Desde que el 13 de diciembre de 1907 la Argentina descubrió petróleo por primera vez en su territorio, la jornada se conoce como el Día Nacional del Petróleo. Hoy, sin embargo, 110 años después, no hay nada que celebrar.
Con todo el petróleo concedido a las compañías petroleras multinacionales, con una empresa YPF fracturada por la mitad, endeudada como nunca y alejada de los años de inversión nacional y desarrollo en la mayoría de las provincias, no hubo, en realidad, festejo: solo un pobre grito de conciencia en Chubut que dijo ¡antes estábamos mejor!
Estos 110 años no fueron sino un largo camino en el cual se pretendió convertir los recursos naturales y los servicios públicos de un país productivo en otro de carácter regulador para que otros sean los productores. Hoy el fracaso de la regulación es, por lo demás, notablemente manifiesto en el área de la energía, más cuando resulta evidente que son los empleados de los propios empresarios los que asumen las funciones de regulador. Existen bonitos nombres para explicar este defectuoso sistema, pero la fábula popular en la que dan al zorro enemigo el cuidado del gallinero es la que mejor expresa este peligroso reemplazo de funciones. Hoy se trae al enemigo para asegurar sus intereses y esto provoca que no queden los huevos del presente que había que cuidar, ni las gallinas ponedoras que aseguraban el futuro,
«Existen bonitos nombres para explicar este defectuoso sistema, pero la fábula popular en la que dan al zorro enemigo el cuidado del gallinero es la que mejor expresa este peligroso reemplazo de funciones»
Celebrando quizá la reconversión de la política energética propia perdida en los años del pensamiento único, vemos que los únicos que festejan son los beneficiarios del desacierto, quienes mejoran con el establecimiento de la CEOcracia energética del gas natural y la energía eléctrica.
Observar el origen de los funcionarios que deben regular las empresas que les pertenecieron durante muchos años da cuenta de las peculiaridades de una CEOcracia cuyos miembros, seguramente, cuando los gobiernos y las pilchas de los jueces cambien, estarán más cerca de Comodoro Py que de sus anteriores funciones por el conflicto de intereses que crearon y encubrieron. No podemos saber si renunciaron para siempre a los cargos de las multinacionales de la energía, o si realmente vendieron las acciones que recibieron como premio, pero siempre dejan muy aceitadas las puertas giratorias para volver con mayores recompensas.
Un cuadro que surge de sus propios curricula vitae y de numerosas notas periodísticas nos dice de dónde vienen y en dónde fueron preparados para ejercer un mandato al servicio de las corporaciones convertidas en reguladoras desreguladas.
Funcionarios | Origen | Formación |
Mauricio Roitman Presidente de Enargás y actual subsecretario de Evaluación de Proyectos | Energy Consultin Services (1) Estudio Daniel Montamat | Surrey (RU), UADE, y asistente en el Departamento de Estado de EUA. |
Andrés Chambouleyrón Presidente del ENRe y actual subsecretario de políticas tarifarias | Fundación Mediterránea (diez años). Profesor de CEMA, Compass Lexercon (2) Perito de CIADI contra Argentina | Austin (Texas) |
Daniel Perrone Vicepresidente de Enargás | Transportadora de Gas del Sur TGS (3) | |
Carllos Casares 1° vocal de Enargás | Gerente de venta de Tecpetrol (Techint) | |
Diego Ghichónb 2° vocal de Enargás | CEARE (4) | |
Griselda Lambertini | CEARE (4) Estudios Freire y Asociados | |
Marcelo Figueroa (renunció a ser designado presidente de Enargás) | British Gas Argentina y Vicepresidente de Abu Dhabi National Oil Company |
Muchas son las críticas recibidas por este conflicto de intereses que se originan con la ocupación de los cargos públicos que deben ser neutrales con las empresas.
El mayor símbolo actual de ocupación empresaria del Estado fuera de nuestro país lo da Donald Trump que tuvo que otorgar el cargo de canciller –el más importante para un imperio actuante– al presidente de la mayor petrolera estadounidense. Rex Tillerson ha pasado sin solución de continuidad de presidente de ExxonMobil a ministro de relaciones internacionales.
