La muerte del Perro Loco

"Libia hoy es un perfecto escenario de guerra, y el juego de partidos políticos y elecciones suena por lo menos ridículo"

“Dios había creado a Estados Unidos para dominar al mundo”.

Mitt Romney

 

La detención y muerte extrajudicial del coronel Muamar Gaddafi finalmente no será una buena noticia absolutamente para nadie: ni para sus fieles, ni para quienes propugnaron su derrocamiento, he incluso para los que soñaron con las horrorosas imágenes previas a la muerte del Coronel.

 

Son muchos los líderes de occidente que iban a necesitar callar a Gaddafi: Tony Blair, Sarkozy, Berlusconi, Cameron, Bush, Obama, Aznar, el rey Juan Carlos de España, Zapatero. Todos han hecho negocios con él. Todos mendigaron para que depositara sus monumentales reservas en bancos de Nueva York, Londres o París, y así le fue a Gaddafi cuando pensó quitarlas de allí y depositarlas en banco chinos. Una banda de sicarios terminó ejecutándolo en la soledad del desierto a la vista de toda la humanidad, sin ser otra cosa que simples salteadores de caminos.

 

Gaddafi podría haber revelado datos, nombres de testaferros occidentales, datos de contratos, comisiones y coimas, los números de cuentas donde se depositaron los fondos. Se sabe que tan solo para la campaña presidencial de Carlos Menem donó siete millones de dólares.

 

El otrora jefe revolucionario, fundador de la Yamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista, que conmovió las bases del mundo árabe por los años setenta construyendo el país más avanzado de África, una de las economías más sólida de los países árabes y convirtiendo el Dinar en una moneda mucho más confiable que el dólar y el euro, olvidó las enseñanzas de su mentor espiritual, al que admiró y en quien se inspiró, el Comandante Ernesto Guevara: “No se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así”.

 

Siendo un líder revolucionario, Gaddafi se proclamó musulmán, nasserista y socialista; eliminó las bases militares estadounidenses e inglesas, limitó las actividades de las casi sesenta multinacionales instaladas en Libia y asumió el control de la producción de petróleo.

 

La revolución otorgó a cada familia campesina alrededor de diez hectáreas de tierra, un tractor, vivienda, herramientas y riego. Se abrieron casi dos mil pozos artesianos y dos millones de hectáreas desérticas comenzaron a recibir riego artificial.

 

A partir de los atentados de Nueva York en 2001, Gaddafi prefiere curarse en salud, decide desarmarse e inicia una cruzada de reconciliación con occidente. Para eso abre nuevamente Libia a compañías petroleras, deja de asistir económicamente a cualquier tipo de insurgencia y financia campañas electorales de políticos europeos (como es el caso del propio Sarkozy) y apoya con millones de euros a universidades como la London School of Economics. También permite que los Estados Unidos instale en Libia prisiones clandestinas en el marco de la “lucha contra el terrorismo”.

 

Gaddafi traicionó sus principios y terminó firmando su propia condena a muerte cuando en 2003 procedió al desmantelamiento de sus sistemas y programas de armas nucleares, químicas y bacteriológicas, bajo supervisión y monitorización internacional. Reincorporándose al escenario internacional, Libia era productora de petróleo de calidad a tiro de piedra de Europa, dejaba atrás veinte años de bloqueo y quería convertirse en el buen salvaje. Pero nada sirvió. Sus excentricidades, su amistad con Chávez, su panafricanismo, eran jalones muy oscuros para occidente.

Una moneda en el aire

Muerto Gaddafi, el destino de Libia es una moneda en el aire, con muchos más lados que cara o ceca.

 

La fantochada del Consejo Nacional de Transición (CNT) tiene los días contados, si es cierto que la OTAN se retira a fin de octubre.

 

Las fuerzas que comenzaran a buscar sus cuotas de poder son muchas y conseguir un mando unificado para la realidad libia es una utopía. Sin duda, la realidad se va a parecer mucho a una Yugoslavia sin Tito. Solo un hombre de las características de Gaddafi podía controlar el país con una ingeniería política donde no faltaban prebendas como la exenciones al pago de impuestos, alianzas matrimoniales, ciertos privilegios económicos y, llegado el caso, el uso de la fuerza.

 

Las ciento cuarenta tribus que ocupan territorialmente el país, de diferentes etnias bereberes, beduinos, turcos y árabes, entre otras, se produjeron ahora muchas heridas que generan un entramado de venganzas por momentos muy fino y por otros grotesco. Por ejemplo, tres de las más importantes tribus, Alqdadfa, Warfla y Almgarh, acaban de designar al hijo mayor de Gaddafi, Saif al Islam Gaddafi, como el nuevo jefe.

 

Es de esperar que una vez asimilado el golpe, la resistencia gaddafista comience a operar contra el poder o los poderes en pie para ese momento. A esto hay que sumar que la división entre el Islam y el secularismo hace que la diversidad de ideologías dificulte todavía más la integración. Por otro lado, una fuerte e histórica rivalidad entre el este y el oeste del país se ha vigorizado desde febrero último. Dos capitales, dos provincias de la vieja colonia italiana, ejercen esas diferencias. Al este la ciudad de Trípoli, capital del país, pero también capital de Tripolitania, zona de la tribu Qadhadhifa, de la que fue originario Gaddafi, y tribus aliadas como Maqarha y Warfalla; en el oeste la Cirenaica con capital en Bengasi, de allí era el Rey Sidi Muhammad Idris al-Mahdi al-Sanusi; Yarabub, conocido como Idris I, miembro de la tribu Sanusi, derrocado por Gaddafi en 1969. No es casualidad que de esa región haya surgido la resistencia contra Trípoli y los antiguos colores del rey Idris sean hoy bandera del CNT.

