La guerra del Cuerno de Chivo

«La emergencia del narco no es ni la causa ni la consecuencia de la pérdida de valores; es hasta hoy, el episodio más grave de la criminalidad neoliberal.»
Carlos Monsivais

«El narcotráfico llegó al gobierno.»
Vicente Fox

Quizá nunca historiadores, ni los analistas políticos puedan desentrañar la totalidad de las consecuencias que generó el atentado del 11 de septiembre de 2001. Entre la multiplicidad de efectos una guerra ha estallado a pocos metros de la frontera sur de los Estados Unidos.

Los Cárteles de la droga mexicanos, combaten cuerpo a cuerpo por los pocos espacios que la intensificación de los controles fronterizos que los Estados Unidos han impuesto a partir de la caída de las torres.

En los duros enfrentamientos entre los Cárteles mexicanos sobresale un contendiente: El mítico AK-47, a quien familiarmente denominan “Cuerno de Chivo” por su cargador curvo de 70 balas, que en la actualidad se Fabrica en China y en la República Checa. Este fusil de asalto fue diseñado por el soviético, Mijail Kalashnikov en 1947 y desde entonces no ha habido revuelta, revolución o guerra en la que no haya ocupado un lugar destacado, no en vano, es el arma de fuego que más víctimas ha causado en la historia de la humanidad.

Su practicidad ha hecho al AK-47 inmensamente popular en las tropas de asalto que los jefes narcos, controlan desde la clandestinidad o desde las prisiones.

Una pila de muertos

La guerra de la Cuerno de Chivo ha dejado en el sexenio del presidente Vicente Fox (2001-2006), 9.000 muertos; por el control de plazas, zonas de cultivo y centros de recepción y distribución, además de negocios alternos, como apuestas ilegales, peleas de gallos, trata de blancas y venta de droga al menudeo.

Estos combates se intensificaron a partir del 2005, tras la muerte o detención de importantes narcotraficantes. 2007 fue un año record de extradiciones a los Estados Unidos, casi un centenar, entre los que se destaca Osiel Cárdenas, jefes del cartel del Golfo y Héctor «Güero» Palma, uno de los máximo líderes del cartel de Sinaloa que dirige Joaquín «Chapo» Guzmán, el hombre más buscado de México.

La guerra continúa y en la lucha por el manejo de los Cárteles ya no se respetan los antiguos códigos. Alfredo “El Mochomo” Beltrán Leyva, quien estuvo a cargo del transporte de droga, lavado de dinero y captación de funcionarios públicos, en los estados del norte, ex socio del Chapo Guzmán, fue detenido en enero último en Culiacán, Estado de Sinaloa. Habría sido el Chapo quién dio las coordenadas para esa detención. El grupo de los Beltrán Leyva encabezado, ahora, por Arturo “El Barbas” Beltrán Leyva respondió asesinando a Édgar Guzmán, uno de los hijos del “Chapo”, en mayo último, junto a tres amigos en la playa de estacionamiento de un centro comercial, en el operativo se dispararon más de 500 proyectiles de AK-47 y un tiro de bazuca.

En un tugurio de la ciudad de Uruapan, llamado “Sol y Sombra” en el Estado mexicano de Michoacán, el 6 de septiembre de 2006, 15 individuos llegaron a bordo de tres camionetas. Iban encapuchados y vestían de negro, con chalecos de la Agencia Federal de Investigación (AFI). Los parroquianos desde el piso apenas escucharon montar AK-47, segundos después los disparos coparon el lugar de la música. Dos de los visitantes abrieron una bolsa de plástico negra y regaron la pista con cinco cabezas humanas. Los quince hombres se fueron por donde habían llegado. Nadie se levantó hasta mucho después que el sonido de la última camioneta se perdió para siempre en la noche y las sobras de los cuernos de chivo se disolvieron en la nada. Situaciones como estas se repiten todos los días a lo largo del país.

A raíz de tantas bajas los Cárteles están en reestructuración permanente, y claro, nunca de esas discusiones salen todos conformes. En el 2007 los muertos de esta guerra fueron 2.630 y en lo que va de este año, julio 2008, la cifra sobrepasa los 1400. Ya sin ninguno tipo de pacto, la guerra abarca absolutamente a todos los que de una manera u otra estén próximos al conflicto: periodistas, policías, funcionarios y hasta las familias de los narcos, que habían estado siempre protegidas por una ley no escrita.

Ayer Colombia, hoy México

A principio de los ochenta el narcotráfico no despuntaba como un gran negocio para los domésticos grupos de contrabandistas mexicanos que operaban en la frontera con Estados Unidos. En 1982, el Presidente Reagan declara la guerra contra las drogas y pone al mando de la batalla a su Vice, George H. Bush, quién desde Miami dirige la creación de una barrera de controles aéreos y marítimos para las naves colombianas que llegaban, rebosantes de cocaína, cruzando el Caribe.

