La foto que Cobos no mostró

El mendocino no para de mostrarse con los principales referentes de la derecha y la oposición. Sin embargo, su hiperactividad fotográfica y mediática omitió su paso por el congreso organizado por la Fundación Libertad, entidad financiada por la Embajada de los Estados Unidos. El dilema político e institucional de un vice cada vez más enfrentado a ¿su? Gobierno.

Desde que la derrota del kirchnerismo en el Senado cambió la geografía política de manera determinante, hay un dilema que recorre y corroe el interior del gobierno nacional: qué hacer con Julio César Cleto Cobos, el vicepresidente que votó en contra del proyecto oficial de retenciones a las exportaciones agrícolas y cuyo desempate en la cámara alta, el 17 de julio, desembocó en el primer embate político grave que golpeó al oficialismo en cinco años de gobierno. El voto en contra reveló las debilidades K y desató sus peores preocupaciones respecto al rol opositor que comenzaría a aprovechar el díscolo vice. Se han cumplido dos meses largos del “cletazo”, y el mendocino no ha parado de mostrarse con los principales referentes de la derecha y la oposición. En su raid fotográfico, la foto con el gobernador Binner sintetizó mediáticamente su paso por Santa Fe. Sin embargo, los agentes de prensa de Cleto obviaron difundir la reunión que mantuvo en Rosario con Gabriela Michetti, la vice de Mauricio Macri, con el auspicio de la pro norteamericana y conservadora Fundación Libertad, la misma que acogió al escritor Mario Vargas Llosa y al ex secretario de Asuntos Hemisféricos Roger Noriega durante el mes de marzo, cuando la crisis del campo no cumplía su primer mes.

El encuentro ocurrió el viernes 19 de septiembre, y desde entonces la presencia mediática de Cobos ha estado al borde de colmar la paciencia del kirchnerismo, una fuerza que ha comenzado a descubrir sus propias limitaciones a partir de su principal error: haber errado la elección del reemplazante constitucional de Cristina Kirchner y haberlo ninguneado lo suficiente como para que la traición se transformara en una opción tan posible.

La foto ninguneada del álbum de Cleto

La fecha elegida fue tan particular como el lugar. Así fue como Rosario se convirtió en el centro de reunión de políticos de distintos partidos opositores nucleados en la Red de Acción Política (RAP), una fundación que “promueve la formación y el desarrollo de una mejor dirigencia”. La fundación reúne a Gabriela Michetti y Marcos Peña (PRO), Margarita Stolbizer, Adrián Pérez y María Eugenia Estenssoro (Coalición Cívica), Miguel Lifschitz (socialismo) y el embajador de España en Argentina, Rafael Estrella. El encuentro fue en el marco del IV Congreso de Economía Provincial organizado por la Fundación Libertad, el organismo que conforma la Red Libertad, el agrupamiento de fundaciones subvencionadas por la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). El vicepresidente estuvo a cargo del cierre del Congreso. Por allí se anduvo paseando hasta que el 29 de septiembre, a cargo de la presidencia por el viaje de CFK a Nueva York por la Asamblea de Naciones Unidas, Cobos recibió a Macri para escuchar los reclamos del empresario por la falta de asistencia de la Nación a la ciudad.

Fue otra gota que puso en marcha la maquinaria para encontrar la mejor manera de controlar las operaciones de Cobos, cuyo costado más filoso aparece cuando le recuerda a su compañera de fórmula que él también fue elegido por el voto popular, algo que el veterano Antonio Cafiero puso en duda, cuando dijo que si Cobos iba solo, sin Cristina o con otra fórmula “no lo votaba ni el gato”. Pero aunque ha pasado poco tiempo, las cosas parecen haber cambiado desde que hablara el viejo dirigente hace unos dos meses. Ahora es Cobos el que cada vez mide mejor en las encuestas como catalizador de las polarizaciones posteriores a la crisis del campo.

Las reales atribuciones del vice

Entonces, ¿qué hacer con Cobos? Según la constitución nacional, el vicepresidente es el presidente del Senado y remplaza al Presidente en caso de viaje, licencia o muerte. Sólo eso: no hay otra función prevista para él o ella. El vicepresidente no es un co-presidente, ni un compañero de equipo. Técnicamente ni siquiera es parte del Poder Ejecutivo, sino que es la cabeza de otro Poder. El vicepresidente no tiene ningún tipo de injerencia en la toma de decisiones diarias. El Poder Ejecutivo en la Argentina, de acuerdo con el artículo 87 es unipersonal. “El Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con el título de ‘Presidente de la Nación Argentina’”.

Esto no es solamente un capricho, sino que tiene una finalidad: al no ser parte del Gobierno, sirve como fusible en caso de problemas. Hay un caso que sirve de muy buen ejemplo. Cuando en la ciudad de Buenos Aires la administración de Ibarra fue sometida a juicio político, acusado el jefe de gobierno de haber actuado con negligencia en la tragedia de Cromañón, todo su Gobierno fue puesto en duda y él resultó destituido. Telerman asumió en su lugar. ¿Pero no era él tan responsable como Ibarra? No, porque no era parte de ese Gobierno; él no fue parte de las decisiones que llevaron a esa tragedia. El mecanismo constitucional de la Ciudad —al igual que el de la Nación— permite que el vice asuma ante una crisis sin la pesada mochila de las decisiones que tomó su antecesor.

El vicepresidente no tiene injerencia en las decisiones. Para los especialistas, la Constitución prevé esto de manera intencionada. El problema es que ese rol está muy disociado de la función simbólica que le asignan los políticos y muchos votantes. El vicepresidente en la tradición política argentina se usa para “balancear la fórmula” y por eso en general se elige a una figura de mucho peso, aliada pero completamente diferente al candidato presidencial. Suele ser una forma de sellar una coalición o simplemente de compensar los puntos débiles del candidato principal.

Sin embargo, en medio de ese dilema, en la Casa Rosada hay dos ideas: una es controlar las críticas para no victimizar a Cobos y la otra es recordarle su conducta, una y otra vez. Pero el secreto sigue siendo un clásico: hacer caminar al rengo para ver por dónde anda. Y la senda cobista, ya conduce a Eduardo Duhalde, Luis Barrionuevo, Leopoldo Moreau, Marcelo Stubrin, Federico Storani y Enrique Nosiglia. Un sistema de relaciones que podría desatar reacciones peores en el corazón del gobierno, que por ahora trata de resolver qué hacer con Cobos, algo que aun sigue siendo un enigma.

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