La discusión entre pobres siempre es triste. Claves para entender el nuevo contrapunto entre Brasil y Argentina

Por Causa Popular.- Cuando de la mano de Venezuela, Argentina y Brasil parecían dejar atrás viejas divergencias comerciales en el Mercosur, una reunión realizada los primeros días de mayo por el canciller Rafael Bielsa en Estados Unidos, con seis embajadores peronistas de larga experiencia diplomática, reavivaron las diferencias entre ambos países. Pero las controversias no se agotan en el intercambio comercial: a expensas de la Unión Industrial Argentina, el ministro de Economía Roberto Lavagna reclama desde el 2004 la introducción de salvaguardas en el bloque sudamericano para garantizar una protección automática a su industria. Además de tener una política industrial mucho más sólida y con continuidad en el tiempo, Brasil cuenta con un PBI cuatro veces mayor. Con esta base, el gigante del sur ejerce un liderazgo regional y mundial que consolida las dificultades en la integración. Sin embargo, ambos se necesitan si pretenden sobrevivir al ALCA y a la transnacionalización de la economía, algo que sólo parece estar claro en el pensamiento de Hugo Chávez, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

Por más conflictos sin resolver que haya entre la Argentina y Brasil, el mundo cada vez más aglutinado en bloques obliga a ambos países a seguir un sendero común con vistas al crecimiento económico y a las negociaciones extraterritoriales. Buena parte de los productos de la zona tienen serias dificultades para ingresar en diversos países por las políticas comunes que existen en Europa y en América del Norte, sin contar los bloques asiáticos. Es más, la renovada ofensiva estadounidense para constituir el ALCA requiere de un Mercosur más consolidado para enfrentar la tratativas en una mejor posición de fuerza.

Sin embargo, la desconfianza y los cortocircuitos son históricos y no han dejado avanzar este mercado común en más de una década. Según las autoridades argentinas los exaspera que Brasil está dispuesto a “decir casi siempre que sí, cuando al final casi siempre es no”.

Un caso concreto fue, por ejemplo, el “Acta de Copacabana”, firmada hace unos meses por los presidentes, que entre uno de sus puntos mencionaba la necesidad de negociar en conjunto ante el FMI. La tinta del acuerdo estaba fresca cuando este punto del documento entró en vía muerta ante las distintas estrategias para encarar este tema.

Brasil siempre critica que la Argentina no tiene una política industrial que sea sustentable en el tiempo. Y así se lo recordaron de nuevo las autoridades de ese país, tanto a funcionarios argentinos como a industriales de la UIA en la reunión que esta semana mantuvieron en la capital carioca. Dicen allí que, por este motivo, el país pide en forma permanente salvaguardas, u otros mecanismos de protección.

La brecha se profundizó cuando desde Brasil se negó una contrapropuesta enviada por el ministro Roberto Lavagna. Esta respuesta reflejó una interna entre el duro secretario de Industria y Desarrollo, Luiz Furlan, proveniente del sector alimenticio, que desatendió el reclamo, con el más conciliador ministro de Hacienda, Antonio Palocci. En Brasil no es secreto para nadie que los secretarios de Industria representan a los lobbies empresarios, y muchas veces los sectores proponen los candidatos para esa cartera.

En su reciente paso por Brasil, Lavagna dejó un mensaje claro, que escucharon con beneplácito los industriales argentinos: mientras no haya normas de comercio administrado, la Argentina seguirá impulsando acuerdos entre privados, salvaguardas y todo instrumento de defensa de la producción y el empleo nacional. Y en esa línea, Lavagna hizo trascender que el país se reserva el derecho de adoptar “todas las medidas de protección que considere necesarias”.

Igual, es un hecho que el tema deberá resolverse finalmente al más alto nivel, y allí sí entonces tal vez deban volver a juntarse Kirchner y Lula.

Uno de los problemas que tiene hoy el país vecino es su peligrosa relación entre PBI y deuda, según advierten ya algunos análisis internacionales. El mercado financiero internacional nunca dejó caer a este país en el abismo del default, como lo hizo con la Argentina, y difícilmente lo haga ante su cada vez mayor protagonismo. El problema para nuestro país es que cada gran crisis de deuda terminó allí con devaluaciones que finalmente pegaron de lleno en la economía argentina.

Pero las diferencias con Brasil no se reducen a los problemas de intercambio comercial, y tal vez ello termine siendo más grave aún para el futuro de la región. Días antes de que Kirchner viajara al país vecino para asistir a la cumbre árabe – sudamericana y se reuniera con Lula para alivianar las rispideces, Argentina admitió las diferencias que persisten con Brasil en distintos temas, detrás de su negativa a apoyar la candidatura brasileña a la jefatura de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Además expresó cierta incomodidad por el tratamiento dado por su vecino a la crisis en Ecuador.

El propio Kirchner ha manifestado el recelo de su administración frente a los pasos que da Brasilia para ocupar cargos en organismos internacionales. “Hay un lugar en la OMC, Brasil lo quiere; hay un lugar en la ONU, Brasil lo quiere; hay un lugar en la FAO, Brasil lo quiere. Si hasta quisieron poner al Papa”, comentó Kirchner, según una fuente gubernamental citada por la prensa.

Finalmente el lunes, Lula cenó en privado con Chávez y Kirchner en la Granja del Torto, la residencia de descanso de los jefes de Estado, situada en el extremo norte de la capital, como antesala de la cumbre árabe-sudamericana que se inauguró finalmente el martes.

