Finalmente la coalición encabezada por Nigeria, junto a Camerún, Chad, Níger y Benín, para combatir al grupo integrista Boko Haram, parece estar dando resultados. Desde que en mayo del año pasado el general Muhammadu Buhari volvió a asumir el cargo de presidente, esta vez con carácter democrático (su primer mandato, 1983-1985, había sido el resultado de una seguidilla de golpes de estado), el gobierno nigeriano definió la urgente necesidad de poner fin a las actividades del grupo terrorista que desde 2009 asesinó a más de 20 mil personas.
A fines de julio la Fuerza Multinacional de los países ribereños del Lago Chad, creada a comienzos de 2015, consiguió recuperar la ciudad de Damasak, uno de los bastiones fundamentales de Boko Haram en el noreste de Nigeria, próxima a la frontera con Níger. En la operación participaron cerca de 10 mil hombres de Níger, Chad y Camerún en el área fronteriza, mientras que el ejército nigeriano atacó desde el sur.
En 2014 Boko Haram había proclamado en esa misma región del estado nororiental de Borno, donde llegó a controlar unas setenta localidades, la creación del califato de Gwoza.
«El gobierno nigeriano definió la urgente necesidad de poner fin a las actividades del grupo terrorista que desde 2009 asesinó a más de 20 mil personas»
La ofensiva conjunta ha cortado las líneas de comunicación de los diferentes focos de resistencia terrorista. Aunque se sabe de enfrentamientos de magnitud, el número de bajas no ha sido dado a conocer por las autoridades. Al mismo tiempo, se sabe que las fuerzas salafistas se han replegado a posiciones en el Lago Chad y la región montañosa en la frontera con Camerún.
En su retirada la fuerza terrorista atacó una caravana humanitaria de Naciones Unidas entre las ciudades de Bama y Maiduguri, en Borno, el epicentro de la actividad de Boko Haram. Lo que ha puesto en riesgo la subsistencia de miles de personas, que llevan años sometidos a los caprichos de ahora desplazado y estrafalario jefe Abubakar Shekau.
La ofensiva de la Fuerza Multinacional se adelantó después del ataque de Boko Haram a la ciudad nigerina de Bosso a principios de junio, donde murieron más de treinta efectivos militares y provocó la huida de cerca de 50 mil desplazados. Según ACNUR, solo en Diffa (Níger) ya son un cuarto de millón los desplazados por la violencia de Boko Haram.
Esta pérdida de territorio ha sido la razón final por la que el Califa Ibrahim decidió desplazar del mando al controvertido Shekau, líder de la organización desde 2009 tras la muerte de su fundador Mohamed Yusuf, que se inspiró en el clérigo salafista del siglo XIII, Ahmad Ibn Taymiyya. Yusuf fue asesinado por el ejército nigeriano mientras estaba detenido.
«Según ACNUR, solo en Diffa (Níger) ya son un cuarto de millón los desplazados por la violencia de Boko Haram»
Al tomar el mando Shekau militarizó la organización que terminó desembocando en lo que hoy es una de las organizaciones terroristas más conocidas del mundo. En su remplazo asumirá ahora su segundo Abu Musab al-Barnawi.
Tras el anuncio del nuevo liderazgo, nada se aclaró sobre Shekau, que según algunas fuentes podría haber muerto en un ataque aéreo, mientras otras confirman que sigue con vida y ha tachado de traición la decisión del Califa Ibrahim.
Shekau, liderando a Boko Haram, realizó acciones de gran repercusión mundial como el secuestro de las 294 alumnas del pueblo de Chibok en abril de 2014 y la matanza en una sola noche de 2000 campesinos en la aldea de Baga en enero de 2015. A estas acciones hay que sumarles miles de asesinatos y secuestros de hombres para integrar a las filas y de mujeres para servidumbre sexual de la tropa o para ser vendidas a tratantes de personas. Niños y niñas, secuestrados, han sido utilizados en atentados, colocándoles chalecos explosivos y obligándolos a mezclarse con multitudes en mercados y terminales de buses, para operar los dispositivos por control remoto.
Boko Haram nació con la intención de reencarnar el antiguo esplendor de los grandes imperios de la región, como el Sultanato de Sokoto y el Reino de Kanem-Borno del siglo IX y abarcó los territorios del noreste de Nigeria, el norte de Camerún, el oeste de Chad y el sudeste de Níger y cuya influencia alcanzó hasta la sureña provincia libia de Fezzan. El imperio se desmoronó antes de la llegada de los europeos. Boko Haram en sus inicios también se puso a la cabeza de las demandas sociales y se sabe que fue financiado clandestinamente por políticos opositores a los gobiernos de los presidentes Olusegun Obasanjo (1999-2007), Umaru Musa Yar’Adua (2007-2010) y Goodluck Jonathan (2010-2o15).