Los Cárteles colombianos, se ajustaron a los cambios y comenzaron a negociar, con aquellos pequeños contrabandistas mexicanos, las rutas de ingreso de su mercadería a los estados de la Unión.

Casi una década después, otro golpe de suerte volvió a cambiar el panorama de los, ya si, Cárteles mexicanos. Las grandes organizaciones de narcotráfico colombianas, particularmente las de Medellín y Cali, sufren golpes demoledores a sus estructuras. Jefes como Pablo Escobar Gaviria, Gilberto Rodríguez Orejuela, José Santacruz Londoño, los hermanos Ochoa y Gonzalo Rodríguez Gacha, estaban muertos, presos o extraditados.

Los colombianos terminaron por perder la distribución final en los Estados Unidos y, por ende las ganancias exorbitantes que rendía.

El kilo de cocaína se vende en Colombia a 2.500 dólares y en México ya alcanza los 8.500. Apenas cruza la frontera con Estados Unidos, el precio sube a 12.000 y en Nueva York, Los Ángeles y otras ciudades trepar a 35.000 y 40.000 dólares.

Los Cárteles mexicanos comenzaron a generar ganancias que superan el presupuesto anual del FBI. El Cártel de Juárez, en sus mejores tiempos, llegó a tener ganancias de doscientos millones de dólares a la semana. Félix Gallardo, capo del cartel de Guadalajara, quien producía casi el 50% de la droga que se comercializaba en el mundo, llegó a acumular una fortuna estimada en 10 mil millones de dólares. Luego de la detención de Félix Gallardo en 1989, el cártel de Guadalajara comenzó un marcado descenso hasta que finalmente se reconvertir en pequeñas organizaciones.

Surge entonces Amado Carrillo Fuentes, el mítico “Señor de los cielos”, llamado así por la flota de aviones con que contaba para inundar el mercado norteamericano de cocaína, líder del cartel de Juárez, y el más importante de los narcotraficantes mexicanos, ideó el mecanismo que permitió a los Cárteles trabajar sin interferencia entre ellos, en su segmento de frontera operaba, amañados con la corruptela de las autoridades policiales, fronterizas y políticas de ambos lados.

Antes y después del 11-S

Los contubernios entre los políticos y el narcotráfico son tan evidentes y descarados qué funcionarios municipales, estaduales y federales se han mostrase sin reparos en los funerales de algunos grandes jefes narcos. Se sospecha que la mayoría de los municipios que gobierna el Partido Acción Nacional (PAN), partido de los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, han sido prácticamente compradas por el poder narco. La frontera norte de México, siempre fue una zona agobiada de conflicto a lo largo de sus 3.200 kilómetros de extensión. Los miles los emigrantes ilegales que cada día frustran sus sueños de “pasar” el ingente comercio legal, el contrabando y las actividades del narcotráfico, la convierte en una de las zonas más calientes del mundo. La ciudad de Nuevo Laredo tiene el 36% de todo el comercio entre México y Estados Unidos; por sus puentes cruzan al día ocho mil vehículos y 300 mil personas. Este peregrinaje hace imposible controles eficaces y es allí donde los narcos concentran sus mejores esfuerzos para su posesión.

Pero la mañana del 11 de septiembre de 2001, junto al derrumbe de las Torres Gemelas comenzó a desquebrajarse la paz entre los Cárteles al sur del Río Bravo.

La desaparición de Amado Carrillo Fuentes y la nueva realidad en la frontera y en el mundo post septiembre 11, generó una dinámica de balcanización en los Cárteles de donde emergieron estructuras más pequeñas, violentas y sin los códigos a que los ajustaba la existencia del “Señor de los Cielos”.

El “Señor de los Cielos”, había muerto el 4 de julio 1997, en el post operatorio de una cirugía estética que cambiaría su apariencia, muy popular entre los servicios de seguridad como la Drug Enforcement Administration (DEA).

Al finalizar aquella intervención, que duró ocho horas, Carrillo Fuentes, muere a raíz de las complicaciones cardiacas que provocó unos de los medicamentos suministrados. Los médicos implicados en la operación fueron “ejecutados” días después, por sicarios del cartel de Juárez.

Este cartel, la mayor organización criminal de América Latina, quedó a cargo de una estructura colegiada en la que se destacaban los hermanos de Amado: Vicente y Rodolfo, Ismael “el Mayo” Zambada y el jefe de Sinaloa, Joaquín “el Chapo” Guzmán.

