Las bases de la Iglesia Católica llamaron a votar por los candidatos que «mas vayan a beneficiar» a los pobres

Los curas en la opción por los pobres resolvieron llamar a votar por los candidatos que «más van a beneficiar» a los sectores empobrecidos, y anhelaron para los argentinos «una vida abundante y no amenazada en forma permanente por el fantasma de la miseria, el ajuste, la marginación, la injusticia y la violencia». Los sacerdotes reclamaron también «el esclarecimiento y la justa condena de todos los crímenes de lesa humanidad, incluyendo claro está la de los capellanes militares o policiales que hayan participado en crímenes, desapariciones o torturas», y exigieron «una vez más» la aparición con vida de Jorge Julio López.

Tras adherir a «los gestos en favor de la justicia y de la memoria», aplaudieron «la declaración de inconstitucionalidad de las inicuas leyes de obediencia debida, punto final, y la nulidad de los indultos».

«La vida es posible en un país generoso y abundante en posibilidades, recursos y talentos humanos, que una y otra vez ha salido de crisis terminales. Pero esa abundancia puede ser retenida, rapiñada y negada. La injusticia no aparece por generación espontánea, es producto de acciones, estructuras, decisiones y protagonistas concretos que la instalan», advirtió el grupo, en una declaración ante la inminencia de las elecciones.

Los sacerdotes expresaron, además, su deseo de que «el próximo período político-institucional pueda profundizar y crear más condiciones necesarias para el paso de una democracia para pocos a una democracia para todos».

Tras decir que son «conscientes de que muchos nos dirán razonablemente por qué no hablaron antes o por qué callaron», el grupo de curas ensayó una suerte de autocrítica.

«Somos parte de la Iglesia de los silencios cómplices en la dictadura, o de las palabras distraídas mientras la fiesta de unos pocos se comía el trabajo, la justicia, y la dignidad de todos. También de aquella Iglesia que en el diálogo no distinguió víctimas de victimarios», reconocieron. Pero también se autoproclamaron «parte de la Iglesia que quiere jugar su suerte con los pobres de la tierra» y, ante una nueva instancia electoral, insistieron en convocar a «elegir a quienes consideremos que más van a beneficiar a los pobres, y que -a su vez- controlemos que esos beneficios lleguen realmente a ellos y nos permitan soñar con un futuro cercano mejor para todas y todos».

Los curas por los pobres expresaron su «alegría» por 24 años ininterrumpidos de vida democrática y consideraron que «el comienzo de un nuevo período político-institucional significa, en la dinámica democrática, una nueva oportunidad de ratificar lo hecho positivamente y de modificar lo que no ha resultado para bien del pueblo y su bienestar». «Eso no significa, ciertamente, que estemos en tiempos de lo que se ha llamado una ‘nueva política’: el clientelismo, la falta de transparencia, la corrupción, están muy lejos de ser cosas del pasado», aseveraron.

Los curas opinaron que «en los últimos tiempos hemos vivido cosas buenas, cosas negativas y cosas que hacen necesario un análisis sensato y sereno», y reafirmar su «irrenunciable compromiso a favor de los pobres, de su liberación, y contra la injusticia y la pobreza, porque es y debe ser el objetivo principal de la verdadera política». «La lucha por la vida, y la vida digna, no pueden ser slogans de ciertos grupos a los que parece que sólo les interesa la defensa de la vida intrauterina, desentendiéndose del hambre, de la desocupación, de la falta de salud, o de la niñez y la vejez desamparadas, de la justicia y de la vigencia de todos los derechos humanos de ayer y de hoy».

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