Dieciséis años después de perder el poder político por obra del voto popular, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua ha regresado. Queda por verse si para terminar lo que la Revolución Sandinista comenzó.
Daniel Ortega, candidato del FSLN, obtuvo 40 por ciento de los votos, mientras los derechistas Eduardo Montealegre, de la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), y José Rizo, del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), lograron respectivamente 33 por ciento y 20 por ciento de sufragios, según el escrutinio de 40 por ciento de las juntas receptoras dispuesto por el Consejo Supremo Electoral (CSE).
Ortega obtuvo el 38,07% de los votos, una diferencia de más de nueve puntos por sobre su rival oficialista Eduardo Montealegre, según el Consejo Supremo Electoral del país. La ley electoral de Nicaragua establece que, para declararse un ganador, es necesario superar el 40% de los votos o al menos asegurar un 35% con una diferencia de 5% respecto del rival más cercano.
Con el triunfo, el líder izquierdista vuelve a la presidencia de Nicaragua después de tres derrotas y 16 años de gobiernos liberales.
En una de sus primeras declaraciones, el presidente electo aseguró que no impondrá ningún cambio radical a la política económica del país, tras vencer de forma contundente en las elecciones presidenciales. El líder sandinista dijo a los periodistas que ha cambiado desde la última vez que gobernó a Nicaragua, en la década de los 80, y que no piensa implementar cambios en la economía que alteren su reciente estabilidad.
«No están contemplados cambios dramáticos, cambios radicales en la base de la economía que se ha venido sentando en estos años», expresó Ortega durante un discurso que pronunció con el presidente Enrique Bolaños a su lado. «Nuestro llamado a los grupos económicos, a las fuerzas empresariales, a las fuerzas políticas, es a que nos unamos todos para seguir atacando la pobreza», agregó.
Estados Unidos, que hizo campaña en contra de Ortega, dijo que trabajará junto al presidente electo si su gobierno apoya la democracia. Pero Ortega indicó que desea devolver la dignidad a 80% de las familias nicaragüenses que viven con dos dólares por día. «No ha habido ninguna fuga de capitales (…) aquí lo que se va a fugar es la miseria, se va a fugar el hambre, se va a fugar el desempleo», aseguró.
Washington había advertido que la elección de Ortega podría costarle a Nicaragua la pérdida de la ayuda financiera estadounidense. Antes del resultado de los comicios, la posibilidad de una victoria del ex presidente Daniel Ortega, candidato del izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ameritó la intervención en la campaña de funcionarios del Departamento de Estado (cancillería) y del Congreso (legislativo) de Estados Unidos y de la propia Casa Blanca, amenazando con castigos políticos y económicos a Nicaragua en caso de que ganara el postulante de 61 años.
Congresistas, gobernadores, funcionarios, ex diplomáticos, militares retirados y hasta influyentes agentes económicos de Estados Unidos hicieron proselitismo a favor o en contra de candidatos, y algunos han amenazado con promover un embargo a las remesas de los inmigrantes nicaragüenses que laboran en ese país, en caso del triunfo de Ortega.
Pero como si fuera una broma pesada, el Departamento de Estado dijo el jueves previo a las elecciones que Estados Unidos no trata de «influir en la opinión ni tomar posición» en las elecciones, pero recordó que los cambios en las políticas de sus socios «se toman en cuenta» para la asignación de ayuda exterior.
La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, «está al tanto» de la situación y «cree que cualquiera que resulte elegido debe ser decisión del pueblo nicaragüense en una elección libre, justa y transparente», dijo el portavoz Sean McCormack cuando ya sabía que las urnas permitirían el regreso del sandinismo al poder.
Ortega, que gobernó el país entre 1979 y 1990, primero como miembro de una junta revolucionaria tras el derrocamiento de la dictadura somocista, y luego como presidente electo, disputó por tercera vez la Presidencia desde 1990, cuando fue derrotado por Violeta Chamorro. Luego perdió en 1996 con Arnoldo Alemán, ahora condenado a 20 años de prisión por corrupción, y en 2001 ante el actual mandatario Enrique Bolaños.