Desde hace mucho tiempo la confusión entre la corporación empresaria y el Estado Político en los Estados Unidos está fuertemente anudada. Recordemos el eslogan “lo que es bueno para la General Motors es bueno para Estados Unidos”, reconvertido luego con el reemplazo de la empresa automotriz por la petrolera Exxon (antes de fusionarse con Mobil).
En nuestro país con el gobierno de Macri se intenta construir una CEOcracia local. Así le va a ir. Son funciones absolutamente distintas. El CEO se debe al corto plazo, a la mayor ganancia individual empresaria en el menor tiempo y con la mínima inversión posible.
El funcionario con visión de estadista, en cambio, busca el beneficio social (todo la población es su accionariado). No necesariamente debe lograrlo en el corto plazo sino que debe conducir el planeamiento y el largo plazo, y debe tener una visión territorial muy intensa en el sentido que los beneficios del gobierno y de las empresas públicas alcancen a todo el territorio.
Para el funcionario público la inversión social no es un gasto. Para el CEO sí lo es.
«No podemos saber si renunciaron para siempre a los cargos de las multinacionales de la energía, o si realmente vendieron las acciones que recibieron como premio, pero siempre dejan muy aceitadas las puertas giratorias para volver con mayores recompensas»
Por eso los ensayos en el mundo donde se intentaron reemplazar buenos políticos con empresarios exitosos ha dado malos resultados. El caso actual de Estados Unidos aparece como notorio
Debemos cortar la ruta de la empresa al cargo público, y el retorno a la empresa. Debemos trancar para siempre las puertas giratorias que tanto mal hacen aquí y en otras partes del mundo.
En un interesante artículo el periodista Javier Borelli, al inicio de este gobierno, mostraba cuántas empresas privadas y extranjeras se hacían cargo de ministerios y secretarías. Empresas privadas y extranjeras en un Estado público y nacional no parecen algo muy prudente y coherente.
Borelli da mucha importancia a la decisión parecida a la Trump con Tillerson que hizo Macri al designar a Juan Carlos Aranguren a cargo de la energía y el petróleo viniendo de la petrolera británica Shell. Claro que Tillerson era presidente de la ExxonMobil, mientras Aranguren un empleado con acciones a cargo de la filial local de Shell. Borelli, desde Buenos Aires, escribió: “A cuatro días de asumir su cargo, Aranguren designó a la nueva dirección del ENRE, un organismo encargado de controlar que las empresas del sector cumplan con sus obligaciones. Dos de sus 4 integrantes tenían un curioso currículum: Juan Garade fue gerente de Planificación Económica de Edenor entre 1992 y 1998 y director de Planificación, Control y Regulación de la empresa Edesur entre 2001 y 2012, mientras que Ricardo Sericano ocupó distintas gerencias de Edenor entre 1992 y 2010”.
Y sin olvidar al renunciado José Luis Sureda que dejó la Secretaría de Hidrocarburos por su disputa con el ministro Aranguren, que resultó ser un conflicto del subsidiarismo entre Shell en Vaca Muerta y Bridas en Cerro Dragón.
Aranguren reconoció en una oportunidad que debía aprender a ser ministro. Lógicamente su experiencia empresaria no le daba los conocimientos necesarios para ser un ministro eficiente. O sea, que debe aprender con el ejercicio del ministerio, sin preparación y experiencia anterior. Pero por los frutos se conoce que ni siquiera esta experiencia le es útil. Las designaciones de Garade y Sericano fueron en 2016. Ahora, dos años después, repite errores manteniendo el principio general que la CEOcracia lo arregla todo.
Para salvar la democracia y las instituciones argentinas se debe lograr la eliminación de esta corrupción tan especial, comenzando porque sea imposible que los empresarios se hagan cargo del Estado, y que mantengan las puertas abiertas para continuar con sus formas actuales y ahora usuales de corrupción.