Las zonas oscuras II

En una sociedad tan poco propensa a la autocrítica, tan inclinada a la ciclotimia, es casi normal que los partidos políticos no suelan analizar sus zonas oscuras. El radicalismo no ha realizado una evaluación crítica de la Semana Trágica o de los fusilamientos de los peones rurales de la Patagonia. El peronismo ha decidido prescindir de una evaluación crítica del gobierno de Isabel y López Rega o del menemismo. Y en ningún caso debe atribuirse la omisión a “la falta de tiempo” o no tener la suficiente distancia de los hechos que impidan realizar una evaluación histórica. En el caso del peronismo, su verticalidad favorece el ponerse distintas camisetas ideológicas como si fueran una continuidad y nunca una ruptura.

Así el senador Miguel Ángel Pichetto, un ejemplo entre miles, puede pasar de ser ultramenemista a ultrakirchnerista sin tener que aclarar nada. Apoyó por ejemplo la privatización del correo con el mismo entusiasmo que su estatización. Es muy fuerte observar que el peronismo atravesó la mayor traición a su historia, como fue el menemismo, sólo con una minúscula ruptura como fue “El grupo de los ocho”. Se aceptó, en muchos casos con una euforia deleznable, el remate de sus banderas, la traición a su historia, el abrazo ideológico al neoliberalismo y concreto con el establishment y la familia Alsogaray. Hoy hacen colas para criticarlo los que asumieron el menemismo y fueron importantes actores. Pero será inútil buscar alguna interpretación partidaria que explique como eso fue posible.

Responsabilidades I

Para mantener el equilibrio sin ninguna falsa pretensión de objetividad, para no colocar el carro delante de los caballos, es preciso recordar que en el período analizado, la frase de John William Cooke “El peronismo es el hecho maldito del país burgués” la entendían perfectamente los beneficiarios del modelo primario exportador que querían arrasar con el de sustitución de importaciones que implicaba el Estado Benefactor, el fomento y desarrollo industrial, diferente distribución del ingreso, limitaciones al ejercicio irrestricto de la propiedad y que albergaba “al monstruo” que anidaba en sus entrañas, al que había primero acotar y luego reducir: los trabajadores.

Y lo harían a partir del 24 de marzo de 1976, en una dimensión no concretada ni en 1955, ni en 1966.

Esto no releva al tercer gobierno peronista de sus responsabilidades, cuyos errores y horrores se acumulan principalmente a partir del 1 de julio de 1974, pero los coloca en su perspectiva histórica. Como bien dice Eduardo Jozami, en su excelente libro “Rodolfo Walsh. La palabra y la acción” página 320: “Martínez de Hoz, Jaime Perriaux y otros comenzaron, dos años antes, a discutir con jefes militares y con los integrantes del Consejo Empresario Argentino, el plan que se aplicaría en 1976. Pero para llevarlo adelante se requerían dos condiciones: que los jefes golpistas tomaran el control de las tres armas y que se deteriorara tanto la situación política como para que los militares pudieran presentarse como restauradores del orden.»

El grupo creado por López Rega sirvió eficazmente para esos objetivos. No solo sembrando el miedo y provocando la reacción de las organizaciones armadas- lo que contribuía al clima de inestabilidad – sino también porque el cuestionamiento a las “ bandas ilegales” permitiría al sector encabezado por Jorge Rafael Videla desplazar a los jefes del Ejército más vinculados al gobierno de Isabel y presentarse como partidario de una represión ajustada al marco institucional.

Este discurso, transmitido por algunos medios y por los sectores políticos que apoyarían el golpe, logró que el 24 de marzo no fueran pocos los que creyeran que ya había pasado lo peor; el gobierno de las Fuerzas Armadas reprimiría dentro de la ley y terminaría con el horror de las AAA. En verdad, para advertir lo que se venía bastaba leer las palabras de Videla en octubre de 1975, cuando declaró en la Conferencia de Ejércitos Latinoamericanos que morirían todos aquellos que resultara necesario”

Los grupos guerrilleros (ERP, Montoneros) estaban prácticamente desarticulados al concluir 1975. Por lo tanto, los golpistas lo usaron como pretexto para consumar el golpe tres meses más tarde. Los verdaderos objetivos eran otros.

Responsabilidades II

¿Cual es la responsabilidad política de Perón e Isabel con relación a la Triple A?

