Cuando hablamos de concentración de capital nos referimos a la acumulación de este mismo en pequeñas manos. En términos más marxistas si se quiere, la centralización del capital es parte del mundo capitalista y consiste en un incremento de la magnitud del capital producto de la unificación de varios capitales en uno solo. Desde el punto de vista de mercado, esto deriva en estructuras tales como el oligopolio (un grupo muy reducido de oferentes de un bien o servicio) y el monopolio (un único vendedor de un bien o servicio).
Ahora bien, que existan este tipo de estructuras de mercado acarrean situaciones complejas en una economía, más en una como la Argentina, dónde el problema de la inflación parece ser un fenómeno difícil de erradicar…
Inflación y concentración
Hoy en día, y con la realidad económica en la que vivimos, toma más vigor un análisis sobre la inflación que tiende a adjudicar su origen a fenómenos multicausales. En este sentido, creer que Argentina tiene inflación (únicamente) porque existen mercados concentrados es erróneo; como así también lo es considerar que dichos mercados no generan en ningún momento presiones inflacionarias.
Dos semanas atrás, Andrés Asiain (economista y director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz), planteaba: “a través de la fijación de precios más altos en bienes de consumo masivo, las empresas con mayor poder de mercado mueven el piso de la puja distributiva”. Esto quiere decir que aquellos mercados que se reconocen dentro de una estructura oligopólica, imponen precios relativos (en bienes de consumo masivo) que impactan en la puja distributiva y esta sin dudas influye en el proceso inflacionario.
En síntesis, los mercados concentrados tienen la capacidad de generar incrementos de precios bruscos en períodos de tiempo relativamente cortos. Eso puede cambiar el régimen inflacionario para un mes por ejemplo y ser una pauta inflacionaria para los meses subsiguientes.
Desde ya, para fundamentar la concepción de fenómeno multicausal de la inflación, no se puede dejar de lado el concepto de inercia inflacionaria. En la economía Argentina es notable como la inflación de un período anterior es el cimiento base de la inflación del presente. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿qué tan concentrados están los mercados en Argentina?, ¿a qué sector productivo pertenecen?
En ésta línea el pasado dieciséis de noviembre, Claudio Lozano -director del Banco Nación- junto con Javier Rameri, expusieron un informe en el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) al que denominaron: “Las grandes empresas que cotizan en bolsa”. En él, realizan un análisis del nivel de concentración que existe en los principales sectores de actividad, a partir de la lectura de las principales variables de los balances contables de ochenta empresas (que cotizan en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires), durante el año de la pandemia. Los sectores de la producción que intervienen son bienes, servicios y finanzas.
El informe sostiene varios puntos a destacar. En primer lugar, indica que son sesenta y nueve las empresas del sector productivo que cotizan en bolsa. Las once restantes son empresas del sector financiero. El estudio del primer sector es clave, dado que es fuente de generación de empleo y reactivación del mercado interno; según el informe, representó un 9,9% del Valor Bruto de Producción en 2019 y un 9% en el año 2020.
En este sentido, plantea que existen cuatro líneas bajo estructura oligopólica que se consideran claves para la producción nacional: energía, insumos difundidos, electrónica y telecomunicaciones.
En cuanto al primero de ellos, dos firmas concentran el 70% de la extracción de petróleo crudo (Yacimientos Petrolíferos Fiscales y Pan American Energy), cinco empresas concentran el 80% de producción de gas y también son cinco las firmas que concentran el 50% de generación de energía eléctrica.
Para el sector de insumos difundidos: con respecto al cemento, existen tan solo tres firmas que concentran el 85% del despacho total. En acero laminado sólo una empresa (Techint) contiene el 57% de la producción y es la misma empresa la que concentra el 100% del mercado de tubos sin costura. Esto último también ocurre con el aluminio primario de la firma Aluar.
En el sector de electrónica, el 46% de los celulares está a cargo del grupo Mirgor (el 90% de la producción de estos celulares está repartido entre Mirgor y Newsan). La empresa Newsan produce y comercializa el 29% de los televisores y el 39% de los equipos de aire.
En cuanto a las telecomunicaciones, entre el 30% y el 43% de los servicios están prestados por Clarín y Telecom.
Retomando el concepto de concentración del capital, el informe indicó que tan solo diez empresarios tienen veintisiete de las firmas de mayor facturación del país, lo que representa el 33,75% del panel analizado. Asimismo, se aclara que esos diez empresarios no son accionistas totales, pero sí son los principales, y por lo tanto son parte importante en la toma de decisiones. En cuanto a la facturación, las veintisiete empresas representan el 35% de la facturación total de la cúpula.
Con la misma perspectiva, en un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), se indicó que los mercados con mayor concentración no están acotados a un determinado rubro, por el contrario “se extiende a varias categorías”. Según datos de este organismo, la multinacional Arcor por ejemplo, concentra el 20% del mercado de enlatados y más del 70% del mercado de las mermeladas. Algo similar ocurre con Unilever. Ésta empresa “tiene una posición dominante en seis rubros con concentración alta (caldos, desodorantes, jabones, lavavajillas, shampoo, etc)”.
Lo perjudicial de la concentración
En definitiva, si la gran mayoría de los productos de consumo masivo tiene su precio originado en una firma oligopólica (y hasta monopólica a veces), termina sucediendo lo que indica la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares que realiza INDEC, el 22,7% del gasto se destina a alimentos y bebidas no alcohólicas; la alta concentración conlleva a un impacto más notable en aquellos hogares más vulnerables.
Lo expuesto anteriormente queda aún más en evidencia en los lácteos, donde el 75% de la facturación total está a cargo de tres firmas. Allí, una sola empresa (Mastellone) tiene un poco más de un tercio de la facturación total del rubro. A ésta firma le siguen Danone y Sancor con un 20% cada una.
Como indica el informe del IPyPP:
El control oligopólico (y monopólico en algunos casos) verificado en algunos sectores estratégicos de la economía, como los insumos de uso difundido y la energía, resulta ser uno de los factores fundamentales que impulsa fuertemente la dinámica inflacionaria en nuestro país en el que las empresas de mayor envergadura, como algunas de las integrantes de este panel, tienen una responsabilidad casi exclusiva.
Herramientas para actuar
Si se piensa cómo diluir la concentración, “competencia” debería ser la primera alternativa. La ley de Defensa de la Competencia (27442) intenta “preservar el funcionamiento competitivo del mercado”. Según indica la Comisión Nacional de Defensa: “la puja de precios y la participación de múltiples oferentes resguarda los intereses y el bienestar de los y las consumidores y consumidoras”.
Con los datos anteriores, evidentemente la sola existencia de esta Ley no basta para fomentar la competencia. Es necesario complementar con políticas integrales, aún más si se trata de disminuir los aumentos generalizados y sostenidos en el nivel de precios. En este último caso, se requieren medidas más abarcativas, que involucren a todos los sectores de una cadena productiva. Las políticas más unidireccionales, como la del último congelamiento de precios sirven para paliar un momento de alzas bruscas de precios, pero se deben acompañar de un programa más integral que involucre sobre todo el importante componente inercial del fenómeno inflacionario.