El pasado treinta de septiembre, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) publicó las cifras sobre pobreza en Argentina del primer semestre del 2021. Este organismo recopila los datos mediante la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) en 31 conglomerados urbanos.
En nuestro país, el 31,2% de los hogares y el 40,6% de la población se encuentran por debajo de la línea de pobreza (casi uno de cada tres hogares del total del país). Si bien desde algunos sectores refieren que estos valores son menores a los anteriores datos publicados por el INDEC —segundo semestre del 2020—, desde otros enuncian que lo más correcto (para evitar engaños que tienen que ver con la estacionalidad) es comparar primer semestre del 2021 con primer semestre del 2020. Al quedarnos con esta última opción a la hora de analizar la situación, vemos que del 2020 al 2021 las cantidades de hogares bajo la línea de pobreza aumentaron un 0,8%. Mientras que la población debajo de esta misma línea sólo disminuyó un 0,3%.
¿Qué es la “línea de pobreza”?
INDEC denomina “método de la Línea de Pobreza” (LP) a medir, mediante el ingreso de los hogares, la capacidad que los mismos tienen para satisfacer tanto necesidades alimentarias como no alimentarias consideradas fundamentales. Para obtener el dato se utiliza una Canasta Básica de Alimentos (CBA), que se la enriquece incorporándole bienes tales como educación, transporte, salud y vestimenta. De esta manera se compone una Canasta Básica Total (CBT).
Entonces, aquellos hogares que no superan el valor de la Canasta Básica Total se consideran pobres. Mientras que los que con sus ingresos no superan el valor de la CBA son referidos como indigentes.
Al mirar estos datos hacia atrás, se observan valores históricos a partir del 2020. Al parecer, existe un nuevo piso del 40% al observar el dato de pobreza por personas y un piso del 10% al observar el dato de indigencia. Desde ya, esta demás decir que la pandemia hizo estragos en los sectores más vulnerables de nuestra economía, sin embargo las cifras no dejan de ser alarmantes.
Ahora bien, el dato es llamativo de por sí. Pero un número sigue siendo un número si no se le da un encuadre de análisis que permita ver más allá de una cifra. Según este último informe, más de la mitad (54,3%) de la población entre 0 y 14 años de edad son pobres. Mientras que el 48.5% lo representan las personas de entre 15 y 29 años, el 36,3% corresponde aquellas personas por debajo de la línea de pobreza con entre 30 y 64 años de edad. El 13,8% de la población mayor a 65 años de está por debajo de dicha línea.
Que más del cincuenta por ciento de la población pobre esté representado por niños es un tanto devastador y debería ser el ítem primordial a tratar en la agenda de la gestión.
Este dato lleva a pensar en el trunque de las posibilidades de progreso futuras de esos niños y niñas que hoy son pobres. Quizás, para tomar dimensión de lo que acontece haya que recuperar el concepto de Necesidades Básicas Insatisfechas y analizar la problemática de manera más estructural.
¿Cómo actuar?
Partiendo de la base, hay que reconocer la problemática poniéndola en la lista de prioridades. Desde allí, el camino del crecimiento (del desarrollo económico, mejor dicho) es el que puede conducir a mejorar la situación actual. Es preciso edificar un plan que permita atender las carencias (habitacionales, educativas y de salud) de los sectores más vulnerables de manera específica. En esta línea, la desigualdad económica también es un punto clave a observar.
En este sentido, si de reactivación económica se habla, es preciso pensar en las perspectivas de crecimiento económico y de si Argentina puede o no en el corto/mediano plazo recuperar los niveles del PBI pre-pandemia (valores que ya de por sí no son realmente los mejores).
A fines del mes pasado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) había indicado que Argentina recuperaría los valores del PBI previos a la pandemia hacia fines del año 2025. Esta previsión parece sumarse a la lista de desilusiones en las últimas noticias. Sin embargo, en los últimos días este mismo organismo volvió a enunciarse sobre el tema y manifestó que el PBI mundial ya recuperó el nivel pre-pandemia. Asimismo puso el foco en la desigualdad de este crecimiento entre países y en las particularidades de cada uno de los desafíos que tiene cada país.
Para Argentina, la OCDE mejoró las últimas estimaciones y proyectó un crecimiento del 7,6% para el 2021 y de un 1,9% para el año 2022. También estimó la inflación (algo que parece ser el talón de Aquiles de nuestro país) entorno al 47% en el 2021 y del 48,3% en el 2022.
Sin embargo, remarcó que hay políticas que deben mantenerse: se debe evadir la supresión «abrupta y prematura de las políticas de asistencia» hasta tanto «el panorama a corto plazo tenga una mayor certidumbre y el mercado laboral se haya recuperado».
En fin, será cuestión de construir un camino claro y consistente que permita atender las necesidades más urgentes y traiga consigo el desarrollo económico y social sólido que tanto se necesita.