Alejandro Horowicz, en “Los cuatro peronismos” sostiene: “El responsable político de la represión discriminada era, indudablemente, Lopecito con sus nuevos entorchados; su modo de operar, un calco de la OAS francesa. Es decir: una mezcla de Profesionales del crimen sin ideología alguna y de activistas ideológicamente consustanciados; el botín de los masacrados debía financiar su funcionamiento o, al menos, oficiar de estímulo adicional para los masacradores” Y en la página 272 sostiene: “La ola de muerte servía, en este caso, al programa del FREJULI. Si los Montoneros asesinaban a un burócrata famoso, el general podía acudir (lopezreguismo mediante) al uso de la “Triple A”. Perón sabía que no contaba con una fracción militar adicta, que todas las operaciones de represión requerían el uso de fuerza propia, pues el facilitar el ingreso de fuerza ajena (el Ejército) ponía al gobierno, más tarde o más temprano, en manos de los militares. Por eso acudió a un expediente extremo: el terrorismo parapolicial”

A su vez José Pablo Feinmann en la “La cara oscura de Perón” Legasa ( 1987) escribe:

“López Rega fue un producto del peronismo. Y más aún: fue un producto de Perón. De aquí la resistencia de los peronistas a tratar el tema: el tema lo involucra a Perón. López Rega es su cara oscura y los peronistas no quieren ver esa cara de Perón. Pero¿se derrumbará Perón si les miramos sus aristas sombrías? ¿Tan frágil es? López Rega, lejos de ser un tema del antiperonismo, debe ser un tema de los peronistas…Revisar, entonces, el tema López Rega …además de ser un producto del peronismo y más específicamente del propio Perón, fue un producto de la sociedad argentina en su totalidad. Que no han sido ajenos a su poder y a sus delirios criminales sectores del empresariado, de la prensa, del clero y de las Fuerzas Armadas.” Página 71

Perón se opuso a la creación de «los escuadrones de la muerte» Y lo dijo públicamente en diciembre de 1973. El texto es sustancial: “La República Argentina cuenta con un régimen de justicia y, por otra parte, la Justicia no depende del Poder Ejecutivo. Es un poder independiente en el país. Y nosotros respetamos a esa justicia que debe realizarse por vía de la ley. Muchas veces me han dicho que creemos un batallón de la muerte como el que tienen los brasileños, o que formemos una organización para-policial para hacerle la guerrilla a la guerrilla. Pienso que eso no es posible ni conveniente. Hay una ley y una justicia y quien delinca se enfrentará a esa ley y a esa justicia por la vía natural que toda democracia asegura a la ciudadanía. Creer lo contrario sería asegurar la injusticia, y andaríamos matando gente en la calle que ni merece ni tiene por qué morir…Yo no he de entrar por el camino de la violencia, porque si a la violencia de esos elementos la agrego la violencia del Estado, no llegaremos a ninguna solución” Página 73

No obstante, contenían algo “preocupante”: “Muchas veces – había confesado Perón- me han dicho que creemos un batallón de la muerte”. Y bien: ¿donde radicaba lo “preocupante” de esta confesión? No era demasiado arduo advertirlo: si alguien le decía algo muchas veces a Perón, ese personaje- necesariamente- debía mantener alguna cercanía con él. Y así era: ese personaje era López Rega ¿Quién otro podía ser?…La frase, en suma, era esta: “Muchas veces López Rega me ha dicho que creemos un “batallón de la muerte. Y aquí- aunque duela – es donde Perón se involucra con esta triste historia. El (es cierto) se negó a la creación de escuadrones de la muerte. Y hay pruebas: mientras gobernó las acciones de la Triple A fueron mínimas. Es decir: Perón controla los delirios criminales de López. Pero los conocía. Y este conocimiento constituye una parte esencial de su cara oscura. Sabiéndose viejo y enfermo (Cossio y Taiana se lo habrían dicho) no ignorando la influencia que López tenía sobre Isabel ¿como le mantuvo los poderes? ¿Ignoraba acaso que una vez producida su muerte, López pondría en vertiginosa acción los escuadrones de la muerte?” Página 74

Como se ve Horowicz cree en la responsabilidad política de Perón en la Triple A y Feinmann dice que se oponía a los escuadrones de la muerte pero los consintió y controló mientras vivió.