Durante su gobierno, Washington aplicó un embargo comercial a Nicaragua y financió a las guerrillas contrarrevolucionarias, conocidas como «contra», que intentaron derrocar por las armas al régimen sandinista. Diez años de guerra civil dejaron más de 50.000 muertos y miles de millones de dólares en pérdidas económicas.
En 2002 y 2004 los sandinistas y los miembros del derechista y gobernante Partido Liberal Constitucionalista (PLC) afines a Alemán empujaron una reforma constitucional mediante la Ley Electoral que favorece a Ortega, pues para ganar los comicios en primera vuelta un candidato tiene que obtener 40 por ciento de los votos válidos o 35 por ciento y una diferencia de cinco puntos porcentuales respecto del postulante que ocupe el segundo lugar.
El triunfo de Ortega ha despertado un intenso interés internacional y la reaparición de oscuras figuras del pasado, como el coronel retirado estadounidense Oliver North, cabeza operativa del tráfico secreto de armas a Irán implementado por el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) para financiar a la contra nicaragüense. North visitó el país y dijo que el triunfo del sandinismo «sería lo peor para Nicaragua».
La intrusión estadounidense en el proceso electoral provocó una queja de la misión de observadores de la OEA, que llamó a «respetar la decisión de los nicaragüenses».
A esos actores se sumó Moscú, ex aliado político y comercial de Ortega en los años ochenta, cuando era capital de la disuelta Unión Soviética, que condenó la «indisimulada interferencia» de Estados Unidos en el proceso electoral de Nicaragua. «Semejante interferencia no sólo causa asombro sino inquietud. Consideramos categóricamente inadmisible crear obstáculos para la libre expresión de la voluntad del pueblo nicaragüense», dijo Mijaíl Kaminin, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. Kaminin recordó que fuentes oficiales y extraoficiales de Estados Unidos amenazan con interrumpir la ayuda y la cooperación con Nicaragua.
Después de las urnas, la ira de Bush
La victoria del sandinismo en Nicaragua ha sido una mala noticia para Washington que atraviesa por la resaca de una tremenda derrota en las elecciones legislativas a manos de los demócratas. Como una señal más de desorientación respecto a la política hacia América Latina, el diario norteamericano USA Today informó que el presidente George W. Bush revocó una orden de suspensión de este tipo de actividades “preocupado” ahora por las victorias de partidos de izquierda en Latinoamérica.
Igual que durante la última dictadura, donde predominaban los gobiernos dictatoriales en la región, las fuerzas armadas de los Estados Unidos volverían a entrenar a militares latinoamericanos. De acuerdo al artículo, el gobierno de George W. Bush, estaría “preocupado” por las victorias de partidos de izquierda en Latinoamérica, mientras que a la vez manifiesta la “inquietud” de la Casa Blanca ante una aparente crisis de influencia del país en la región.
En 2002 Washingron había dictado la suspensión de este tipo de actividades de formación, pero esta nueva decisión fue implementada mediante un decreto presidencial del pasado 2 de octubre en un memo enviado a la secretaria de Estado Condolezza Rice, el cual no se había conocido hasta la fecha.
Pero la decisión reaviva el fantasma de la Escuela de la Américas, la siniestra institución que funcionó en Panamá desde 1961 hasta 1984 y por donde pasaron más de 60.000 militares latinoamericanos. Una investigación del diario New York Times reveló que existían “11 manuales secretos” que hasta ahora no han sido conocidos en su totalidad, pero se sabe que “recomendaban técnicas de interrogatorio, como la tortura, ejecuciones, chantajes y arrestos de familiares de quienes iban a ser interrogados”.
Usa Yoday también informa que tras el triunfo de Daniel Ortega en Nicaragua en las elecciones para presidente el domingo pasado, además de la victoria del Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Evo Morales, el año pasado, Bush piensa que, debido a la cancelación de los entrenamientos militares en Latinoamérica, los Estados Unidos han perdido influencia en la región.
Entre los países que se encuentran en lista para recibir a militares de los Estados Unidos, están incluidos Brasil, México, Bolivia, Perú, Ecuador, Costa Rica, Paraguay y Uruguay, junto a otras naciones del caribe.