El Cartel del Golfo

El Cartel del Golfo, fue dirigido desde el penal de máxima seguridad de Las Palmas, por Osiel Cárdenas Guillén, detenido en marzo de 2003 y extraditado a los Estados Unidos en 2007, cuenta con el apoyó de Benjamín y Francisco Arellano Félix, cabezas del diezmado Cartel de Tijuana. Este pacto fraguado en la prisión de Las Palmas declara la guerra al cartel de Sinaloa-Juárez y, como para mostrar que hablaban en serio, entre los meses de noviembre y diciembre de 2004, ejecutaron a Miguel Ángel “El Ceja Güera” Beltrán, y Arturo “El Pollo” Guzmán, ambos importantes miembros del cártel de Sinaloa.

En este penal durante enero de 2006 el ejército debió desplegar 18 tanques en torno al perímetro para evitar que Cárdenas Guillen junto con sus socios los Arellano Félix, luego de una huelga de hambre que derivó en un motín, pudieran ser liberados por los Zetas, el grupo de choque del Cartel del Golfo.

El pacto continuó, más allá del fracaso de la fuga, y les permitió conseguir presencia en casi todo el territorio mexicano incluyendo al Distrito Federal.

Osiel Cárdenas Guillen llegó a la cima de la organización luego de la detención de Juan García Ábrego, preso en Houston, Texas desde 1996, y tras una carrera de asesinatos que incluyen a Salvador Gómez Herrera antiguo capo. Una de las víctimas más rutilantes de Osiel, fue en 2003, Guillermo González Calderoni el principal operador policial del cártel del Golfo, después de haber sido testigo protegido de la DEA y el FBI, para la captura Juan García Ábrego.

Osiel Cárdenas Guillen incorpora al Cartel del Golfo, un poderoso brazo armado conocido como Los Zetas, liderado por el ex oficial del ejército Arturo Lazcano alías El Lazca o Zeta-3. Esta organización de sicarios está compuesta por desertores de las fuerzas armadas mexicanas, particularmente del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes) los que poseen entrenamiento en lucha contrainsurgente y enfrenta en 1994 a la insipiente Guerrilla Zapatista de Chiapas, obtenida en cursos de la Escuela de las Américas en Fort Benning (Georgia), Estados Unidos. Los Zetas son los encargados de dirigir, entrenar y equipar al grupo de choque de Osiel, están capacitados para tener presencia simultánea en varios estados. Vestidos irremediablemente de negro, se manejan en autos blindados y camionetas 4 x 4; usan MP5, fusiles de asalto alemanes difíciles de encontrar en el mercado negro, y los infaltables Cuernos de Chivo; su armamento se completa con lanzagranadas, granadas de fragmentación -arma de indiscutida aceptación entre los sicarios-, ametralladoras 50 mm., misiles tierra-aire SAM-7 de fabricación rusa e incluso han llegado a utilizar helicópteros para en algunas operaciones pertrechados con lanzacohetes. Dominan con eficiencia la tortura, la extorsión y los levantones (secuestros).

Otra parte del grupo de de choque del Cartel del Golfo lo componen los tétricos Kaibiles, comandos de elite del ejercito guatemalteco, también con entrenamiento en lucha contrainsurgente y torturas. Los Kaibiles, de la que buena cuenta de sus andadas pueden darlo los campesinos, y miles de desaparecidos, muertos y torturados durante la dictadura del genocida Efraín Ríos Montt, fueron pasados a retiro como parte de los tratados de Paz, de diciembre de 1996 entre el gobierno guatemalteco y la Insurgencia Marxista. Muchos de estos comandos encontraron chamba (trabajo) con los Cárteles mexicanos.

Para misiones muy puntuales como ejecuciones de funcionarios, los Cárteles emplean mercenarios estadounidenses, británicos e israelíes con honorarios que van desde 50 mil a 250 mil dólares.

Túneles y encobijados

Otra de las maneras de contrabandear droga, tras los ataques del 11 de septiembre es por túneles, para contrarrestarlos el gobierno norteamericano implementa la misma tecnología que utiliza en la infructuosa búsqueda Osama Bin Laden entre las rocas de Tora Bora en Afganistán.

Estas construcciones las explotan especialmente los cárteles de Tijuana, Juárez y el Golfo. Agentes del gobierno norteamericano hallaron un túnel de más de 600 metros que unía Tijuana con San Diego.