¿Que prueba testimonial existe, más allá de las interpretaciones políticas, sujetas a la visión del analista?

Eduardo Gurucharri en su libro sobre el mayor Alberte: “Un militar entre obreros y guerrilleros” escribe: “El jueves 8 de agosto de 1974, a las seis a la tarde, comienza una reunión del gabinete nacional en el salón A de la Residencia de Olivos. Según la información oficial el cónclave es presidido por la Presidente y asisten la totalidad de los ministros, los comandantes de las tres armas, – uno de ellos es Massera- y también secretarios de Estado. A su término, el Secretario de Prensa, informa que se analizó “la marcha de las distintas áreas que comprenden el gobierno”… Hay un diario que parece estar mejor informado. Es “Mayoría”, vocero oficialista, el cual, paradójicamente, suele criticar con dureza al ministro Gelbard…El viernes 9, el mismo diario insiste: “estamos en condiciones de afirmar que en la reunión se hizo un severo análisis de la situación del país en materia de seguridad”.

Y el sábado 10 amplía “según anunciamos, en la reunión del jueves en Olivos se trató el problema de la Seguridad Nacional y se analizaron los instrumentos que habrán de ponerse en funcionamiento para que el país pueda desarrollarse en paz, conforme a los planes del gobierno”
Y precisamente el viernes 9, Alberte recibe una comunicación de un ministro del gabinete nacional, quien está tratando de ubicar de urgencia a Julio Troxler y no consigue encontrarlo. Bernardo se ocupa. Con la ayuda de Mabel y de la familia Di Leo ubica a Julio, se reúne con él, y le cuenta.

La reunión de gabinete comenzó con la proyección de diapositivas sobre una pantalla con la imagen de distintas personalidades, la primera de las cuales correspondía a Julio Troxler. Anta cada imagen proyectada, se escuchaba una voz grabada. La voz atribuyó a distintas personas actividades políticas e ideologías subversivas o antipatrióticas. Cuando terminó la proyección, el ministro López Rega dijo que el Estado debía defenderse y que el estaba tomando todas las medidas para que esa gente dejara de actuar. Afirmó que esa gente debía ser eliminada. …¡Váyase, escóndase, porque lo matan! ¡Usted es el primero de la lista! -le dice uno de los ministros renunciantes a Julio Troxler, cuando finalmente puede reunirse con él. En la lista están, entre otros, Juan José Hernández Arregui, Atilio López y Rubén Sosa.” Página 366/367

Lo que resulta llamativo, que el Dr Taiana, médico y ministro de Perón, en su libro «El último Perón» no mencione una reunión tan trascendente. El mismo Gurruchari comenta en su libro: “Taiana sostiene, contra lo que informa la prensa, que la última reunión de gabinete a la que asistió fue aquella del 5 de julio donde estuvo presente el doctor Balbín. Continuó como ministro durante más de un mes, pero asegura no haber asistido ese lapso a ninguna sesión de gabinete. En cualquier caso, está bien informado, muy preocupado y se la hecho saber a Bernardo (Alberte) y a Julio ( Troxler)”

Al finalizar su libro “El último Perón” (página 191) cuenta: “En la tarde del 26 de septiembre, la secretaria (de mi consultorio médico) me interrumpió para anunciarme que el ministro Benítez había llegado inesperadamente. Servido el café, abrió la conversación con una pregunta insólita: – Doctor ¿tiene algún congreso médico en el exterior que justifique su salida del país? Después explicó: – Su nombre está en una lista de próximas víctimas de la violencia.

Por esos días, Julio Troxler -ex jefe de la Policía de Buenos Aires y sobreviviente de los fusilamientos de 1955- había sido acribillado a balazos en un paredón de Buenos Aires, Silvio Frondizi arrancado de su casa a golpes, llevado a pleno sol a los bosquecillos sobre la ruta al Aeropuerto de Ezeiza, y allí asesinado. Ocúltese y trate de viajar al exterior.

