Lo que duele

Frente a la renuncia de Martín Guzman, asume Silvina Batakis. ¿Hay algún cambio en el programa económico? ¿Cómo afecta a la microeconomía?

Cafiero pasó de Jefe de Gabinete a Canciller y a pocos les importó aunque no supiera hablar inglés. Se fue Kulfas y nadie se calentó demasiado. Pero de tanto ir el cántaro a la fuente, al final se rompió. Se fue Guzmán anunciando su renuncia por las redes sociales y en medio del discurso de Cristina. Y vaya que importó su salida, lo único que cuenta al fin y al cabo es la economía. Una salida, de mínima, desprolija del ministro. Cundió la inestabilidad anunciada de los mercados en un fin de semana tremendo. Propuestas de Massa de intervenir con una concentración del poder en el gabinete, desechada. 

Si hay crisis, que se note lo menos posible, esa es la postura de Alberto Fernández. Que no se derrumbe el gabinete como un castillo de naipes. El cambio, la refundación o relanzamiento eventual del gobierno experimentado como un signo de debilidad. Que todo parezca un cambio de nombres, pero el programa y el acuerdo con el FMI no se mancha. Batakis por Guzmán.  Conferencia de prensa. Mercados alertas. Probablemente no haya mayor confesión de los límites que impone la realidad a cualquier tipo de progresismo o idea de izquierda que esa. La imagen de la Ministra de Economía enunciando medidas para complacer a los mercados. ¿A cuánto se hubiera ido el blue si anunciaba la reforma agraria, la revolución productiva o el salariazo? Así fueran mentiras o exageraciones como las promesas del caudillo riojano. ¿A cuánto escalaba la moneda paralela, esa que cotiza en un mercado insignificante pero al mismo tiempo tan importante si la Ministra sacaba un poncho y decía: salario básico universal? 

Entonces, imponer la racionalidad. Ningún empleado público más.  Cumplir a rajatabla las metas del acuerdo con el FMI. Muerto el rey Guzmán, parece seguir la rabia de su programa económico. Que el salario básico universal puede esperar, esa utopía de los condenados de la tierra. Primero estabilizar, después vemos. Se cayó el Muro en el 89 sobre la cabeza de las últimas añoranzas del socialismo. Ahora, parece derrumbarse la ilusión de la inclusión, de la justicia social bajo la calculadora de un acuerdo que no votó nadie pero que cumpliremos. Cuando faltan dólares, hasta los más utópicos bajan las banderas desensillando hasta que aclare. El que precisa dólares, alaba a los mercados. Y no se puede quedar bien con Dios y con el diablo. Y las organizaciones sociales que anuncian movilizaciones. Que la situación social se erosiona, que las necesidades cunden y que los mercados no son otra cosa que la asignación draconiana de los recursos en un darwinismo social desencarnado. Todos los caminos conducen a Roma y al FMI. 

Batakis administró la provincia de Buenos Aires, tiene experiencia en intentar darle razonabilidad a lo que no la tiene. “Dividámosla en cinco provincias” tronaron algunos dirigentes de Cambiemos. ¿Tiene sentido, si se mantiene el mismo nivel de coparticipación? Llevemos la capital a Viedma, quiso innovar Alfonsín en medio de otra crisis económica parecida a esta. Cuando se ve un berenjenal, se quiere casi huir, dedicarse a otra cosa más edificante que sólo ver la tablita Excel, cortar subsidios a clasemedieros y gastar sólo lo que entra. Eso, y el déficit cero de López Murphy del 2001 es más o menos lo mismo, no me digan que no. Porque la economía de los gurúes ortodoxos se sugiere fácil, borrar columnas de una planilla Excel hasta que se borre el rojo de los números totales. ¿Para eso estudiaron? Tenemos dos pesos, gastamos dos pesos. Recaudamos diez veces menos por la cuarentena, debieron gastar diez veces menos. ¿Y los heridos, los muertos de esas praxis? 

Escena difícil de romantizar, de militar la de Batakis calmando a los mercados, sucumbiendo toda la plétora plebeya del Frente de Todos. ¿De dónde sacar un programa peronista de eso? La estabilización es dolorosa, hay que pasar el invierno de Alsogaray otra vez. ¿Y cuál fue el legado de esos próceres del neoliberalismo aséptico? Que todos se les terminen pareciendo, aún sin querer queriendo como diría el Chavo. Ahí está Milei pidiendo un Rodrigazo, que fue en su momento un aumento escuálido con posterior congelamiento de salarios, devaluación monstruosa y ajuste de tarifas horroroso. Es hora de un Ministro que sea recordado por la posteridad como alguien horrible, de emular a Celestino Rodrigo. Pero explíquenme cuál es la utopía rosa neoliberal luego de caer millones en la lona empujados por un ajuste brutal. ¿De qué forma sería el rebote? ¿O es una caída al vacío, sin siquiera menguar con alguna compensación? Shock, política de shock proponen los libertarios. 

¿Y qué quiere Batakis? Digamos la palabra aunque nos duela. Ajustar, con prisa y sin pausa. Probablemente no con shock, con el auxilio inesperado de la inflación carcomiendo salarios para lograr el equilibrio entre un poder adquisitivo menguado y una inversión retraída. Queriendo ser lo menos nefasta que se pueda ser. Eligiendo entre lo horroroso y lo malo. Y las utopías progresistas o de redención social casi completamente abatidas. Alejadas completamente del horizonte. Pero el Ministerio de Obras Públicas lleva adelante cinco mil obras en todo el país, apuntó Luis D’Elía. Cuando lo macro no acompaña, hacemos política con lo micro. Hablemos de otra cosa, no de fútbol podrían decir esta semana los hinchas de Boca y River. Pero se taparon baches en tal lugar, se levantaron obras de sanidad en el Conurbano. Del otro lado, el hecho de inseguridad de todos los días reproducido en los noticieros. El cemento no alcanza, los policías no alcanzan, los dólares no alcanzan, el sueldo tampoco, los planes menos. Se licúan por la centrifugadora del descontrol de los precios en una inflación que como el hambre viene comiendo. Y no se detiene. Calmar a los mercados para no tirarle nafta al fuego. Alguna dádiva, alguna compensación para mojar la pólvora de los que protestan si queda algo en el fondo de la olla. 

Y seguir, sin imponer agenda, sino aguantando la gestión de gobierno. Aguantar como equilibrista, demasiado conservador para no caer al vacío. Pero vacío de propuestas de cambio, de inclusión, rengueando por tanta realidad que se hace presente en una Ministra que enuncia el mismo programa que su antecesor. La realidad supera la ficción y estruja los sueños de miles contra la imposibilidad fría de los números. ¿Cómo renacer de eso, de la claudicación de las banderas, para llevarle algo de calma o esperanza al pueblo que más la precisa? Para empezar, parece que hay que tener dólares. La imagen de Néstor Kirchner anotando en una libretita el monto de las reservas del Central. Para soñar con políticas públicas expansivas, habrá que tener con qué. ¿Qué anota Batakis en su libreta? Esta semana, el Banco Central compró dólares. Por algo se empieza, qué sé yo.  ¿Doña Rosa mira el valor del dólar? Lo mira, pero no tanto para comprarlo (quién pudiera) sino para que no le aumente más el kilo de tomate, la leche, las frutas, la carne. Porque la macroeconomía se devora a la micro, la de todos los días. La que le duele a la gente. 

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