La disección de la pobreza

Si la cuestión del 40% de argentinos pobres se sigue combatiendo con palabras, la pobreza se convierte en una categoría, seccionada y falsificada desde todos los ángulos posibles por los horribles. El escándalo trucho originado en una nota del Vaticano fechada en mayo y la insólita polémica de Duhalde y Liendo.

El 40% de los argentinos, pobres y excluidos, no se alimenta de luz. El diputado Agustín Rossi aseguró, en su discurso final antes de que se aprobara la prórroga de las facultades delegadas al Ejecutivo, que el Congreso discutirá este año el ingreso universal. Hay que apretar el acelerador y dedicarse a las efectividades conducentes.

Aunque la histeria –que atacó a la clase política y el partido mediático– parece haber pasado temporalmente, en los últimos días hemos sido víctimas de un ataque concertado de toneladas/horas de opiniones, frases enhebradas con mayor o menor fortuna, eufemismos varios (sobre todo eso) y respuestas atropelladas referidos a la pobreza en el país. La catarata de ambigüedades, si no para mitigarla, la han hecho desaparecer mágicamente.

No faltará el corrector que señale el error sintáctico o de orden lógico: debería ser “si no para hacerla desaparecer, al menos para mitigarla”, pero eso supone una acción que por el momento no se ve.

Desapareció aplastada por el presupuesto, el artículo 755 del Código Aduanero, los muertos por la gripe y la compra masiva de Tamiflu, la inseguridad, las carteras de Cristina, las bases de Estados Unidos en Colombia, los tarifazos frustrados o postergados, el rechazo de la UBA a reconstruir el Indec luego desmentido por la propia UBA, el reclamo airado de Biolcatti en defensa de la lechería que los auténticos lecheros refutan, su confesión de que reconoce una fortuna de 70 millones de dólares en tierras y tres aviones (uno de los cuales es usado por su mujer para ir de shopping), más lo que no reconoce, una condena papal fraguada, un simulado tirón de orejas de Bergoglio a Gabi, su protegida… y eso antes que se conociera lo del fútbol.

Invisible. La pobreza.

El escándalo y el formulario

El “escándalo” pareció caer como rayo divino desde el Vaticano mientras TSC-Clarín perdía el negocio de la tele codificada, donde, según sumó y restó Tato Contissa, se ponen 500 millones públicos y se ganan 1.200 que pasan a ser públicos aunque el diario de la Apropiadora solo reconoce la primera parte porque el Estado derrocha en esto más de lo que gasta en subsidiar la leche para nuestros niños que mueren de hambre.

Golpe al hígado en el multimedios, pasión de multitudes, pero también realpolitik, una olla podrida cuya tapa se levanta a medias, muchos quiosquitos millonarios cruzados. No es practicable una crítica progresista a esta decisión: si la política reasume la conducción de los negocios privados en una Argentina privatizada de arriba a abajo y de derecha a izquierda, se apunta a un país mejor. Después se verá.

La urgencia consiste en consolidar esta dirección, de modo que resulte imposible que en dos años más sean los horribles quienes puedan acceder a la conducción de este terreno recuperado.

El “escándalo” pareció caer como rayo divino desde el Vaticano, muy oportunísticamente, cuando se discutían la prórroga a las asignaciones presupuestarias del jefe de Gabinete en esta campaña de esmerilamiento e instalación de sospecha pública, lejos del papel del Sumo Pontífice como constructor de puentes y no como zapador. Pero lo que parecía ser una de esas inoportunas intromisiones en los asuntos internos de otro país que en cualquier otro caso hubiera constituido un casus belli, fue en realidad una respuesta formal, circunstancias que el multimedios tardaría en reconocer.

Se trataba de una nota burocrática de la Santa Sede fechada en mayo pasado, al tranquito, como es costumbre cuando en todo el mundo el Vaticano organiza la colecta Más por Menos.

También el Vaticano tiene su burocracia. Además de los guardias suizos e incalculables tesoros artísticos, la administración de la Santa Sede posee una aceitada organización estatal, una buena red de contención financiera (bancos asociados con paraísos fiscales), un servicio de espionaje, y hasta oscuras organizaciones de su periferia, como la P2, que se dedican al trabajo sucio en nombre de Dios.

La denuncia escandalosa refiere al formulario A4-F12M provisto por la secretaría de Estado del Vaticano, cuyo texto anatematiza la pobreza. Agréguese fecha y lugar, tradúzcase al idioma vernáculo, publíquese y archívese en el combate literario contra la pobreza.