Uno de los resultados positivos de este encuentro y del viaje presidencial, fue el anuncio de que los ministros de economía de ambos países, Roberto Lavagna y Antonio Palocci, se reunirán en Buenos Aires el mes próximo para considerar los problemas comerciales. El otro fue la firma, por parte de los ministros de economía de la Argentina, Brasil y Venezuela, del documento de creación de Petrosur, organismo que coordinará las inversiones de las empresas petrolíferas de los tres países.

Por el complejo camino de la integración en el Tercer Mundo

El martes 10, los ministros de Energía de Argentina, Brasil y Venezuela finalmente firmaron el documento de creación de Petrosur, un organismo que coordinará las inversiones de las petroleras estatales de los tres países, y le asignaron los primeros objetivos, que incluirán la explotación conjunta de gas natural en la plataforma marítima argentina.

Según informó a la prensa el asesor para asuntos externos del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Marco Aurelio García, los primeros objetivos de Petrosur serán la explotación de petróleo en la cuenca del Orinoco en Venezuela, la construcción de una refinería en el noreste de Brasil, y la explotación conjunta de gas natural en mar abierto en Argentina.

El acuerdo fue alcanzado en Brasilia durante una reunión al margen de la Cumbre entre Sudamérica y los países árabes que se realizó en la capital brasileña, pero los lineamientos generales ya habían sido discutidos la noche anterior en la cena que mantuvieron Lula, Kirchner y Chávez.

Los cariocas, afirmaron que Enarsa, la petrolera estatal argentina, debe tener una participación accionaria “simbólica” en la refinería de Abreu Lima en Brasil, en cuya construcción participará la estatal venezolana PDVSA.

En el convite, tan anunciado, participó también el ministro de Planificación argentino, Julio de Vido, y el ministro de Energía venezolano y presidente de PDVSA, Rafael Ramírez. Los funcionarios de Planificación esperan que Petrobras aporte a través de Petrosur su experiencia en la explotación de yacimientos off-shore, y permita así superar el cuello de botella que impone a la industria nacional la provisión de gas “al límite” de la demanda, tal como reconoció días atrás el propio Kirchner.

Petrosur tendrá un Consejo Ministerial integrado por los ministros de los tres países, que se reunirán una vez al año, y serán los encargados de “tomar decisiones sobre el interés prioritario” del organismo. El texto, de cuatro páginas, afirma la necesidad de “una organización formal que asegure la coordinación y articulación de políticas de energía incluyendo petróleo y gas natural, combustibles no renovables, electricidad, uso eficiente de la energía y cooperación tecnológica”.

El acuerdo también faculta al Consejo Ministerial para incorporar nuevos socios a Petrosur, así como para delegar funciones en las segundas líneas de funcionarios de cada país, que serán en definitiva quienes lleven adelante lo cotidiano del proyecto.

La colaboración energética con Brasil y Venezuela ya se materializó el año pasado, cuando arreciaban las versiones sobre una eventual crisis de abastecimiento en Argentina, y Planificación decidió comprar electricidad al gigante sudamericano y varios barcos de fuel-oil a Caracas.

Quince días atrás, De Vido viajó nuevamente a Venezuela para cerrar la compra de 1.200 millones de toneladas de fuel-oil a cambio de carne vacuna. Los combustibles resultantes del trueque se utilizarán como el año pasado para generar electricidad sustituyendo el uso de gas natural en las plantas de ciclo combinado.

Los tres países también planean unir fuerzas en el campo de financiación del desarrollo y de programas sociales, mediante la creación futura del Banco Sudamericano para el Desarrollo. Ese tema podría ser tratado el 10 de junio próximo, cuando se celebrará una reunión de los ministros de Economía de los tres países, en Buenos Aires, también con el objetivo de identificar posibilidades de cooperación.

Intentando no quedar ajeno a las divergencias surgidas días antes del encuentro entre Brasil y Argentina, Hugo Chávez, antes de viajar a Brasil expresó que “la unión latinoamericana es ahora o nunca”. Para el primer mandatario de Venezuela: “Estamos empeñados en la unión de Suramérica. Es ahora o nunca. Estamos viviendo un momento cumbre en América Latina, un momento cumbre en el mundo”, dijo el mandatario en su programa dominical televisado Aló presidente».

Como lo explica el sociólogo brasileño Helio Jaguaribe, en una columna difundida por La Señal Medios, “el proceso de globalización, exacerbado por el gobierno Bush, está conduciendo a la mayor parte de los países del mundo y, ciertamente, a los sudamericanos, a convertirse en segmentos sin distinciones del mercado internacional y en provincias del imperio norteamericano”.

Para Jaguaribe ante este escenario sólo puede haber una única respuesta: “La creación – de Brasil – con la Argentina, de una alianza sólida, confiable y mutuamente provechosa, a partir de la cual se consoliden el Mercosur y la Comunidad Sudamericana de Naciones.”

Estos objetivos fueron los protagonistas en la cumbre que mantuvieron Chávez, Lula y Kirchner. Sin embargo, sus resultados, la estratégica integración energética entre los tres países quedaron en un segundo plano tanto en la prensa argentina como en la brasileña.

Los argumentos que alertaron al Presidente sobre las inequidades entre Buenos Aires y Brasilia fueron elaborados por el canciller Rafael Bielsa hace meses y han sido reconocidos por su solidez, pero es llamativo que las dificultades se ventilaran luego de una reunión del canciller en un país que nunca es neutral en estos menesteres, y que tiene bien en claro lo que significa una integración estratégica para su proyecto hegemónico para la región, el Área de Libre Comercio de las Américas.

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