Lejana Patria de Europeos Supemumerarios

Por Daniel Santoro (*)

En 1955 la dictadura militar que toma el poder promulga el decreto ley Nro. 4164, que entre otras cosas, prohibía el uso o tenencia de cualquier imagen que aludiera directa o indirectamente al régimen depuesto, axial como otras absurdas medidas de censura visual, oral y escrita.
Yo crecí en medio del miedo que provocaba el solo contacto con los libros, láminas y escritos, producto de aquellos 10 años del gobierno peronista.

En la década del 70, la asombrosa explosión de militancia, saco del letargo aquel oscuro legado prohibido, ante mis ojos se revelaron una cantidad de revistas, libros, manuales, afiches, fotos, y a través de esas imágenes adivine todo un mundo, una utopía perdida, una arcadia de ciudades infantiles, atómicas, deportivas. Era la Argentina oscura que irrumpía en el mágico territorio de la consumación de los deseos. ¿Como fue posible que todo eso permaneciera tantos años en el olvido de tanta gente?

Los 10 años del peronismo fundacional habían dejado un repertorio icnográfico de una creatividad, cantidad y rareza solo comparable a lo que produjeron otras grandes ideologías del siglo veinte, sin duda de ellas se nutrió el peronismo, desde la grafica modernista del fascismo italiano, o el constructivismo soviético hasta las hogareñas campañas publicitarias del confort norteamericano de posguerra, si a esto sumamos los trágicos registros de bombardeos, fusilamientos, iglesias en llamas junto a la saga de momias itinerantes y amputaciones, el conjunto es abrumador e ineludible.

Sin embargo nuestros artistas plásticos, tal vez cumpliendo los artículos de ese insólito decreto olvidaron aquel poderoso y trágico periodo, dócilmente adoptaron el buen gusto internacional, y si de pintar bombardeos se trataba, realizaron innumerables versiones de Guernica, conmovidos muchos años después con aquel hecho trágico, pero ninguno se inspiro con los sangrientos bombardeos de Plaza de mayo.

La década del 60 y 70 encontró a nuestros pintores, inspirados en otras revoluciones, un brindis por Stalin (parodiando a Picasso), era mejor que cualquier referencia a nuestro movimiento de masas y a su tirano prófugo.

El arte político de aquellos años ignoro por completo al peronismo. Cuando Berni sale por el conurbano bonaerense buscando chapas y residuos para sus excelentes cuadros de montaje, elimina cualquier signo que muestre la realidad abrumadoramente peronista del interior, sin querer continua cumpliendo los mandatos de aquel decreto-ley, ¡Que duda cabe que Ramona Montiel, era peronista, y que en algún lugar de su miserable habitación habría algún altarcito dedicado a Evita?, o acaso era una rara prostituta marxista-leninista? Arturo Jauretche se refería a la gente con esta actitud, con su lenguaje, hoy políticamente incorrecto, como tilingos vende patrias. El ojo con el que mira el tilingo necesita de una homologación externa y el peronismo como producto cultural es cosa de negros, y necesita ser visto con un tercer ojo que mire hacia adentro.

Es sabido que el peronismo aporto la mayor cuota de muertos en salvajes golpes militares y en la lucha por recuperar la democracia, sin embargo, la maldición del cabeza se hace sentir, y hay muertos de primera y muertos de segunda. Unos generan instituciones y memoria, y otros solamente olvido. Ni los bombardeos de plaza de Mayo ni los posteriores fusilamientos tienen un digno recordatorio.

Es el propio peronismo que asimila cualquier holocausto y rápidamente metaboliza a sus muertos, Ni el general Perón tiene, aunque sea un mediocre monumento, Como si lo tienen Balbín e Hipólito Irigoyen. … ,

Todavía hoy, muchos de nuestros prestigiosos críticos de arte se dan a la tarea de limpiar todo rastro de nuestra producción artística, que muestre raíces de mestizaje latinoamericano y que nos singularice como tales. Es axial que cuando desde 1os centros de homologación se habla de arte latinoamericano, se mira hacia México, Brasil o Colombia, nunca hacia la Argentina, esa lejana patria de europeos supemumerarios.

(*) Daniel Santoro, plástico argentino. Deslumbro en el Recoleta con una muestra -Evita para principiantes- de excelente estilo y talentosa realización en un grado inesperado, superlativo, personal, mítico.

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