Siempre agradeceré a Benítez el haberme alertado, aún poniendo en juego su propia seguridad”

Todos estos testimonios se refieren al gobierno de Isabel. El que corre la fecha es Juan Gasparini, un sobreviviente de la Esma, militante montonero y hoy periodista radicado en Suiza. En su libro “La fuga del Brujo Historia criminal de José López Rega” (2005) en la página 227 escribe: “López Rega elegía los candidatos a la tumba, y hay testimonios en la causa judicial de que en sesiones de gabinete nacional con Isabel de Jefa de Estado, se los encolumnaban en listas, de cuya realización es testigo Julio González, quién todavía está a tiempo para presentarse en sede judicial y confesar los crímenes que le constan. Pero el gran oral del Brujo para que el gobierno endosara su plan exterminador, fue antes y con Perón aún de Presidente. La exposición con diapositivas de los objetivos humanos a suprimir la hizo en Olivos apuntalado por el Comisario de la Policía Federal, Alberto Villar. En su crónica a los abogados Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luís Duhalde, el ministro del interior, Antonio Benítez, que asistió a la conjura, destacó que el septuagenario mandatario guardó silencio. Una segunda fuente, cuya identificación se impone no revelar, confirma la reunión, en la que Perón, luego de escuchar, se levantó y se fue sin decir palabra. El pánico de Benítez radicaba en que esa taciturnidad de Perón fuera entendida por Lopecito como una aprobación.”

Marcelo Larraquy en su libro “López Rega La Biografía” página 293, escribe: “La estrategia represiva del gobierno de Isabel Perón también asumía funciones didácticas en las reuniones de gabinete. En el Salón de Acuerdos de la residencia de Olivos, donde se planteaban las medidas a adoptar, solían proyectarse diapositivas con las fotos de los “enemigos” que ponían en riesgo la seguridad nacional, y cuya eliminación se planteaba como indispensable para salvaguardar la paz. El 8 de agosto de 1974, en una de las fotos apareció la imagen del ex subjefe de la policía bonaerense, Julio Troxler. Pronto sería encontrado de cara al sol. Muerto” Y luego en un pie de página acota: “En entrevista con el autor, el ex Ministro del Interior Alberto Rocamora(92 años) confirmó que ese tipo de proyecciones eran usuales en las reuniones de gabinete”

Todo esto ha sido desmentido parcialmente por Gustavo Caravallo, secretario técnico de Perón en la revista Debate del 25-01-2007: “Perón no fue una monjita que descartara el uso de la violencia, aunque nunca aceptó el crimen. En una ocasión, mencionó con orgullo -en una reunión a la que yo asistí- como había terminado con un par de mítines de la FUBA autorizando a grupos pesados sindicales a enfundar palos y romper algunas cabezas para responder así a las barras bravas de la FUBA que habían atacado a militantes peronistas.

Pero no lo creo autor de la lista de condenados a ser asesinados ni organizar a grupos parapoliciales Tampoco es verdad lo que dice Eduardo Luís Duhalde de que, en una reunión de gabinete, López Rega mostró en una pantalla candidatos a ser asesinados y que Jorge Taiana le dijo que advirtiera a Julio Troxler. No atribuyo mendacidad alguna a Duhalde, como al propio Presidente Kirchner a quienes admiro por su decisión de combatir a los represores y defender los derechos humanos (fui huésped del Pozo de Banfield y Puesto Vasco) pues la versión le llegó de cuarta mano (Troxler, Benítez, Taiana, y fue desvirtuada. Benítez con Gelbard y Taiana eran mis únicos aliados en la lucha contra López Rega, por lo que solo ellos pudieron tener el coraje de plantear la situación…..La exposición no fue hecha por López Rega ni por Isabel, aunque se hizo frente a ellos y a todo el gabinete nacional, por lo que yo también participé. La charla, con diapositivas pero sin fotografías, fue hecha …por el general Morello… suegro del jefe de la Casa Militar, el coronel Corral……La lista no fue presentada, como de personas a matar, sino de funcionarios del gobierno supuestamente marxistas, para determinar su alejamiento del gobierno, si el presidente compartía los argumentos”

López Rega e Isabel

Que un personaje menor y émulo de Rasputín como López Rega llegara a ocupar un lugar de importancia fundamental en el tercer gobierno peronista lleva a formular algunas reflexiones. El excéntrico personaje estuvo relativamente acotado durante la Presidencia de Perón. Pero a su muerte, su influencia permanente sobre Isabel adquirió contornos grotescos reflejados en cientos de anécdotas entre trágicas y desopilantes. ¿Pero que representaba López Rega?

