Por Enrique Oliva, especial para Causa Popular.- Dijo Juan Perón: “El que lucha contra los mismos enemigos, en cualquier lugar, se denominen como se denominen, es un compañero”. La precedente sabia consigna del líder revolucionario argentino, que logró independizarnos del Imperio Británico, unió a la mayoría de su pueblo trabajador bajo tres banderas nacionales, de trascendencia internacional: soberanía política, independencia económica y justicia social. Interpretadas las mismas con claros ejemplos y con la aplicación simultanea de conquistas sociales concretas, el pueblo las hizo suyas.
Aquel pensamiento de Perón tiene hoy una enorme actualidad y es urgente la aceleración y profundización para llegar a la Patria Grande. No sólo es válida para la política interior sino también para la exterior. Perón hizo los mayores esfuerzos para unir a Suramérica comenzando por el ABC (Argentina, Brasil y Chile).
Tuvo el apoyo del general trasandino Ibáñez del Campo y del presidente Getulio Vargas. Pero no pudo vencer la cerrada oposición de las oligarquías cipayas. Y lo expresaba dramáticamente en aquello de que “el Siglo XX nos encontrará unidos o dominados”.
Este presagio, como tantas ideas del General Juan Perón, son repetidas con frecuencia por Hugo Chávez, poniendo al líder argentino junto a Bolívar y San Martín.
Imperialismo yanqui y Mercosur
Perón siempre se actualizaba. Primero se desligó de los privilegiados imperialistas ingleses. Luego, en la época de la Guerra Fría se mantuvo equidistante y lanzó la Tercera Posición que unió a una inmensa mayoría de pequeños y grandes pueblos sometidos al colonialismo europeo, hoy asociado (o sometido) al Imperio Yanqui.
Este, que no se ajusta a las leyes internacionales, desoye a las Naciones Unidas, la OEA, las convenciones de Ginebra y los derechos humanos, está apropiándose de cuanto pueblo desea, a sangre y fuego, recurriendo a genocidios y destrucción de culturas milenarias por poseer valiosos recursos naturales.
En la América del Sur, donde EEUU sostuvo a tantos dictadores, ahora que están democratizados también se ha lanzado contra ellos presionando con bases militares, imponiendo inmunidades hasta para sus mercenarios, asesinos profesionales a sueldo con derecho descontrolado al pillaje. Es decir, avasallando sus soberanías, convierte esclavos.
De allí la vigencia del pensamiento del general Perón de unirnos como Compañeros con los pueblos que ya sufren o sufrirán las agresiones de la globalización que lleva al mando único imperial y al pensamiento común, tanto político como cultural y económico.
Esta situación nos obliga a fortalecer y acelerar al MERCOSUR y la Union Suramericana. Para que no ocurra como con tantos otros entes internacionales, debemos impedir que sea absorbido por burócratas, intelectuales y tecnócratas a la violeta, con habitual pesimismo obstructor.
La Organización Mundial del Comercio
En estos momentos se reúnen en Hong Kong 147 países para tratar de imponer otra ventaja para los ricos: el libre comercio. Un libre comercio mundial con las únicas excepciones a favor de Estados Unidos, Europa, que podrán seguir disfrutando el privilegio de subvencionar sus producciones agrícolas en perjuicio de los países pobres fijándoles arbitrarios bajos precios a sus materias primas.
Es decir, mantener a los más en estado de dependencia. Los mandamases, con su desmesurada ambición ya han fracasado en varias oportunidades con las presiones callejeras de los afectados. Ayer, más de 100.000 manifestantes, incluidos antiglobalizadores de países ricos, enfrentaron a las fuerzas policiales registrándose detenciones y heridos y perturbando las negociaciones.
En las discusiones no se registró ningún progreso y si serias diferencias de criterios, incluso entre EEUU y Europa. Uno de los puntos más resistidos es la pretensión de los poderosos de considerar a la cultura como una mercancía más para quitarles a los pobres hasta el derecho a su identidad.
Una idea que crece
Desde hace unas semanas, circula por Internet una propuesta surgida de la inagotable imaginación popular. Un navegante se pregunta:
“¿Qué inconveniente habría en formar una alianza militar del Mercosur?” En otro correo leemos: “Sabido es que no podremos vencer por las armas al monstruo atómico imperial, pero si entorpecer la explotación, creándole focos espontáneos de resistencia pacífica (o no tanto) y recurriendo al boicot de sus productos”.
Entre otros tantos, uno más dice: “la gran diferencia de fuerzas no impedirá acciones aisladas de los pueblos, individuales o de grupos, especies de intifadas de desgaste.”
Y un último se pregunta: “¿estará Estados Unidos en condiciones de abrirse otro Vietnam como el de Iraq a nivel regional o mundial?”.