Una fiera herida
Apenas horas después de anunciado cambio de jefe, el ahora desplazado Abubakar Shekau cuestionó la autoridad del Califa Ibrahim para intervenir en la organización y aseguró en un audio que había sido traicionado y que sigue al mando de la organización.
Esta división en Boko Haram se da en uno de los momentos más delicados que ha debido vivir el grupo, de aproximadamente entre 7 y 9 mil hombres, en su mayoría jóvenes desocupados, que reciben a la semana 100 mil francos CFA (unos 100 dólares), mucho más de lo que ganarían en cualquier empleo. Su bajo nivel de educación los hace permeable a la propaganda salafista.
Se supo del nombramiento de al-Barnawi a través de una publicación vinculada al Daesh, con información proveniente de Rakka (Siria) capital de Estado Islámico. El nuevo jefe aparece como gobernador de la Provincia de África Occidental, mientras que Boko Haram pasará a llamarse Yama’at Ahl al-Sunnah Wal Jihad Lil Dawa (Estado Islámico de la provincia de África Occidental (ISWAP)).
Algunas fuentes informan que la decisión de Ibrahim se debe a que Shekau ha perdido su confianza ya que se ha negado a recibir emisarios enviados desde Rakka. En un documento, Estado Islámico lo acusa de “desviación teológica”, al tiempo que Shekau denunció a Abu Bakr al-Baghdadi (el Califa Ibrahim) de lasitud respecto a al-Barnawi, además de reprocharle de no haber excomulgarlo a los que cometen taghut (apostasía).
«Boko Haram nació con la intención de reencarnar el antiguo esplendor de los grandes imperios de la región, como el Sultanato de Sokoto y el Reino de Kanem-Borno del siglo IX»
La disputa entre Shekau y al-Barnawi podría generar enfrentamientos como en el caso de Siria. Donde ya los hubo entre Estado Islámico y el hasta hace una semana representante de al Qaeda, el Frente al-Nusra, o como también se está dando en Afganistán entre Estado Islámico y el Talibán. Tampoco este es ha sido el primer desgarro sufrido por Boko Haram: ya en 2012, un sector de la organización en contra de los métodos sanguinarios de su jefe se desligó fundado Mermeladaāʿatu Unṣāril musulmánīna fī Bilādis Sūdān (Vanguardia para la protección de musulmanes en las tierras negras), o Ansaru, que se estableció noreste de Nigeria, aunque nunca ha tenido mucha repercusión sus acciones.
Al-Barnawi ha sido el jefe logístico de la organización y responsable de las nuevas redes de aprovisionamiento de armamento procedentes de Sudán. Respecto a la provisión de armas se supo que en agosto del año pasado el ejército camerunés interceptó un helicóptero francés en el norte del país que transportaba armas, municiones y dinero para Boko Haram. Si bien la noticia no trascendió la operación podría estar vinculada al reino Saudita, Qatar o Emiratos Árabes.
La segura atomización de la organización no será impedimento para que sus acciones dejen de ser durante un tiempo prolongado tan letales como nos tiene acostumbrado, y que su guerra interior deje muchas víctimas inocentes.
Otro serio peligro es que se aglutinen con otras organizaciones del mismo cuño que operan en la región como en el norte de Mali y Costa de Marfil, Ansar al-Dinne, el Frente de Liberación de Massina, liderado por el clérigo Amadou Kouffa en la región de Tombuctú o el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (Mujao) dirigidos por el argelino Ahmed Al-Talmasi y el maliense Sultan Ould Bad, que opera en las fronteras de Burkina Faso y Níger. Esta última también está vinculada al tráfico de droga que llega desde Suramérica al golfo de Guinea y escolta su transporte hasta los puertos libios rumbo a Europa y el tráfico de migrantes que también aspiran a llegar a los puertos del sur de Italia.
Que organizaciones como Boko Haram, o el mismo Estado Islámico como pasa en la actualidad en Siria e Irak, comiencen a perder posiciones y poder de fuego no es indicador de que su desaparición esté cercana. Sus golpes serán cada vez más virulentos y letales como es la naturaleza de una fiera herida.