Significaba el copamiento, de un movimiento nacional, por parte del establishment, de intereses extranjeros y de otros oscuros como la P2. Una versión criminal de la alvearización del radicalismo. Era finalmente la castración del peronismo. Pero el gigante, aún castrado, era capaz de sancionar la ley de contrato de trabajo o expulsar a López Rega y neutralizar el Rodrigazo. Por eso aún en su camino de degradación ese gobierno no era confiable para lo que los sectores concentrados de la economía y sus instigadores externos estaban dispuestos a aplicar su modelo con tracción a sangre.

Las carpetas de Videla, las investigaciones de Massera con los asesinatos de la Triple A eran argumentos para preparar lo que vendría y acentuar el debilitamiento del gobierno.

De hecho, luego “emplearon” a la mayor parte de la mano de obra criminal.

Todo ello contaba con el beneplácito de los que usufructuarían el golpe del 24 de marzo y de muchos que lo padecerían. El embajador norteamericano Hill afirmó que “percibía que entre las clases ricas hay un acuerdo de palabra para apoyar las actividades de la Triple A”

López Rega se fue del país el 19 de julio de 1975. Pero, dice Horowicz “Sus hombres se quedaron, su política se quedó y – hasta que las Fuerzas Armadas depusieron a la presidenta en marzo del 76- suya fue la brújula política que orientó al gobierno”

El fin del tercer gobierno peronista y del modelo propuesto por Perón se produce a su muerte y el entierro se cristaliza con la renuncia de Gelbard en octubre de 1975, instigada por el astrólogo.

Con relación a Isabel, su papel histórico es secundario y deficitario, siendo benévolos.

No obstante, participó activamente en el desplazamiento de Cámpora. Cuenta Taiana: “El mismo 4 de julio (1973) el gabinete fue invitado a concurrir por la tarde a Gaspar Campos. El General estaba todavía bajo tratamiento severo y los médicos solo habíamos permitido que se levantara para sentarse en el sillón oscilatorio que tanto adoraba. Los ministros no estaban autorizados a entrevistarlo; sólo López Rega y yo, por razones médicas, éramos los únicos del gabinete que conversábamos con el enfermo.

Además los ministros fueron congregándose en el living el presidente Cámpora, el vicepresidente Solano Lima y el presidente de la Cámara de Diputados, Lastiri. Luego pasamos al comedor. Nos ubicamos apretadamente alrededor de la mesa: en la cabecera la señora Isabel, a su izquierda Cámpora, a su derecha López Rega; yo estaba en el otro extremo, a mi izquierda Benítez, a la derecha Lastiri, enfrente Solano Lima y Gelbard.

Después de unos minutos de parloteo insustancial, té, whisky, masas y tortas, se retiraron los empleados, las puertas se cerraron y comenzó la verdadera reunión. La señora Isabel y López Rega mencionaron los actos preparatorios para conmemorar, el 26 de julio, la muerte de Eva Perón. Comentaron la diversidad de las propuestas provenientes de varios sectores del Justicialismo, de la rama femenina entre otros, pero en su opinión debía hacerse un solo homenaje: sobrio, imponente, “sin bombos” y “ sin cánticos”. “La muchachada desmelenada y ruidosa, bueno, ésa no podía ni siquiera aparecer”.

Era una clara alusión a la presencia de los grupos juveniles y populares. Sin embargo, en los años de enfrentamiento al gobierno militar fueron ellos la tropa de choque, fueron ellos quienes agitaron las calles de las ciudades y pueblos durante la campaña electoral. Poco a poco, el tono de Isabel se tornaba más incisivo y punzante: “Porque era necesario impedir…”, Dr. Cámpora, nosotros vemos…”, “Si estos disturbios prosiguen no estamos dispuestos a tolerarlos”, “ El General y nosotros también, después de tantos años, hemos venido a la Argentina, como el mismo lo dijo, para reunir a todos los argentinos. Y si esta situación prosigue, Dr. Cámpora, y no se le puede poner remedio, yo me lo llevo a Madrid”

“Yo me lo llevo a Madrid. La decisión está en manos de ella. El General, en sus palabras parecía un anciano tembloroso e indeciso, que se lo lleva y se lo trae como un mueble a la casa de veraneo, o de la sala al dormitorio, invadido por los años o limitado por las enfermedades…

Fue en ese momento cuando Cámpora, en una actitud candorosa, deslizó: – Señora, todo lo que soy, la misma investidura de Presidente, se lo debo al General. Por lo tanto Ud. lo sabe, el cargo está a disposición del general Perón, como siempre lo estuvo.

