El presidente del bloque del Frente para la Victoria charló con ZOOM del Congreso actual, del que viene y señaló que “está claro que desde el 10 de diciembre la iniciativa parlamentaria va estar más compartida”. Crítico, reclamó: “Necesitamos una democracia cuya oposición tenga independencia de las corporaciones.” Dijo no comprender a los peronistas opositores, los acusó de referenciarse en los ’90 y sinceró: “En algún momento logramos subordinarlos por el peso político propio, pero nunca pensaron como nosotros.”
—Después del 28-J da la sensación de que Kirchner domina la política pero no a la gente. La iniciativa sigue siendo del oficialismo, pero se percibe que un 70% de fanático anti-kirchnerismo. ¿Cómo se revierte esta situación hacia 2011?
—Coincido parcialmente. Hay un escenario de cara al 2011 donde el gobierno ha demostrado tener iniciativa política y parlamentaria, algo que nadie imaginaba el 29 de junio. Y esto ratifica una parte del análisis que se había hecho en las últimas elecciones, que más allá de nuestra derrota en la provincia de Buenos Aires, ésta no dejó grandes ganadores en ninguno de los distritos: De Narváez ganó por dos puntos, la candidata de Macri triunfó por menos de lo que se pensaba, lo mismo que Reutemann en la ciudad de Santa Fe y Juez en Córdoba, es decir quedó un mapa multipolar bastante fragmentado. En ese escenario hay un gobierno que se mantuvo y recuperó la iniciativa con un bloque parlamentario más achicado, pero con fortaleza y con capacidad de construir mayorías. Así, el gobierno sigue marcando una parte de la agenda pública y política de acá a fin de año y en los dos que le faltan.
Después del 28 junio muchos suponían, opositores o analistas, que Cristina no iba a cumplir su mandato hasta el 2011 y esto hoy está fuera de discusión. Está claro que determinados sectores sociales tienen un nivel de crítica y de enojo con nuestro espacio político, pero siento que hay un punto de inflexión con el debate de la ley de medios, donde el gobierno empieza a reencontrarse con el espacio político y social que convocó en el 2005. Fuerte anclaje en los sectores populares, con el peronismo, pero atractivo para la clase media progresista expresada en la centroizquierda y ubicada en los centros urbanos más importantes del país. Hay que ver cómo sigue y se extiende esto, pero yo siento que vamos en ese camino.
—¿Esto le alcanza a Kirchner para ganar el balotaje en 2011? ¿O es el mejor candidato posible, pero su tope es terminar como jefe de la oposición?
—Si recobramos lo que teníamos en la elección de Cristina no necesitamos al balotaje, estábamos en el 45%. Aunque no hay que pararse en el 2007: nuestro momento de mayor fortaleza fue en el 2005, cuando representábamos una expectativa para el conjunto de la sociedad, una utopía, un horizonte, sueños y valores. Esas cosas son las que tenemos que recuperar y me parece que la ley de medios nos ubica en ese sentido. Este gobierno demuestra que tiene contundencia en las decisiones que ha tomado y siempre fueron en sentido correcto, desde nuestra cosmovisión del campo ideológico. Lo que siempre nos ha faltado es, entre la decisión política y la concreción, la parte de la comunicación o cómo se llegaba o como se avanzaba en ese escenario. Esto fue lo distintivo de la ley de medios. Cuando Cristina anuncia su envío, en ese mismo momento había 30.000 argentinos militando a favor, desde antes, y eso es insustituible.
—Hacia adentro del peronismo, ¿qué implica la decisión de Duhalde de no descartar postularse a presidente en 2011?
—Eso depende de él. Lo que para mí es difícil de entender es cómo se puede desde el peronismo ser opositor a este gobierno, que se entronca en sus valores históricos. Con medidas de justicia social, de soberanía política, de independencia económica, de igualdad, de generación de empleo, de fortalecimiento del mercado interno, de crecimiento industrial. El peronismo disidente se referenció en la década del ‘90 y son muchos de los que ingresaron al peronismo en esa época y asumieron ese modelo ideológico. En algún momento logramos subordinarlos por el peso político propio, pero nunca pensaron como nosotros. Por eso digo que en general son más disidentes que peronistas.
Política vs. corporaciones
—Tras la aprobación de la prórroga de las facultades delegadas señalaste en la Cámara que: “Hoy la cuestión no es oficialismo u oposición; es la política o las corporaciones.”