Lo contrapuntístico

Un consenso atañe a una armonía conseguida luego de determinados contrapuntos. Pero así como los compositores de canto gregoriano del siglo VII hubieran abominado de las armonías de la música atonal que aparecerá 1.200 años más tarde, es imposible consensuar un término medio –el estado ideal de lo burgués en una de sus múltiples tergiversaciones– sobre la pobreza en la Argentina.

Hay responsabilidades precisas en su geografía: la concentración del poder económico se mantiene más o menos invariable, con un gobierno sostenido en la legitimidad democrática, que ha maniobrado casi siempre en forma vergonzante en el caso de los servicios privatizados, y con algunos avances interesantes en zonas periféricas de ese poder, pero que no acierta con una política social que avance más allá de lo focalizado.

Si la cuestión del 40% de argentinos pobres se sigue combatiendo con palabras y la pobreza se convierte en categoría, seccionada y falsificada desde todos los ángulos posibles, solo faltaría incorporarle una dimensión poética a fin de despojarla de todo contenido moral, filosófico o políticamente manipulable, toda vez que el discurso político no suele asomarse a los arrabales del arte.

Es que no hay consenso posible.

Unos ejemplos

“La pobreza en Argentina es escandalosa”, se escribió desde El Vaticano. Sí, y también “tal vez otro habrá rodao/ tanto como he rodao yo,/ y le juro, creameló,/ que he visto tanta pobreza,/ que yo pensé con tristeza: Dios por aquí no pasó”, firmó Atahualpa Yupanqui con bastante más gracia.

“A la pobreza hay que erradicarla en el plazo más breve posible porque, además de los ya más que suficientes motivos éticos, está íntimamente vinculada con otras tres cuestiones que condicionan nuestro futuro: la droga y el narcotráfico, la inseguridad y una democracia clientelista”. Esto afirmó Javier González Fraga a La Nación. Presidente del Banco Central en la época menemista, quien hoy se reivindica peronista fue representante de Gaith Pharaon, ese ricachón saudita, dueño del banco BCCI que lavaba dinero del narcotráfico y la venta ilegal de armas.

Monseñor Casaretto, también autoproclamado peronista y con línea directa con el ex-presidente Duhalde, dijo: “los excluidos no sirven siquiera para ser explotados”. Y, habría que desmaterializarlos. Pobreza invisible y ahora –comisario Palacios– blanco móvil.

En las páginas de La Nación polemizan el ex-presidente Duhalde y el abogado Horacio Liendo sobre el papel más o menos nacional (sic) del FMI en la resolución del tema de la pobreza.

De Duhalde: “La caída de la pobreza y de la desocupación no es logro de un subsidio, sino de un modelo económico productivista al que el FMI combatió. La Argentina iniciaba un camino independiente de los modelos de ajustes”.

De Liendo: “… sin cambiar el 1 a 1 hubiéramos podido superar la recesión sin provocar una depresión económica como la de 2002/2003”. Ja. Mano derecha de Cavallo, redactó la ley de convertibilidad; hijo del general, ministro del Interior en la dictadura, actual abogado de multinacionales en el estudio Liendo & Castiñeyras. Duhalde se considera el padre del modelo productivista de los K, no obstante lo cual el 9 de mayo del 2002 se aseguró de que el Congreso aprobara la reforma a la ley de quiebras (cram-down) y la derogación de la cláusula de subversión económica que impuso el FMI. Fue en aquella jornada donde la entonces diputada Alicia Castro desplegó una bandera de Estados Unidos.

La naturaleza política

La disección literaria de la pobreza corre por el mismo andarivel que esas visiones idílicas y despolitizadas de la degradación del medio ambiente. Lejos de señalar sujetos precisos, nos culpabilizan individualmente por las consecuencias, y no me refiero a las divisiones (esquizofrenias o clivajes) constitutivas del hombre occidental, que escapan a esta modesta crónica.

Compromiso por los pobres, el Hambre Más Urgente, redes solidarias, frases y campañas dirigidas por seres y ONG’s sensibles y bienintencionadas, casi siempre de sospechosa solidaridad esponsoreada.

Es que no hay consenso posible, por si hubiera que repetirlo, pero para que eso se tenga presente, algo se debe hacer, y no es este un problema de comunicación y campañas publicitarias.

Hay que destituir esta campaña de adulteración (la pobreza del lenguaje se hace necesaria): en lugar de seguir lamentándonos por el carácter destituyente de la restauración conservadora, debemos convertirnos en sus destituyentes, poniéndonos en otro lugar.

Sé que es fácil decirlo y de compleja ejecución, pero de toda necesidad nace un derecho, y reivindicarlo sin concesiones, sin concesiones, eso no es lo que espera el poder de nosotros.

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