López Rega asintió de inmediato: -Bueno, ahora nos entendemos. Así todo es más claro.

…Para mí fue un momento de gran emoción: a los cuarenta días de asumir la presidencia, Cámpora la resignaba, mansamente, humildemente, envuelto en la maraña de intrigas, ambición de poder y en la lucha por la herencia política del Perón enfermo. Y Cámpora había cedido, de un golpe, en el primer asalto de florete”

Reunión de gabinete del 5 de julio de 1974, la primera después de la muerte de Perón. Lo relata Marcelo Larraquy en su biografía de López Rega, pero hay versiones parecidas en otros trabajos. Es una reunión con invitados. Está Ricardo Balbín: “Al ingresar al Salón de los Acuerdos, Isabel le agradeció sus palabras frente al féretro. En su discurso, mirándola a los ojos, Balbín había dicho que “los partidos políticos estarán a su lado en nombre de su esposo muerto, para servir a la permanencia de las instituciones argentinas que Ud. simboliza en estas hora.” Isabel le comentó que Perón, antes de morir, le había dicho que lo consultara antes cada decisión importante, y le aseguró que lo haría.

Luego le pidió que se quedara a su izquierda, al lado de Lastiri. López Rega estaba perdido en la mitad de la larga mesa, junto a Massera. La presidenta anunció la continuidad del proyecto de la “Argentina Potencia” que había iniciado su marido. Dijo que le habían llegado rumores acerca de la existencia de una supuesta vinculación sexual entre ella y el ministro de Bienestar Social, y aprovechó para preguntarles a los presentes -y ese era el tema central de la convocatoria- si tenían alguna objeción que realizar sobre la gestión de su ministro, a quién -recordó- Perón quería como un hijo. Isabel espero unos momentos, pero como nadie hizo ningún comentario, dijo que había pensado en la posibilidad de que, a partir de entonces, López Rega continuara con sus funciones como secretario privado de la presidencia, y actuara como una suerte de ministro de enlace del gabinete.”

A Ricardo Otero la propuesta le pareció formidable. Lo mismo opinó el Canciller Vignes.

-“Era lo que correspondía” dijo. “Las palabras del ministro de Justicia Benítez, fueron tan cuidadosas que lindaban con la inocuidad. Otros ministros imitaron su línea. Al hablar Balbín dijo que le parecía inconveniente que López Rega tuviese una influencia hegemónica en el gobierno porque su presencia podía ser un factor de irritación. …Comentó que tenía información de que en el interior del Ministerio de Bienestar Social había armas, y que ese sólo elemento, teniendo en cuenta la violencia desatada “desde los dos bandos” hacía necesario acotar su influencia para preservar la imagen presidencial que debía mantenerse “inmaculada”.

– Pero que disparate Balbín ¿Cómo piensa eso de Daniel?- reaccionó Isabel.

López Rega se defendió diciendo que su misión siempre había sido la de servir al General, en defensa de la Patria y con el propósito de unir a los argentinos.

Isabel concluyó diciendo lo que era bueno para Perón, también iba a ser bueno para ella y cerró la reunión”.

Paradojalmente, la mejor Isabel es la que afronta un largo cautiverio, con una enorme dignidad. Esa de la que no hicieron galas algunas figuras masculinas de mayor brillo.

El periodista Enrique Oliva, en una nota de fecha 22-01-2007, dice: “Desempolvando viejos apuntes, hoy podemos contar increíbles torturas “psicológicas” que sólo podían salir de libretos nazis o de otros países colonialistas. El objetivo evidentemente era desequilibrarla mentalmente, cosa que no lograron sus verdugos.”

Luego afirma el periodista que firmaba sus artículos en Clarín con el pseudónimo de Francois Lepot que lo que transcribe a continuación son notas tomadas a mano junto a Isabelita cuando arribó a Madrid, ya liberada. “En el Mesidor creí que podría llegar a enloquecer o morir envenenada pero la oración me fortalecía. Lo más torturador era la prohibición de lecturas. Ni diarios ni revistas.

Tampoco radio y las visitas de familiares fueron contadas y cortas. La agresividad de mis guardianes había impuesto mi silencio absoluto, como también entre cuantos carceleros se cruzaban conmigo. Cuando me traían la comida no me respondían ni a la pregunta de si el alimento tenía o no sal.

