoralmente contra el modelo neoliberal. Acordate que fue en el momento en que algunos criticaban a algunos dirigentes de la oposición. Y ella dijo: “no, no”. Por eso esta cuestión que marcaba antes. ¿Por dónde empiezo? Empiezo por quienes sí, por quienes pueden estar con nosotros. Es un esfuerzo muy grande porque nosotros también, en más de un momento, pecamos de omnipotencia. Pensamos que podíamos resolver todo.
“Si el macrismo siente la legitimidad, vamos a tener un 2018 muy difícil. Frente a eso, por supuesto, todos queremos lo mismo. Pero hay matices”
¿Eso es parte de una autocrítica?
Por supuesto. Y autocrítica personal también. En el sentido de que pensamos que el kirchnerismo había llegado para quedarse y que no había forma, con el apoyo popular que teníamos, de que nos vayamos del gobierno. Pensábamos que era así. Bueno, la realidad es que hay que salir a buscar nuevos actores, otras fuerzas que hay en la sociedad. Muchos actores van a venir del campo político aunque, sinceramente, también soy pesimista respecto de la cantidad de dirigentes políticos representativos que se puedan sumar. Lo veo más en el campo social. El movimiento de mujeres, la economía popular, el empresariado que está siendo fundido por esta economía, todo el movimiento de las minorías sexuales. ¿Cuántos movimientos tenés con los cuales podés llegar a conformar una nueva forma de hacer política? Algunos piensan: “¿Cuánto nos da Alberto, cuánto Claudio [Lozano], cuánto esto?” Y la verdad es que eso no te da nada. Te da la imagen de que estás haciendo un frente, pero después hay que ir a conformarlo en el trabajo cotidiano. A mí me toca el campo de la educación y la ciencia. Nunca hubo en la Argentina una lucha científica como la actual, ni aún en la época de “lavar los platos”. Se creó un movimiento que obligó al gobierno a dar marcha atrás con el tema de CONICET, por lo menos en parte. La movilización del año pasado de los universitarios fue mucho más grande que la que se hizo contra Menem y el gobierno dio marcha atrás. Ahora esta semana los universitarios vamos a una semana de paro. No se juntaban los tres sindicatos desde hace muchísimo tiempo. Insisto, uno puede pensar en nombres pero yo confío, junto con los nombres, en la masa social.
¿El kirchnerismo puede tener internas en la ciudad?
Puede haber. El tema es que haya una interna acertada, en el sentido de que tengas algo para dirimir y que eso no sea tan grave como para que las PASO te tire en contra y termines enfrentándote y confundiendo quién es el actor antagónico central de este momento, que es el gobierno. Las PASO tienen que tener dos miradas distintas, con un mismo programa.
El kirchnerismo ya tuvo una experiencia de PASO en la ciudad
Sí, siete candidatos tuvimos. Y todos peleaban por ver quién era el más ortodoxo, por decirlo de alguna manera. Por supuesto uno prefiere que haya unidad. Ahora, si hay PASO que refleje algo real. Me parece que es un momento fundamental para dejar de lado cuestiones de figuración. Yo recorro el país y la gente pide “únanse”. Es una responsabilidad de los dirigentes porque abajo está eso. Es verdad que hay un activo que está mirando más quienes no. Pero como decía [Antonio] Gramsci, hay que tener corazón caliente, pero mente fría. Tener pasión pero también racionalidad para saber que necesitamos sumar la mayor cantidad de votos posibles en una elección donde no es lo mismo salir segundo que tercero, o que primero. Sabemos que la ciudad es un lugar adverso, pero donde nosotros fuimos históricamente la principal oposición y hoy no está claro. Todos los medios hablan de Lousteau y cómo está armando, y Lilita que lo ataca, nos tienen así. Y nosotros lo estamos mirando. Nadie piensa si hoy el kirchnerismo es una alternativa en la ciudad. Hay que romper con esto.
Por eso la pregunta del principio, respecto de si hay lugar para una alternativa y en función de eso qué va a hacer el peronismo para romper esa hegemonía
En la ciudad van a competir el que armó la visita con Trump y el que fue a la visita con Trump. No existe eso. Claramente son la misma fuerza. Ahora, ¿no hay en la ciudad de Buenos Aires un 50% que dice que las relaciones carnales con Estados Unidos no van? Ahí tenemos un hecho. Nosotros no estamos logrando colocarlo en el eje central. Para eso, insisto, está claro que nosotros solos no alcanzamos. Pero estoy seguro de que si tuviéramos la amplitud, la pluralidad, el renunciamiento a la omnipotencia, y aceptamos que tenemos que actuar con otros, estamos en condiciones de dar una disputa. ¿Se va a definir esto en 2017? No, pero nos va a poner de cara al 2019 en otra condición, si somos la primera oposición o no.
¿Cómo ve el presente del Mercosur y el Parlasur?
Este es un gobierno que coincide con el de [Michel] Temer en destruir el Mercosur. Al principio parecía que el objetivo era el Parlasur pero no. Nunca se vio un bloque que expulse a uno de los integrantes y este bloque expulsó a Venezuela, lo que implica paralizar el ingreso de Bolivia. Con Bolivia y Venezuela, el Mercosur no solo tenía industrias, alimentos y agua, sino que empezaba a tener energía y minería y pasaba a ser el único bloque autosustentable del mundo. Esta mirada de destruir el bloque es la que tiene Macri cuando corre hacía el Pacífico y corre hacia el acuerdo con la Unión Europea en condiciones desventajosas. Hay una idea de destruir toda la tradición de [Raúl] Alfonsín en adelante respecto del Mercosur. En ese contexto, ¿qué es el Parlasur? Es la instancia que te permite hablar de una legislación común para todos los países del Mercosur. Con la particularidad de que lo integran los oficialismos y las oposiciones. Es interesante, Macri y Temer expulsan a Venezuela del Mercosur, pero el oficialismo y la oposición de Venezuela le piden al Parlasur que le pida al Mercosur que no lo expulse. La oposición venezolana quiere un futuro para su país y no quiere irse. Eso es lo bueno del Parlasur, que ahora quieren destruir, pero no por el Parlasu en sí, sino porque quieren destruir al Mercosur.