Durante el años 2006 la violencia se centro en el Estado de Michoacán, uno de los principales productores de amapola y marihuana, además de contar con el puerto Lázaro Cárdenas sobre el Pacifico, por donde transitan unos 2.000 contenedores diarios y poseer 200 kilómetros de costa salvaje, que se convierte en una gigantes puerta de entrada a la droga que llega por diferentes medios desde Colombia. Cada año el 70 por ciento de la cocaína y el 50 por ciento de la marihuana vendida en el mercado estadounidense pasan por México.

En Michoacán se registraron la mitad de los crímenes cometidos en el país y es el primer punto que atacó el espurio gobierno de Felipe Calderón, donde envió 7.000 efectivos militares y policiales al mando del general Manuel García Ruiz, sin mayores logros.

El Cártel de Sinaloa-Juárez también cuenta con sus grupos de choque integrados por ex miembros de las fuerza armadas y diferentes grupos regionales particularmente Los Pelones y las renombradas Maras MS-13 y Salvatrucha, omnipresente, en todas las expresiones de violencia social desde el Salvador hasta Los Ángeles.

En los que va del año la cantidad de muertos en esta guerra creció un 47% más que en el mismo período del año pasado.

Hoy es frecuente encontrar ejecutados, decapitados, cuerpos torturados envueltos como marca la “tradición” en cobijas adheridas con cinta adhesiva alrededor de la cabeza y los píes. Esta costumbre ya se ha acuñado como los encobijados, por lo general estas cobijas guardan mensajes contra bandas rivales o policías.

Innovaciones

El narcotráfico en México esta intentando cambiar sus viejas organizaciones, comienza a manejarse como empresas con estructuras directivas, cuadros operativos, equipo tecnológico, ciclos de financiamiento, programas de expansión en otras actividades, reclutamiento más selectivo y un fuerte control interno. Hay indicios para sospechar que dos nuevos grandes socios están formando parte del negocio: la discreta, pero poderosa mafia calabresa Ndrangheta, quién controla el ingreso de la cocaína a Europa y algunas células de la Mafia Rusa como la virulenta Solntsevskaya, entre otras.

Entre las innovaciones de los Cárteles mexicanos se cuenta con la producción de droga sintética. En marzo 2007 la policía halló 205 millones de dólares en casa del empresario Zheli Ye Gon, ciudadano de tres Estados: China, México y Estados Unidos. Según él provenía de la campaña electoral Felipe Calderón. Entre otras propiedades Zheli Ye Gon, construía un laboratorio de 14.000 metros cuadrados con el que pretendía encubrir la producción de drogas sintéticas haciendo uso de la pseudoefedrina, sustancia de la que ya había importado más de 60 toneladas ilegalmente. Ye Gon, ya detenido en Estados Unidos será juzgado por tribunales de ese país.

Desde su asunción en diciembre de 2006,el presidente Felipe Calderón ha intentado, con poco éxito, dar la sensación de que combate al delito con todas las armas disponibles del estado, eso incluye a 36.000 miembros del ejercito y miles de policías que a pesar de haber decomisado arsenales, que alcanzarían para abastecer a cualquier ejército de Centroamérica; detener docenas de poderosos narcotraficantes e incautar toneladas de drogas, parecen no haber hecho mella en la estructura de los Cárteles, que siguen operando y pueden combatir en dos frentes al Estado y a los Cárteles rivales, que muchas veces parecen ser lo mismo.

Clara demostración de fuerza fue el asesinato en mayo de 2008 del poderoso comisionado de Seguridad Regional de la Policía Federal Preventiva, Edgar Eusebio Millán Gómez, ejecutado minutos después de que su guardia personal lo dejará en su casa. Alejandro Ramírez Báez, un sicario presuntamente contratado por el Cártel de Sinaloa, esperaba a Millán Gómez en su propio living donde lo recibió con varios disparos.

México parece finalmente resignado a la violencia y ya nadie cree que alguna vez se silenciarán los Cuerno de Chivo.

COMPARTÍ ESTE ARTÍCULO

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin

Recibí nuestras novedades

Puede darse de baja en cualquier momento. Al registrarse, acepta nuestros Términos de servicio y Política de privacidad.

Últimos artículos

Tucumán: “Durante días los militares se dedicaron a tapiar las villas de la ciudad y a cazar mendigos. Los subieron en un camión militar y los arrojaron en los descampados de Catamarca. La abismal desolación de esos parajes da cuenta de la crueldad de la limpieza.” Por Carlos Zeta
“Con otros instrumentos, los mismos resultados”. La pasión del eterno retorno de hundir una y otra vez a un país entero. Por Raúl Dellatorre
Santa Fe no debería endeudarse para hacer obras críticas en infraestructura de exportaciones si existiera la coparticipación de retenciones al complejo oleaginoso, que estuvo vigente desde 2009 hasta la vuelta del FMI. Por Gustavo Castro.