“Mi única compañía era la mucama. Con ella, afectuosa conmigo, si podía hablar a puertas cerradas, cuidando las palabras por temor a escuchas. Ella trataba de consolar mi aislamiento del mundo. Solíamos cantar en voz baja canciones de la infancia en las partes que recordábamos. También rezábamos mucho. Todo en un espacio reducido del edificio, sin enterarme nunca si habían otros huéspedes o detenidos en el Mesidor.

El silencio era absoluto. En ese tiempo se me entregaron muy pocas cartas de familiares y algunas prácticamente ilegibles por las mutilaciones del texto censurado. El corte a rape de mi cabello, sin consulta previa, fue una fiesta para los carceleros. Eso me hacía recordar que durante la liberación de París, a finales de la Segunda Guerra Mundial, era un castigo aplicado a prostitutas y colaboracionistas.”

Esta imagen contrasta con su presentación en los Tribunales madrileños

En “Garzón El hombre que veía amanecer” de Pilar Urbano se transcribe: “Semanas antes (1997), el juez número 5 recibió como testigo a la ex presidenta argentina María Estela Martínez de Perón… Los abogados de la acusación le preguntan por varios mandos de la Triple A. María Estela niega conocerlos. Cuando le muestran fotografías donde se les ves a ella y a su ministro López Rega con esas personas (Juan Ramón Morales, Miguel Ángel Rovira, Almirón Sena y Pedro Eladio Vázquez), ladea la cabeza: “Pues…no, no lo recuerdo”. Luego la interrogan sobre honorables fascistas y masones italianos “¿Conocía usted la relación de Licio Gelli y Giancarlo Valori con la Triple A? ¿Estuvo alguna vez con Michelle Sindona? , ¿y con Bruno Pasarelli? ¿y con Roberto Calvi? Ella, lo mismo: no niega, pero se hace la desmemoriada. Garzón le advierte del falso testimonio, “porque comparece usted como testigo, obligada a decir la verdad”. Muy pálida la presidente pide agua.

Abren una nueva batería de preguntas con fuerte carga. ¿Qué puede decirnos de la conexión entre las personas ya mencionadas de la Triple A y de la logia P2, Propaganda Due? ¿Le dijo López Rega que él compraba armas en Libia, para la Triple A, con dinero del Ministerio de Bienestar Social?

Las respuestas de María Estela son evanescentes. “Yo no sé nada…no recuerdo…nunca supe que ellos tuviesen vínculos con la Logia P2, ni con el tráfico de armas…Perón no me dijo…”

– ¿Sabe usted quienes eran los de la Triple A?

– Si……unos que mataban….

– ¿Sabe quienes eran los Montoneros?

– Si….unos que cantaban

Perdone, señora -le dice Garzón en ese momento- pero no logro entender que usted haya sido presidenta de la República Argentina casi dos años, y no sepa nada…

Es que yo…soy una pobre mujer ignorante. Además ¡no entiendo de política!Estuve allá, porque lo decidió Dios.

Todos la miran estupefactos. Peroantes, María Estela se ha referido con elogio al Almirante Massera, el de los horrores de la ESMA. El Juez pregunta:

– ¿Massera la visitó Ud. aquí, exiliada ya en Madrid?

– Si, el me visitó en algunas ocasiones. Allí estuvo en Messidor, la residencia de Bariloche donde me tenían recluida. Y acá, cuando pasó por Madrid, me visitó en mi domicilio.

– ¿Y como es que seguía teniendo Ud. relación con uno de los jefes de la Junta Militar que la derrocó?

– ¡Ah, Massera es una excelente persona! Primero, tuve con él relaciones de Presidenta a jefe militar. Y después, grande motivos de agradecimiento. Durante mi detención, él me salvo tres veces ¡por los pelos! De ser fusilada

– Nunca me contó bajo qué órdenes; pero me iban a ejecutar.

Sólo en un instante Estela es ella misma y no la boba que finge ser. Le han preguntado por qué cesó a López Rega. Se yergue en la silla, adelanta el pecho y alza el mentón. Brilla algo metálico en sus ojos cuando responde:

– Ah, si tu tenés el mando, pero siempre hay otro que te está mandando, algún día has de demostrar que….quién manda, manda” Páginas 497/498

Mención aparte merece la falaz imputación esgrimida por los asesinos y ahora por jueces de coraje módico y acomodaticio, que el decreto 261 al usar la expresión “aniquilar el accionar de la subversión” implicaba la aceptación de procedimientos criminales clandestinos.