—El debate de las facultades delegadas era eso, y lo que yo estaba haciendo era una interpelación a la oposición, para que tuviera su espacio de independencia sin pararse a defender los intereses corporativos. Y esto pasó cuando debatimos facultades delegadas, ya que pierden la votación por defender a la mesa de enlace. O cuando discutimos la ley de medios, sobre todo acá en diputados. Como los medios les marcan la agenda, no dieron quórum, yéndose de la sesión y poniendo trabas en todas las cuestiones. Necesitamos una democracia cuya oposición tenga independencia de las corporaciones. Sólo por la hipótesis de que algún día lleguen a ganar una elección, la presión corporativa va a ser tan grande que les resultará imposible gobernar, porque cada corporación se va a llevar un pedazo. Si la política es un disciplinador de esa puja de intereses, lo que se necesita es una cuota de independencia, y la oposición debe tenerla. Hay frases patéticas, como la de Carrió: “si para defender la libertad de prensa debemos defender a las empresas monopólicas y multimediáticas, lo vamos a hacer”. Es renunciar a la política como capacidad transformadora. Me acuerdo de Aguad antes del debate de facultades delegadas, dijo que esta era la primera batalla que iban a dar, y es claramente un error.
—En un mismo tono, el discurso final de Ernesto Sanz fue absolutamente vacío y sin contenido.
—Es justificatorio de la derrota en la votación, no hay que confundirse. Las que fueron la expresión de la oposición son Silvina Giudici y Patricia Bullrich, que defendieron claramente las posiciones de las empresas y llevaron a toda la oposición parlamentaria a un callejón sin salida. No estoy diciendo nada por debajo de la mesa, lo que recalco es que la posición de la oposición no es conveniente para la democracia. Este sistema necesita un oficialismo fuerte y una oposición independiente. Si se hubiesen manejado con sus propios tiempos y pensado desde su propia mirada, sobre el fondo de la ley, seguramente se habría logrado un consenso más amplio. Si analizás el discurso de Sanz, no es crítico con la ley. El miércoles debatíamos el presupuesto y en el cierre, Adrián Pérez expresó que nadie podía estar en desacuerdo de que Argentina necesitaba una nueva ley de medios… pero lo dijo una semana después. Si vos te dejás presionar y tu agenda política te la marcan los que tienen que defender los intereses corporativos, te equivocás. Y te pueden llevar a derrotas parlamentarias que se convierten en derrotas políticas para tus propias expectativas.
—Hay una crítica al proceso iniciado en 2003 sobre la incapacidad de construcción de una fuerza sociopolítica propia para acompañar la gestión de gobierno. ¿Con qué fortaleza política se puede encarar la tarea pendiente de perforar los “techos” distributivos impuestos en la segunda mitad de los ‘70 y los ’90?
—Está claro que tenemos un déficit, aunque en nuestra concepción nacional y popular le damos al militante político el rol de sujeto y no de objeto, ya que es alguien que puede transformar la realidad social. Es el que se pone de pie para representar a su sociedad, a su pueblo frente a los poderes públicos o privados para modificar la realidad o en consonancia con el poder público en un mismo sentido. Esto es en lo que tenemos que avanzar, en el estadio organizativo, fundamentalmente en caso de los más jóvenes. Me da la sensación que debemos hablar de esto.
—Sí, hubo un avance después de lo que pasó con la 125, pero todavía no se pasó a lo organizativo.
—Hay que poner manos a la obra. No hablamos de una gran organización, eso es una consecuencia, sino de una cantidad de cuadros militantes en cada uno de los lugares de la Argentina que puedan tratar de asumirse como conducción de cada uno de los procesos. Me reúno con muchísimos grupos juveniles del país y les aconsejo esto: construcción política autónoma e independiente de la referencia política del lugar. Esto no es contradictorio y va a permitir generar cuadros políticos propios. Necesitamos un militante joven que no aspire a ser el dirigente juvenil dependiente del dirigente tal, sino un tipo con capacidad de interpelación y cuestionamiento, pero también con lucidez para la construcción, el esfuerzo, la militancia, la constancia, con rutina y con una mirada propia. Comparto lo que decís: hay muchísimos grupos, sobre todo de jóvenes, a lo largo y ancho del país, que están en esta situación y que están esperando que alguien los ordene. Yo les digo: no esperen más, ordénense solos, busquen su propio espacio.
—Para esto hay recuperar la discusión política, que empieza a aparecer tímidamente en base a una necesidad.
—Hay discusión política, lo que no hay es bagaje argumentativo. Cuando me reúno con grupos de jóvenes, en general lo que me demandan es que les explique cómo es. Todos tenemos en claro dónde debemos estar y qué es lo que tenemos que hacer y por qué. Lo que falta es el bagaje argumentativo que vos necesitás para confrontar con otro y tratar de convencerlo, y eso sí es un déficit que debemos subsanar. Hay que utilizar metodologías como las que utilizan ustedes (NdR: por ZOOM) o toda la onda de los blogueros. Nosotros como espacio político tenemos, quizá por la impronta del liderazgo, mucho más de hacedor que de explicador. Cuando fue la estatización de las AFJP, instalamos el tema y a las 72 horas nos habían destrozado los medios de comunicación: que nos queríamos robar la plata de los jubilados, que los fondos debían ser intangibles, que estábamos violando el derecho de propiedad. Desde ahí empezamos a remontar y a plantear ejes, pero si vos tenés organización política sobre este tipo de cuestiones rápidamente podés avanzar.