 

Dos regiones sensiblemente diferentes con dos ciudades rivales y una historia con muchos desencuentros: todo está dado para la partición del país. Hay que recordar que Libia, a pesar de que su historia se vincula hasta más allá del Imperio Egipcio, tal como la conocemos hoy funciona desde 1911 y comenzó a ser una nación independiente a partir de la retirada italiana en 1951.

 

Al cóctel explosivo no podemos dejar de sumar a Al-Qeada, cuyo partisanos han llevado el protagonismo en la arremetida final contra Trípoli. El CNT fantasea con un gobierno de transición, una nueva constitución y elecciones en dieciocho meses. Su reto no es sencillo si además hay que desarmar a los miles de golpistas que durante los últimos ocho meses se acostumbraron a la vida del saqueo, el asalto y las violaciones sin pagar ninguno de sus arrebatos.

 

Oficialmente, entre los cuarenta miembros del CNT que nadie eligió, existen liberales, islamistas y otros grupos de difícil identificación, solo unidos por la lucha contra Gaddafi.

La muerte del Perro Loco

Hace unas décadas el neo fascista Ronald Reagan calificó a Gaddafi como “el perro loco de África”. Sin duda para entonces lo era y molestó en mucho su presidencia. Los atentados al cabaret berlinés La Belle y al avión que cayó sobre Lockerbie, amargó los años del perro loco de Estados Unidos.

 

Reagan sin duda soñó y pergeñó la muerte de Gaddafi. El último jueves hubiera sido su gran día. Claro que no tendría a quién felicitar, porque resulta que ahora son muchos los padres de esta triste victoria.

 

El servicio de inteligencia alemán Bundesnachrichtendienst, (BND) según Der Spiegel conocía el lugar donde Gaddafi resistía en Sirte. Según la BND transmitió la información a la OTAN. El resto ya se sabe. Según los ingleses, como al pasar, tan discretos ellos, comunicaron que no fueron los alemanes, sino unidades de sus fuerzas especiales (SAS), comandos entrenados para operar tras líneas enemigas, que infiltradas en Sirte junto a unidades del ejército catarí, dieron las coordenadas para el bombardeo a la caravana en la que Gaddafi se retiraba de Sirte. Pero según los Estados Unidos, no fueron ni alemanes, ni ingleses, ni mucho menos los cataríes, quienes dieron en el blanco, sino ellos, que desde las alturas vigilaban Sirte y que con sus drones (aviones no tripulados) detectaron la salida de una caravana de vehículos, e inmediatamente mandaron un Predator (un drone con misiles) para darle su merecido al tirano prófugo. Sin embargo, según la fuerza aérea francesa, ni alemanes, ni ingleses, ni cataríes, ni mucho menos norteamericanos, fueron los de la estocada final sino ellos, que despacharon con mucho glamour un par de cazabombarderos para atacar a la columna, que fue alcanzada por dos bombas con guías laser, de 500 libras, que impactaron en el centro del convoy. Seguramente Berlusconi se querrá sumar al la foto y el Rey Juan Carlos, si tuviera inteligencia, también (a la militar me refiero. De la otra ya sabemos).
Para el mundo, una horda sanguinaria, previa a la era del fuego, la brigada rebelde Al Watan, detuvo y ejecutó al Coronel Gaddafi, para la tranquilidad de tanto socio occidental que este había tenido.

 

Sin duda la vida de sus asesinos comenzará a ser mucho más miserable que antes de la deshonrosa ejecución. Por ejemplo parara Ahmed al Shebani, el joven de dieciocho años a quien se le achaca la ejecución, como si la jefa del Departamento de Estado, Hillary Clinton, estuviera totalmente ajena al magnicidio y solo por casualidad hubiera visitado Trípoli apenas una horas antes.

 

Quizás las potencias occidentales le escamoteen a la historia quién cargó el arma que terminó con la vida de Muamar Gaddafi, como seguramente se negarán a reconocer la heroica defensa de Sirte, tan gloriosa como la resistencia de Leningrado o de Madrid por Gaddafi y sus hombres, que resistieron en un pueblo de cincuenta cuadras de largo por veinte de ancho, rodeado de mar y desierto más de dos meses de bombardeos diarios de la OTAN y el asedio terrestre de los mercenarios las tropas occidentales infiltradas, los milicianos de Al-Qeada, y unos 9.000 hombres del CNT que disponían de 1.500 vehículos equipados con ametralladoras y cañones sin retroceso.

Los muertos que vos matais….

En un monumental ejercicio de inocencia la OTAN, las Naciones Unidas y el CNT hablan de una Libia democrática como si el valor occidental del artefacto jurídico tuviera algún tipo de raigambre no solo en el imaginario libio, sino en la cultura de todo el mundo árabe. Tan absurdo como sería el intento de establecer en los países de occidente un gobierno constituido por tribus o clanes.

 

La democracia en Libia va a fracasar como viene fracasando en el resto de los países de la región. Otra cultura, otra idiosincrasia. Los norteamericanos con el discurso de The Founding Fathers andan llevando su sistema, que ya hizo aguas más que muchas veces, a países que entienden la vida de un modo muy distinto a occidente.

 

Libia hoy es un perfecto escenario de guerra, y el juego de partidos políticos y elecciones suena por lo menos ridículo.

 

Gaddafi ya no dará batalla, pero incluso abandonado al escarnio público en la cámara frigorífica del mercado de carne y verduras de Misrata, es un grave problema para el mundo entero, como lo fue el cadáver de otro derrotado en el lavadero de un pobre hospital boliviano.

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