Reflexión Final

A pesar de muchas acciones demenciales de la década del setenta, parece poco probable, para no decir descabellado tratar listas de personas sentenciadas clandestinamente en reuniones de gabinete. Por eso parece más creíble la versión de Gustavo Caraballo. Aunque no se puede tampoco caer en la ingenuidad, que en ese contexto, la calificación de marxista o infiltrado podía implicar que las bandas paraestatales se consideraran habilitadas para consumar asesinatos clandestinos.

Los testimonios de los pocos sobrevivientes actuales son contradictorios. Cada uno puede abrevar en la fuente más afín a sus convicciones.

Creo que Perón estaba en contra de los procedimientos clandestinos.

Toda su historia demuestra, que más allá de sus estruendosas declaraciones, fundamentalmente cuando era provocado, en momentos decisivos privilegió el tiempo a la sangre.

Eso no significa que no haya, posiblemente, dejado actuar, seguro de controlar lo que se estaba armando. El huevo de la serpiente se encubó durante su vida y estalló a su muerte.

En la reunión del 20 de enero de 1974, con los diputados de la JP: “Es un problema bien claro. Queremos seguir actuando dentro de la ley y para no salir de ella necesitamos que la ley sea tan fuerte como para impedir esos males.” Y ahí viene la amenaza disuasoria: “Si no contamos con la ley, entonces tendremos también nosotros que salirnos de la ley y sancionar en forma directa como hacen ellos”

De hecho, la aparición pública con la firma de la siniestra organización se produce a los treinta días de la muerte de Perón con el asesinato de Ortega Peña en pleno centro de Buenos Aires. Es cierto, también, que hubo atentados anteriores sin firma.

De tanto afirmar la inmortalidad de Perón, terminaron convenciéndose los que lo decían y quién lo recibía.

No sabemos si Perón llegó a percibir como Lenín, que el poder formal, a su muerte se deslizaba hacia López Rega acá, a Stalín (formal y real) en la URSS. Que en ambos casos lo que se avizoraba era criminal. Ese resultado es una enorme hipoteca en la biografía de Perón, sin dudas, el político más importante en nuestro país en el siglo XX.

Es preciso no minimizar la acumulación de problemas de salud que arrastraba Perón y que limitaba considerablemente su movilidad y accionar. La desaprensión con que fue cuidado.

Ese fue uno de los costos más elevados de su prolongado exilio. Retornó a una edad avanzada y con serias limitaciones.

Era un hombre de ochenta años, con un cuerpo de alguien que arrastraba varios años más.

La dependencia que origina esa situación es dramática. El cuadro de salud de Perón se narra minuciosamente en un libro de reciente aparición escrito por dos médicos que lo atendieron en los últimos meses: “Perón Testimonios médicos y vivencias (1973-1974) de los Dres Pedro Ramón Cossio y Carlos A. Seará.

Más allá de no poder afirmar que la anécdota sea cierto, ilustra con precisión lo que pasaba con el General. La cuenta Juan B. Cofre en su libro “Nadie Fue”: “En uno de los recordados encuentros con Juan Domingo Perón, el líder radical Ricardo Balbín se atrevió a preguntar que función cumplía el ex cabo de policía a su lado. Perón fue lo más sincero posible: “Cuando Ud. no se pueda levantar sólo del inodoro lo va a entender”

El recuerdo del final oscuro del tercer gobierno peronista, facilitó la primera derrota electoral a través del socialdemócrata Raúl Alfonsín, el 30 de octubre de 1983.

La falta de abordaje crítico del gobierno de Isabel, el papel de López Rega, facilitó muchos años después que las tres banderas históricas del peronismo fueran enterradas durante el menemismo, con poco dolor y culpa. López Rega no sólo precedió sino que anticipó a Menem, previo tránsito por una renovación formal que convertía al movimiento en “democrático” a cambio de renunciar a sus aspectos más progresivos.

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La coalición que comanda el gobernador santafesino, tan heterogénea como disciplinada. El punto en común: el no peronismo o antiperonismo a secas. Del socialismo al PRO, del progresismo a los celestes, con la UCR al timón. Los sordos ruidos hacia adelante.