—Se vio en la ley de medios…
—Es que ahí hubo un trabajo político previo. Con solo el hecho de tener todas las universidades nacionales, los rectores de todas las escuelas de comunicación social, los principales docentes de todas las carreras de comunicación y sus alumnos, las organizaciones comunitarias, los medios alternativos, la coalición para una radiodifusión democrática… Anunciabas la ley y tenías 30.000 tipos hablando a favor de ella. Eso es un montón y podés enfrentar una estrategia comunicacional fuertemente mediática. Tenés un lugar de donde agarrarte, vos a eso tenés que enfrentarlo con militancia y con prestigio.
El Congreso de hoy y el que viene
—¿Percibís una revalorización del Congreso y de la política a partir de este casi año y medio en el cual el parlamento ha debatido proyectos troncales como el fin de las AFJP, la ley de medios o la 125?
—Sí, tuvimos un nivel de visibilidad pública que antes no teníamos. Se inició con la 125 y el Ejecutivo mantuvo el ritmo con Aerolíneas, las AFJP, el adelantamiento de las elecciones, el año pasado el presupuesto, ley de medios. Y se va logrando que para la gente sea normal que los canales de noticias te pongan durante 5 horas una sesión del parlamento: se paran, lo miran y alguna cosa escuchan, y me parece que eso está piola. Si no, los senadores y diputados parecen los desconocidos de siempre, y uno tiene que tener visibilidad pública para dar cuentas de sus actos.
—¿Quiénes serán los aliados del bloque del FpV después del 10 de diciembre?
—Lo que está claro es que desde el 10 de diciembre la iniciativa parlamentaria va estar más compartida. En estos años nunca la hemos perdido, aunque sí perdimos muchos diputados. Nosotros aprobamos el presupuesto con 102 diputados propios. Empezamos este período con 130, perdimos 28 y terminamos sacando 80 de diferencia. Por lo que está claro que, aunque tengamos noventa y pico de diputados el 10 de diciembre, vamos a tener una capacidad de construcción y de alianzas. Y va a haber un bloque de centroizquierda, que según los temas veremos dónde se posicionan. Algunos son sensibles para ellos, y allí han demostrado que nos acompañan: AFJP o ley de medios. Quizá en temas económicos sean más reacios. En la sesión de presupuesto sólo nos acompañó el bloque de Ariel Basteiro. Va a ser un parlamento más equilibrado, la iniciativa política por momentos la tendremos nosotros, otras veces ellos y se verá cómo se irá construyendo.
—En la sesión sobre facultades delegadas anunciaste que se ponían en marcha los mecanismos para tratar la ley de medios y para unificar un proyecto de universalización de asignaciones familiares. La primera ya se aprobó. ¿Qué pasa con la segunda?
—En eso estamos trabajando. No lo sacamos a la luz con el resto de los bloques, ya que queríamos primero afirmar una posición dentro del nuestro y con el gobierno. Estamos avanzando y veremos hasta dónde podemos llegar. Obviamente, estamos alejados de esa idea del ingreso universal. Tenemos puesta la mirada sobre el sector más vulnerable. En Argentina existen 12 millones de chicos menores de 18 años y 6 millones son hijos de empleados registrados, es decir que sus padres cobran salarios familiar, o sus cargas familiares son deducidas de ganancias para los empleados autónomos de mayor jerarquía. De los otros 6 millones, hay 2 millones y medio que están incluidos en los distintos planes sociales como Famillas, Jefas y Jefes, pensiones para la madre soltera, para la madre de 7 hijos, Discapacitados. Hay otros 2 millones y medio a los que no llegamos: la idea es ver cómo podemos poner la mirada sobre esos chicos, para llegar con una política universal que sería la más lógica: la extensión del salario familiar de los 135 pesos.
—¿Se va a modificar la ley de entidades financieras?
—Esta fue una de las banderas de Carlos Heller en la campaña. No conozco que haya un proyecto de ley de reforma de entidades financieras, o que haya una decisión del gobierno, lo que no significa que no se esté trabajando. Esto tiene varias aristas: en el país hay localidades que para cobrar su sueldo se tienen que ir a otra porque no hay cajeros automáticos. Entre el 50% y el 75% de las localidades no tienen una sucursal bancaria. La concentración del sistema financiero también ha llevado a este tipo de cuestiones.